Si eres de las que alguna vez soñaste con lucir unos pendientes pintados por Tintoretto, las famosas joyas de Desayuno con Diamantes o la tiara de Sissi Emperatriz, este es tu espacio igual que nuestro.
Su antepasado es la fíbula, pieza que data de la edad de bronce.
Su uso, como tal, comenzó en la antigüedad como pieza de joyería, para sujetar o cerrar las pesadas capas o las prendas de vestir. Con el paso de los años su uso se fue extendiendo pasando a ser meramente estético, convirtiéndose en un adorno de joyería eminentemente femenino, que gusta de ser lucido tanto en la solapa de las chaquetas como en vestidos o pañuelos.
Formado por dos piezas soldadas entre sí, una hace las funciones decorativas y la otra es una especie de imperdible que sirve para fijarlo a la prenda. Es muy frecuente que ese cierre de imperdible lleve un pequeño sistema de seguridad, para que el broche no se abra en ningún momento y así no pueda perderse.
Es frecuente, y en nuestras colección disponemos de varios modelos, que los broches lleven otra pieza oculta, una especie de anilla que al abrirse sirve para introducir una cadenita dentro, y así el broche puede colgarse en el cuello a modo de collar.
Hay muchas mujeres que los coleccionan, siendo frecuente encontrar coleccionistas de broches en forma de lazos, mariquitas, libélulas y un largo etc.
Pieza de gran belleza que siempre complementa un buen traje y crea un look elegante y atemporal.
Como forma de ilustrar en la medida que un broche bien escogido puede resultar el complemento ideal y definitivo en una indumentaria elegante, recurro a la conocida frase de «cerrar con broche de oro», lo que vendría a significar ese toque final que permite la culminación perfecta de algo.
‘Prim, El asesinato de la calle del Turco’ está basado en el atentado mortal a Juan Prim y Prats el 27 de diciembre de 1870. Prim, el presidente del Consejo de Ministros y ministro de la Guerra de la época fue tiroteado en la calle del Turco, magnicidio que nunca fue resuelto y siempre ha estado rodeado de misterio.
Una magnifica historia contada a través de Benito Pérez Galdós, el escritor y periodista que cubre la noticia del asesinato. Dirigida por Miguel Barden y con guión de Nacho Faerna y Virginia Yagüe se emitió el pasado 22 de diciembre en TVE1.
Faerna también ha escrito una novela en la que indaga en los acontecimientos que condujeron al complot para asesinar a Prim. La producción de la mini serie ha corrido a cargo de TVE, Televisión de Cataluña, Shine Iberia y Dream Team.
Una noche en la que #primturco se convirtió en trendigtopic en Twitter y en la que nuestra marca Vintage By López-Linares estrenó colaboración con sus joyas: pendientes, gafas, relojes, collares, peinetas… Piezas únicas y seleccionadas con todo mimo por Elena del Real, responsable del vestuario junto con Silvia García-Bravo.
Si tienes curiosidad por ver más de cerca todas las joyas que han lucido los personajes de la serie, puedes pasar por nuestro espacio de la Calle Claudio Coello 60, donde encontraras un pequeño rincón para disfrutar de estos complementos.
¡Os esperamos!
Desde aquí también queremos agradecer a Elena del Real y Shine Iberica por haber confiado en nosotras.
De la mano de la actriz Nicole Kidman, el cine nos acercó hace años la compleja figura de una mujer adelantada a su época: la británica Virginia Woolf (1882-1941). Novelista, ensayista, editora y activa feminista, fue también una de las figuras más representativas del Londres literario de comienzos del siglo XX. En la actualidad, está considerada una de las escritoras de mayor calidad técnica de esa época y una de las más innovadoras.
Criada en el seno de una familia bien educada y relacionada con el mundo cultural, a Virginia Woolf le debemos la conocida frase: “Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción”. A pesar de su origen acomodado, la vida de la autora de Orlando no fue precisamente fácil, ya que estuvo marcada desde la juventud por la enfermedad mental. La muerte de sus progenitores, especialmente la de su padre, que era también un hombre muy cultivado, marcó el comienzo de unas crisis nerviosas y una depresión que acompañarían a la escritora de por vida, conduciéndola al suicidio años después.
Virginia Woolf sufrió siempre un trastorno bipolar, pero la rígida moral de la época impedía que incluso en sus textos autobiográficos hablase claramente de estos episodios mentales. Sin embargo, tuvo la fortaleza necesaria para que la enfermedad no le impidiera renunciar a su vocación literaria. Solo su decisión de suicidarse acabó con una brillante trayectoria, una carrera de la que no se puede excluir a su esposo, Leonard Woolf –Virginia se apellidaba Stephen de soltera y tomó el apellido de su marido–. Economista y escritor, y miembro como ella del conocido grupo Bloomsbury, se casó con él a los treinta años y siempre compartieron una gran afinidad. Juntos fundaron una editorial que publicó, entre otros, a autores como Sigmund Freud o T.S. Eliot.
