Idea Vintage – Gargantillas de encaje

Este mes os traigo una idea Vintage muy de moda en esta temporada, que nos  demuestra que todo vuelve y que los grandes modistos encuentran su máxima inspiración en el pasado.

El vulgarmente conocido como “collar de perro” o “choker”,  una gargantilla pegada al cuello que los grandes modistos han presentado en muchos de los desfiles de esta última temporada, tiene su inspiración en la moda francesa del S.XVIII.

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Hay muchas anécdotas y leyendas que rodean la aparición de este favorecedor complemento. He leído que las mujeres francesas se colocaban una pequeña cinta roja, algunas veces haciendo forma de cruz en el cuello, en recuerdo de sus familiares y amigos muertos en la guillotina. También fue costumbre que las prostitutas llevaran una pequeña cinta de terciopelo negra al cuello, para distinguirlas de las mujeres de buena vida.

Lo que es seguro es que la gran Maria Antonieta, todo un icono de la moda de ese siglo, ya las lucía en algunos de sus más famosos retratos.

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Terminado el S.XVIII, las mujeres  de la época Victoriana comienzan a usarlas como símbolo de riqueza, adornando estas cintas con llamativos broches de perlas y piedras preciosas.

Yo hoy os traigo parte de la colección de collares de encaje que tenemos este invierno en la tienda. Muchos de ellos llevan pequeños camafeos, muy de moda en la estética victoriana, desde que la  siempre elegante Reina Victoria recuperara esta tradición y comenzara a lucirlos en muchas de sus joyas.

Aunque las novias no suelen lucir collares y yo, la verdad, no soy muy partidaria de ellos para el vestido de boda, sí son un complemento perfecto para las invitadas.

A mí me gusta mezclarlos mucho con prendas menos vestidas para darle un toque un poco más informal.

¿Soléis usar collares en las bodas?

¿Qué os parecería llevar uno de estos de encaje?

Os dejo el link a la web con parte de nustra colección de collares de encaje 

“La dama del collar de coral”

Me quedé prendada de su vestido verde, de los preciosos lazos que lo decoran y de la soberbia puntilla de encaje de Bruselas increíblemente bien pintada, pero sobre todo y ante todo me enamoró del impresionante collar de coral piel de ángel y perlas.

Nada más ver este retrato recordé una de las piezas de nuestra colección victoriana, e inmediatamente decidí que tan ilustre dama quedaría incluida en  nuestra sección de “Grandes Damas de la Antigüedad” en el mes de noviembre.

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Aunque me quedará siempre la duda de conocer algo más sobre ella, sí he conseguido averiguar que el maestro que la pintó no fue otro que François-Hubert Drouais, pintor francés del S.XIX que se caracterizó por sus retratos en la corte de Luis XV.

Drouais nació en París y era hijo del también pintor Hubert Drouais, famoso por sus retratos en miniatura. Drouais fue entrenado por su padre y por otros pintores de renombre. Pronto se convirtió en miembro de la Academia y expuso su obra con regularidad.

No solamente retrató a la mayoría de las principales figuras de su época, entre ellos el rey, sus dos amantes más famosas: Madame de Pompadour y Madame du Barry y sus dos hijos, los futuros Luis XVI y Luis XVII. Drouais fue asiduo en los salones de baile y retrató a importantes artistas y destacados miembros de las clases profesionales.

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Drouais  se hizo así mismo popular por sus retratos de aristócratas vestidos con traje rústico, una moda muy en boga en esos años, y por sus representaciones de niños, a menudo en entornos paisajísticos. Esto, junto con su técnica depurada, su pincelada fluida y los vivos colores de su obra, son sus sellos de identidad.

François-Hubert Drouais ha tenido varias exposiciones en galerías y museos, incluyendo el Museo de Arte de Portland, Oregón, y su obra puede disfrutarse en los mejores museos de pintura del mundo.

Algunas de sus obras se han rematado en subastas por más de  $150.000.

Pero yo hoy me quedo con su “Dama con collar de coral”, y os invito a disfrutar de tan magnifica joya y os invito a pasar por nuestra tienda online a disfrutar de nuestra colección de camafeos y coral. 

Diccionario Vintage con la C «Collar»

La palabra collar deriva de “collum”, cuello en latín.

Como su propio nombre indica es un adorno para embellecer el cuello, de tamaño y largo muy variable.

Se distinguen principalmente tres tipos de collares:

Gargantillas o ahogador: es un collar que queda totalmente ceñido al cuello, del que hemos visto muchas variantes en perlas o piedras semipreciosas de pequeño tamaño. También es muy corriente realizarlos con terciopelo o encaje y decorarlos con piezas de alta joyería.

Collar princesa: término usado frecuentemente para designar los collares de perlas de medio largo, entre 45 y 50 cm de longitud.

Collar ópera: término usado frecuentemente para designar los collares de perlas de mayor longitud, entre 70 y 85 cm.

El diseño de los collares ha ido cambiando a lo largo de los años, adaptándose a los usos y modas de cada momento.

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Imágenes @ María Vintage Photography

 

 

¡Consigue el look de Gloria  Vanderbilt en el Vogue de septiembre!

Regresamos de vacaciones y no podíamos haberlo hecho con una noticia más bonita que la publicada en el Vogue de septiembre de este precioso editorial.

De la mano de Belén Antolín, y tras la cámara de Miguel Reveriego, la sofisticada belleza de Gloria Vanderbilt nos lleva a pasearnos por una deliciosa campiña.

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Gloria  Vanderbilt luce una elegante silueta ceñida con volantes, encajes y puntillas, y sobre la que los complementos de Vintage By López-Linares lucen primorosamente.

Nuestras perlas, camafeos, pulseras, anillos y collares completan un look cargado de sofisticación y elegancia, que nos recuerda en cierta medida a las damas de la alta sociedad del S.XIX.

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Todas estas joyas se encuentran a la venta en nuestra tienda online, y si lo que estás deseando es conseguir una mirada diferente esta selección de joyas te va a ayudar mucho a conseguirlo.

No dejes de pasarte a visitarnos. He preparado, especialmente para ti, una selección de las joyas de este editorial:

Broche

Collar de perlas y camafeo

Collar de perlas y cristal de Swarovski

Collar de perlas

Pendientes de perlas y plata

Pendientes de plata dorada y perlas

Pendientes de plata dorada y media perla.

Créditos:

@Belén Antolín

@Miguel Reveriego

@Vogue septiembre 2015

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Diccionario Vintage: Con la «C» Colgante

Colgante o Pinjante: adorno de joyería que cuelga.

