La piedra del cielo, la colección de S.A.R. el Príncipe Enrique de Dinamarca

El príncipe consorte Enrique de Dinamarca, marido de la reina Margarita, ha coleccionado piezas de jade toda su vida. Como el jade es la piedra del mes, no me he podido resistir a hablarte de la exposición que recoge algunas de las piezas más destacadas de su colección personal.

Se llama “La piedra del cielo. La colección de jade oriental de S.A.R el Príncipe Enrique” y se celebra del 22 de enero al 27 de agosto de este año. Recoge varios cientos de piezas de colores, tamaños y formas distintas, pero todas ellas con el común denominador del jade oriental como material.

Por qué el jade es la “Piedra del cielo”

En Asia, el jade recibe el nombre de “Piedra del cielo” por su asociación al mundo espiritual y como conexión entre el cielo y la tierra. Se decía (y se dice) que el jade atrae la buena suerte, y muchas culturas hoy en día siguen utilizándolo como amuleto.

Además, ha sido utilizada durante siglos para tallar figuras, crear objetos para la vida cotidiana, regalos para los difuntos y joyería. Su uso fue muy popular entre las dinastías imperiales de Oriente debido a su belleza, color y extraordinaria textura.

También ha sido utilizado en muchas regiones de América debido a su dureza, por lo que ha servido incluso para realizar armas.

La colección del Príncipe Enrique de Dinamarca

En Europa, el uso del jade no ha estado tan extendido, por lo que resulta curioso descubrir como material una piedra que se lleva utilizando en Asia desde hace tantos siglos. Tantos, que para muchas culturas orientales, el jade es parte de la vida misma, como lo serían el oro o la plata para nosotros.

Además de los propios objetos mostrados, el público podrá descubrir la colección a través de seis películas en las que el propio Príncipe explica los temas alrededor de los que gira esta exposición: color, forma, uso, objetos religiosos, criaturas fantásticas y estilos históricos.

Además de los conocimientos técnicos relacionados con cada objeto, en estas seis películas, los visitantes podrán escuchar de labios del propio Príncipe historias y recuerdos relacionados con los mismos.

Como te he comentado en otras ocasiones, el jade es una piedra de color blanco. Los minerales que se depositan en su interior la hacen poseedora de una amplia gama de colores, de los cuales, el verde, es el más apreciado.

Mucha gente cree que el jade solo puede ser de este color, y por eso se sorprenderán al ver ciertos objetos de esta interesante colección, como una delicada taza de jade color blanco con asas.

Tampoco faltan joyas en las que el jade es el protagonista, como el colgante que puedes ver debajo de estas líneas, de un intenso color verde.

Si deseas disfrutar de esta impresionante colección, tienes hasta el 27 de agosto para visitar el Museo de Kolding, en Dinamarca.

Las joyas coloniales de Latinoamérica

Además de la oficial misión evangelizadora que sirvió como excusa para la colonización de América, otros motivos oficiosos movieron a aquellos primeros colonizadores españoles: el oro y la plata que abundaba en la vasta región. La mayoría fue tallado a mano y convertido en preciosas joyas coloniales que posteriormente embellecían con una amplia variedad de piedras preciosas encontradas también en la zona.

Esmeraldas procedentes de Colombia, coral encontrado en Méjico o perlas extraídas de la recién colonizada Venezuela sirvieron para adornar las joyas expuestas en la exposición recomendada de este mes: Glitterati. Portraits & Jewelry from Colonial Latin America, que permanecerá abierta en Museo de Arte de Denver hasta el 27 de noviembre de 2016.

2016 - mayo - Mujer joven con un organo, Mexico 1735-1750

El propósito de tan deseadas joyas no era otro que mostrar el estatus y grandiosidad de aquellos españoles que habían decidido trasladar sus hogares a Latinoamérica, en busca de aumentar su riqueza. La vida en el Nuevo Mundo habría de ser lujosa, o al menos, mostrarlo así.

Tanto mujeres como hombres posaban una y otra vez para famosos pintores de la época engalanados con sus mejores galas y luciendo sus piezas de joyería más llamativas, como elaboradas tiaras, collares con ostentosos colgantes o voluminosos pendientes cargados de oro. Pero el mostrar la riqueza – que muchos realmente no habían conseguido – no sólo era potestad de las mujeres. Los hombres lucían también orgullosos sus engalanados sombreros, anillos o cierres de cinturones con piedras preciosas incrustadas.

2016 - mayo - Cruz santa - Colombia or Ecuador, 1600 - Oro, esmeraldas y perlas

Y aunque su misión encomendada era predicar el Evangelio y convertir a cuantos más habitantes de la zona al Cristianismo mejor, los sacerdotes enviados a las colonias fueron también retratados con cruces y rosarios de oro macizo, así como las monjas posaron con broches de plata u oro labrados a mano con miniaturas de la Virgen María y otros Santos.

Y lujosa era también la forma en la que guardaban estas valiosas piezas: cajas con decoraciones incrustadas y lacadas a mano servían para salvaguardar sus riquezas… y su recién alcanzado estatus.

La exposición, que muestra todas estas joyas así como muebles y retratos cedidos por la Colección Colonial Española, puede visitarse de martes a domingo en el Denver Art Museum hasta noviembre de este año. Podéis consultar más información en la web del museo.

La masterpiece de Wendy Ramshaw: Un sueño hecho realidad

Pasear por los pasillos del Museum & Art Gallery de Birmingham, en Inglaterra, supone sensaciones encontradas. Por un lado, la modernidad de sus formas en cada esquina contrasta con las joyas vintage que decoran sus paredes. Para disfrutar de esta exposición, es necesario verlo todo como un solo elemento; decoración, recinto y la exposición en sí. Todo junto evoca un sueño. No en vano es llamada “La habitación de los sueños”.

La exposición que hoy hemos destacado es la mejor exhibición de una de las maestras joyeras más afamadas de Inglarerra: Wendy Ramshaw. Si no te suena el nombre, me encantará presentarte su trabajo en estas líneas, y estoy segura de que acabarás prendada de su forma de pensar y de inculcar sus deseos de belleza a todas sus piezas.

