La Reina que puso de moda el traje de novia de color blanco.

El 10 de febrero de 1840, en la Capilla Real , St. James contraían matrimonio la reina Victoria de Inglaterra y el príncipe Alberto, el día amaneció lluvioso, pero esto no impidió que la ceremonia fuera seguida en directo por miles de súbditos ingleses.

La reina  rompía por primera vez una costumbre bastante arraigado entre las mujeres de la casa real británica al contraer  matrimonio con un traje de color blanco en lugar de usar una rica tela bordada en oro o en plata. Pero Victoria, que ya era Reina, cuando contrajo matrimonio, pudo decidir sin presiones como sería su vestido de novia. Un vestido relativamente sencillo, para lo que estaban acostumbradas a lucir las mujeres de sangre real y que la reina decidió realizar con una seda natural de la prestigiosa zona de Spitafields, y con encaje de Honinton.

La historia de la seda de la zona de Spitalfields en Londres es tremendamente curiosa. A finales de 1687 se registraba la existencia de unos 13.000 protestantes franceses instalados como refugiados en una pequeña zona al norte de la ciudad. Allí comenzarían lo que sería una de las actividades más lujosas y lucrativas de la época. Los protestantes franceses instalaron sus telares de seda y comenzaron a fabricar lo que en pocos años se convertiría en el objeto de deseo de la mayoría de las mujeres de la nobleza de Europa y las clases pudientes de estados Unidos. Las famosas sedas de Spitalfields.

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Durante los siglos XVII y XVIII la zona vivió un crecimiento enorme con la construcción de casas adosadas muy bien equipadas para dar cabida a todos los maestros tejedores y la zona creció rápidamente. A  principios del S.XVIII comenzaron a llegar los tejedores irlandeses movidos por el declive de la industria del lino irlandés, con las expectativas de encontrar trabajo en la industria de la seda.

El comercio con Francia se encontraba en una época de bastante apogeo y la competencia, aunque feroz, mantenía la producción boyante. A mediados de siglo comenzaron los disturbios entre los tejedores y las protestas por los ínfimos salarios y las pésimas condiciones de vida. Entrado el S.XIX y en la época en que la soberana contraía matrimonio,  la industria de la seda había entrado en una larga decadencia. Es probable que la Reina eligiera esta seda con la esperanza de fomentar el interés por los productos realizados en Inglaterra y con la intención de reflotar  los pequeños talleres que estaban tendiendo a desaparecer.

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Por el mismo motivo seguramente elegiría los encajes de la zona de Honiton.  Esta zona de Inglaterra se popularizo por la realización de un tipo de encaje del tipo de los bolillos, un encaje con motivos florales y naturales que van unidos con una finísima red. El Encaje Honiton es uno de los mejores y más delicado y aunque es especialmente frágil, también es particularmente hermoso y adecuado para velos de novia y delicados juegos de té.

Es posible que esta técnica fuera introducida en Inglaterra por inmigrantes flamencos durante la época isabelina, que llegaron en busca de libertad religiosa. Pero fuera como fuese, si sabemos que a principios del S.XVII la mayoría de las casas de esta zona contaban con un miembro capaz de realizar este tipo de encaje y que a finales de este siglo más de la mitad  de los residentes en la zona se ganaba la vida como encajera.  Este oficio siempre fue realizado mayoritariamente por mujeres.

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La reina encargo una gran pieza de encaje en el que se emplearon más de doscientas personas y en el que se trabajó desde, marzo hasta noviembre sin parar. La pieza media más de 3 metro y medio de largo y 70 cm de ancho. Como resultado de esta elección la reina popularizo, Honiton y Spitalfields  convirtiendo a las dos en objetos de  deseo para las novias de clase alta de mediados del S.XIX. Al menos en cuanto al encaje de Honinton cada novia inglesa esperaba tener al menos un pañuelos o un pequeño mantel decorado con adornos de encaje de esta zona.

Aunque ya mucho antes de la boda de la reina victoria el blanco era popular para realizar vestidos de novia entre la alta nobleza hay que reconocer que fue a partir de este momento  cuando verdaderamente se popularizo su uso, o más que popularizarse se puso de moda entre la alta burguesía y la nobleza.  Las bodas entre las clases más poderosas eran alianzas políticas más que verdaderas historias de amor, y así el vestido de boda no era más que otra  excusa para mostrar la riqueza de las familias de los novios.

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Se demostraba la riqueza con joyería (algunas novias del Renacimiento Italiano, por ejemplo, llevaban la dote cosida en el vestido), aunque las telas eran también una forma importante de mostrar riqueza, y cuanto más elaborado era el tejido y más raro el color, más se demostraba el poder de la familia.  Hay que recordar que antes de la invención de técnicas efectivas para banquear las telas, el blanco era un color valorado: era difícil de conseguir y difícil de mantener. Las novias ricas, por tanto, llevaban a menudo el blanco para demostrar su dinero, no su pureza como se suele pensar ahora.

La Reina en lugar de elegir una de las soberbias tiaras con que cuenta la corona británica entre su impresionante colección de joyas, prefirió  lucir  una discreta corona de flores (símbolo de pureza) con una pequeña cantidad de mirto (símbolo de amor y felicidad), y éstas también se convirtieron en las flores más populares entre las novias de toda Europa y aun hoy podemos encontrar muchas novias que eligen su tocado inspirándose en estas piezas de mediados del S.XIX. No obstante la reina eligió para un día tan especial un broche de zafiro y diamante regalo de su prometido y su magnífico collar de diamantes y aretes de Turquía.