En joyería se conoce en la actualidad con este nombre a toda pieza que cuelga de una cadena sobre el cuello.

Distinguiríamos dos tipos de colgantes:

  • Colgantes sueltos: son aquellos que pueden ser sacados de la cadena sobre la que penden y ser colocados en otra cadena más larga, gruesa o incluso colocarse colgando sobre una cinta de terciopelo o de seda natural. Este tipo de colgantes sobre tela tuvieron mucho éxito durante el S.XIX y principios del XX, y solían usarse muy pegaditos al cuello.
  • Colgantes integrados en un collar: aquellos que no pueden ser separados del collar, ya que forman parte del mismo y decoran el centro.

Los colgantes pueden tener infinidad de formas, tantas como el maestro orfebre sea capaz de imaginar, y están compuestos por metales preciosos, piedras o cualquier adorno que sea susceptible de ser lucido en el atractivo escote de cualquier mujer.

Las formas más comunes son las de corazón, formas geométricas o de ramilletes, pero también es frecuente encontrar colgantes con formas de pequeños animales, letras o, simplemente, una llamativa piedra engarzada para ser lucida en solitario.

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Imágenes: María Vintage Photography 

 

Las joyas de Prim, El asesinato de la calle del Turco

‘Prim, El asesinato de la calle del Turco’ está basado en el atentado mortal a Juan Prim y Prats el 27 de diciembre de 1870. Prim, el presidente del Consejo de Ministros y ministro de la Guerra de la época fue tiroteado en la calle del Turco, magnicidio que nunca fue resuelto y siempre ha estado rodeado de misterio.

Una magnifica historia contada a través de Benito Pérez Galdós, el escritor y periodista que cubre la noticia del asesinato. Dirigida por Miguel Barden y con guión de Nacho Faerna y Virginia Yagüe se emitió  el pasado 22 de diciembre en TVE1.

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Faerna también ha escrito una novela en la que indaga en los acontecimientos que condujeron al complot  para asesinar a Prim. La producción de la mini serie ha corrido a cargo  de TVE,  Televisión de Cataluña,  Shine Iberia y Dream Team.

Una noche en la que #primturco se convirtió en trendigtopic en Twitter y en la que nuestra marca Vintage By López-Linares estrenó colaboración  con sus joyas: pendientes, gafas, relojes, collares, peinetas… Piezas únicas y seleccionadas con todo mimo por Elena del Real, responsable del vestuario junto con Silvia García-Bravo.

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Si tienes curiosidad por ver más de cerca todas las joyas que han lucido los personajes de la serie,  puedes pasar por nuestro espacio de la Calle Claudio Coello 60, donde encontraras un pequeño rincón para disfrutar de estos complementos.

¡Os esperamos!

Desde aquí también queremos agradecer a Elena del Real y Shine Iberica por haber confiado en nosotras.

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Bibliografía:

Mizonatv.com

Imágenes:

Mizonatv.com

María Vintage

Merle Oberon y el collar más fotografiado de Cartier

Merle Oberon es el nombre artístico de Estelle Merle O’Brien Thompson, actriz británica nacida en Tasmania a principios del S.XX, y la primera protagonista de nuestra nueva sección “Grandes coleccionistas de joyas”.

Merle Oberon vivió en la India hasta cumplir los 17 años, edad a la que se trasladó a Londres instalándose allí con la ilusión de triunfar en el cine.

Su gran golpe de suerte vino cuando en 1930 el productor y director Alexander Korda la descubriera por casualidad, el pulió su imagen y la convirtió en una de las grandes damas del cine británico de los años 40. Terminaron casándose y fue él uno de los primeros que comenzó a regalarla carísimas joyas.

Merle Oberon aparece llevando el fabuloso collar que parece ser Napoleón Bonaparte regalara Baronesa Haussmann.

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Una de las primeras piezas que adquiriría es un antiguo collar de diamantes y esmeraldas que, al parecer, fue un regalo de Napoleón III a la Baronesa Haussmann. Se cree que fue un obsequio en agradecimiento a la labor de modernización que llevara a cabo su esposo en el París de mediados del S.XIX. Gracias a esta majestuosa y polémica reforma París se trasformó, en menos de dos décadas, de ciudad medieval a la más moderna capital del mundo. Merle lució la pieza en películas como “El divorcio de la señorita X” y en «Of love and desire» (no hay versión española). Merle Oberon le quitaría dos lágrimas al collar para hacerse unos pendientes y luciría la parte central, que también se trasformaba en broche, en numerosísimas ocasiones.

Merle Oberon aparece llevando el clip de tres flores de Cartier, Londres, que originalmente formó parte de una horquilla para el pelo Photocourtesy of Fine Art America.

En 1939, tras su matrimonio, Alexandre la regalaría una de las piezas para mí más bella de su colección: una pieza de Cartier consistente en tres broches en forma de rosa ya abierta, dos exactamente iguales y la otra un poquito más grande. Este último tiene un detalle encantador: los pistilos son diamantes que están montados con un poco de movimiento, lo que le da a la pieza una belleza muy especial. Estos tres broches originariamente fueron diseñados para ser lucidos como horquillas en la cabeza, pero Merle los lució casi siempre como broche o incluso como camafeo, resultando siempre sensacionales. Lamentablemente, al vender su colección tras su muerte, las tres piezas se vendieron por separado.

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Se da la casualidad de que pocos años más tarde la por entonces Princesa Isabel de Inglaterra recibiría, con ocasión de su boda con el Príncipe Felipe de Grecia, de manos del Nizam (un título nobiliario musulmán) de Hyderabad y Berar (dos provincias de la India), un juego idéntico de horquillas montados en una tiara, que también estaban diseñados por Cartier. Isabel II desmontó los diamantes de la tiara para hacer una nueva de rubíes y diamantes. Sin embargo, mantuvo las tres horquillas de rosas que ha lucido a menudo.

Pero quizás la pieza más espectacular de su colección sea el collar de diamantes y 39 cuentas de esmeraldas barrocas, que Korda la regalara en 1939 de inspiración indú. La pieza encajaba a la perfección con la exótica belleza de Merle Oberon. El collar, con un diseño muy original para la época, sorprende no solo por el tamaño de sus esmeraldas sino por la peculiar forma en la que están montadas, ya que su diseño permite que las cuentas giren 360º sobre la pieza de diamantes que la sujeta, encajando así a la perfección y  luciendo con una caída elegante y sensual.