La Habitación de los Sueños (The Room of Dreams) es una retrospectiva de toda la carrera de Wendy Ramshaw, su masterpiece. En ella se mezclan exquisitamente el vivo color rojo sobre el inmaculado blanco de las paredes, que ostentan un total de 80 joyas. Cada una de estas piezas están inspiradas a su vez a un sueño, historias que nos recuerdan deseos que han sido recogidos en más de una obra en las últimas décadas, como en Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll, a quien la artista dedica una de sus piezas.

Wendy Ramshaw nació con el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Cuando la contienda finalizó ella, con tan sólo seis años, ya disfrutaba mezclando piezas de tela para formar preciosos diseños.

The Room of Dreams - Wendy Ramshaw 2

Inglaterra volvía vencedora, y como tal, su pueblo era merecedor de una gran fiesta que celebrara los logros conseguidos en numerosos campos como la ciencia, la agricultura, la literatura y la industria: el Festival of Britain, al que también fueron invitados artistas y diseñadores noveles, como Wendy, que entonces contaba con 12 años. A partir de este festival, su vida cambió.

Tras contraer matrimonio con David Watkins en 1961, la pareja comenzó a trabajar en numerosos proyectos juntos, no solo en la vida al no separarse prácticamente nunca y mantener un taller conjunto durante 35 años, sino también laboralmente. Ambos han hecho una gran contribución al arte y el diseño. Juntos. Siempre juntos.

The Room of Dreams - Wendy Ramshaw 4

Ramshaw se ha convertido por derecho propio en la principal diseñadora de joyería moderna de Inglaterra, llegando a ser una de las dos únicas mujeres admitidas en la Worshipful Company of Goldsmiths. Numerosos premios y condecoraciones la avalan, pero lo que mejor puede hablar de su triunfo es su trabajo, que os dejamos en imágenes en este artículo y que esperamos os guste tanto como a nosotras.

La exposición puede visitarse hasta el 22 de mayo de este año.

Más información en Birmingham Museum & Art Gallery

El collar de diamantes de la reina Nazli de Van Cleef & Arpels

Hoy se subasta subastaba en la casa Sotheby´s de Nueva York una de las joyas más espectaculares de la antigua monarquía egipcia. La joya sale a subasta con un  precio estimado de venta de 4,6 millones de dólares, y yo estoy expectante por saber el precio del remate final.

La espectacular pieza, junto con una igualmente exquisita tiara, fue hecha a mano en 1939 por Van Cleef & Arpels para la Reina Nazli de Egipto, con ocasión de la boda de su hija la Princesa Fawzia con el futuro Shah de Irán Mohammad Reza Pahlevi.

La novia también llevaba un collar realizado por la casa Van Cleef & Arpels para la ocasión.  Sólo la tiara estaba adornada con 54 diamantes en forma de pera que pesaban 92 quilates y 520 diamantes en corte baguette que pesaban 72 quilates.

el collar de diamantes de la reina Nazli de van cleef & arpels- vintage by lopez linares

Siguiendo una tradicional costumbre musulmana, la novia no estaba presente en el momento de la ceremonia. Simplemente se producía la firma del contrato matrimonial en el que estaban presentes el novio, el príncipe heredero de 19 años Reza Pahlevi de Irán, y el hermano de la novia, el Rey Farouk.

La novia esperaba en una habitación contigua, y al finalizar el acto descendía las escaleras de palacio flanqueada por su hermano y su ya marido. La princesa Fawzia elegiría para la ceremonia un precioso vestido de satén adquirido en París. Les siguió una suntuosa cena real seguida por una espléndida recepción, donde la corte real egipcia resplandecía en joyas.

La Reina Nazli poseía una de las colecciones de joyas más magníficas y numerosas del mundo, de la que ya estoy preparando un completo artículo.

el collar de diamantes de la reina Nazli de van cleef & arpels- vintage by lopez linares (7)

La colección terminaría repartida por el mundo para mantener el elevado tren de vida que la Reina llevaría junto a su hija en su exilio americano. Una parte se vendería el año 1975 en Sotheby Parke Bernet, pero no sería suficiente, y en septiembre de 1976 las dos tendrían que comparecer ante el tribunal de cuentas de Los Angeles por una deuda de otros 500.000 dólares.

Su vida al final fue un auténtico drama. Tuvo que enterrar a su hija que fue asesinada a tiros por su ex marido, y fallecería apenas un año después en la miseria más absoluta.

Imágenes y Bibliografía:

Wikipedia

Pinterest

Jewelsdujour.com/

Maria Lucrecía de Medici

Un magnifico collar de perlas y oro a juego con una sencilla tiara y unos pendientes son las joyas que porta Maria Lucrecía de Medici, nuestra protagonista de hoy en este magnífico retrato de Brocino

Cosme de Médici contraería matrimonio con una de las más ricas damas de la nobleza de Nápoles, Leonor de Toledo. Leonor era una de las nietas del segundo duque de Alba.

Este matrimonio supuso para Cosme una alianza política con el reino de Nápoles y una cuantiosa dote que invertiría entre otras cosas en numerosas obras de arte. El matrimonio tendría once hijos aunque solamente les sobreviviría uno de ellos, Fernando I de Medici.

Pero hoy la protagonista es María Lucrecía, una de sus hijas más queridas. María no sería la primera hija de Cosme, ya que unos años antes había nacido Biá de Medici, hija natural de Cosme y una dama desconocida, que llegó a criarse en la corte como si de una princesa se tratara hasta su prematuro fallecimiento.

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María fue en cambio la primera hija legítima de Cosme y nacería en el propio palacio de los Medici recibiendo el nombre de María en honor a sus dos abuelas.

Por sus contemporáneos sabemos que ella no sólo fue de una belleza extraordinaria, era una jovencita amable, refinada, elegante y con unas grandes dotes para las letras y las artes. María hablaba con fluidez el español, enseñado por diferentes profesores y su propia madre.A una tierna edad se había planificado su boda, comprometiéndola con Alfonso II de Este, pero el matrimonio jamás se concretó ya que María fue atacada por la malaria y moriría con apenas  17 años.

Cuentan las crónicas de la época que para Cosme I,  su hija María, fue el gran amor de su vida. La niña de sus ojos y su hija más querida. Quizás por eso y porque fue considerada en la época una de las damitas más bellas de Florencia decidiera inmortalizarla en la mano de uno de los más prestigioso artistas de la época, Brozino. María nos dejaría toda su belleza inmortalizada gracias a este gran artista y Cosme mantendría este retrato en sus dormitorios privados hasta el mismo día de su propia muerte.

