Diccionario Vintage: Con la «H» Hebilla

Todo cinturón necesita o precisa de un elemento para ser cerrado y ajustado a la cintura. En la antigüedad era muy frecuente que estas piezas se realizaran en plata y se decoraran con piedras semipreciosas o perlas.

Las hebillas están formadas por una parte móvil en forma de pincho, que entra en los distintos orificios de la parte de tela o cuero del cinturón, de forma que con ella conseguimos agrandar o achicar a necesidad el cinto.

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Es una pieza de joyería que puede embellecer y enriquecer mucho tanto abrigos, como vestidos de noche y ceremonia.

Aunque en la actualidad es más frecuente encontrarlos de materiales más baratos, existe la posibilidad de reutilizar antiguas hebillas de cinturones para su uso. De esta forma siempre vamos a enriquecer la prenda con una pieza exclusiva y probablemente única.

Imágenes: @María Vintage Photography

Diccionario Vintage: Con la «E» Estrass o Rhinestone

Piedra de vidrio  que intenta imitar al brillante y que se utiliza para decorar joyas de fantasía. Su nombre proviene del apellido de su inventor, Georg Friedrich Strass (1701-1773).

En 1750 Strass, el joyero alsaciano, consiguió fabricar una clase de vidrio con sales de plomo en su composición que poseía un brillo muy parecido al del brillante. Su invento dio la vuelta al mundo, consiguiendo poner al alcance de todas las clases sociales el brillo y la belleza de las piedras preciosas. Strass inventó el concepto de “piedra preciosa de imitación”, y dedicó  su vida a la fabricación de brillantes “falsos”.

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En 1810 Lançon perfeccionó el invento haciendo las imitaciones más brillantes y duras. Para ello colocó en la base un metal con brillo de espejo, para reflejar más luz, y aunque en un principio solamente se fabricaron en color blanco, poco a poco y con varios avances en la técnica, comenzaron a producirse en diversos colores que imitaban los rubíes, las esmeraldas o los zafiros.

Toda mujer quiere brillar con luz propia, y el invento de Strass consiguió que las mujeres de todas las clases sociales pudieran lucir joyas con el brillo de las piedras verdaderas, a un coste mucho más bajo. Strass popularizó el uso de los brillantes.

Mucho más tarde estas piedras de Strass se han usado también para decorar ropa, zapatos y todo tipo de complementos de moda.

Imágenes: María Vintage Photography

 

Diccionario Vintage: Con la «C» Colgante

Colgante o Pinjante: adorno de joyería que cuelga.

En joyería se conoce en la actualidad con este nombre a toda pieza que cuelga de una cadena sobre el cuello.

Distinguiríamos dos tipos de colgantes:

  • Colgantes sueltos: son aquellos que pueden ser sacados de la cadena sobre la que penden y ser colocados en otra cadena más larga, gruesa o incluso colocarse colgando sobre una cinta de terciopelo o de seda natural. Este tipo de colgantes sobre tela tuvieron mucho éxito durante el S.XIX y principios del XX, y solían usarse muy pegaditos al cuello.
  • Colgantes integrados en un collar: aquellos que no pueden ser separados del collar, ya que forman parte del mismo y decoran el centro.

Los colgantes pueden tener infinidad de formas, tantas como el maestro orfebre sea capaz de imaginar, y están compuestos por metales preciosos, piedras o cualquier adorno que sea susceptible de ser lucido en el atractivo escote de cualquier mujer.

Las formas más comunes son las de corazón, formas geométricas o de ramilletes, pero también es frecuente encontrar colgantes con formas de pequeños animales, letras o, simplemente, una llamativa piedra engarzada para ser lucida en solitario.

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Imágenes: María Vintage Photography 

 

Diccionario Vintage: Con la «B» Broche

¿Broche o prendedor?

Su antepasado es la fíbula, pieza que data de la edad de bronce.

Su uso, como tal, comenzó en la antigüedad como pieza de joyería, para sujetar o cerrar las pesadas capas o las prendas de vestir. Con el paso de los años su uso se fue extendiendo pasando a ser meramente estético, convirtiéndose en un adorno de joyería eminentemente femenino, que  gusta de ser lucido tanto en la solapa de las chaquetas como en vestidos o pañuelos.