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La boda de Victoria fue ampliamente publicitada, y ampliamente copiada, incitando a un enorme número de novias a vestir de blanco. Aunque el factor más importante en la popularidad del color blanco en las novias fue el nacimiento de una gran clase media con posibilidad de gastar por primera vez en la historia moderna. Esta clase media se esforzó para emular las costumbres de la clase alta.

La Reina  le tenía tanto cariño a su vestido, que posó para numerosas pinturas con él y aunque fue criticado por algunos en su momento por ser demasiado simple a ella le encantó y apreció tanto su belleza durante toda su vida que reutilizó el volante para lucirlo en varias ocasiones importantes, y permitió a su hija Beatriz utilizarlo  el día de su boda.

El vestido de la boda de la reina Victoria es aún hoy, una verdadera joya a pesar de que ya no está unido a ese maravilloso volante de encaje.

La Reina lo amó tanto que pidió ser enterrada con su velo de novia.

Bibliográfica

Tedreamstress.com

Queenvictoria.victoriana.com

Orderofsplendor.blogspot.com.es

Ada María Davis y el diario de su boda.

Era muy corriente a finales del S.XIX que las mujeres se dedicaran a la enseñanza. Normalmente debían abandonar ese trabajo al contraer matrimonio para hacerse cargo de su nueva casa y de su esposo. En el caso de Ada María trabajaba para mantenerse, ya que carente de padres necesitaba una ayuda económica para salir adelante.

Ada Maria Davis era huérfana de padre y madre y vivía como huésped en casa de George y Mary Hudson en Rutland, Massachussets, este hecho seguramente se debía a que en aquella época no estaba muy bien visto que una mujer trabajara y viviera sola. Seguramente Ada decidió vivir con el citado matrimonio para no levantar habladurías entre sus conocidos.

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En 1874, Ada se había trasladado a Worcester, Massachusetts, donde era profesora en la Escuela Adams Square, y allí muy probablemente habría conocido a su futuro esposo,  Timothy Sibley Heald. Timothy vivía en Hubbardston, donde su padre regentaba un aserradero de madera.

Ada Maria debía ser una mujer extremadamente organizada y previsora, comenzó a llevar la cuenta de gastos de su boda seis semanas antes de la fecha prevista, y aún se conserva el cuaderno en el que con todo detalle fue apuntándolo todos los gastos. La suma total asciende a $667.16 en los artículos relacionados específicamente con la boda.  Parece ser que ese dinero provenía de los ingresos por la venta de la madera vendida un tiempo atrás, que probablemente Ada habría heredado a la muerte de su padre, por lo que podemos pensar que quizás fueron las gestiones para la venta de esa madera lo que hizo que ella y Timothy se conocieran y comenzaran su noviazgo.

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Davis mantenía el diario con todos los detalles. Era meticulosa en la registro de todos los gastos de su boda y su ajuar. En él vemos anotado todo lo referente a gastos,  adquiriendo tela, encajes y otros suministros de costura, guantes de seda, medias, azahar y una falda de aro, entre otras cosas. Ella era consciente de cada centavo que gastaba.

El vestido de novia se realizó con  dieciocho yardas de satén blanco, que Davis compró a Miss. Aldrich por $45.

El corpiño se ajustaba un poco hacía abajo, siendo más largo que los que hemos visto hasta ahora. Algo que se puso de moda más o menos por esas fechas. El largo de Ada estaba un poco a caballo entre lo que empezaba a estar de moda y lo que ya no gustaba tanto, lo cual nos habla de su deseo de estar a la moda pero sin ser demasiado rompedora en sus gustos. Su falda también era algo menos abullonada que las que hemos visto hasta el momento. Al final, con todos estos cambios, la figura de la mujer comienza a ser más estilizada.

Ada Davis y T. Sibley Heald se casaron por la tarde en el moderno «Bay State House», un moderno hotel para la época construido en 1856 y situado en el corazón del distrito financiero de Worcester. De acuerdo con el diario de Davis, la pareja invitó a 239 personas, en su mayoría amigos y familiares de Worcester y sus alrededores, aunque algunos llegaron desde lugares tan lejanos como Chicago y Cincinnati.

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Fue todo un evento muy moderno, y un centenar de invitados disfrutaron de la obra hecha por la repostera local Hannah Hemenway, que era especialista en pasteles de boda.

Espero que os guste nuestra novia Vintage de febrero. A mí me ha resultado muy curiosa su historia.

Os dejo un par de fotos del hotel donde se celebró el banquete y del diario de Ada, que me han parecido muy curiosas.

Bibliografía:

Wedding Perfection- Two Centuries of wedding Gowns- Cynthia Amnèus.

Novias Icónicas

El siglo XIX supuso una nueva etapa en el vestido de novia, sobre todo a raíz de la boda de la Reina de Inglaterra, que decidió acudir al altar en un precioso vestido blanco, algo que no había sido costumbre en la realeza hasta la fecha.

Este mes estrenamos sección y no podiamos haber elegido mejor época para comenzar, vamos a darnos juntos un paseo por lo mejor de la moda nupcial de finales del S.XIX.

¿Te vienes conmigo?