Entre los retratos de los hijos de Cosme, el de María es el más solemne de todos y en el yo destacaría tanto el majestuoso ropaje como las preciosas joyas que porta.

Nosotras hemos traído hasta nuestra colección del renacimiento una copia de los pendientes que luce en el cuadro, realizados en plata dorada y cuarzo. Una réplica de la joya estamos seguras serán una de las piezas más admiradas de nuestro escaparate.

¡Esperamos que os guste!

Bibliografia

Kleio.org

Wikipedia

Fotografias:

Galería de los Ufizzi

@ María López-Linares Vintage Photography

 

Exposición «El Retrato en las Colecciones Reales

Hasta el 19 de abril os queda solamente para poder disfrutar de una de las más completas e interesantes exposiciones sobre la historia de los retratos reales de España.

La exposición hace un recorrido desde Juan de Flandes a Antonio López y ofrece una visión general del retrato de corte en España, desde el siglo XV al XXI.

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Un itinerario para disfrutar de obras maestras de la pintura, con los mejores ejemplos conservados en las colecciones de Patrimonio Nacional. El recorrido, a lo largo de 12 salas por la planta baja del Palacio Real de Madrid, se complementa con una visita al propio Palacio. En total no invertiréis más de una mañana en visitar las dos cosas y, verdaderamente, merece la pena. Yo saqué la entrada por internet y me resultó de lo más agradable la doble visita.

La exposición en sí esta estructurada en dos grandes secciones: Casa de Austria y Casa de Borbón, y un recorrido en orden cronológico que nos hace entender un poco mejor la historia de España a través de sus familias reales.

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La muestra se abre con la dinastía de los Habsburgo, con diversos retratos entre los que destaca el de la reina Isabel la Católica, de la Casa de los Trastámara, de Juan de Flandes.

Destacable de esta sección son también los retratos de Carlos V de Jakob Seisenegger y de Felipe II de Antonio Moro, y esta sección podréis encontrar una de las joyas de la exposición: una pequeña miniatura del conde-duque de Olivares de Diego Velázquez.

En la segunda sección dedicada a la Casa de Borbón desde el siglo XVIII hasta el presente, se exponen los mejores ejemplos del retrato borbónico del Patrimonio Nacional: Felipe V, Carlos III o la maravillosa obra de Francisco de Goya con María Luisa de Parma como modelo. Obras de Vicente López, Federico de Madrazo o Franz Xaver Winterhalter, Joaquín Sorolla y Ramón casas, entre otros.

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La muestra se cierra con dos obras emblemáticas una de Salvador Dalí y la otra de Antonio López de la familia real de Juan Carlos I.

Una selección de obras que merece la pena visitar y para la que ya os quedan muy poquitos días.

Os dejo el link a la web de Patrimonio por si os decidís a visitarla en estos días.

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Bibliografía e Imágenes:

Patrimonio Nacional

Simonetta Vespucci, musa del Renacimiento

Muchos no sabrán el nombre de la musa que inspiró esa pintura, pero la imagen de la Venus de Sandro Botticelli es una de las primeras que nos vienen a la cabeza si pensamos en el universo pictórico del Renacimiento. Su cabello dorado y largo, su nívea piel y esa hermosa mirada triste y virginal cautivaron a muchos hombres de la Florencia del siglo XV, pero sería el pintor Sandro Botticelli quien la inmortalizaría al convertir a Simonetta Vespucci en su musa.

Simonetta –de soltera su apellido era Cattaneo–  era hija de un noble genovés y contrajo matrimonio con tan sólo dieciséis años con un vecino del propio pintor, un hombre procedente de una familia de posición acomodada quien al parecer se quedó prendado de ella nada más verla.

Se dice que su hermoso porte y su equilibrada belleza merecieron la alabancia de los poderosos Médici, mecenas de numerosos artistas, y los historiadores del arte la señalan casi sin discusión como la mujer más hermosa de todo el Renacimiento. Si no lo fue, al menos no se puede negar que se convertiría por méritos propios en la mujer más representativa de ese periodo.

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Su imagen, además, va siempre ligada a una triste y a la par intensa historia de amor digna de una tragedia de Shakespeare. El pintor cuatrocentista se obsesionó hasta tal punto por ella que la retrató en la que sería una de sus obras cumbres, El nacimiento de Venus (1484), que terminó casi diez años después de la muerte de la joven, como si de un homenaje póstumo se tratase.

Simonetta la bella, como era popularmente conocida, también protagoniza el cuadro Venus y Marte, y en general, todas las mujeres retratadas por el maestro italiano guardan un enorme parecido con la dama.

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Mucho se ha especulado con la idea de que se tratara de un amor sólo factible a través de la pintura, una suerte de amor platónico por parte del artista. Simonetta, además de estar casada, falleció con tan sólo 23 años víctima de una tuberculosis, y Botticelli –que jamás se casó, mientras que el esposo de ella volvió a contraer matrimonio–  pidió ser enterrado a los pies del sepulcro de su amada, en la iglesia de Todos los santos de Florencia; allí yacen sus restos desde 1510, pegados a los de la noble.

La vida de Simonetta, a pesar de la admiración que provocaba y de las atenciones que mereció, fue triste. El tiempo no fue capaz de marchitar su belleza de ninfa, su hermosura virginal y llena de dulzura, porque la enfermedad se la llevó mucho antes de lo que nadie podía imaginar. Botticelli se encargó durante el resto de su vida de que el olvido no se adueñara de ella y la convirtió en una musa universal del Renacimiento, una musa que hoy sigue siendo admirada.

Imágenes:

María Vintage Photography y Wikipedia.

Texto de @Esther Ginés 

Mary Dayton Richards; Una novia de finales del siglo XIX

Mary Dayton Richards (1842-1921)  y  Milton Brayton Graff (1840-1877) se casaron en  1869,  en Manhattan. En esa época el estilo de los trajes de novia aun eran largos y de faldas muy elípticas pero comenzaban a disminuir algo de tamaño.