En 1941, con Europa en plena contienda, Virginia Woolf se suicidó lanzándose al río Ouse. En su emotiva carta de despedida demostró la lealtad a su marido, a quien le decía: “Tú me has dado la máxima felicidad posible. Has sido en todos los sentidos todo lo que cualquiera podría ser. Creo que dos personas no pueden ser más felices hasta que vino esta terrible enfermedad. No puedo luchar más (…). Si alguien podía haberme salvado habrías sido tú. Todo lo he perdido excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir arruinando tu vida durante más tiempo. No creo que dos personas pudieran ser más felices que lo que hemos sido tú y yo”.
A pesar de su importante actividad literaria y de su presencia en el mundo cultural, tras su muerte la obra de Virginia Woolf se difuminó hasta que en los años setenta el movimiento feminista rescató sus ideas inconformistas sobre la situación de la mujer en un mundo dominado por los hombres. Fue en ese momento cuando resurgió la obra de la que hoy es considerada una de las grandes novelistas en lengua inglesa. Comprometida con su tiempo y con otras personas que, como ella, adoraban la palabra escrita, Virginia Woolf es todo un ejemplo de superación y nos legó una interesante obra en la que ficción y ensayo están a la altura en calidad.
Ava Gardner fue de una belleza exuberante, fuerte, impetuosa y siempre indomable. Puro glamour y sensualidad, y otra gran coleccionista de joyas.
La actriz fue propietaria de una clásica colección de joyas, en su mayor parte datadas en las décadas de los 60 y 70. Colección que, a pesar de la exótica belleza de la actriz, sorprende por su estilo enormemente discreto.
Quizás una de las primeras joyas que entrara a formar parte de su colección, fue el anillo de compromiso que le regalara Mickey Rooney el día que anunció su compromiso. Fue en una sonada fiesta en Romanoff. Mickey la obsequiaría con un fabuloso brillante de corte escalonado, con un peso de 6,35 quilates.
Otra de las piezas emblemáticas de su colección fueron un elegante juego de pendientes de diamantes, diseñados en forma de ramo de flores, con colgantes intercambiables. Podía usar gotas de diamantes en forma de pera, gotas de jadeíta, unas imponentes gotas de esmeraldas y diamantes o perlas cultivadas coronadas con diamantes. En la película «El puente de Cassandra» llevaba estos pendientes con las gotas de perlas, así como casi todas sus otras importantes joyas. Una pieza muy versátil con un precioso y clásico diseño.
Ava contó en su colección con un impresionante anillo con un zafiro de “Cachemira”, un regalo de Howard Hughes que la actriz devolvió a su propietario cuando terminaron su relación. Los zafiros de “Cachemira” no son piedras cualquiera, son los zafiros más famosos y cotizados del mundo, y poseen un excelente color azul de un tono adormecido que ha sido descrito como “zafiros de terciopelo”. Debido a su extrema rareza estas piedras tienen una reputación casi mítica.
Los zafiros de Cachemira pocas veces se muestran, incluso ni siquiera en las subastas más importantes. Para que os hagáis una idea de su precio y rareza, la última pieza importante que salió a subasta fue en abril de 2007 en una subasta en Christie’s, en la que se vendió un zafiro de Cachemira con forma de cojín de 22,66 quilates, engarzado en un colgante rodeado de diamantes, por valor de $ 3.064.000 a un comprador anónimo.
Como la mayoría de las mujeres de su generación, Ava amaba las perlas. Para su boda con Frank Sinatra en 1951 eligió llevar un collar de perlas de dos vueltas y unos pendientes de diamantes y perlas a juego.
Pero la mejor pieza de toda la colección era un anillo de esmeraldas y diamantes de Van Cleef&Arpels. La esmeralda, una pieza de 4,6 kilates de facetado casi perfecto y un vibrante y fantástico color verde, se engastó, dentro de un cerco de pétalos de diamantes, en Nueva York en 1961 en la joyería Van Cleef&Arpels, con un diseño muy de moda en la época.
Otras de las piezas destacadas de su colección son:
De Van Cleef&Arpels una muy atractiva pulsera flexible de diamantes creada a principios de los 60. De la misma firma y época son dos broches de diamantes en forma de flor. El centro de uno de los broches llevaba esmeraldas engastadas y una bonita pulsera de diamantes y perlas cultivadas.
Y un broche de diamantes y perlas cultivadas del Misisipi diseñadas en forma de un ángel sentado en una nube, con corazones de rubí.
Queda patente que el joyero preferido de Ava fue Van Cleef&Arpels, siendo ellos los artífices de casi todas sus joyas más importantes.
En comparación con muchas de las actrices contemporáneas de Ava su colección de joyas era pequeña, aunque consistió en una de las mejores, más estilosas y clásicas de la época.
En 1989 decidió vender parte de su colección de joyas en Nueva York. El resto de su colección salió a subasta poco después de su muerte en Londres.
Siempre será recordada como “El animal más bello del mundo”, y su colección de joyas como una de las más clásicas de su época.
Distinguimos tiara de diadema, aunque sus orígenes sean los mismos. La tiara levanta, según su tamaño, y luce más en la parte delantera de la cabeza. Mientras que la diadema es un aro abierto que queda más pegado a la cabeza, e incluso se usa para sujetar el pelo hacía detrás.