 

Florence Carlisle y su aventura europea.

Una curiosa costumbre entre la clase acomodada americana de finales del S.XIX era que al alcanzar la mayoría de edad solían realizar un viaje por Europa, una aventura que era conocida como “El Gran Tour”. Un apasionante viaje en el que los jóvenes aprovechaban no solo para visitar la Roma clásica, sino también para perderse por los lugares de moda de la capital francesa, o para estudiar de cerca la pintura renacentista de los mejores museos italianos. Este “Tour” era una ocasión perfecta para ser presentados en Londres ante la Reina de Inglaterra y, de este modo, entrar a formar parte de lo que ellos llamaban la “buena sociedad”. Ser presentado en la Corte se había convertido en un pasaporte para la formar parte de un restringido circulo y así asegurarse la aprobación en la alta sociedad americana.

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Parece que nuestra protagonista de esta semana se encontraba en el censo londinense en el año 1871, domiciliada en el Hotel St. James en Jermyn Street, viajando junto a su madre y su hermano con un grupo de cuarenta americanos

Florence Carlisle, para ser presentada ante la reina tenía que cumplir con unas estrictas normas de vestimenta. Las señoras debían llevar un vestido de noche con escote bajo y manga no muy corta. Se requería el uso de un tocado de tres plumas de avestruz con un pequeño velo.

El vestido que os traigo hoy, y que se encuentra actualmente en Museo de Arte de Cincinnati, lleva el sello de una modista de Londres, la Sra. James, una de muchas en el West End que se especializó en el traje de corte. Está claro, por las fotografías originales tomadas en Londres, que la señora James realizó para  Carlisle un vestido que seguía las más estrictas reglas de protocolo.

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Como el vestido de una novia, este tipo de trajes de corte estaba hecho especialmente para la ocasión. No es de extrañar que las damas vistieran sus trajes de novia el día que eran presentadas en la corte o que por el contrario usaran los trajes con los que se las presentaban en sociedad para contraer matrimonio. El vestido fue donado al museo como vestido de corte y de novia. Sin embargo, Carlisle no se casó hasta junio de 1884, por lo que parece poco probable que fuera usado para dos fechas tan separadas. El vestido es una joya en su diseño y ejecutado en un tono dorado  y cargado de detalles románticos. Con una preciosa falda llena de pequeños volantitos plisados y una preciosa cola de seda natural. Un diseño que bien podría lucir cualquier novia de este S.XXI.

¿No os parece que los trajes de novia clásicos nunca pasan de moda?

Bibliografía:

Wedded Perfection Two centuries of wedding gowns- Cynthia Amnéus.

Un traje de novia color maiz, un referente en el S.XIX

Elizabeth Kissam (1844-1902), hija de un comerciante del centro de Nueva York, contrajo matrimonio con Henry De Bus natural de Ohio en pleno S.XIX. Su futuro suegro poseía negocios de fabricación de alambiques, cubas y cisternas de los que Henry se haría cargo al poco de volver de la guerra civil y casarse con Elizabeth.

En 1868 la empresa tomó el nombre “Debus Tub and Coopering Co”, con oficinas en la calle Elm en el centro de Cincinnati. Coopering era un negocio lucrativo, ya que en aquella época había más de 35 fábricas de cerveza solamente en el distrito Over- the-Rhine de Cincinnati, y la fábrica de Henry suministraba material prácticamente a todas ellas.

Elizabeth Kissam eligió un vestido para el día de su boda de aire vanguardista para la época.Una falda con un más que generoso vuelo y un dobladillo de más de 50 cm que la hacían caer con una elegancia especial. Con la invención de la crinolina en la década de 1850, las faldas ganaron muchísimo volumen y se hicieron cada vez más impactantes. Con la ventaja de ser muchísimo más ligeras y permitir a las mujeres moverse con muchísima más libertad que las antiguas y pesadas enaguas para dar volumen.

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La mayoría de los vestidos de su época se hicieron en dos piezas, el corpiño separado de la falda. En esta ocasión Elizabeth eligió un diseño en el que la falda iba unida a la blusa. Este tipo de diseños comenzaron a verse en las revistas de moda de 1859, pero fueron muy pocos modelos los que se debieron realizar ya que apenas han sobrevivido. Yo creo que debían ser mucho más incómodos y menos prácticos que los vestidos de dos piezas.

El color de este vestido de novia es bastante llamativo. En vez de blanco Kissam eligió un color oro rosado, en una seda de tafetán que cambiaba de color según la luz que recibía. Un color al que algunas revistas de moda de la época hacen referencia como color maíz.

La prenda está escasamente decorada con un estrecho encaje de bolillos hecho a mano y cosido justo dentro de la línea del cuello, y un detalle algo más ancho por debajo del busto y sobre los hombros. Un pequeño decorado realizado con dos hilos, uno en color dorado y el otro de un satén blanco,  embellecen el corpiño y las diminutas mangas abullonadas. Los botones están cubiertos con un delicado remate de ganchillo fino.

Un vestido con una  impresionante falda para una mujer con  apenas 50 cm de cintura, que se conserva en perfectas condiciones.

Bibliografia: Two Centuries of wedding gowns  Cynthia Amneús.

Una boda tan solo seis semanas después de la de la Reina Victoria de Inglaterra.