La novia que era muy menudita, se decidió por un precioso traje blanco nieve de línea angelical en tejido de tarlatán.  Ahora no es frecuente que las novias luzcan vestido de un color tan blanco puro, es más frecuente utilizar tonos de blanco roto e incluso tonos cremas muy apagados, lo que llaman un blanco sucio.

El tarlatán es un género originario de la India muy parecido a la muselina pero con una trama algo más floja y con una consistencia algo más rígida.

Glendale-ohio-1860-Mary Richards - Una novia del siglo XIX  Vintage By Lopez-Linares

 

El vestido de Mary es un modelo muy típico del S XIX bastante modesto y con una línea recatada  como exigían los cánones de la época. Un corpiño o blusita con cuello redondo y botonadura central, que lleva un pequeño babero realizado con volantitos de la misma tela que el reto del traje. Por supuesto al ser la tela del traje tan transparente, va todo forrado con un algodón que le da cuerpo y presencia.

Las mangas son semitransparentes,  ya que aunque son largas no llevan forro más que hasta la altura del codo, con lo que el antebrazo de Mary quedaría un poco visible cuando se encontrara  a contraluz.

La soberbia falda estaba compuesta una enagua sobre la que lucían dos sobre faldas una más corta que otra con un remate ondulado realizado con la misma tela del traje que realizaba un dibujo geométrico algo moderno para la época.

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Mary y Milton se casaron en Manhattan,  lugar de nacimiento de la novia, pero la pareja volvió a los pocos días de la ceremonia a la ciudad natal del novio: Cincinnati, donde trabajaba como psicólogo.

Inicialmente residieron con los padres de Milton, Jacob y May Ann Graff, que vivían al oeste del centro de la ciudad. Entre 1850 y 1890, los ricos comerciantes levantaron en esa zona impresionantes casas de estilo italiano y crearon avenidas por lo que empezaría a llamarse ‘Paseo de los millonarios’.

Desgraciadamente, el matrimonio de la pareja se rompió al poco tiempo por la muerte de Milton en 1875. Y en 1880, Mary construiría su propia casa en Glendale, Ohio, una comunidad 15 millas al norte de Cincinnati en tren de cercanías.

Glendale era un lugar de residencia de verano para los ricos de Cincinnati que huían del ruido y la contaminación de la ciudad. Su entorno tranquilo, de hectáreas arboladas y avenidas curvilíneas con filas de árboles, debió llamar la atención de esta joven viuda con dos pequeños niños que criar. Graff construyó una impresionante casa en la Avenida Congress y vivió en Glendale hasta que murió en 1921.

129, Dayton Street-Mary Richards - Una novia del siglo XIX  Vintage By Lopez-Linares

Bibliografía:

Wedded Perfection. Cynthia Amnéus.

Springgrove.org

Imágenes:

Wedded Perfection. Cynthia Amnéus.

Google Maps

Las joyas de la alta sociedad Renacentista: Lucrecia Panciatichi

Lucrezia, la bellísima esposa del político florentino Bartolomeo Panciatichi, ha llegado hasta nosotros en un retrato ausente de fondo, en el que parece que Bronzino, el artista renacentista que lo pintara, sólo quisiera fijar nuestra mirada en la aristócrata florentina.

Y no es para menos… En su estilizado y elegante cuello blanco descansa un precioso collar de perlas, con un broche colgando y una larga cadena de oro con una pequeñísima placa de oro con esta inscripción grabada: «Sin fin amour Duré” en alusión al amor y la fidelidad.

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Y en su mano izquierda esta dama renacentista luce un pequeño anillo de oro y rubíes que bien podría haber sido su sortija de pedida, y que es la pieza protagonista de nuestra colección de Joyas Históricas de hoy.

El suntuoso vestido de satén rosa y pesado terciopelo rojo, enmarca su belleza fría y serena. Bronzino realiza un sorprendente juego de luces y sombras con la tela a lo largo de toda su figura.

Lucrezia sujeta con la mano derecha un pequeño libro de oraciones apoyado en su rodilla. Parece que estuviera esperando el preciso instante en que Bronzino la dijera que ya había terminado de pintarla, para continuar leyendo con total naturalidad.

Esposa del humanista y político Bartolomeo Panciatichi desde 1528, Lucrecia Panciatichi fue inmortalizada junto a su esposo por el artista florentino Angelo di Cosimo, il Bronzino, (1503-1572), que siempre trabajó a la sombra de Miguel Ángel. En aquella época el arte de la ciudad de Florencia estaba dominada por dos grandes nombres: el de los Medici y el de Miguel Ángel.

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Bartolomeo Panciatichi era hijo natural de Bartolomé el Viejo y perteneciente a una familia muy influyente de comerciantes de Pistoia. Propietarios de una gran empresa comercial en la ciudad francesa de Lyon, que en ese momento era un centro cultural y comercial debido a la estratégica situación de la que disfrutaba, al estar entre Francia, Italia, Suiza y Alemania.

Bartolomeo prefirió seguir la carrera política y humanística, abandonando el negocio familiar que dejó en manos de algunos familiares cercanos a muy temprana edad. En Lyon conocería a Lucrezia y a los pocos años toda la familia se trasladaría a Florencia.  Allí llegaría a ocupar importantes cargos políticos  y se convertiría en uno de los personajes más influyentes de su época.

Y su esposa, una dama que en este retrato descansa solemne, recatada, elegante, fiel y serena representa en su conjunto a las mujeres de la alta sociedad del Renacimiento.

Giorgio Vasari se refirió a esta obra con estas palabras: «… los retratos de él y su esposa, tan naturales que parecen realmente vivos, y no extraña sino el espíritu»

Los dos retratos del Bronzino pueden disfrutarse en la galería de los Uffizzi de Florencia.

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BIBLIOGRAFIA

Abcgallery.com

Wga.hu

Virtualuffizi.com

Eresie.it

Imágenes: María Vintage Photography 

La Primavera de Botticelli y la magia en la Florencia del Renacimiento.

Con la presente obra de arte, nos adentramos en el apasionante mundo del Renacimiento Italiano. A finales del siglo XV, Florencia vivía mucho más adelantada que otras ciudades a nivel cultural y científico; pero lo que no nos suelen decir o no nos informan de ello, es que Florencia estaba más avanzada en la Magia que el resto de la actual Europa.