Elegante y fascinante forma de joyería casi siempre asociada a antiguas familias reales europeas, que jugaron algún papel relevante en la historia. Muchas de estas antiguas tiaras se desmontaron cuando pasaron de moda, llevando a utilizar sus piedras preciosas en otras piezas de joyería más ponibles o por necesidades económicas.
Los romanos jugaron un papel muy importante en su evolución, adaptando la moda de su uso y utilizando piedras preciosas como las amatistas, perlas, esmeraldas, zafiros y diamantes. En Grecia, en cambio, las hojas y las flores para la cabeza se hicieron muy populares, sirviendo sus diseños florales de inspiración en la actualidad.
Las tiaras en los últimos años han adaptado su uso en ceremonias nupciales de forma discreta.
Es la más elegante y sofisticada de todas las joyas para una novia, permitiéndole hacer lucir, aún más esplendida e iluminada si cabe, lo que ya de por sí luce ella en un día tan señalado.
Nada puede hacer sentir a una mujer más especial que lucir el día de su boda una pequeña tiara. Para la gran mayoría de las mujeres modernas, su boda es probablemente la única ocasión en su vida en la que puedan ponerse una joya de estas características. Esta costumbre de coronar la cabeza de una novia el día de su boda, tiene como significado la pérdida de la inocencia y el triunfo del amor, siendo un destacado accesorio en muchas de las ceremonias nupciales más tradicionales.
Es muy frecuente ver como se ha utilizado, y sigue utilizándose, el “lenguaje de las flores” y el “lenguaje de las piedras” a la hora de realizar estos diseños tan apreciados en joyería.
La elección de las piedras es particularmente importante ya que, de acuerdo con la antigua tradición de la lapidaria, las diferentes piedras tienen distintos significados, al igual que las flores llevan una variedad de mensajes simbólicos unidos a ellas. De ahí que sea tan relevante tanto el diseño floral como los colores que se utilizan al realizar piezas de joyería, y más en el caso de una tiara diseñada para ser usada en un día tan especial.
Cuenta la leyenda que Raffaello Sanzio, más conocido como Rafael, se enamoró de Margarita Luti al ver cómo limpiaba sus pies en las aguas del Tiber. Su amor fue tan intenso y apasionado que no conseguía concentrarse en terminar la obra que le habría encargado el rico banquero Agostino Chigi. Hasta tal punto llegó la desesperación del banquero, que terminó instalando a Margarita en una zona de su palacio cercano al lugar de trabajo de Rafael, hasta que éste finalizara el proyecto.
Y es en éste y otro retrato de Margarita en los que aparecen las joyas históricas de las que hoy os quiero hablar. En las impresionantes pinturas “La Veleta” y «La Fornarina».
En La Veleta, obra firmada en 1516 en el que Margarita aparece ricamente vestida y velada con lo que parece un manto de seda, luce sobre su cabello como llamativo adorno una perla y un rubí, casi pegado a un descuidado rizo que quizás nos quiere dejar entrever su adúltera vida. Rafael plasma en el lienzo la belleza de una mujer serena y tranquila. Esta pieza es muy similar a la que luce Margarita en La Fornarina, casi pegada a un turbante, complemento muy de moda en la época. Diría que las dos piezas que luce en el pelo son prácticamente iguales, y hoy hemos querido traerlas hasta aquí. Una sobre una sutil gasa blanca y la otra sobre un rico brocado de seda.
Pero indaguemos algo más en la apasionante vida que tuvo Margarita y en la profunda historia de amor entre Rafael y ella…
En 1514 Rafael se comprometía con María Bibbiena, la sobrina del cardenal Medici Bibbiena, pero su matrimonio nunca llegaría a consumarse. Su mente y su corazón siempre estuvieron junto a su verdadero amor: Margherita Luti, «La Fornarina». Margherita era la hija de Francesco Luti, dueño de la panificadora «Fornaio de Siena», y parece que su humilde condición no la hizo digna de contraer matrimonio con un artista de la talla de Rafael, por lo que tuvo que conformarse con ser su amante hasta la muerte del artista.
Es muy posible que la prueba más sugerente de esta aventura sea su oleo «La Fornarina», en el que Margarita aparece semidesnuda, sutilmente tapada por una suave y fina seda, sosteniendo en su delicada mano uno de sus pechos. Una imagen más que sugerente de la pasión que debía unirles a ambos. Parece que esta obra permaneció oculta en su taller, siendo muy pocos los que la conocerían.
Al igual que con todas las buenas historias de amor, la historia de Rafael y la Fornarina tiene un final amargo. Después de una noche de amor, Raphael cayó gravemente enfermo y murió 15 días después. El artista logró escribir su testamento, teniendo en él muy en cuenta a su querida, a la que legó la suficiente fortuna para terminar su vida con tranquilidad. Pero tal fue el amor de Margarita por el artista que a su muerte solo encontró consuelo en el Convento de Santa Apolonia, una pequeña residencia en Vía di Santa Dorotea en el que viviría hasta su temprana muerte, no llegando nunca a disfrutar las riquezas que le legara su amado.