La historia de su compra es ciertamente curiosa, demostrando una vez más cómo los humanos siempre deseamos más fervientemente aquello que creemos ya ha adquirido otro. Parece que la pieza iba a ser adquirida por la diseñadora Elsa Schiaparelli. Merle vio el collar en el escaparate de la tienda de París, y cuando entró a preguntar por la pieza el vendedor la dijo que alguien más estaba interesado en adquirirlo. Esto es algo que, curiosamente, sucede algunas veces en el comercio y que los clientes interpretan como una estrategia que los vendedores utilizamos para acelerar la venta. Merle realmente no creyó lo que le contaba el vendedor y pensó que era una táctica para acelerar la venta.  Pero a los pocos días se daría cuenta de que el vendedor no mentía, pasó por el escaparate y el collar no estaba. Su misteriosa rival se encontraba en una de las habitaciones privadas de la joyería probándose la pieza.

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Al día siguiente Merle volvió a pasar para ver si seguía en el escaparate, y en ese preciso instante vio salir a Elsa Schiaparelli. Su misteriosa rival ya tenía cara y el collar ya no estaba en el escaparate. Debió regresar con tal cara de desolación que su esposo se puso el sombrero, salió a la calle, entró en la joyería, preguntó por el collar y, para su sorpresa, salió con él en la mano. Las fabulosas 29 esmeraldas ya podrían lucir en su exótico cuello para siempre.

Merle disfrutaría de esta pieza hasta su muerte.

Cartier 1938, 29 impresionantes gotas de esmeralda barrocas, montadas en platino y diamantes, con un largo de 44 cm y rematado en 2,642,500 CHF. Uno de los collares de Cartier más fotografiados de su historia. Link al collar:

Otras de las piezas destacadas de su colección son:

  • Un juego de dos horquillas diseño de Cartier de diamantes en forma de flores, una con el pistilo engastado con diamantes y la otra con pistilos de rubíes. Se podían llevar juntos o por separado como horquillas, o se podían montar en una pulsera de tiras de diamantes para formar un impresionante cierre. Merle llevó esta pulsera junto con la horquilla de tres rosas en la película «Viaje sin retorno» en 1940.
  • Un broche floral de zafiros y diamantes de Cartier, también desmontable, para llevar como horquilla. Llevaba engastado un gran zafiro ovalado y con los pétalos de diamantes. El tallo de diamantes se vendió por separado, sin mencionar el hecho de que se podía montar en la horquilla. Merle llevó la pieza unida en muchas ocasiones, llevando también la horquilla en una banda de terciopelo como gargantilla o sobre una pulsera de platino que Cartier también había fabricado. Estoy segura de que Merle no solo adoraba las joyas de Cartier por su calidad y belleza, sino también por la versatilidad que siempre proporcionan sus diseños.
  • A finales de los 50 y 60 adquirió y modificó un gran número de joyas. Paso bastante tiempo viviendo en Roma, donde adquirió de Bulgari un broche de diamantes y un broche engastado con rubíes y diamantes. Bulgari también creo para Merle un elegante bolso en un inusual diseño de bellotas, con el cierre de oro con turquesas y diamantes engastados.
  • Van Cleef&Arpels fue otro de los diseñadores preferidos de Merle durante los 70, destacando un juego de broche, pendientes y collar de turquesas y diamantes; un collar de diamantes y coral rosa que se podían convertir en un broche y pulsera.
  • Merle tenía también una pequeña, pero buena, colección de rubíes. Ésta incluía un espectacular collar de rubíes y diamantes de David Webb, que también creó para ella un anillo a juego y unos pendientes de rubíes y diamantes cada uno con rubíes ovalados en el centro de gran tamaño.

La mayoría de estas piezas se vendieron en la subasta que se celebró en Nueva York el 22 de abril de 1980, justo un año después de su muerte.

Merle Oberon tuvo una verdadera colección de joyas de cine.

Fotos y Biografía:

Edition.cnn.com

Polyvore.com

Revivaljewels.com

Expertizarebijuterii.wordpress.com

Jewelsdujour.com

 “Hollywood Jewels” by Penny Proddow, Debra Healy and Marion Fasel

La Venus de Boticelli y el broche en su escote

National Gallery de Londres. Sandro Boticelli (1445-1510)

Pintado alrededor de 1483, es una de las obras más importantes de Sandro Boticelli, pintor renacentista por excelencia. La obra tiene detalles preciosos, pero si hay uno que a mí me llamó la atención sobre otros fue el precioso broche que lleva Venus en su provocativo escote: Un total de ocho perlas o piedras de color claro con un rubí central. Una sencilla y atemporal pieza que hemos traído hasta nuestra colección de joyas históricas este mes, directamente desde un pequeño taller florentino. Muy probablemente la formación de Boticelli como orfebre hizo que prestara especial interés en los detalles de joyería de sus cuadros.

Por su tamaño y forma, esta obra mide 173×69, parece que pudiera haber sido pintado como una “spalliera” o cabecero para una cama, y muy probablemente para celebrar algún enlace matrimonial.

Sus protagonistas: dos de los dioses mitológicos por excelencia. Venus, diosa de la belleza y el amor, y Marte, dios de la guerra. Venus, vestida de blanco puro y con un diseño típicamente florentino, y Marte, semidesnudo duerme rendido a sus pies, mientras unos traviesos sátiros juegan con sus armas y su casco. Podríamos pensar que representa el triunfo del amor frente al odio y la guerra.

Se cree que pudo ser un regalo de boda encargado por la familia de los Médici. Pero también hay un detalle a tener en cuenta en la parte alta de la obra, donde encontramos dibujadas varias avispas, símbolo de la familia Vespucci. No he podido confirmar quién encargó la citada obra a Boticelli

Lo que sí he podido verificar es que la figura de Venus no es otra que la musa de Boticelli: una joven y bellísima dama de la corte de los Médici llamada Simonetta Vespucci, una joven que se convertiría en un icono de su época. Simonetta Cattaneo di Candia, era una joven y bellísima genovesa casada con un rico comerciante llamado Marco Vespucci. Los Vespucci eran grandes amigos y aliados de los Médici.

Parece que Marco Vespucci era vecino de Boticelli en esos años, y el matrimonio era muy conocido en la época gracias a su poder, pero sobre todo por la belleza de Simonetta. La joven moriría con apenas 23 años víctima de la tuberculosis, pero todas las obras que dejó el artista de ella nos han servido para conocer su belleza, seguramente bastante idealizada por el artista renacentista.