Sí, un mundo mágico era el que cada día regía a los seres humanos en el Renacimiento Occidental, pero Florencia destacaba siempre por encima de las demás urbes. Eruditos que eran a la vez magos y astrólogos, instruían con sus enseñanzas a sus discípulos y nobles señores.

Y en este ambiente sabio y mágico nace La Primavera de Sandro Botticelli, una de las mejores obras de arte de toda la historia.

En el presente artículo se desvelan, por fin, todos los misterios que han acompañado a dicho cuadro desde su creación.

Vivan conmigo esta apasionante aventura.

Esperanza Parra López es Licenciada en Historia del Arte y cuenta en su expediente con diecisiete sobresalientes y siete matrículas de Honor.

Ella es nuestra Vintage Blogger de abril y ha traído en primicia hasta nuestro blog su trabajo de investigación sobre el famoso cuadro La Primavera de Botticelli, por el cual  el Ministerio de Educación la concedió una beca y en el que  obtuvo una matrícula de honor.

Os dejo el link al trabajo completo.Una verdadera joya de la investigación:

La Primavera de Botticelli y la magia en la Florencia del Renacimiento por Esperanza Parra López. 

Imagen: La Primavera. Sandro Botticelli. 1477-1482. Uffizi©.

Palacio de Santoña

En la Calle Huertas número 13 se yergue imponente el Señorial Palacio de Santoña. Hoy día alberga a la Fundación de la Cámara de Comercio, pero no siempre desempeñó esta función.

Ya en el siglo XVI existió en este terreno un Palacio, ocupado en 1593 por el “príncipe negro” Muley Xeque, bautizado después como Felipe de África;  pero era poco más o menos un caserón cuando lo adquirió en 1731 el Marqués de Goyeneche, banquero de Felipe V e Isabel de Farnesio, y que escogió para su remodelación a Pedro de Ribera, artífice del edificio imponente de ladrillo y piedra blanca de Colmenar de Oreja que admiramos actualmente.

El Palacio de Santoña conoció su esplendor bajo el duque del mismo nombre, que era, a la sazón Don Juan Manuel Manzanedo y González, indiano de familia humilde que amasó una fortuna en Cuba, y para quien Alfonso XII creó el título, debido a su gran habilidad en las finanzas, y a su contribución en las mejoras de Madrid.

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El duque residía en Cuba con su hija Josefa, nacida de su relación con Luisa Intentes Serra con quien no llegó a casarse. Una vez se vio sólo allí por el traslado de su hija a París y habiendo conocido a María del Carmen Hernández y Espinosa de los Monteros, con quien contrae matrimonio, vuelve a España, y, tras residir en Cádiz llega a Madrid, donde adquiere como regalo para su esposa el Palacio de los Goyeneche. A partir de ese momento se convierte en el epicentro de la vida social de la aristocracia decimonónica madrileña, lo adaptaron a los gustos de la época, decoración exótica con influencias orientales, Salón de Fiestas, Salón Pompeyano y su famosa rotonda. Esto se debió, entre otras cosas a la dedicación de la duquesa, a la que llamaban familiarmente la “Señá Mariquita Hernández”

La duquesa de Santoña fue mujer piadosa. Hondamente conmovida por la situación de la medicina infantil, impulsó la construcción del Hospital del Niño Jesús; a tal efecto fue la encargada de organizar una rifa con intención de recaudar fondos, denominándola Rifa Nacional del Niño, lo que se sitúa como el primer paso que se dio para el actual sorteo de la Lotería del Niño

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Al morir, el  duque, su hija, heredera de la mayor parte de la inmensa fortuna de su padre, tasada en más de 2000 millones de reales de la época, entabla una larga batalla judicial en la que consigue despojar a su madrastra de los bienes que había recibido, incluido el palacio, con lo que la duquesa viuda queda en la más absoluta indigencia, acogida a la caridad hasta su muerte, el 14 de octubre de 1894. Una lástima, conociendo su carácter afable y piadoso.

La propiedad pasó entonces a José Canalejas, político del partido Liberal, que lo habitó hasta el día de su muerte, el 12 de noviembre de 1912. Su viuda continuó ocupando el palacio hasta su muerte, momento en que pasó a uno de sus sobrinos, que a su vez vendió la propiedad el 6 de junio de 1933 a la Cámara de Comercio e Industria de Madrid, su actual propietaria.

Artículo escrito por María Romero de Cuenca, historiadora del arte, guía cultural y museóloga. Podéis seguir el trabajo de María en sus dos blogs: Arte al Instante y Artendencias.

Ella es nuestra «Vintage Blogger» de marzo y desde aquí la damos las gracias por su colaboración.

Fueron 11 años de vivencias en la casa Balenciaga de Madrid

Mi post está dedicado a la figura del gran creador español Cristóbal Balenciaga, pero no es un post sobre cosas que haya leído sino sobre las vivencias de una de las personas que tuvo la suerte de aprender a coser y desarrollar su carrera como modista junto a uno de los más importantes diseñadores españoles de la historia: mi madre. Ella tuvo la oportunidad y la suerte de entrar a trabajar en la Casa Balenciaga situada en Madrid, desde 1958 hasta que cerrara sus puertas en 1969, donde se hacían realidad los sueños de todas sus clientas.

El modisto español decidió crear una empresa que se dedicara a la modistería, Eisa Costura, tanto en San Sebastián como en Madrid, abriendo en 1933 un nuevo establecimiento: EISA B.E. La primera colección presentada por la nueva casa de costura, en ambas ciudades, fue la de primavera-verano 1933. La sucursal en Madrid se situó en la calle Caballero de Gracia, 42 y el establecimiento no adoptaría el nuevo nombre de Eisa hasta febrero de 1941, para trasladarse posteriormente a la emblemática calle Gran Vía, 9 (antigua Avenida de José Antonio). Eisa Costura presentó así su primera colección en abril de 1941.

En el balcón de la Avenida de Jose Antonio, en la tercera planta de la Casa Balenciaga

 

Mi madre trabajaba con la Señorita Felisa en fantasía, que se dedicaba a realizar trajes de noche y de vestir, sección situada en la tercera planta y que daba a la calle Gran Vía, enfrente del emblemático Chicote. Desde esa magnífica situación, fueron testigos directos de las visitas de algunos famosos de la época que acudían a aquel lugar de cita obligada si venías a Madrid, como David Niven o el torero el Viti. En la planta por debajo de donde trabajaba mi madre, estaba el departamento de sastrería donde se realizaban los abrigos y los trajes de chaqueta para sus clientas. En todo el taller se respiraba un buen ambiente de trabajo y compañerismo entre todos los trabajadores.