Una de las más bellas historias de amor de la Roma del Renacimiento, unida a una joya que ya pertenece a nuestra exclusiva colección de joyas históricas.
Como objeto, es una sarta de cuentas que sirve para dirigir el rezo. En alguna época antigua es posible que las cuentas fueran de rosas secas o disecadas, de ahí el nombre de rosario, siendo uno de los símbolos más importantes de la fe cristiana.
Los nudos o cuentas se utilizan para llevar la cuenta del número y secuencia de oraciones, y el rezo se compone de 15 partes iguales llamados misterios.
Es cierto que en algunas ocasiones el término también se utiliza para referirse a una sarta de cuentas por sí solas. En la joyería antigua se han realizado muchos rosarios de plata y de oro, con cuentas de madreperla, perlas o piedras semipreciosas. Es un regalo muy típico para obsequiar a los niños que toman su primera comunión.
Algo que en un principio solamente se usara como objeto de culto por los cristianos, ha servido y continúa sirviendo de inspiración para muchos de los grandes maestros de la joyería a la hora de realizar collares y pulseras. Diseños con sartas de cuentas separadas por una cuenta diferente en tamaño o color, son muy frecuentes en los diseños tanto del S.XIX como en la actualidad.
Como siempre, la joyería toma referencias para inspirarse de costumbres y usos populares.
Lucrezia, la bellísima esposa del político florentino Bartolomeo Panciatichi, ha llegado hasta nosotros en un retrato ausente de fondo, en el que parece que Bronzino, el artista renacentista que lo pintara, sólo quisiera fijar nuestra mirada en la aristócrata florentina.
Y no es para menos… En su estilizado y elegante cuello blanco descansa un precioso collar de perlas, con un broche colgando y una larga cadena de oro con una pequeñísima placa de oro con esta inscripción grabada: «Sin fin amour Duré” en alusión al amor y la fidelidad.
Y en su mano izquierda esta dama renacentista luce un pequeño anillo de oro y rubíes que bien podría haber sido su sortija de pedida, y que es la pieza protagonista de nuestra colección de Joyas Históricas de hoy.
El suntuoso vestido de satén rosa y pesado terciopelo rojo, enmarca su belleza fría y serena. Bronzino realiza un sorprendente juego de luces y sombras con la tela a lo largo de toda su figura.
Lucrezia sujeta con la mano derecha un pequeño libro de oraciones apoyado en su rodilla. Parece que estuviera esperando el preciso instante en que Bronzino la dijera que ya había terminado de pintarla, para continuar leyendo con total naturalidad.
Esposa del humanista y político Bartolomeo Panciatichi desde 1528, Lucrecia Panciatichi fue inmortalizada junto a su esposo por el artista florentino Angelo di Cosimo, il Bronzino, (1503-1572), que siempre trabajó a la sombra de Miguel Ángel. En aquella época el arte de la ciudad de Florencia estaba dominada por dos grandes nombres: el de los Medici y el de Miguel Ángel.
Bartolomeo Panciatichi era hijo natural de Bartolomé el Viejo y perteneciente a una familia muy influyente de comerciantes de Pistoia. Propietarios de una gran empresa comercial en la ciudad francesa de Lyon, que en ese momento era un centro cultural y comercial debido a la estratégica situación de la que disfrutaba, al estar entre Francia, Italia, Suiza y Alemania.
Bartolomeo prefirió seguir la carrera política y humanística, abandonando el negocio familiar que dejó en manos de algunos familiares cercanos a muy temprana edad. En Lyon conocería a Lucrezia y a los pocos años toda la familia se trasladaría a Florencia. Allí llegaría a ocupar importantes cargos políticos y se convertiría en uno de los personajes más influyentes de su época.
Y su esposa, una dama que en este retrato descansa solemne, recatada, elegante, fiel y serena representa en su conjunto a las mujeres de la alta sociedad del Renacimiento.
Giorgio Vasari se refirió a esta obra con estas palabras: «… los retratos de él y su esposa, tan naturales que parecen realmente vivos, y no extraña sino el espíritu»
Los dos retratos del Bronzino pueden disfrutarse en la galería de los Uffizzi de Florencia.
La peineta es un complemento femenino de aspecto similar a un peine grande, compuesto por un cuerpo convexo unido a una zona de púas, más o menos largas, que encajan en el moño o recogido.
Tenemos constancia de su uso por las mujeres íberas que poblaron la península ibérica, así como por las coquetas mujeres romanas que solían peinarse con ralla en medio para diario, y con sofisticados y elaboradísimos recogidos a base de trenzas y moños para ocasiones especiales. Ya usaban rizadores de pelo, llamados calmistrum, que consistían en un tubo de metal que ponían sobre carbón para calentarlo, fijando el rizo en el pelo con su calor y algunos ungüentos. Las romanas decoraban sus peinados con pequeños peinecillos en algunas ocasiones.