Yo, la verdad, no puedo imaginar sensación más alucinante que yacer con la persona amada con esta obra de la pintura renacentista de cabecero… No sé por qué, pero me imagino una pareja de jóvenes enamorados recién casados disfrutando de semejante maravilla.

Historia de la Venus de Boticelli y su broche - Venus y Marte - Joyas Historicas en Vintage By Lopez-Linares

La obra  es un símbolo de armonía y felicidad, podrías pasar horas mirándolo. Creo que todos quedamos un poco hipnotizados por la belleza de sus figuras y lo bucólico de la escena.

Por último os dejo el link a esta preciosa joya:

Joyas Venus y Marte

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Bibliografia:

Youtube

Desdeelotroladodelcuadro.blogspot.com.es

 

Verrocchio

Andrea del Verrocchio, nacido Andrea di Michele di Francesco de’ Cioni, conocido simplemente como Verrocchio, nacía en Florencia en 1435 y fallecería en Venecia en 1488. Su padre fue fabricante de azulejos y tejas, para luego convertirse en recaudador de impuestos.

Andrea comenzó a trabajar como orfebre en el taller de Giulio Verrocchi, de quien parece haber tomado su sobrenombre, convirtiéndose en poco tiempo en  el mayor escultor de su tiempo.

Tuvo en Florencia un activo y famoso taller del que salieron tanto esculturas como pinturas y obras de orfebrería; sin embargo, en la actualidad la única faceta de la obra de Verrocchio que está bien documentada es la escultura.

Modelista y tallista se conservan obras suyas en mármol, terracota, plata y bronce. Entre sus alumnos estuvieron Leonardo da Vinci, Perugino, Ghirlandaio, Sandro Botticelli y Miguel Ángel.

Entre 1474-1475 ejecuta el Bautismo de Cristo, actualmente conservado en los Uffizi. En esta obra fue ayudado por Leonardo Da Vinci, que por entonces era muy joven. Leonardo había sido alumno suyo desde 1467. Leonardo  acabó el paisaje y pintó el ángel de la izquierda, superando en calidad el resto de la pintura, según Vasari

Verrocchio no superó esta crítica y no quiso volver a tocar los pinceles, indignado porque un muchacho supiera más que él.

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El Bautismo de Cristo en Google Art Proyect

En 1478 Verrocchio comenzó la que sería su obra más famosa, una estatua ecuestre de Bartolomeo Colleoni, quien había muerto tres años antes. La obra fue un encargo de la República de Venecia. Fue el primer intento de producir un grupo en el que el caballo apareciera con una de sus patas en el aire. La estatua destaca por la expresión en el rostro de Colleoni y la magnífica representación del movimiento.

Verrocchio creó un modelo en cera en 1480, y en 1488 finalmente se trasladó a Venecia para asistir a la fundición del grupo. Sin embargo murió ese mismo año, antes de que la obra estuviera acabada, la cual fue terminada por su discípulo Alessandro Leopardi.

Pero yo de todas sus obras me quedo con una que realizó hacia 1478, un querubín alado con delfín, actualmente en el Palazzo Vecchio, y que originariamente se pretendía para una fuente en Villa Médicis en Careggi. Parece que fue un encargo de Lorenzo de Medici.

El movimiento del niño es gracioso, alegre y juguetón, mide 68 cm de altura.

Entre 1550 y 1568 la estatua fue utilizada como centro en el patio primero del palacio Vecchio, donde coronó una fuente diseñada por Vasari.

Nosotras nos hemos permitido reproducirlo como colgante y pendientes, Una forma original de preservar el encanto perenne de este pequeño angelito y poder disfrutarlo de cerca.

Os dejo el link a la web pos si queréis verlos con más detalle:

Pendientes y Collar

 

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Piccarda Bueri y Giovanni di Bicci… los orígenes de la Banca Medici.

Piccarda Bueri había nacido en Verona en 1368 en el seno de una antigua, noble y adinerada familia toscana. Por su parte, Giovanni di Bicci de Médici era uno de los cinco hijos de Averardo de Médici, quien a su muerte dejó lo poco que tenía a su viuda y sus cinco hijos. Giovanni despuntó desde muy joven como hombre hábil, inteligente y avispado para los negocios. Su tío Vieri  se dio cuenta enseguida y lo contrató como aprendiz en la Banca Medici de Roma.

Giovanni y Piccarda se unieron en matrimonio en 1386. Un matrimonio de conveniencia al que ella aportaba una gran dote y título nobiliario, y él un futuro más que prometedor en la que llegó a ser una de las primeras bancas italianas.

Y así fue como Giovanni, utilizando la dote de Piccarda y sus dotes como hombre de negocios, consiguió en muy poco tiempo desbancar a su tío al frente de la Banca Medici de Roma, convirtiéndose en el capo y fundador de la familia Medici, y en unos de los hombres más ricos del Renacimiento iataliano.

Hombre reflexivo y reservado, se distinguió por su forma de vestir sencilla y por un estilo de vida centrando en sus negocios y en la paz serena de su familia, con su amadísima esposa y sus dos hijos varones: Cosme y Lorenzo.

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El retrato de Piccarda fue realizado en el taller de los hermanos Polliurio, pero no he sido capaz de encontrar por iniciativa de quién se hizo el encargo, ya que está fechado en 1470, mucho después de la muerte del matrimonio.

Los hermanos Polliurio habían nacido en la ciudad de Florencia, de padre muy humilde del que tomaron su sobrenombre. Él vendía aves de corral, gallinas, (pollaio significa gallinero). El viejo Polliurio pronto se dio cuenta de las dotes artísticas de sus hijos, por lo que colocó a Antonio en el taller de orfebrería de Bartoluccio Ghiberti, maestro entonces sobresaliente, y a Piero con el pintor Andrea del Castagno que era por entonces el mejor de Florencia.

Ambos hermanos sobresalieron hasta tal punto, que al poco tiempo ya abrían su propio taller de orfebrería, convirtiéndose en rival del de Verrocchio en poquísimo tiempo. Cuenta Vasari, famoso arquitecto, pintor y escritor del Renacimiento italiano en su famosa obra sobre biografías, que los hermanos Polliurio llevaron a cabo disecciones para mejorar su conocimiento de la anatomía, adelantándose bastante en estas prácticas a Leonardo Da Vinci.

Es difícil definir cual de los dos hermanos realizó el retrato de Piccarda ya que no solían firmar sus obras, pero se cree que la obra es de Antonio, que brilló más que su hermano en el arte de los colores.