Angelina Russell contraía matrimonio solamente seis semanas después de haberlo hecho la  reina Victoria de Inglaterra.  Esta boda marcó un antes y un después en la estética de las novias de la época. He decidido dedicarle un post completo al traje de la reina, una joya en la que se siguen inspirando nuestros diseñadores y que es un verdadero icono de la moda nupcial. ¡Pero ahora vamos a centrarnos en el diseño del traje de Angelina!

Aunque la pieza es de un estilo bastante similar al de la soberana, Angelina supo darle ese toque tan personal que solo una novia meticulosa sabe dar al traje más importante de su vida.   Tejido con una seda bastante ligera y con un estampado de damasco floral muy popular en estos años, el vestido de Angelina llevaba un precioso corpiño con un amplio escote, rematado con un volante de encaje bordada a mano.

Toda la parte alta del corpiño va ajustada al pecho con jaretas más bien anchas, y en la parte delantera del ceñido corpiño destaca la sencilla decoración, con cinco preciosos lazos realizados en la misma seda del traje.  Este tipo de detalles  siguen estando totalmente de moda, y seguimos viendo trajes de novia de plena actualidad con lazos decorando alguna parte destacada en su diseño.

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Las mangas del traje de Angelina son plisadas en su conjunto, terminando a la altura del codo con otra tira de encaje fruncida en forma de gracioso volante. La falda de Angelina se une al corpiño por una cinturilla de apenas 55 cm de diámetro. Os invito a coger un metro y daros cuenta de lo que supone tener 55 cm de cintura. Me parece imposible que hubiera mujeres en edad casadera con el tamaño de cintura de una niña en edad de hacer la primera comunión.

Angelina Rusell se casaba con James J. Faran (1808-92) el 26 de marzo de 1840, viviendo en Cincinnati, la ciudad natal de su marido.  Faran se convirtió en un exitoso abogado y editor. Durante 23 años sirvió como jefe de editores en un periódico líder local, The Cincinnati Enquirer. La pareja vivió en una moderna zona del centro de Cincinnati, en el 122 de East Third Street, donde criaron a cinco hijos y disfrutaron de  más de 50 años de matrimonio.

BIBLIOGRAFIA

Wedding Perfection- Two Centuries of wedding Gowns- Cynthia Amnèus.

Abigail Holmes y su práctico traje de novia.

Abigail Holmes eligió para su boda una seda de color oro, un color bien diferente a todos los que hemos visto hasta ahora en esta sección de Trajes de Novia Icónicos.

Abigail se casó con Clark S. Potter el 3 de octubre de 1839, en Nueva York, y optó para la ocasión por un diseño de amplio escote, falda acampanada y corpiño ajustado.

Me encanta el diseño de las mangas plisadas que se ajustan con fuerza a la parte alta del codo y a la muñeca.

Justo en esos años, la moda de las mangas cambió y se hizo menos voluminosa en la parte de los hombros, para pasar a ser más ajustado y marcar con más delicadeza las clavículas. Años más tarde, las mangas se estrecharían casi por completo y muchas mujeres adaptarían sus vestidos a la moda de mediados del S.XIX.

El vestido parece más una prenda de paseo de mañana que un traje de novia. No es para nada un vestido pretencioso ni ostentoso, chocando de pleno con el resto de las piezas que hemos venido viendo en esta sección a lo largo de estos meses. Los adornos se reducen a unos sencillos pliegues y algún festón estratégicamente colocado. Ya hemos visto otro vestido de color hace pocas semanas; por ejemplo el de  Mary Waters, realizado casi un siglo antes en una preciosa seda de Spitafields.

La elección de un color tan oscuro no era inusual en las novias de la época. Hay que tener en cuenta que la seda blanca era mucho más cara que las sedas de color y que, además, a ello había que añadir el coste que suponía en limpieza el mantener inmaculado un vestido de tono claro.

Probablemente Abigail fuera una mujer mucho más práctica que el resto de las que hemos conocido hasta ahora, optando por un vestido que también podría usar después de la ceremonia o, simplemente, su economía no la permitió adquirir una seda de color blanco. También pudo influir en su decisión el hecho de que la pareja tenía la intención de embarcarse en un viaje, inmediatamente después de la ceremonia. Un vestido de color oro habría sido mucho más práctico para viajar, dado el polvo y la suciedad inevitable que la pareja se encontraría por los caminos de la época. De hecho, la joven esposa mandó hacerse una pequeña capa corta a juego con el traje.

No he encontrado mucha más información sobre la familia de Abigail Holmes. Si bien la familia Holmes no era rica, el Sr. y la Sra. Clark Potter parecieron haber prosperado. En el Censo Federal de Estados Unidos de 1860, decía que estaban viviendo en Albión con sus ocho hijos, de edades comprendidas entre uno y diecinueve, y con una sirvienta como empleada – una mujer joven irlandesa de nombre Mary Florin-. Clark Potter era empleado de la Oficina de Rentas.

Un precioso y sencillísimo vestido, para una práctica novia de mediados del S.XIX.

Biografía:

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Mary Dayton Richards; Una novia de finales del siglo XIX

Mary Dayton Richards (1842-1921)  y  Milton Brayton Graff (1840-1877) se casaron en  1869,  en Manhattan. En esa época el estilo de los trajes de novia aun eran largos y de faldas muy elípticas pero comenzaban a disminuir algo de tamaño.