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Formado por dos piezas soldadas entre sí, una hace las funciones decorativas y la otra es una especie de imperdible que sirve para fijarlo a la prenda.  Es muy frecuente que ese cierre de imperdible lleve un pequeño sistema de seguridad, para que el broche no se abra en ningún momento y así no pueda perderse.

Es frecuente, y en nuestras colección disponemos de varios modelos, que los broches lleven otra pieza oculta, una especie de anilla que al abrirse sirve para introducir una cadenita dentro, y así el broche puede colgarse en el cuello a modo de collar.

Hay muchas mujeres que los coleccionan, siendo frecuente encontrar coleccionistas de broches en forma de lazos, mariquitas, libélulas y un largo etc.

Pieza de gran belleza que siempre complementa un buen traje y crea un look elegante y atemporal.

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Como forma de ilustrar en la medida que un broche bien escogido puede resultar el complemento ideal y definitivo en una indumentaria elegante, recurro a la conocida frase de «cerrar con broche de oro», lo que vendría a significar ese toque final que permite la culminación perfecta de algo.

Imágenes @ María Vintage Photography

Diccionario Vintage: Con la «A» Aljofar

El nombre de aljófar proviene del árabe, significando pequeña perla o conjunto de ellas, de forma irregular. Los poetas suelen utilizar este término para designar las pequeñas gotas de rocío que cubren la hierba a primeras horas de la mañana. Generalmente son de escaso valor, pudiendo distinguir dos tipos diferentes: las llamadas “amapola”, que  son más esféricos, y las llamadas “semilla”, de forma más ovalada e irregular

Se da el nombre de aljófar también a las piezas de joyería que se realizan con este tipo de perlas que se utilizaban tanto para coser en pendientes o colgantes, como para decorar las más ricas sedas en el Renacimiento.

En la actualidad no es muy frecuente encontrar piezas de joyería realizadas con este tipo de pequeñas cuentas de perlas, ya que es complicado trabajar con ellas debido a su minúsculo tamaño.

Cuando están bien cosidas,  tanto sobre oro como sobre plata, resultan muy atractivas y elegantes.

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Fotografías: @María Vintage Photography

Las joyas de Ava

Ava Gardner fue de una belleza exuberante, fuerte, impetuosa y siempre indomable. Puro glamour y sensualidad, y otra gran coleccionista de joyas.

La actriz fue propietaria de una clásica colección de joyas, en su mayor parte datadas en las décadas de los 60 y 70. Colección que, a pesar de la exótica belleza de la actriz, sorprende por su estilo enormemente discreto.

Quizás una de las primeras joyas que entrara a formar parte de su colección, fue el anillo de compromiso que le regalara Mickey Rooney el día que anunció su compromiso. Fue en una sonada fiesta en Romanoff. Mickey la obsequiaría con un fabuloso brillante de corte escalonado, con un peso de 6,35 quilates.

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Otra de las piezas emblemáticas de su colección fueron un elegante juego de  pendientes de diamantes, diseñados en forma de ramo de flores, con colgantes intercambiables. Podía usar gotas de diamantes en forma de pera, gotas de jadeíta, unas imponentes gotas de esmeraldas y diamantes o perlas cultivadas coronadas con diamantes. En la película «El puente de Cassandra» llevaba estos pendientes con las gotas de perlas, así como casi todas sus otras importantes joyas. Una pieza muy versátil con un precioso y clásico diseño.

Ava contó en su colección con un impresionante anillo con un zafiro de “Cachemira”, un regalo de Howard Hughes que la actriz devolvió a su propietario cuando terminaron su relación. Los zafiros de “Cachemira” no son piedras cualquiera, son los zafiros más famosos y cotizados del mundo, y poseen un excelente color azul de un tono adormecido que ha sido descrito como “zafiros de terciopelo”. Debido a su extrema rareza estas piedras tienen una reputación casi mítica.