La figura de Piccarda se presenta en la obra de perfil, de acuerdo con la tradición de los retratos de la época. Un cielo azul y unas pequeñas nubes al fondo, dejan la figura de Picarda casi como suspendida en el espacio.

Picarda lleva un vestido muy escotado, ceñido con unos pequeños botoncitos. Sus mangas son lujosas, como solían serlo en los vestidos de las damas de la alta burguesía de la época.

Me gusta como está peinada, el velo, el largo collar de pequeñas perlitas que decoran su moño y que se ocultan entre los diferentes recogidos. Me recuerda a las bailarinas de ballet clásico: etérea, elegante y con un aire distinguido y un tanto distante.

Y en el cuello, mi desvelo, un collar corto: tres perlas blancas y una negra, tres perlas blancas y una negra… y así sucesivamente hasta llegar al colgante con un gran rubí y dos perlas colgando.

La extraordinaria riqueza de su vestido, el peinado y las joyas que lleva nos dejan imaginar que se trata de una figura prominente de la Florencia del siglo XV. Todo en ella es distinción y elegancia, pero su porte es sencillo y seguro.

Una inscripción en el panel posterior lo calificó como la esposa de un banquero florentino, Bardi Giovanni, estando fechado el trabajo en 1470.

Piccarda murió en 1433, solamente 3 años después que su amado Giovanni, siendo enterrada junto a su amadísimo esposo en la Sacristía Vieja de San Lorenzo de Florencia. Cuentan las crónicas de la época que, al morir su esposo, Piccarda quedó sumida en tan profunda tristeza que no logró nunca superarlo.

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Carlo Marsuppini‬, conocido filósofo y hombre de letras de la época, escribió una oda en su memoria en la que comparaba a Piccarda con Porcia, Julia Cesar, Artemisa y Penelope. Todas ellas mujeres recordadas por el amor, el sufrimiento y los desvelos que dedicaron a sus amados.

Desde hace un mes esta preciosa pieza de la joyería Renacentista puede verse en nuestro espacio de Madrid y en nuestra tienda online. 

Cecilia Gallerani, la amante adolescente de Ludovico el Moro

«La dama del armiño» llegó hasta mí de manera inesperada. De repente, todo el Time Line de mi Twitter se llenó de noticias sobre la llegada de este retrato de Leonado da Vinci a Madrid. La joya más valiosa de Polonia, decían de ella.

El retrato me entusiasmó desde un principio. Me llamó poderosamente la atención su peinado, y esa especie de velo que cubría su cara hasta casi la altura de las cejas. Quería saberlo todo sobre ella… ¿Qué extraño animal sostenía entre sus brazos? El porqué de esa mirada perdida y su enigmática sonrisa. Y su collar… ¿serían, perlas o azabaches? Quería tener ese collar en nuestro espacio. Me encantan esos collares largos, que luego tanto se llevaron en los años 20. Es uno de mis complementos preferidos, los uso casi a diario.

No tardé ni un segundo en decidir que tenía que escribir un post sobre ella.

Mi primera idea fue ir a verla y luego ponerme a escribir. Pero, enseguida  decidí que prefería conocerla antes, indagar sobre su vida, intentar entender cómo era cuando Leonardo la pintó. Después, iría a verla y os contaría mis impresiones.

Su nombre es Cecilia Gallerani, nacida en Siena en el seno de una familia sin título nobiliario, pero con muy buen nivel económico, ya que su padre fue embajador de Florencia. Su padre supo trasmitirla una gran pasión por las artes. Amaba la literatura, la música y era capaz de hablar latín perfectamente.  Escribía preciosas poesías en italiano. Todo ello le convirtió en una mujer inusualmente culta para su época.

Arribó a Milán con apenas 16 años y, con semejante carta de presentación, unida a su elegante belleza, tardó muy poco en entrar a formar parte de la corte de Ludovico Sforza «El Moro».

Ludovico Sforza, duque de Milán y uno de los hombres más poderosos e influyentes de todo el renacimiento italiano, no es de extrañar que quedara prendado de ella casi al instante y la convirtiera en su concubina, su amante oficial, cuando apenas contaba 17 años. Cecilia le dio un hijo, y Ludovico le donaría el feudo de Saronno en reconocimiento a su amor.

Cecilia se convirtió en una de las protagonistas de las numerosas tertulias y actividades culturales en la corte de Milán. Le compararon con apasionantes mujeres de la antigüedad como Aspia de Mileto (esposa de Pericles) o Asiotea (alumna de Platón).

En esos años Leonardo trabajaba a las ordenes de Ludovico como maestre de ceremonias y de las cocinas ducales, por lo que Cecilia y él coincidirían en más de una ocasión en el Palacio Sforzesco de Milan, siendo lógico que Ludovico encargara a Leonardo el retrato de su amante.

¿Conseguirá Leonardo transmitirme toda la personalidad de Cecilia? Necesito ir  a verla, y eso es exactamente lo que voy a hacer mañana. Luego os seguiré contando…

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Tras mi visita del pasado día 28 de junio a la exposición, en el Palacio de Real de Madrid:

Hacía años que no entraba en el Palacio Real, y la verdad es que su Patio de Armas me impresiona siempre que lo piso… Las salas de la planta baja de su ala de poniente, han sido el marco elegido por el Patrimonio Nacional de España y el Museo Nacional de Cracovia, para albergar a “la Dama del Armiño” en su visita a Madrid.

Tras la visita a las distintas salas conteniendo pintura, armas, armaduras, monedas, arte sacro…, la incontenible emoción de sentirme ya próxima a mi objeto de deseo, me hizo comenzar a sentirme impaciente. De repente, nada más entrar en la sala dedicada a la pintura occidental en las colecciones polacas del siglo XIX, entre las obras de la colección del rey Estanislao II Augusto Poniatowski, me topé, como queriéndose salir del cuadro, con «Niña en un marco», la impresionante obra del genial maestro holandés Rembrandt, y de la que algún día me gustaría contaros algo.

Finalmente y como broche de oro de esta magnífica colección, sin otra pieza en la sala con la que distraer nuestra atención, me encontré frente a frente con ella.

Lo que tanto había llamado mi atención ya anteriormente a través de ilustraciones, es esa gasa transparente, rematada con un ribete de hilo de oro, que cubre sutilmente su cabeza hasta justo encima de las cejas. A través de ella se percibe su cabello negro cayendo liso a ambos lados del rostro y recogido en una trenza. Su collar es de perlas. Las perlas tienen un brillo especial irisado en tono oscuro.