La novia que era muy menudita, se decidió por un precioso traje blanco nieve de línea angelical en tejido de tarlatán.  Ahora no es frecuente que las novias luzcan vestido de un color tan blanco puro, es más frecuente utilizar tonos de blanco roto e incluso tonos cremas muy apagados, lo que llaman un blanco sucio.

El tarlatán es un género originario de la India muy parecido a la muselina pero con una trama algo más floja y con una consistencia algo más rígida.

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El vestido de Mary es un modelo muy típico del S XIX bastante modesto y con una línea recatada  como exigían los cánones de la época. Un corpiño o blusita con cuello redondo y botonadura central, que lleva un pequeño babero realizado con volantitos de la misma tela que el reto del traje. Por supuesto al ser la tela del traje tan transparente, va todo forrado con un algodón que le da cuerpo y presencia.

Las mangas son semitransparentes,  ya que aunque son largas no llevan forro más que hasta la altura del codo, con lo que el antebrazo de Mary quedaría un poco visible cuando se encontrara  a contraluz.

La soberbia falda estaba compuesta una enagua sobre la que lucían dos sobre faldas una más corta que otra con un remate ondulado realizado con la misma tela del traje que realizaba un dibujo geométrico algo moderno para la época.

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Mary y Milton se casaron en Manhattan,  lugar de nacimiento de la novia, pero la pareja volvió a los pocos días de la ceremonia a la ciudad natal del novio: Cincinnati, donde trabajaba como psicólogo.

Inicialmente residieron con los padres de Milton, Jacob y May Ann Graff, que vivían al oeste del centro de la ciudad. Entre 1850 y 1890, los ricos comerciantes levantaron en esa zona impresionantes casas de estilo italiano y crearon avenidas por lo que empezaría a llamarse ‘Paseo de los millonarios’.

Desgraciadamente, el matrimonio de la pareja se rompió al poco tiempo por la muerte de Milton en 1875. Y en 1880, Mary construiría su propia casa en Glendale, Ohio, una comunidad 15 millas al norte de Cincinnati en tren de cercanías.

Glendale era un lugar de residencia de verano para los ricos de Cincinnati que huían del ruido y la contaminación de la ciudad. Su entorno tranquilo, de hectáreas arboladas y avenidas curvilíneas con filas de árboles, debió llamar la atención de esta joven viuda con dos pequeños niños que criar. Graff construyó una impresionante casa en la Avenida Congress y vivió en Glendale hasta que murió en 1921.

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Bibliografía:

Wedded Perfection. Cynthia Amnéus.

Springgrove.org

Imágenes:

Wedded Perfection. Cynthia Amnéus.

Google Maps

Un vestido de novia vintage con coraje y sensibilidad

¿Por qué decide una hija vestir el traje de novia de su madre? He estado dándole vueltas a esta pregunta recientemente y finalmente he decidido preparar varias entradas para el blog esta temporada con un tema en común: Trajes de novia antiguos, su historia, sus protagonistas y sus vidas.

Y la primera historia no podía haber sido más apasionante. Han sido varios días de investigación y muchas anécdotas curiosas. Me apasiona meterme en las costumbres, en las curiosidades y anécdotas de la vida de personas del pasado…

En este caso no fue por falta de medios económicos por lo que Mary Muhlenberg Hopkins decidió  lucir el traje que 28 años atrás había llevado su madre Mary Barr Denny Muhlenberg. Mary se casaba con una de los mayores herederos de la época. Me quedó claro desde el principio que sus motivos fueron  íntimos y sentimentales. Las modas ya habían cambiado bastante después de 28 años, pero Mary simplemente retocó un poco el escote para dejarlo algo más recatado que el que habría lucido su madre, y cambió un poco el diseño de las mangas, sin apenas hacer ningún cambio más en la prenda. Debían tener prácticamente la misma talla.

Mary había sido una mujer sorprendentemente bien preparada para la época, sobresaliendo entre todas las estudiantes en el prestigioso Instituto Packer, en Brooklyn, donde se  matriculó en matemáticas avanzadas y astronomía, entre otras asignaturas. Estos conocimientos, y su carácter, la permitieron hacerse cargo de todos los ambiciosos proyectos que tenía su esposo entre manos al poco de enviudar.

Vestido de novia de Mary Muhlenberg tras el retoque Vintage By López Linares

Nuestra protagonista no sólo heredó una inmensa fortuna sino que además se convirtió en una increíble filántropa y benefactora, durante sus veinte restantes años de vida. Hospitales, instituciones médicas, orfanatos, colegios y universidades, un museo de arte, diversos organismos culturales y otras causas que beneficiaron a la humanidad, fueron sólo algunas de las obras que Mary puso en marcha con su tímida y reservada naturaleza.

Entre otros proyectos, levantó el más ambicioso y costoso realizado por una mujer en aquella época; la creación del  Mariemont Village en Hamilton, Ohio. Una ciudad en toda regla, con todos los servicios y avances que os podáis imaginar. Por poner un ejemplo, los cables de teléfono y luz ya iban enterrados bajo el suelo. Todo un avance para la época.

Pero la historia de Mariemont se remonta a principios del siglo XX, cuando su esposo compró una finca cerca de Newport, Rhode Island,  a la que llamó «Mariemont». En ella pasaron días inolvidables y comenzaron a soñar con lo que sería el proyecto más ambicioso de la familia.