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Los zafiros de Cachemira pocas veces se muestran, incluso ni siquiera en las subastas más importantes. Para que os hagáis una idea de su precio y rareza, la última pieza importante que salió a subasta fue en abril de 2007 en una subasta en Christie’s, en la que se vendió un zafiro de Cachemira con forma de cojín de 22,66 quilates, engarzado en un colgante rodeado de diamantes, por valor de $ 3.064.000 a un comprador anónimo.

Como la mayoría de las mujeres de su generación, Ava amaba las perlas. Para su boda con Frank Sinatra en 1951 eligió llevar un collar de perlas de dos vueltas y unos pendientes de diamantes y perlas a juego.

Pero la mejor pieza de toda la colección era un anillo de esmeraldas y diamantes de Van Cleef&Arpels. La esmeralda, una pieza de 4,6 kilates de facetado casi perfecto y un vibrante y fantástico color verde, se engastó, dentro de un cerco de pétalos de diamantes, en Nueva York en 1961 en la joyería Van Cleef&Arpels, con un diseño muy de moda en la época.

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Otras de las piezas destacadas de su colección son:

  • De Van Cleef&Arpels una muy atractiva pulsera flexible de diamantes creada a principios de los 60. De la misma firma y época son dos broches de diamantes en forma de flor. El centro de uno de los broches llevaba esmeraldas engastadas y una bonita pulsera de diamantes y perlas cultivadas.
  • Y un broche de diamantes y perlas cultivadas del Misisipi diseñadas en forma de un ángel sentado en una nube, con corazones de rubí.

Queda patente que el joyero preferido de Ava fue Van Cleef&Arpels, siendo ellos los artífices de casi todas sus joyas más importantes.

En comparación con muchas de las actrices contemporáneas de Ava su colección de joyas era pequeña, aunque consistió en una de las mejores, más estilosas y clásicas de la época.

En 1989 decidió vender parte de su colección de joyas en Nueva York. El resto de su colección salió a subasta poco después de su muerte en Londres.

Siempre será recordada como “El animal más bello del mundo”, y su colección de joyas como una de las más clásicas de su época.

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BIBLIOGRAFIA

Avagardnermito.blogspot.com

Gemselect.com

“Hollywood Jewels” by Penny Proddow, Debra Healy and Marion Fasel

Imágenes:

Pinterest

Sam Levin

Diccionario Vintage: Con la «T» Tiara

Distinguimos tiara de diadema, aunque sus orígenes sean los mismos. La tiara levanta, según su tamaño, y luce más en la parte delantera de la cabeza. Mientras que la diadema es un aro abierto que queda más pegado a la cabeza, e incluso se usa para sujetar el pelo hacía detrás.

Elegante y fascinante forma de joyería casi siempre asociada a antiguas familias reales europeas, que jugaron algún papel relevante en la historia. Muchas de estas antiguas tiaras se desmontaron cuando pasaron de moda, llevando a utilizar sus piedras preciosas en otras piezas de joyería más ponibles o por necesidades económicas.

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Los romanos jugaron un papel muy importante en su evolución, adaptando la moda de su uso y utilizando piedras preciosas como las amatistas, perlas, esmeraldas, zafiros y diamantes. En Grecia, en cambio, las hojas y las flores para la cabeza se hicieron muy populares, sirviendo sus diseños florales de inspiración en la actualidad.

Las tiaras en los últimos años han adaptado su uso en ceremonias nupciales de forma discreta.

Es la más elegante y sofisticada de todas las joyas para una novia, permitiéndole hacer lucir, aún más esplendida e iluminada si cabe, lo que ya de por sí luce ella en un día tan señalado.

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Nada puede hacer sentir a una mujer más especial que lucir el día de su boda una pequeña tiara. Para la gran mayoría de las mujeres modernas, su boda es probablemente la única ocasión en su vida en la que puedan ponerse una joya de estas características. Esta costumbre de coronar la cabeza de una novia el día de su boda, tiene como  significado la  pérdida de la inocencia y el triunfo del amor, siendo un destacado accesorio en muchas de las ceremonias nupciales más tradicionales.

Es muy frecuente ver como se ha utilizado, y sigue utilizándose, el “lenguaje de las flores” y el “lenguaje de las piedras” a la hora de realizar estos diseños tan apreciados en joyería.