El extraño animal que acoge sobre su pecho no es muy probable que fuera un armiño. Este mustélido es demasiado salvaje para posar dócilmente para un retrato sobre los brazos de una dama. Parece que Leonardo utilizó un hurón o un turón albino, mucho más domesticable y muy parecido en tamaño y corpulencia al armiño. Quizás Leonardo utilizó este animal en alusión al nombre por el que era conocido Ludovico: Ermellino (armiño), o a que el apellido de Cecilia coincidía parcialmente con el nombre en griego de este animal (gale).

Definitivamente Leonardo lo consigue… Cecilia me habla al mirarme de soslayo. Me transmite bondad, serenidad, inteligencia. Su mirada es serena a la vez que enigmática. Ella es la amante del poderoso Ludovico Sforza, pero su rostro trasmite dulzura, distinción y seguridad. Creo que es una amante segura de sí misma. Es la concubina de uno de los hombres más poderosos del renacimiento italiano, y se muestra orgullosa de ello.

Reflexiono sobre las diferencias entre las jóvenes de hoy y las contemporáneas de Cecilia. Hoy, una joven de 17 años es tan sólo una adolescente, en el mejor de los casos bachiller en un colegio y tan sólo preocupada por la ropa, sus amigas y las fiestas.

En el Renacimiento una joven de esa misma edad ya estaba casada, probablemente con un hombre que le doblaba en edad, al que casi ni conocía y al que no amaba. Era madre de más de un hijo o, aun peor, era la amante de algún influyente y maduro varón en contra de su voluntad.

¿No os parece increíble pensar como vivían estas niñas en el Renacimiento?

«La dama del armiño» ha sobrevivido a dos guerras mundiales, la expoliación de los nazis, varios intentos de robo y ahora, por primera vez desde su creación de la mano del genial Leonardo, se encuentra en Madrid. Creo sinceramente que merece la pena ir a ver esta magnifica obra. Es muy raro que vuelva a abandonar la Polonia que la prohijó en 1.800, y no creo que podamos volver a verla de nuevo en España por muchos años.

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Os dejo el link al collar de esta Dama que tanto ha dado que hablar através de los siglos:

Collar dama del Armiño 

El camafeo de Mrs. del Alisal

Siempre me llamaron la atención esas caritas asomando su relieve sobre una concha de carey marrón clarito. Pero no fue hasta que me casé y mi suegra me regaló un increíble juego de pendientes y broche, perteneciente a su familia desde 1860, cuando pude realmente apreciar en mi mano la belleza de estas piezas. Este juego había pasado por más de cinco generaciones de mujeres, y ahora llegaba a mis manos ante mi sorpresa y emoción.

¡Me resultaba tan curioso que las caritas de los pendientes se miraran la una a la otra! Me preguntaba cuál sería su origen o cómo era posible que una técnica tan antigua siguiera llamando la atención de tantas mujeres a lo largo de la historia. (A mí personalmente me entusiasman).

¿Os habéis preguntado en alguna ocasión dónde aparecieron los camafeos por  primera vez o cómo están realizados? Estas son algunas de las preguntas que yo me hice cuando tuve esos pendientes en mi mano.

Un camafeo, según el diccionario, es, sencillamente, “un relieve obtenido de una piedra preciosa”. Pero para mí es mucho más que eso. Es increíble pensar que el procedimiento con que se fabrican ya era utilizado por los antiguos griegos que, a su vez, lo habían tomado de los persas durante las incursiones realizadas por sus ejércitos comandados por Alejandro Magno.

La técnica, posteriormente, llegó hasta los romanos, los cuales la utilizaron para decoración y joyería. Claro que, encontrar una pieza de esta época es muy raro, pues sólo aparecen en subastas muy especializadas. Sabemos que  por entonces, era frecuente que los nobles llevaran anillos con camafeos, realizados en esmeraldas y rubíes de un tamaño no muy grande. Y también tenemos constancia de que los emperadores romanos los usaban frecuentemente como insignias en su ropaje. ¿Os imagináis a Octavio Augusto, con su toga imperial, luciendo un camafeo de ágata…?¡Increíble!, ¿verdad?

A finales del S. II d. C., esta moda desapareció y pasaron muchos años hasta que esta técnica volvió a relucir en el Renacimiento italiano de la mano de los grandes coleccionistas de la época, como Lorenzo De Medici. Su influencia llegó hasta la corte francesa, donde Francisco I lució en numerosas ocasiones piezas de este tipo. Y por supuesto, a Inglaterra, donde Enrique VIII, en su pasión por este tipo de joyas, creó su propio taller para su realización. Durante este período fue frecuente que se buscaran piezas antiguas de época romana y se trasformaran para convertirlas en joyas más a la moda del momento. Al estar las piezas romanas montadas sobre bases de oro muy sencillas, se solían desmontar para volver a utilizarlas en broches más grandes, montados sobre bases de oro con piedras preciosas y, con ellas, decorar capas de terciopelo, sombreros, o lucir en el escote de alguna gran dama de la corte.

A raíz del descubrimiento de América, entraron en Europa gran cantidad de materiales más exóticos para la realización de dichas piezas, como colmillos, jade, ámbar o caparazones gigantes. Pero el descubrimiento más importante para esta industria, fue el de la concha Cassis tuberosa. Estas  conchas eran muy adecuadas para este trabajo, ya que se componían de capas de distintas tonalidades de color, lo que permitía dar a los relieves una profundidad y trasparencia desconocidas hasta el momento. La técnica se desarrolló en Italia, concretamente en Sicilia, pero de ahí pasó rápidamente a la zona de Nápoles, extendiéndose pronto al resto del país. En pocos años, muchos artistas italianos comenzaron a trabajar en Francia e Inglaterra, difundiéndose rápidamente esta práctica por toda Europa, durante los siglos XVI y XVII.

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En la época napoleónica, los camafeos, principalmente, se decoraban con  elementos neoclásicos, siendo muy frecuente que mostraran temas mitológicos, o representaran a filósofos, a emperadores, o a nobles y personajes del clero de la época romana. Los marcos de alrededor, normalmente de oro, eran de una finura de ejecución y detalle excepcionales, conocidos como roman seal setting. Estos camafeos eran frecuentemente montados como pulseras, con 3 ó 4 colgantitos, y eran conocidos como esclavas.