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Durante los años siguientes al fallecimiento de Thomas, Mary gastó más de 7 millones de dólares de la época para adquirir todos los terrenos alrededor de  su finca. Necesitaba  espacio suficiente para crear la ciudad de sus sueños: un lugar ejemplar que pudiera acoger a gente de todos los niveles económicos, comprando o alquilando viviendas unifamiliares.

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Mary colocó la primera piedra de lo que sería la ciudad de Mariemont Village en Hamilton, Ohio el 23 de abril de 1923, pero murió 4 años más tarde de esta inauguración, por lo que fueron sus herederos los que pudieron disfrutar de su más grandiosa obra: una de las grandes obras urbanísticas de los Estados Unidos de principios del S.XX, que empleó a los más destacados profesionales de la época.

Estoy segura de que su madre se habría sentido muy orgullosa del papel tan importante que jugó en el desarrollo urbanístico de EEUU. Ella, una mujer con la sensibilidad de lucir el mismo vestido que llevara su madre el día de su boda, tuvo el coraje y la fortaleza de poner en marcha unos de los proyectos urbanísticos más ambiciosos de la época.

Os adjunto un mosaico con un montaje de los dos trajes. ¿Cuál os gusta más a vosotros?

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Yo me quedo con el original, el arreglo de las mangas y el escote no me termina de convencer.

Imágenes y Bibliografía

Findagrave.com

Google.es

Mariemontpreservation.org

Wedding Perfection- Two Centuries of wedding Gowns- Cynthia Amnèus.

Cincinnatiartmuseum.org

Más de dos siglos de moda para novias

Hoy me encantaría recomendaros uno de esos planes que a todos los vintage lovers nos chiflan: Visitar una exposición que alberga el Victorian and Albert Museum de Londres desde el pasado mes de marzo. Si estáis planificando un viaje a tierras británicas durante los próximos meses tendréis la increíble oportunidad de disfrutar de la historia del vestido de novia clásico, desde que se hiciera popular entre las novias a finales del siglo XVIII, hasta nuestros días. Desafortunadamente es poco probable que yo misma pueda asistir, pero espero ser testigo a través de vuestros ojos.

Los mejores diseñadores de trajes de novia de los últimos dos siglos y medio os guiarán con los más de 70 diseños a través de la evolución de este atuendo que jamás pasará de moda: Desde los vestidos en el más blanco puro hasta el más sensual marfil. Entre los diseñadores de cuyos trabajos podrás disfrutar destacan Charles Frederick Worth, Norman Hartnell, Charles James, John Galiano, Christian Lacroix, Vivienne Westwood y Vera Wang.

4 Silk satin wedding dress designed by Norman hartnell in 1933 BACK - Victoria and Albert Museum London - Vintage By Lopez-Linares recommendation

La exposición cuenta la fascinante historia de cada uno de estos 70 diseños, empezando en el año 1775 y acabando en la actualidad, e incluye nuevas adquisiciones respecto a las ediciones previas, como el diseño en violeta que vistió Dita Von Teese en su enlace con Marilyn Manson, o el que en su día lucieran Gwen Stefani y Gavin Rossdale en sus respectivas nupcias.

Pero además de tener la oportunidad de disfrutar de estas piezas de auténtico arte, el Museo V&A ha planificado un completo horario de eventos y actuaciones con la colección histórica como telón de fondo. Charlas nocturnas, talleres o conciertos románticos otorgarán aún más espectacularidad a la muestra. Si estás pensando en asistir a uno de estos eventos, infórmate de las fechas y horarios en Wedding Dresses 1775-2014: Events (simplemente haz click sobre el enlace para accede a al página)

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De un rápido vistazo he destacado algunos a los que me encantaría poder asistir, como el taller con la escritora Julie Cohen como ponente, quien realizará una introducción a los elementos básicos de la narrativa romántica, o… ¿por qué no? escuchar al diseñador de moda más aclamado en Inglaterra, Bruce Oldfield. Aunque sin duda, mi taller favorite sería “Aprender a usar la tiara Victoriana”, como lo hubiera hecho cualquier dama de alto standing de la época.

La muestra permanecerá abierta hasta el 15 de marzo de 2015, lo que significa que tenéis mucho tiempo por delante para planificar ese viaje de ensueño a Londres, y de paso, disfrutar de cada una de estas bellezas. Y, por supuesto, ¡estaré deseando conocer vuestra experiencia con todo detalle! Vosotros seréis mis ojos…

Os dejo aquí el enlace a la website con más información sobre horarios y disponibilidad de entradas. ¡Disfrutad la visita!

Wedding Dresses 1775-2014: Visitor & Ticket Information

Fuente de las imágenes: Victorian and Albert Museum y Arabia Style Fashion

 

Una novia de los años 50

Estrenamos escaparate. Y como estamos en la época preferida para la mayoría de las parejas para celebrar su matrimonio, hemos decidido darle un aire de boda vintage, de boda con un aire retro años 50, a nuestro escaparate estrella.

Ha sido gracias a la generosidad de una gran amiga de la familia, Paula Vallejo Rey del Castillo, Sra. de Esteban, que podamos presumir de tener uno de los trajes de novia más exquisitos de los años 50 en nuestra tienda. La pedimos el favor de sacar a la luz no solo su traje, sino todos los recuerdos que conlleva rescatar una prenda así del armario. Y ella, por el cariño que nos tiene, hizo el esfuerzo que creo ha merecido la pena. Una prenda de alta costura de esta categoría merece estar a la vista de todos, y no guardada en un oscuro armario en una buhardilla.