La peineta española era, por lo general, de carey, siendo un elemento popular en algunas celebraciones como bodas, procesiones de Semana Santa, corridas de toros, espectáculos tradicionales y espectáculos de música flamenca o copla. La peineta española es el complemento perfecto de la mantilla de encaje, ya que sujeta, alza y sobre todo realza la belleza de su bordado. Los modelos más populares tienen forma redondeada, cuadrada, de concha, teja o media teja, según su altura. Casi todas ellas llevaban preciosos dibujos calados en el carey. Actualmente, debido a que las tortugas se encuentran en peligro de extinción y existe una prohibición total de comerciar con el carey de su concha, estas piezas se realizan en acetato o plásticos similares. Son pocas las piezas que han llegado hasta nuestros días de carey auténtico.
Más populares y de más fácil uso son las peinetas de plata que decoran los recogidos de las novias o invitadas a ceremonias, que se popularizaron en España a mediados del S.XIX. Actualmente se realizan peinetas en plata con circonitas, esmalte, coral, piedras semipreciosas y, también, en latón y oro.
Para los coleccionista de peinetas las piezas más cotizadas son las realizadas en época imperio, en latón dorado y coral, y las piezas de principios del S.XX de estilo art-nouveau.
Merle Oberon es el nombre artístico de Estelle Merle O’Brien Thompson, actriz británica nacida en Tasmania a principios del S.XX, y la primera protagonista de nuestra nueva sección “Grandes coleccionistas de joyas”.
Merle Oberon vivió en la India hasta cumplir los 17 años, edad a la que se trasladó a Londres instalándose allí con la ilusión de triunfar en el cine.
Su gran golpe de suerte vino cuando en 1930 el productor y director Alexander Korda la descubriera por casualidad, el pulió su imagen y la convirtió en una de las grandes damas del cine británico de los años 40. Terminaron casándose y fue él uno de los primeros que comenzó a regalarla carísimas joyas.
Merle Oberon aparece llevando el fabuloso collar que parece ser Napoleón Bonaparte regalara Baronesa Haussmann.
Una de las primeras piezas que adquiriría es un antiguo collar de diamantes y esmeraldas que, al parecer, fue un regalo de Napoleón III a la Baronesa Haussmann. Se cree que fue un obsequio en agradecimiento a la labor de modernización que llevara a cabo su esposo en el París de mediados del S.XIX. Gracias a esta majestuosa y polémica reforma París se trasformó, en menos de dos décadas, de ciudad medieval a la más moderna capital del mundo. Merle lució la pieza en películas como “El divorcio de la señorita X” y en «Of love and desire» (no hay versión española). Merle Oberon le quitaría dos lágrimas al collar para hacerse unos pendientes y luciría la parte central, que también se trasformaba en broche, en numerosísimas ocasiones.
Merle Oberon aparece llevando el clip de tres flores de Cartier, Londres, que originalmente formó parte de una horquilla para el pelo Photocourtesy of Fine Art America.
En 1939, tras su matrimonio, Alexandre la regalaría una de las piezas para mí más bella de su colección: una pieza de Cartier consistente en tres broches en forma de rosa ya abierta, dos exactamente iguales y la otra un poquito más grande. Este último tiene un detalle encantador: los pistilos son diamantes que están montados con un poco de movimiento, lo que le da a la pieza una belleza muy especial. Estos tres broches originariamente fueron diseñados para ser lucidos como horquillas en la cabeza, pero Merle los lució casi siempre como broche o incluso como camafeo, resultando siempre sensacionales. Lamentablemente, al vender su colección tras su muerte, las tres piezas se vendieron por separado.
Se da la casualidad de que pocos años más tarde la por entonces Princesa Isabel de Inglaterra recibiría, con ocasión de su boda con el Príncipe Felipe de Grecia, de manos del Nizam (un título nobiliario musulmán) de Hyderabad y Berar (dos provincias de la India), un juego idéntico de horquillas montados en una tiara, que también estaban diseñados por Cartier. Isabel II desmontó los diamantes de la tiara para hacer una nueva de rubíes y diamantes. Sin embargo, mantuvo las tres horquillas de rosas que ha lucido a menudo.
Pero quizás la pieza más espectacular de su colección sea el collar de diamantes y 39 cuentas de esmeraldas barrocas, que Korda la regalara en 1939 de inspiración indú. La pieza encajaba a la perfección con la exótica belleza de Merle Oberon. El collar, con un diseño muy original para la época, sorprende no solo por el tamaño de sus esmeraldas sino por la peculiar forma en la que están montadas, ya que su diseño permite que las cuentas giren 360º sobre la pieza de diamantes que la sujeta, encajando así a la perfección y luciendo con una caída elegante y sensual.
La historia de su compra es ciertamente curiosa, demostrando una vez más cómo los humanos siempre deseamos más fervientemente aquello que creemos ya ha adquirido otro. Parece que la pieza iba a ser adquirida por la diseñadora Elsa Schiaparelli. Merle vio el collar en el escaparate de la tienda de París, y cuando entró a preguntar por la pieza el vendedor la dijo que alguien más estaba interesado en adquirirlo. Esto es algo que, curiosamente, sucede algunas veces en el comercio y que los clientes interpretan como una estrategia que los vendedores utilizamos para acelerar la venta. Merle realmente no creyó lo que le contaba el vendedor y pensó que era una táctica para acelerar la venta. Pero a los pocos días se daría cuenta de que el vendedor no mentía, pasó por el escaparate y el collar no estaba. Su misteriosa rival se encontraba en una de las habitaciones privadas de la joyería probándose la pieza.