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La elección de las piedras es particularmente importante ya que, de acuerdo con la antigua tradición de la lapidaria, las diferentes piedras tienen distintos significados, al igual que las flores llevan una variedad de mensajes simbólicos unidos a ellas. De ahí que sea tan relevante tanto el diseño floral como los colores que se utilizan al realizar piezas de joyería, y más en el caso de una tiara diseñada para ser usada en un día tan especial.

La tiara es la joya nupcial por excelencia.

Adjunto una pequeña y curiosa tabla:

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Diccionario Vintage: Con la “S” de “Sortija

La sortija o anillo es un aro más o menos grueso que se utiliza  como complemento para adornar los dedos de las manos, su nombre deriva del latín anĕllus.

Se ha usado con muy diferentes propósitos a lo largo de la historia. Tenemos constancia de su uso desde la época de los egipcios, persas, griegos y romanos. Realizados en la antigüedad tanto en plata como en oro, bronce o hierro, en la actualidad lo más frecuente es que se realicen en oro o en plata. Aunque también podemos encontrar alguna pieza muy especial realizada en marfil, cristal o piedras preciosas.

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Podríamos distinguir diversos tipos de anillos entre los más frecuentes:

Alianza: sortija o anillo nupcial. Su nombre deriva de aliar o unir, anillo que sella una unión.

Compromiso: sortija o anillo que suele recibir como regalo la mujer el día que es pedida en matrimonio. Suele llevarse en el dedo anular de la mano izquierda.

Lanzadera: sortija o anillo con una forma cuadrada o rectangular que suele ser más estrecho que largo.

Sello: sortija o anillo con una piedra dura o de metal grabado con el sello de una familia.

Solitario: sortija o anillo en el que solamente hay una piedra, generalmente un brillante.

Tresillo: sortija o anillo con tres piedras, normalmente del mismo color y casi del mismo tamaño. Los más frecuentes están realizados con tres diamantes.

Tú y yo: sortija o anillo montado con dos piedras iguales o muy diferentes montadas de forma asimétrica.

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Imágenes: María Vintage Photography

Diccionario Vintage: Con la «R» Rosario

Como objeto, es una sarta de cuentas que sirve para dirigir el rezo. En alguna época antigua es posible que las cuentas fueran de rosas secas o disecadas, de ahí el nombre de rosario, siendo uno de los símbolos más importantes de la fe cristiana.

Los nudos o cuentas se utilizan para llevar la cuenta del número y secuencia de oraciones, y el rezo se compone de 15 partes iguales llamados misterios.

rosario-diccionario-vintage-vintage-by-lopez-linares-maria-vintage-photography2Es cierto que en algunas ocasiones el término también se utiliza para referirse a una sarta de cuentas por sí solas. En la joyería antigua se han realizado muchos rosarios de plata y de oro, con cuentas de madreperla, perlas o piedras semipreciosas. Es un regalo muy típico para obsequiar  a los niños que toman su primera comunión.

Algo que en un principio solamente se usara como objeto de culto por los cristianos, ha servido y continúa sirviendo de inspiración para muchos de los grandes maestros de la joyería a la hora de realizar collares y pulseras. Diseños con sartas de cuentas separadas por una cuenta diferente en tamaño o color, son muy frecuentes en los diseños tanto del S.XIX como en la actualidad.

Como siempre, la joyería toma referencias para inspirarse de costumbres y usos populares.

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Imágenes: María Vintage Photography

Diccionario Vintage: Con la «P» Peineta

La peineta es un complemento femenino de aspecto similar a un peine grande, compuesto por un cuerpo convexo unido a una zona de púas, más o menos largas, que encajan en el moño o recogido.

Tenemos constancia de su uso por las mujeres íberas que poblaron la península ibérica, así como por las coquetas mujeres romanas que solían peinarse con ralla en medio para diario, y con sofisticados y elaboradísimos recogidos a base de trenzas y moños para ocasiones especiales. Ya usaban rizadores de pelo, llamados calmistrum, que consistían en un tubo de metal que ponían sobre carbón para calentarlo, fijando el rizo en el pelo con su calor y algunos ungüentos. Las romanas decoraban sus peinados con pequeños peinecillos en algunas ocasiones.