¿No os parece?

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La pieza se confeccionó en el año 1957, con encaje de chantilly y tul de seda, en el taller de Purificación Sepúlveda en la C/ Tirso de Molina de Madrid. Lo que más llama la atención es su espectacular cola de casi dos metros, toda montada con volantes de encaje de chantilly y tul, unos sobre otros, que hacen de ella una pieza tan espectacular en su movimiento, caída y tamaño que casi no nos cabe en el escaparate.

La verdad es que me ha costado hacer las fotos, porque materialmente no cabíamos la cámara, el traje y yo en el escaparate de la tienda, que no es que sea pequeño, es que el vestido es espectacular.

Si te animas a pasar a verlo en persona, ya sabes que nos encuentras todos los días de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00 en la C/ Claudio Coello, 60 de Madrid, y que nos encantará enseñarte esta pieza de museo personalmente.

Si tú también tienes un traje antiguo que te gustaría poder presentar en sociedad, no dudes en contactar con nosotras. Estaremos encantadas de lucirlo en la tienda, si participas de nuestra idea.

¡Os esperamos!

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Las joyas de Gina Lollobrigida

El próximo 14 de mayo se celebra en la casa Sotheby´s de Ginebra una grandiosa subasta de joyas. Entre ellas se encuentran 22 importantes piezas de la actriz Gina Lollobrigida. La artista vende parte de su magnífica colección de joyas para recaudar fondos con fines benéficos, concretamente para la investigación sobre células madre.

Todas las piezas que subasta la actriz fueron diseñadas y realizadas por la casa Bulgari en los años 50 y 60, siendo lucidas por la actriz en numerosas ocasiones.

Esta subasta me recuerda a la que en diciembre de 2011 se realizó en la casa Christie`s, en la que se subastaron las joyas de la mítica Elisabeth Taylor. Entre ellas la famosa perla Peregrina, sobre la que he hablado hace unos días en la revista «Pasarela de Asfalto».

La actriz fue descubierta mientras era estudiante en la Academia de Arte de Roma, al decidir participar  en el concurso de Miss Italia en 1947, por el famoso director de cine italiano Vittorio de Sica. En pocos años viajaba a Estados Unidos, y en 1953 debutaba en la película de John Houston «La burla del diablo». En 1961 recibe un Globo de Oro por su papel protagonista en «Cuando llegue septiembre», una divertida comedia junto a Rock Hudson.

En 1970 la actriz se coloca detrás de las cámaras, convirtiéndose en fotógrafa y llegando a publicar 10 libros de fotografía. Os dejo el link a su página web, donde pueden verse algunas de las imágenes que ha ido tomando a lo largo de su carrera como periodista y fotógrafa.

Esta es la lista de algunas de las joyas que se subastan:

  • Anillo de diamantes de Bulgari de 1962, 19.03 quilates (precio estimado 600.000 – 1.000.000 dólares)
  • Anillo de esmeraldas y diamantes de 16,62 quilates de 1964 (entre 120.000 – 180.000 dólares).
  • Conjunto de collar/pulsera de diamantes, Bulgari, 1954 una de las piezas favoritas de Miss Lollobrigida y que lució en la entrega del premio de Globo de Oro a la mejor actriz en 1961 (estimado en 300.000 – 500.000 dólares).
  • Pendientes de esmeraldas y diamantes, Bulgari, 1964. De cada pendiente cuelga un pendiente desmontable engarzado en el centro con una esmeralda en forma de pera (estimado 150.000 – 250.000 dólares).
  • Pendientes de perlas naturales y diamantes, Bulgari, 1964, que la actriz lució en  el estreno de «La mujer indomable» en Londres en 1967 (estimado 600.000 – 1.000.000 dólares).
en el Waldorf Astoria de Nueva York en 1963.

Comentando la venta Gina Lollobrigida dijo: «He tenido la suficiente suerte como para desempeñar muchos roles en mi vida: como actriz, madre, periodista gráfica, embajadora de las FAO y artista. Empecé a coleccionar joyas de Bulgari en los 50 y 60, atraída por la maravillosa artesanía y distintivo estilo de estas piezas. Me han acompañado en muchos viajes, tanto profesionales como personales, me rememoran aquellos tiempos y la extraordinaria gente que conocí en el camino».

Ahora, parte de esta extraordinaria colección sale a subasta, pero antes podrán verse en Londres, New York y Roma, para volver a Ginebra donde serán subastadas. Lo que más me alegra de todo es que se van a subastar para una causa benéfica.

LINKS DE REFERENCIA:

«Jewerly News Net Work»

«Papuatatto»

«The Jewellery Editor»

«Gina Lollobrigida»

«Tumblr»

El Legado Casa de Alba

El viernes por la tarde acudí a visitar la  exposición “El Legado Casa de Alba”. Tuvimos la suerte de disfrutar de una visita privada de la mano de María de Cuenca. Todo un lujo contar con sus explicaciones en exclusiva, y una delicia pasar por las salas de la exposición de su mano.

La muestra ha reunido alrededor de 150 obras procedentes del Palacio de Liria. Muchas de ellas se exhiben al público por primera vez en la historia, en lo que podríamos denominar la exposición cultural más importante del año.