Para dar a conocer a sus clientas las nuevas colecciones y las tendencias, se realizaban pases privados a los que acudía el propio Cristóbal Balenciaga, quien probaba personalmente a las maniquís. Cuando se preparaban las nuevas colecciones reinaba en el taller un ritmo frenético de trabajo, eran jornadas en las que se sabía cuando se entraba a trabajar, pero no cuando se terminaba.

Entre algunas de las curiosidades que me ha contado mi madre, podemos destacar que en la casa Balenciaga regalaban los trajes de novia a las empleadas que se iban a casar, y la afortunada hacía un pase privado para todos sus compañeros en uno de los salones donde se pasaban las colecciones, donde disfrutaban como si fueran ellos mismos. Otra de las anécdotas que me ha transmitido es que les daban el día libre para poder recaudar dinero en la cuestación contra el cáncer y ayudar en esta causa, era algo parecido a lo que hacía Conchita Velasco en la película «Las chicas de la Cruz Roja» en aquella época. También era tradición para los empleados que quisieran ir acudir durante una semana completa a servicios espirituales en El Espinar con todos los gastos pagados.

 

En el taller de Fantasía de la Balenciaga

 

Otra de las vivencias de mi madre durante el tiempo que trabajó en la casa Balenciaga fue poder vivir en primera persona la elaboración del maravilloso traje de novia de la Reina Fabiola, el cual estuvo rodeado de un secretismo absoluto. Incluso, ella fue la que llevó el vestido a la casa particular del propio Balenciaga en Madrid donde se realizaban las pruebas de la novia. Y cuando llegó el día de la gran boda, les pusieron una televisión en el taller para que todos pudieran ver en directo el enlace.

Mi madre recuerda esta etapa de su vida como una de las mejores que ha vivido y está encantada de haber formado parte de la historia de la moda española junto a uno de los grandes de la moda universal.

Todas las fotografías que ilustran el articulo pertenecen a la colección personal de la madre de Amaya y son inéditas. Agradecemos enormemente que haya elegido nuestro blog para darlas a conocer.

Artículo escrito por Amaya Barriuso, periodista y responsable de la comunicación y las redes sociales de empresas como freelance. Podéis seguir el trabajo de Amaya en su Blog: «El Blog de Amaya»

Mil gracias por la colaboración este mes en nuestra sección Vintage Blogguer.

Imágenes @Archivo personal Amaya Barriuso

El arte del «Ronqueo»

Una de esas cosa que tenía ganas de hacer cuando supe que iba a pasar unos días en Cadiz era levantarme un día al alba y acudir al puerto de Barbate a ver la llegada de los barcos cargados de pescado fresco.

Por supuesto no podía dejarme la cámara en casa. Pertrechada de todos los aperos, una mañana de este agosto, en la que arreciaba intensamente el tradicional levante de esa zona, me presenté en el puerto sobre las 7.30 para vivir en primera persona ese peculiar momento.

Mi desilusión en un principio fue grande. Justamente esa semana la flota de Barbate se encontraba en los caladeros de sardina de Cádiz, lo que significaba que el de Barbate estaba vacío y sin atisbo de que ningún barco llegara a atracar cargado de pesca. Parece que el día elegido no había sido el mejor pero, como siempre que uno no lo espera, terminas encontrándote con alguna grata sorpresa.

Maria Vintage

Y así fue, al poco tiempo ya estaba charlando con uno de los responsables del puerto, que me explicaba todo lo que estaba sucediendo en un pequeño rincón del puerto, único con actividad, que había llamado mi atención. Allí, una decena de hombres de mar se encontraban inmersos en las dos únicas actividades que daban vida al puerto en estos días: la carga de una barco con varias toneladas de caballa fresca, para el cebo de los 3000 atunes que mantienen en las piscinas de engorde  próximas a la almadraba; y el desmontaje de ésta, en funcionamiento desde el 20 de abril de este año, hasta la temporada 2014.

Todo seguía prácticamente igual que hace 3000 años cuando los fenicios se instalaron en la comarca, dando ya comienzo a la captura de los atunes que atravesaban la zona desde el Atlántico, para desovar en el Mediterráneo. Fueron los fenicios los constructores de las primeras factorías dedicadas al salado del atún, creando una ruta comercial desde esas costas para  transportar por barco, a través de todo el  Mediterráneo, el atún capturado y tratado en la zona de Gádir, actual Cádiz.

Usaban unas ánforas de barro terminadas en forma de pico de dos asas, que iban divididas por dentro en varios compartimentos. En la base el pescado salado y en las superiores diversas hierbas aromáticas y perfumes, lo que conseguía evitar el desagradable olor despedido durante el largo viaje. Los barcos, cargados con una cama de arena en sus bodegas, viajaban con las ánforas clavadas sobre ellas para evitar se movieran con la mala mar a lo largo de todo su largo recorrido comercial.

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Los fenicios fueron los impulsores de una tradición y unas técnicas que siguieron años después los romanos. Estos fueron los fundadores en la actual playa de Bolonia de la ciudad de «Baelo Claudia», encontrándose en ella, aún perfectamente visible, la mayor factoría de tratamiento de atún de todo el mediterráneo. Allí troceaban el atún; lo salaban en grandes depósitos excavados en el terreno y, con los despojos y vísceras de los pescados de la zona, fundamentalmente del atún, macerados a pleno sol durante todo el verano, elaboraban la preciada salsa «Garum», que era una exquisitez para la época.  Esta salsa era considerada afrodisíaca, siendo por su elevado coste solamente consumida por las clases más pudientes de la antigua Roma. A la vista de los ingredientes y el tratamiento de estos, estoy segura de que ahora no seríamos capaces ni siquiera de oler la afamada y costosa salsa.

Después llegaron los árabes, a los que debemos la palabra almabraba: “Lugar donde se golpea”.