Al día siguiente Merle volvió a pasar para ver si seguía en el escaparate, y en ese preciso instante vio salir a Elsa Schiaparelli. Su misteriosa rival ya tenía cara y el collar ya no estaba en el escaparate. Debió regresar con tal cara de desolación que su esposo se puso el sombrero, salió a la calle, entró en la joyería, preguntó por el collar y, para su sorpresa, salió con él en la mano. Las fabulosas 29 esmeraldas ya podrían lucir en su exótico cuello para siempre.
Merle disfrutaría de esta pieza hasta su muerte.
Cartier 1938, 29 impresionantes gotas de esmeralda barrocas, montadas en platino y diamantes, con un largo de 44 cm y rematado en 2,642,500 CHF. Uno de los collares de Cartier más fotografiados de su historia. Link al collar:
Otras de las piezas destacadas de su colección son:
Un juego de dos horquillas diseño de Cartier de diamantes en forma de flores, una con el pistilo engastado con diamantes y la otra con pistilos de rubíes. Se podían llevar juntos o por separado como horquillas, o se podían montar en una pulsera de tiras de diamantes para formar un impresionante cierre. Merle llevó esta pulsera junto con la horquilla de tres rosas en la película «Viaje sin retorno» en 1940.
Un broche floral de zafiros y diamantes de Cartier, también desmontable, para llevar como horquilla. Llevaba engastado un gran zafiro ovalado y con los pétalos de diamantes. El tallo de diamantes se vendió por separado, sin mencionar el hecho de que se podía montar en la horquilla. Merle llevó la pieza unida en muchas ocasiones, llevando también la horquilla en una banda de terciopelo como gargantilla o sobre una pulsera de platino que Cartier también había fabricado. Estoy segura de que Merle no solo adoraba las joyas de Cartier por su calidad y belleza, sino también por la versatilidad que siempre proporcionan sus diseños.
A finales de los 50 y 60 adquirió y modificó un gran número de joyas. Paso bastante tiempo viviendo en Roma, donde adquirió de Bulgari un broche de diamantes y un broche engastado con rubíes y diamantes. Bulgari también creo para Merle un elegante bolso en un inusual diseño de bellotas, con el cierre de oro con turquesas y diamantes engastados.
Van Cleef&Arpels fue otro de los diseñadores preferidos de Merle durante los 70, destacando un juego de broche, pendientes y collar de turquesas y diamantes; un collar de diamantes y coral rosa que se podían convertir en un broche y pulsera.
Merle tenía también una pequeña, pero buena, colección de rubíes. Ésta incluía un espectacular collar de rubíes y diamantes de David Webb, que también creó para ella un anillo a juego y unos pendientes de rubíes y diamantes cada uno con rubíes ovalados en el centro de gran tamaño.
La mayoría de estas piezas se vendieron en la subasta que se celebró en Nueva York el 22 de abril de 1980, justo un año después de su muerte.
Merle Oberon tuvo una verdadera colección de joyas de cine.
Más conocida como Isak Dinesen, el seudónimo masculino bajo el cual publicó la mayoría de sus textos, la escritora danesa Karen Blixen (1885-1962) fue una mujer de vida fascinante y de pluma prolífera. Hemingway, que era más bien poco dado a los halagos, dijo que se hubiera sentido feliz si el Nobel de Literatura se lo hubieran dado a ella.
Karen Blixen tuvo una granja en África, al pie de las colinas de Ngong, eso como saben lo popularizó de maravilla la película de Sydney Pollack durante la década de los 80. Fracasó sentimental y personalmente en esas tierras que tanto amó y en las que cultivó café, pero su fuerte voluntad logró que se repusiera y, de vuelta a su país de origen en los difíciles años 30, comenzase a publicar con diversos seudónimos masculinos.
No eran buenos años para que las mujeres brillaran con luz propia, y de alguna manera la aristócrata lo aceptó. Afortunadamente, el tiempo pone a cada uno en su lugar, y a día de hoy es considerada una mujer de gran valía y una notable narradora.
Sus recuerdos de África son lo que mejor nos ha llegado, acaso demasiado idealizados o barnizados de excesivo romanticismo –el cine, de nuevo, se ha encargado de ello–, pero la baronesa fue además una magnífica cuentista, no sólo plasmando historias en el papel, sino que era de las que narraba a viva voz en los eventos sociales a los que acudía.
Dejaba a todos fascinados por su fragilidad física, sus turbantes y sus ojos maquillados con kohl negro, así como por las leyendas que circulaban sobre ella. Se decía que se alimentaba de ostras y de champagne, aunque ella defendía que solo tomaba aquello que le sentaba bien a su cuerpo. “Soy vieja y como lo que quiero”, sostenía.
Enferma de sífilis desde su matrimonio con el barón Bror Blixen-Finecke, no pudo tener hijos y llevó una vida en la que la imaginación y la literatura tuvieron un gran peso. Gran amante de Shakespeare, confesaba que su libro favorito eran Las mil y una noches, y como buena soñadora, mantuvo la esperanza de regresar a Nairobi, pero la Segunda Guerra Mundial truncó ese anhelo.