La fama de los camafeos se extendió hasta las clases sociales más populares, gracias a que la “concha” era un material mucho más barato que los utilizados hasta ese momento, lo que popularizó su uso y producción, limitando el privilegio de llevar los camafeos de piedras preciosas a la alta sociedad.

De esta época es una de las tiaras para mí más bellas de la realeza europea: “La tiara de Josefina Bonaparte”, la cual, hace muy poco, hemos podido ver lucir a la princesa Victoria de Suecia el día de su boda. Una pieza espectacular, con pendientes a juego, y que ella lució con una sencillez y elegancia asombrosas.

Y así llegamos hasta el S. XIX, época a la que pertenece el juego que me regalaron a mí. De esta época es de la que más constancia y herencia nos han quedado, ya que proliferaron numerosos talleres, tanto en Italia, como en Francia e Inglaterra, para la realización de camafeos en “concha”. Aunque también se utilizaron materiales como el ónix, lapislázuli, coral, ágata o marfil. Estos en menor medida ya que eran más caros.

Durante el primer victoriano y la época romántica, se hicieron muy famosos los camafeos de Minerva, Medusa y Bacchante.

Entre 1860 y 1880, los artesanos italianos montaron bold hardstone (camafeos al oro amarillo con marcos decorados ), en los que los motivos volvieron a ser extremadamente clásicos, rayando en lo erótico.

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Durante el S. XX, proliferaron los camafeos de pasta y cristal. También fue muy corriente en esta época la realización de camafeos en oro bajo, de 9 kilates, o en plata con marquesitas.

Nosotras, en la tienda, nos hemos centrado en las reproducciones de plata dorada. Así os resultará más sencillo encontrar unos pendientes o un anillo inspirados en los montajes romanos. O quizás un broche de plata dorada a juego con sus pendientes, en el más puro estilo Renacimiento.

Me encantan los collares de encaje con camafeos y perlas de estilo Victoriano. Siendo ésta otra de las líneas en las que nos hemos especializado.

En las fotos que ilustran este artículo, podéis apreciar con más detalle algunas de las piezas que tenemos en este momento en la tienda.

Yo tengo la suerte de poder lucir, en momentos especiales, esos pendientes con broche que me regalara mi querida suegra, y que también podéis ver en una de las fotos que os adjunto.

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¿Y qué opináis vosotras? ¿Os gustan los camafeos?

¿Os imagináis como Ana Bolena, luciendo unos pendientes en ese estilo?

¿O tal vez os inclináis más por el terciopelo y los encajes de la época de la Reina Victoria de Inglaterra?

El Look Garçon (1920-1930)

La década de los años 20 supuso el principio de nuestra emancipación. El hecho de que en esta década, después de una gran lucha, consiguiéramos votar libremente por primera vez, hizo que nos liberáramos de numerosas ataduras a las que habíamos estado sometidas desde siempre.

La libertad de voto vino unida a una libertad en muchos otros terrenos. Conseguimos abandonar los encorsetados vestidos, los enrevesados peinados, las tupidas medias negras y las faldas por los tobillos del S. XIX, y dar rienda suelta a una nueva mujer. Pasamos de ser sumisas amas de casa a protagonistas indiscutibles de importantes acontecimientos sociales. Comenzamos a llenar las universidades y nos convertimos en reinas de la noche. Las grandes fiestas, los conciertos de jazz, los teatros y los casinos fueron los lugares donde dimos rienda suelta a este nuevo estilo de vida.

Los grandes diseñadores de la época pronto entendieron los cambios que demandábamos, y adecuaron sus diseños a nuestro nuevo gusto: mangas cortas, grandes escotes, faldas por la rodilla, vestidos sueltos… Un estilo mucho más libre, deportivo y desenfadado de lo que nunca habríamos soñado llevar.

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Todos estos cambios dieron lugar a un look totalmente nuevo: “El Look Garçon”.

Este look, mucho más masculino de lo jamás imaginado, necesitó servirse de largos pendientes, medias de seda, infinitos collares de perlas y sofisticados complementos, para dar un toque más femenino a un look que quizás resultaba demasiado masculino para la época.

¿Y cuáles eran los imprescindibles del look garçon?: el pelo corto, la seda natural, el leopardo, los sofisticados turbantes, los flecos, las plumas, las largas boquillas, las pitilleras, los labios rojo carmín y, por supuesto, las ostentosas piezas de bisutería. Estos serian los signos que diferenciarían a la auténtica “mujer garçon” de sus antecesoras.

Fumar, conducir rápidos coches, practicar deportes como el golf o el tenis, bailar un charlestón o un tango, eran actividades que nunca antes habíamos soñado realizar, y que a partir de ese momento se convirtieron en algo imprescindible, en cualquier mujer que se preciara de estar a la última.

La exposición de Artes Decorativas de 1925 en París, y las revistas de moda como el Vogue (New York , 1892) y Gazette du Bon Ton (París 1912), fueron el auténtico trampolín para que el estilo garçon saltara a los salones de toda Europa y Estados Unidos rápidamente.

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Pero la gran revolucionaria en el mundo de la moda y la bisutería fue Coco Chanel. Chanel fue una visionaria, un genio de la alta costura y del diseño. Ella fue la auténtica mujer garçon.

Fue gracias a Chanel y a diseñadores como Trifari, Napier, Marcel Borcher y Eisenberg (de todos ellos iré hablando en posteriores entradas), que las grandes piezas de bisutería pudieron llegar a todas las mujeres del mundo. Mujeres que demandaban piezas con estilo y glamour, pero a un precio más accesible que las piezas de los grandes joyeros de la época. Chanel nunca consideró la bisutería la hermana menor de la joyería. Muy al contrario, siempre pensó en ella como una auténtica joya.

El estilo garçon se apagó con el crash de la Bolsa de New York en 1929 y la segunda guerra mundial en Europa. La industria del lujo desapareció, y  los grandes diseñadores de joyería y bisutería tuvieron que abaratar sus costes, recurriendo a materiales como la baquelita, el plástico, o la plata. De esta forma consiguieron seguir creando piezas de gran calidad  y diseño, pero a unos costes mucho menores.

Y tú, ¿te sientes identificada con el look garçon?

¿Qué opinas de los infinitos collares de perlas y las grandes piezas de bisutería?

Ilustración por gentileza de Pippisstrella

Un broche y dos Leonores

¡Qué casualidad ¡

Dos vidas casi paralelas, unidas en el S.XXI por una pieza de joyería. Un broche ovalado con una preciosa piedra en el centro y una gran perla colgando, que fue utilizado en su época como colgante de un magnífico collar de perlas y como broche para rematar una preciosa cinta en el pelo.