La tradición sigue hasta nuestros días en los que cada año se siguen colocando los laberintos de redes, tal y como ya se hacía antaño. A través de un conducto formado por redes ancladas al fondo, se consigue ir dirigiendo a los atunes  hasta una gran red cerrada y de la que ya no pueden escapar. Allí, tras proceder a la levantada de esta gran bolsa, van elevando los atunes hasta la superficie donde son capturados uno a uno por brazos increíblemente fuertes. No cualquiera es capaz de levantar a pulso piezas, dando violentos coletazos, de entre 300 y 500 kgs. de peso y lanzarlas sobre las cubiertas de los barcos que están alrededor formando un corro, que se va estrechando en la medida que van extrayendo su preciada carga.

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En los años 40 la zona disponía de más de 20 saladeros, acudiendo gente de todos los lugares a surtirse de sus famosas salazones. La sal, de las salinas de Chiclana más gruesa de lo normal, es la perfecta para elaborar la mojama. En esos años de penuria en España el producto estrella fue la sardina arenque, pero se salaban cazones, bonitos, atunes o pez volador. Actualmente quedan muy pocas fabricas, aunque siguen trabajando exactamente igual que lo hicieran en su día los fenicios y romanos.

Todo esto me lo contaron en el puerto, pero luego me aconsejaron acercarme hasta “La Chanca”. Una de esas pocas empresas familiares y artesanales que quedan en la zona, en la que han instalado un curioso museo del atún y en el que te explican todo y puedes degustar sus productos. Aquí vimos despiezar un atún y escuchamos el famoso “ronqueo”: ruido que hace el cuchillo cuando las manos expertas del Ronquero lo hacen pasar por la espina dorsal del atún para desprender suss lomos. Un ruido similar al ronquido de un humano, y de ahí su nombre.

Ellos salan, conservan y ahúman una gran variedad de productos de la zona, sobre todo atún, y lo hacen exactamente igual que se hiciera hace casi 3000 años. Un arte que no debiera perderse nunca y que todos deberíamos conocer y valorar por su larga tradición en nuestra historia.

También os dejo un pequeño reportaje fotográfico de esa mañana de agosto, estas son mis dos fotografías preferidas. Espero que os guste.

Maria Vintage

Maria Vintage

 

El Palacio de Liria

Un paseo por la Historia de España …

Casi cuatro años esperando este momento pero, la verdad, la espera ha merecido la pena. El viernes 10 de mayo, a las 10 de la mañana, tenía una cita muy especial. Acudía a una visita guiada al Palacio de Liria.

Cuando realicé la reserva a medidos del año 2009 nunca imaginé que la lista de espera sería tan larga. En marzo recibía un mail del Patronato de la Casa de Alba anunciándome que tenía cita, y casi hasta se me había olvidado que tenía hecha la reserva después de más de cuatro años esperando.

Debo reconoceros que he estado bastante nerviosa a lo largo de esta última semana, expectante por la llegada de ese momento y por todo lo que iba a encontrarme en esa tan deseada visita.

A las 10 en punto se abrían las puertas del jardín del palacio y nos recibía el guía asignado por el Patronato. Él fue el encargado de darnos todas las explicaciones y aclarar todas nuestras preguntas.

Nada más traspasar las puertas de la entrada principal del palacio, quedas impresionado por el hall de acceso, las escaleras, los techos, las esculturas y cuadros … todo es majestuoso. No sabía muy bien dónde mirar durante el recorrido que nos llevó hasta la primera planta donde nos aguardaban una serie de salones, cada uno de ellos con un nombre muy especial.

PALACIO DE LIRIA

En el primer salón la armadura de gala original del Conde Duque de Olivares -emparentado con la Casa de Alba- la misma que vestía cuando fue retratado por Velázquez. Impresiona verla tan reluciente y tan flamante en un rincón de la sala.

En otro rincón cuelga un facsímil de la sentencia a muerte de María Estuardo, firmada por Isabel I de Inglaterra. Curiosamente la Casa de Alba entroncaría con su familia  siglos después en 1892, a través del 7º Duque de Berwik Carlos Miguel Fitz-James Stuart y Silva, como XIV Duque de Alba.

Desde aquí pasamos al “Salón Italiano”. Volver a admirar el Fray Angélico que había visto en la exposición Casa de Alba en el Palacio de Cibeles, pero ahora ocupando su lugar original es algo muy emocionante. Junto a él un dibujo de un discípulo de Leonardo que no solo me impactó a mí si no que hizo las delicias del resto de los visitantes. Y junto a esta obra maestra, uno de los cuadros preferidos de la actual duquesa: un pequeño Perugino.

Desde aquí al “Salón Goya”, donde nos aguardaban un magistral autorretrato de Mengs, una soberbia colección de miniaturas y, por supuesto, el famoso retrato de María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, XIII Duquesa de Alba, realizado por Goya. Ya había podido disfrutar de ellos en la exposición de Cibeles, pero sentí la misma emoción que si los viera por primera vez. Como curiosidad, en esta sala aparece la mesa de despacho del emperador  Napoleon III, que  durante la guerra civil española pasó a manos de Serrano Suñer. Nos contaba nuestro guía que costó bastante que fuera devuelta a la Casa de Alba. También en este salón, en aquella época dormitorio, fallecía en 1922 la Emperatriz Maria Eugenia de Montijo, hermana de la que en ese momento era la Duquesa de Alba, y que donó mobiliario y obras a la Casa de Alba, entre ellas la mesa del su esposo Napoleón III anteriormente citada.

Después nos aguardaba el “Salón Flamenco”, en él nos recibe una majestuosa lámpara de porcelana de Meissen, adquirida hace relativamente poco por la actual Duquesa, que ilumina obras de Rubens y Rembrandt y otros famosos pintores flamencos. Sobre la chimenea llama mi atención un impresionante espejo.

PALACIO DE LIRIA

Seguimos recorriendo el pasillo y no sé dónde fijar la mirada: sillas, mesas, espejos, relojes -todos en hora- cientos de figuritas de porcelana y otros materiales encima de los muebles … Todo es abrumadoramente bello. Es como dar un paseo por la Historia de España desde el siglo XIV al que se remonta la Casa de Alba.