La Fundación Casa de Alba ha querido con esta exposición dar a conocer la importantísima labor que realiza para mantener y conservar una de las colecciones privadas más importantes de nuestro país.

Si tengo que quedarme solo con una pieza de esta exposición sería “La duquesa de blanco”, de Francisco de Goya. Me fascina ese cuadro, estaba deseando poder verlo al natural.

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Ya hace meses que solicité realizar una visita al Palacio de Liria, aún sigo esperando respuesta. Entre mis mayores deseos estaba poder disfrutar de esta obra en su emplazamiento original. Levantarte por la mañana, entrar en uno de los salones de tu casa y admirar esta obra de Goya, debe ser algo difícil de describir.

El cuadro es soberbio. Doña María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, XIII Duquesa de Alba, era una de las mujeres más atrayentes del Madrid de la Ilustración. Su belleza ha sido cantada por poetas y músicos; de ella decían que era tan bella que cuando paseaba por la calle todo el mundo la miraba desde las ventanas, y hasta los niños dejaban sus juegos para contemplarla.

Doña Cayetana tenía un fuerte temperamento y era conocida en los suburbios de Madrid por disfrazarse de maja y participar en las fiestas populares. Protectora de actrices, poetas, pintores y toreros, llegaba a disputarse los favores de los bellos jóvenes con otras cortesanas, incluso con la propia reina. Todo un personaje de aquella época, una mujer lanzada e inquieta que enamoró a Goya desde el momento de conocerla.

Goya supo retratar su personalidad lanzada, inquieta y muy osada para la época. Elige un elegante vestido de gasa blanca adornado con una cinta roja en la cintura, un collar de coral y varios lazos del mismo color en la pechera y en el pelo, que me recuerdan a las flores que ahora suele lucir la Duquesa de Alba en casi todas sus salidas públicas. Creo que es un guiño a su antepasada. El pelo suelto y rizado, algo impensable en una dama de la alta burguesía como era ella, y más propio de las cortesanas de la época. A su derecha su perrillo faldero, con un coqueto lacito rojo en su patita símbolo de fidelidad. Posiblemente la que le profesaba el mismo pintor.

Otras obras dignas de mención son «La Virgen de la granada», único cuadro en manos privadas de Fra Angelico, nunca antes expuesto en público. O documentos tan señalados como la colección de cartas autógrafas de Cristóbal Colón, la más extensa que se conoce, así como una primera edición de El Quijote.

Otras de las piezas que llamaron poderosamente mi atención son las relacionadas con Mª Eugenia de Montijo. Sobre todo, un busto en mármol del que os adjunto una foto en bronce (no he encontrado ninguna del que tienen en la Casa Alba). De esta pieza, sobre todo, llamó mi atención el broche que lleva en su escote, ya que en la tienda tengo dos modelos muy parecidos a este.

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Y como resumen de la exposición os dejo con las  palabras de D. Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, duque de Huéscar: «Nuestra intención es compartir las obras y piezas que componen la colección de la Fundación Casa de Alba, con un público cada vez más entendido y más interesado por la cultura y la historia. Esta muestra nos permite dar a conocer diferentes obras y documentos que han sobrevivido a los avatares de la historia, y que conforman el mayor tesoro del legado de nuestra familia»

La exposición es un auténtico viaje por la Historia de España, de la mano de una de las familias más nobles y con más títulos del mundo, que os recomiendo no perderos.

Permanece abierta hasta el próximo 31 de marzo.

Exposición Casa de Alba

Vídeo presentación exposición.

El Blog de María de Cuenca

Aquellas pequeñas cosas…

Aquellas pequeñas cosas… Pequeños detalles que son capaces de alegrarme un día y de recargar mi saldo de ilusiones.

Historias que llegan a mis manos de manera casual. Historias desconocidas hasta ese momento, pero que me hacen pensar, recordar momentos y me llenan de ternura. Historias de las que no podré olvidarme en la vida.

Compré este traje de novia en una subasta en Inglaterra. Llevaba años buscando un traje de novia de los 20s, y al verlo colgado en la percha me quedé fascinada con él. Pujé de inmediato y conseguí comprarlo. La espera hasta que lo vi en mis manos se me hizo eterna… Me llegó hasta Madrid en una sencilla caja de cartón antigua. Pero la gran sorpresa llegó cuando, al abrir la caja, me encontré con una fotografía de una pareja de novios de los años 20’s. No me cabe la menor duda de que se trata de la novia, luciendo el vestido que acababa yo de recibir. Una fotografía de estudio seguramente realizada después de la boda, como era costumbre en la época.

¿Por qué alguien se desprendería de una joya de vestido así?

¿Por qué enviar la fotografía de boda al comprador del vestido?

Miro sus caras en esta foto e imagino en su sonrisa la ilusión que ambos sentían en ese momento. Ilusión que comparto hoy al disponer de ese mismo vestido, tantos años después, y poder conocer a quién lo disfrutó antes que yo.

Una cosa sí tengo clara, y es que no pienso desprenderme de ambos trofeos jamás.

Ahora mismo luce en mi escaparate y muestro orgullosa a todo el que se interesa por el traje, el velo, la fotografía y, por qué no, su caja antigua.

¿Te gustaría a ti también poder disfrutar de este legado de la historia?

Vintage

Vintage FOTODIP

Imágenes: María Vintage