Después de casi 500 años, seguimos admirando la belleza de esta pieza, inmortalizada por dos grandes maestros de la pintura renacentista,  Bronzino y Joos Van Cleve.

Dos vidas apasionantes, dos mujeres luchadoras sufridoras y viajeras. Dos mujeres que han hecho historia por si solas y de las cuales nos quedan unos pocos retratos luciendo el broche Leonor.

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Nuestra primera Leonor, Leonor de Toledo era nieta del II Duque de Alba, nació en Alba de Tormes  y a los 20 años se casaba en Florencia con Cosme I de Medici,  el matrimonio tuvo 11 hijos de los que solo llegaron a la edad adulta cinco. Fue a los pocos años de celebrarse  este matrimonio cuando Bronzino, del cual Leonor fue incondicional mecenas, realizó este famoso retrato que se encuentra en la Galeria De los Uffizi de Florencia. En el vemos a una jovencísima Leonor luciendo en su  escote el broche, con un magnífico collar de perlas. Su mirada me trasmite seguridad y serenidad.

Mujer de extraordinaria riqueza por su familia y por su matrimonio, no olvidó sus obligaciones piadosas nunca y así gracias a su insistencia,  los Jesuitas se  instalaron en Florencia por primera vez.

Emprendedora y pionera  para su época, se interesó hasta tal punto por los temas de  agricultura y finanzas, que sus conocimientos   contribuyeron enormemente a la expansión  del negocio de fincas de los Medici. Su capacidad y dedicación le valieron también para ganarse la confianza de su esposo,  hasta tal punto que le dejó  regente de todos sus asuntos, en alguno de sus numerosos viajes.

Se dice de ella que era la única persona capaz de calmar el mal humor de su esposo y que muchas personas recurrían a ella, en busca de ayuda para llegar a conseguir favores de su poderoso marido.

No fue Reina, pero vivió en dos palacios dignos de la más ilustre de ellas  “El Palazzo Medici Riccardi” y “El Palazzo Vecchio” ambos en  Florencia.

Sobre su muerte había una leyenda en su época que hablaba de venganzas y asesinatos. Parece que su hijo García de 16 años mató a su hermano Givanni  de 19 y el padre Cosme I al enterarse de este vil asesinato, mató con su propia espada a su hijo García.

Lo que sí es cierto, es que murió a los pocos meses de hacerlo sus dos hijos y aunque sabemos que fue de  malaria, podemos  imaginarnos que una  pérdida tan seguida de dos de sus hijos, debilitaría aun más su delicado estado de salud.

Aun podemos admirar su vestido funerario  conservado en la Galería del traje del Palazzo Pitti.

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Nuestra segunda Leonor nació Infanta de España en Bruselas,  hija de Felipe el Hermoso y Juana la Loca, fue la primera  de los seis hijos del famoso matrimonio.

Separada a muy temprana edad de sus padres,  al tener que marcharse estos a Castilla para ser coronada su madre como reina, tras la muerte de  Isabel la Católica. Leonor, fue criada por su tía Margarita, mujer de gran rigidez, pero que supo darle el cariño que necesitaba una niña a esta temprana edad y a la que siempre quiso como a una autentica madre.

Aunque desde muy joven se debió de dar cuenta que había nacido para ser reina, con 15 años  se enamoró perdidamente de un apuesto caballero llamado Federico, su hermano Carlos se enfureció tremendamente con esta situación, y expulsó al atrevido caballero, que osó escribir una carta de amor a su hermana, inmediatamente de la corte. En los planes de boda de su hermano Carlos no se contemplaba una boda por amor, sino una boda por meros intereses políticos, como era menester en la época y más siendo ella quien era.

Leonor  estaba llamada a ser Reina, y por ello estuvo  prometida  a los más grandes reyes de su época como Enrique VIII,  Luis XII de Francia, Segismundo I de Polonia y  el príncipe heredero de Portugal Juan. Al final  terminó casándose con el padre de éste último, el Rey Manuel  I de Portugal,  viudo este desde hacía poco y que se  enamoró perdidamente de ella, cuando le hicieron llegar un  retrato para que la conociera. Su hijo Juan no perdonó nunca esta ofensa y el enfrentamiento entre padre e hijo fue tal,  que el rey Manuel terminó  expulsando a su hijo de la corte Portuguesa, por temor a su propia integridad.

Leonor quedó viuda de Manuel a los escasos 23 años, con una niña pequeña llamada María a la que se vio obligada a abandonar en Portugal y que no volvería a ver hasta 23 años después. Desde Portugal se  traslado a la corte de su hermano Carlos con el que siempre le unió una  gran relación de cariño.

A los pocos años de enviudar,  nuestra infanta estaba contrayendo matrimonio con el que sería su segundo marido y que le llevaría otra vez a sentarse en un trono, esta vez como reina de Francia. En este segundo matrimonio no sería tan feliz como en el primero. Fue un matrimonio de conveniencia política al igual que el anterior, pero  Leonor , más mayor y ya un poco enferma, no consiguió integrarse en una corte mucho más lujuriosa y refinada de lo que ella estaba acostumbrada; esto unido a las continuas infidelidades de su esposo hicieron de esta época quizás la más infeliz de su vida.

Pero gracias a su carácter de naturaleza buena, comprensiva y sencilla, y a sus privilegios como reina de Francia, consiguió ayudar a los más necesitados en numerosas ocasiones, lo que le hizo ganarse el cariño incondicional del pueblo francés.

De esta época de su vida es el magnífico retrato de Joos Van Cleve, que se conserva en Viena y en el que podemos apreciar la belleza de nuestro broche adornando el pelo de Leonor de Austria.

Mientras Bronzino pintaba el famoso retrato de Leonor de Toledo nuestra infanta enviudaba de su segundo marido después de 17 años de matrimonio, al no tener descendencia ni nada que realmente la retuviera en  Francia, Leonor regreso de inmediato a la corte de su hermano Carlos al que adoraba, donde permaneció hasta el día de su muerte en 1558.

Dos grandes mujeres y dos grandes vidas unidas por este broche de la joyería del renacimiento, si quieres tener en tus manos esta magnífica copia no dudes en acercarte por nuestro espacio Vintage By de Madrid.

¿Serias capaz de encontrar un look del S.XXI para este magnífico broche del S.XVI?

Os dejo el link al broche en nuestra tienda online, por si queréis verlo con más detalle:

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