Quizás, la fortaleza de su espíritu radica en su escasa fortuna en el amor: su matrimonio hizo pronto aguas por las infidelidades de él y su intensa relación con el británico Denys Finch Hatton se vio truncada por la muerte de este en un accidente de aviación.
El estilo de Karen Blixen no se asemeja al de otros autores coetáneos, tal vez porque sus orígenes escandinavos fueron moldeados por las experiencias en el continente africano. El peso del pasado, tanto en su vida como en su obra, es una de las claves para entenderla.
Su interesante correspondencia, publicada en español hace unos años, contiene cartas a su fiel sirviente en Kenia; en ellas le expresaba lo mucho que lo hubiera gustado regresar a su casa para hablar con él de los viejos tiempos, esos tiempos en los que tenía una granja en la lejana Kenia.
El nácar o madreperla forma la capa interna del caparazón de algunos moluscos.
Las conchas que proporcionan el más hermoso nácar son las haliótidas, las nautilas y las pintadinas. Poseen unos preciosos reflejos irisados que lo convierten en un material precioso para embellecer joyas, complementos y objetos de decoración muy especiales.
En joyería el nácar es un material que ya las civilizaciones más antiguas como los iberos, los visigodos, los romanos y los egipcios usaban para adornar peines, empuñadoras de espadas, botones o piezas de joyería.
En el S.XIX se popularizó su uso, y podemos encontrarlo en bolsos, polveras, cruces, marcos, gemelos o misales. El nácar es un material que se talla con mucha facilidad, lo que permite realizar con él preciosos camafeos o delicadas tallas en pendientes, cruces o botones.
A finales del S.XIX y principios del S.XX, con la revolución industrial, en Gran Bretaña se produjo un auge en la manufactura de botones de nácar. El mundo del nácar siempre ha estado muy vinculado al mundo de la moda y los complementos. Se ha utilizado para realizar hebillas, bolsos, botones o las preciosas botonaduras de caballero, tan apreciadas en esta época.
A mediados del siglo XX, con el descubrimiento de los plásticos y el agotamiento de parte de los yacimientos de madreperla, se comenzaron a sustituir los preciosos y únicos botones de nácar por imitaciones en plástico y acetatos.
Muy apreciado en cosmética, el nácar se utiliza para realizar cremas, jabones y para realizar polvos para blanquear el rostro y eliminar manchas indeseadas en la piel.
Como piezas de joyería podemos destacar, sobre todo, las cruces de nácar talladas a mano, las flores realizadas en nácar que luego se utilizaban para decorar pendientes, pulseras o gemelos y las piezas talladas en diversas formas que se utilizan para realizar broches.
Hoy os traigo una de esas exposiciones que quedan grabadas en nuestras retinas para siempre. La belleza y delicadeza de una joya histórica de Cartier, admirarla y poder casi sentirla es sin duda una de mis mayores placeres. Y si además lo incluyes como plan en un viaje a New York, ¿qué más se puede pedir?
La muestra, titulada Cartier: Marjorie Merriweather Post’s Dazzling Gems recorre las piezas de joyería más famosas de una de las principales clientes del afamado Louis-François Cartier durante la primera mitad del siglo XX: Marjorie Merriweather.
La exposición tiene lugar en un rústico y encantador entorno con un aire muy vintage, situado dentro de los jardines del museo Hillwood y recrea el tipo de arquitectura que eligió Marjorie para su retiro en las montañas de Adirondack, al norte de Nueva York.
El museo suele llevar a ese espacio las exposiciones especiales, para que el visitante pueda disfrutar de toda la experiencia inigualable que supone visitor sus salas.
Quién fue Marjorie Merriweather
Considerada todo un icono de la historia Americana, Marjorie fue la fundadora de General Foods, además de una asidua a las fiestas de la clase alta de la primera mitad del siglo XX. Cuando apenas contaba con 27 años se convirtió en la mujer más rica de los Estados Unidos después de heredar todo el imperio de su padre, una fortuna de casi 250 millones de dólares.
La colección de joyas, muebles, porcelanas, pinturas y tapices que Marjorie llegó a recopilar durante su larga vida (falleció en 1973 con 86 años) fue inconmesurable y reúne piezas de Fabergé y Cartier. Las exquisitas joyas que Marjorie encargó a este último son las que ahora se pueden disfrutar en el Museo Hillwood.
Entre las joyas expuestas destaca este broche, considerado una de las obras más exquisitas de Cartier, realizado con siete esmeraldas indias esculpidas, diminutos diamantes, platino y esmalte, diseñado en 1928 por el aclamado joyero para su principal cliente, Marjorie Merriweather Post.
También son dignos de destacar el collar que el diseñador confeccionó para ella con perlas, diamantes y platino o la aún más impresionante gargantilla de zafiros, entre otras muchas piezas dignas del más exigente de los coleccionistas de arte.