Nos cuenta nuestro guía que un relojero acude cada semana a dar cuerda a todos los relojes de palacio y revisar que se encuentren en perfecto estado de marcha, y cómo una de las empleadas de la casa conoce dónde está colocado exactamente cada uno de los objetos de la colección. Algo que me parece increíble ya que los hay en cantidades inimaginables. La colección de porcelanas, miniaturas, marcos, lámparas, apliques, tapices, alfombras es impresionante. De verdad que me quedé sin palabras.

Pasamos al “Salón de Batalla” o “Salón del Gran Duque”. Nos cuenta el guía que es su preferido. Un salón sobrio, masculino, decorado en tonos burdeos y con un impresionante techo dorado traído del castillo de Peñaranda de Bracamonte (me pareció entender). Esta sala es un recorrido por los inicios del Gran Ducado, podemos admirar  una curiosa tabla hispano-flamenca con la figura del Gran Duque de Alba -3er. duque de Alba- pintado por Tiziano, algún retrato del 2º Duque de Alba y entre todos destaca un Rubens, una obra magistral del 2º Duque de Alba, que en este momento se encuentra preparado para viajar a Francia cedido para una exposición en Paris. Sobre las paredes una fantástica colección de tres tapices bruselenses tejidos con hilo de seda y oro -estimando en unos 5 kgs. el peso en oro de cada uno- representando la batalla de Jemmingen.

Después “El Salón Español”, en el que destaca un retrato de la infanta Margarita -una de las famosas meninas- pintada por Velázquez, un Cristo de El Greco, un Zurbarán, un  Murillo y un Ribera… Ya os podéis imaginar que no sabía dónde fijar mi atención ante tanta maravilla.

Desde aquí pasamos al “Salón Zuloaga”, con los dos retratos de los padres de la actual Duquesa y otras obras del famoso pintor vasco. En esta sala se encuentra la otra mesa de despacho legada por Eugenia de Montijo tras su muerte, esta perteneciente a Napoleón Bonaparte. Nos cuentan que ésta se encontraba en el despacho de Francisco Franco en El Pardo, llevada allí tras la Guerra Civil española.  En una audiencia dada al entonces XVII duque de Alba, padre de la actual Duquesa,  este le hizo ver a Franco que esa mesa era suya, lo que pudo demostrar al lograr abrir un cajón secreto que Franco no sabía ni por asomo que existía y que mantenía aún documentación personal del Duque, lo que le permitió recuperarla.

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Terminamos el paseo de los salones en el “Salón de los Amores”, pura decoración de estilo francés e imperio, porcelana de Meissen, de Sevres y una colección de muebles Luis XV impresionante.

Después visitamos al comedor, desde donde podemos admirar el precioso jardín tipo parterre francés y, por último, el “Salón de Baile”. Las paredes de este salón se encuentran presididas por los dos tapices de Eugenia de Montijo y Napoleón III.

Y aquí termina nuestra visita. Casi una hora que no olvidaré nunca. Luego aproveché los cinco minutos que nos dejaron para hacer un par de fotos en los jardines y, por supuesto, a la aldaba de la puerta principal. Pero desgraciadamente, sin querer, borré todas las fotos de ese día con lo que no os puedo dejar ningún testimonio de mi visita.

La visita es gratuita y, aunque la espera nunca se sabe de cuánto tiempo puede ser, os aseguro que merece totalmente la pena.

Imágenes:

Wikipedia y Madrid Ociogo

El Joven Van Dyck en Madrid

Tener a Rubens como maestro ya tiene que ser impresionante. Pero a Van Dyck no le debió impresionar el prestigio de su maestro, él ya era un maestro cuando se puso a pintar a sus órdenes.

La exposición del Museo del Prado, “El joven Van Dyck”, nos da la oportunidad de conocer los primero años de la obra de este genial artista, y os aseguro que os vais a quedar impresionados de lo que ya era capaz de trasmitir siendo apenas un adolescente.

La muestra es un paseo por la obra del maestro flamenco desde 1613 hasta finales de 1621. Estamos hablando de la temprana edad de los 16 a los 22 años. Después de esta época abandonaría su Amberes natal para partir hacia Londres, a la corte del rey James I, cuando el maestro contaba apenas 21 años. Son 90 pinturas y dibujos que nos atrapan casi sin darnos cuenta.

Me ha sorprendido leer que, después de permanecer unos meses en la corte de James I, partió en un viaje que duró cerca de 12 años por Italia y parte de Europa, conservándose de esos años un pequeño cuaderno de dibujo que le acompañó en toda esa aventura. El cuaderno se encuentra en la Nacional Gallery de Londres, y puedo aseguraros que en mi primer viaje a Londres lo primero que voy a hacer es ir a ver ese cuadernillo… Tiene que ser impresionante.

Van Dyck llegó a pintar en su etapa adolescente más de 160 cuadros. Para que os hagáis una idea, nuestro genial maestro Velázquez, coetáneo de Van Dyck, pintó menos cuadros a lo largo de toda su carrera.

De todos los cuadros que vi hay dos que llamaron especialmente mi atención. Fueron el retrato de Susana Fourment con su hija y un autorretrato que se hizo en 1615 con apenas 15 años.

El primero es un retrato muy familiar en el que aparece Susana con su hija. La niña sujeta a su madre con sus delicadas manitas. Me entusiasmó el reflejo del ropaje de seda de las dos y las joyas que portan ambas en el cuadro: la niña una sencilla pulserita de perlas, y su madre con una trenza en el pelo pero estupendamente bien decorada con una preciosa tiara de oro, bordado y piedras. Su maestro Rubens se casaría con la hermana de Susana años más tarde, y el propio hijo de Van Dyck contraería matrimonio con la niña de este retrato.

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El segundo cuadro es un pequeño autorretrato de apenas 43 centímetros. Para mí, una de las joyas de esta exposición. Es la primera obra con la que nos topamos al entrar en la exposición, pero merece la pena dar marcha atrás y volver a verla antes de abandonar la sala definitivamente. Impresionante luz, impresionante mirada y unas ligeras y sueltas pinceladas en los detalles del rostro, que a mí me dejaron absolutamente prendada.

Nosotros, como siempre, tuvimos la suerte de contar con las explicaciones y la compañía de María de Cuenca. Ella consigue que veas las obras de una manera muy especial.

Os dejo el link a la página oficial de la exposición, por si queréis conocer algún otro detalle y os aconsejo que no os perdáis esta muestra.

MUSEO DEL PRADO