Sin duda, Marjorie tenía un gusto exquisito para la joyería y la moda en general, como muestra esta inigualable colección, que podéis visitar hasta final de 2014, en el marco de un inolvidable viaje a Washington DC.
Parece que su nombre deriva del término «minium» (oxido de plomo de color rojo),sustancia que se utilizaba como componente en la tinta de las ilustraciones de los antiguos códices.
La historia de las miniaturas se remonta a los principios de la escritura, ya en la edad media se utilizaba este tipo de trabajo para decorar escenas de manuscritos y libros ilustrados. Es un estilo de decoración que se continuaría utilizando durante el renacimiento y el barroco. Con la llegada de la imprenta este tipo de costosas ilustraciones en miniatura pierden sentido, y es un trabajo que prácticamente se pierde.
Pero nosotros vamos a centrarnos en las miniaturas en joyería. Pequeñas pinturas normalmente realizadas sobre marfil, concha, metal o algún otro material, que solían usarse para decorar pequeñas piezas que colgaban de las pulseras, algún colgante o guardapelo. Pero también podemos encontrar este tipo de recreaciones en abanicos, medallones, relojes, cajas joyero o pendientes. Estas miniaturas podían estar realizadas con óleo sobre cobre, estaño u otro metal. Incluso se pintaba sobre marfil o con acuarelas sobre papel, pergamino o cartulinas.
Es un tipo de miniaturas que imprimen un carácter muy especial a la pieza convirtiéndola en única e irrepetible. Llevar una pulsera con una decoración sobre marfil en miniatura, un reloj de bolsillo con su esfera decorada a mano por algún maestro miniaturista, o quitarse el calor en una noche de verano con un abanico con su país decorado con una romántica escena, dan a la pieza en sí un carácter inigualable que la convierten en una verdadera pieza de colección y exposición.
No es sencillo encontrar ahora artesanos que recreen este tipo de piezas, habiéndonos costado mucho trabajo dar con alguna pieza de reproducción que mereciera la pena ser incluida en nuestra colección. Solamente hemos dado con un pequeño taller italiano que realiza algunas piezas en latón dorado, que os muestro en estas fotografías, y con un artesano valenciano que recrea escenas románticas en el país de los abanicos que fabrica.
Seguimos buscando cada día piezas con decoraciones en miniatura, joyas muy especiales que merezcan formar parte de nuestra colección de reproducciones de piezas históricas…
Hoy me encantaría recomendaros uno de esos planes que a todos los vintage lovers nos chiflan: Visitar una exposición que alberga el Victorian and Albert Museum de Londres desde el pasado mes de marzo. Si estáis planificando un viaje a tierras británicas durante los próximos meses tendréis la increíble oportunidad de disfrutar de la historia del vestido de novia clásico, desde que se hiciera popular entre las novias a finales del siglo XVIII, hasta nuestros días. Desafortunadamente es poco probable que yo misma pueda asistir, pero espero ser testigo a través de vuestros ojos.
Los mejores diseñadores de trajes de novia de los últimos dos siglos y medio os guiarán con los más de 70 diseños a través de la evoluciónde este atuendo que jamás pasará de moda: Desde los vestidos en el más blanco puro hasta el más sensual marfil. Entre los diseñadores de cuyos trabajos podrás disfrutar destacan Charles Frederick Worth, Norman Hartnell, Charles James, John Galiano, Christian Lacroix, Vivienne Westwood y Vera Wang.
La exposición cuenta la fascinante historia de cada uno de estos 70 diseños, empezando en el año 1775 y acabando en la actualidad, e incluye nuevas adquisiciones respecto a las ediciones previas, como el diseño en violeta que vistió Dita Von Teese en su enlace con Marilyn Manson, o el que en su día lucieran Gwen Stefani y Gavin Rossdale en sus respectivas nupcias.
Pero además de tener la oportunidad de disfrutar de estas piezas de auténtico arte, el Museo V&A ha planificado un completo horario de eventos y actuaciones con la colección histórica como telón de fondo. Charlas nocturnas, talleres o conciertos románticos otorgarán aún más espectacularidad a la muestra. Si estás pensando en asistir a uno de estos eventos, infórmate de las fechas y horarios en Wedding Dresses 1775-2014: Events (simplemente haz click sobre el enlace para accede a al página)
De un rápido vistazo he destacado algunos a los que me encantaría poder asistir, como el taller con la escritora Julie Cohen como ponente, quien realizará una introducción a los elementos básicos de la narrativa romántica, o… ¿por qué no? escuchar al diseñador de moda más aclamado en Inglaterra, Bruce Oldfield. Aunque sin duda, mi taller favorite sería “Aprender a usar la tiara Victoriana”, como lo hubiera hecho cualquier dama de alto standing de la época.
La muestra permanecerá abierta hasta el 15 de marzo de 2015, lo que significa que tenéis mucho tiempo por delante para planificar ese viaje de ensueño a Londres, y de paso, disfrutar de cada una de estas bellezas. Y, por supuesto, ¡estaré deseando conocer vuestra experiencia con todo detalle! Vosotros seréis mis ojos…
Os dejo aquí el enlace a la website con más información sobre horarios y disponibilidad de entradas. ¡Disfrutad la visita!