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La peineta española era, por lo general, de carey, siendo un elemento popular en algunas celebraciones como bodas, procesiones de Semana Santa, corridas de toros, espectáculos tradicionales y espectáculos de música flamenca o copla. La peineta española es el complemento perfecto de la mantilla de encaje, ya que sujeta, alza y sobre todo realza la belleza de su bordado. Los modelos más populares tienen forma redondeada, cuadrada, de concha, teja o media teja, según su altura. Casi todas ellas llevaban preciosos dibujos calados en el carey. Actualmente, debido a que las tortugas se encuentran en peligro de extinción y existe una prohibición total de comerciar con el carey de su concha, estas piezas se realizan en acetato o plásticos similares. Son pocas las piezas que han llegado hasta nuestros días de carey auténtico.

Más populares y de más fácil uso son las peinetas de plata que decoran los recogidos de las novias o invitadas a ceremonias, que se popularizaron en España a mediados del S.XIX. Actualmente se realizan peinetas en plata con circonitas, esmalte, coral, piedras semipreciosas y, también, en latón y oro.

Para los coleccionista de peinetas las piezas más cotizadas son las realizadas en época imperio, en latón dorado y coral, y las piezas de principios del S.XX de estilo art-nouveau.

Karen Blixen: la fuerza de una mujer escondida bajo el seudónimo de un hombre

Más conocida como Isak Dinesen, el seudónimo masculino bajo el cual publicó la mayoría de sus textos, la escritora danesa Karen Blixen (1885-1962) fue una mujer de vida fascinante y de pluma prolífera. Hemingway, que era más bien poco dado a los halagos, dijo que se hubiera sentido feliz si el Nobel de Literatura se lo hubieran dado a ella.

Karen Blixen tuvo una granja en África, al pie de las colinas de Ngong, eso como saben lo popularizó de maravilla la película de Sydney Pollack durante la década de los 80. Fracasó sentimental y personalmente en esas tierras que tanto amó y en las que cultivó café, pero su fuerte voluntad logró que se repusiera y, de vuelta a su país de origen en los difíciles años 30, comenzase a publicar con diversos seudónimos masculinos.

No eran buenos años para que las mujeres brillaran con luz propia, y de alguna manera la aristócrata lo aceptó. Afortunadamente, el tiempo pone a cada uno en su lugar, y a día de hoy es considerada una mujer de gran valía y una notable narradora.

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Sus recuerdos de África son lo que mejor nos ha llegado, acaso demasiado idealizados o barnizados de excesivo romanticismo –el cine, de nuevo, se ha encargado de ello–, pero la baronesa fue además una magnífica cuentista, no sólo plasmando historias en el papel, sino que era de las que narraba a viva voz en los eventos sociales a los que acudía.

Dejaba a todos fascinados por su fragilidad física, sus turbantes y sus ojos maquillados con kohl negro, así como por las leyendas que circulaban sobre ella. Se decía que se alimentaba de ostras y de champagne, aunque ella defendía que solo tomaba aquello que le sentaba bien a su cuerpo. “Soy vieja y como lo que quiero”, sostenía.

Enferma de sífilis desde su matrimonio con el barón Bror Blixen-Finecke, no pudo tener hijos y llevó una vida en la que la imaginación y la literatura tuvieron un gran peso. Gran amante de Shakespeare, confesaba que su libro favorito eran Las mil y una noches, y como buena soñadora, mantuvo la esperanza de regresar a Nairobi, pero la Segunda Guerra Mundial truncó ese anhelo.

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Quizás, la fortaleza de su espíritu radica en su escasa fortuna en el amor: su matrimonio hizo pronto aguas por las infidelidades de él y su intensa relación con el británico Denys Finch Hatton se vio truncada por la muerte de este en un accidente de aviación.

El estilo de Karen Blixen no se asemeja al de otros autores coetáneos, tal vez porque sus orígenes escandinavos fueron moldeados por las experiencias en el continente africano. El peso del pasado, tanto en su vida como en su obra, es una de las claves para entenderla.

Su interesante correspondencia, publicada en español hace unos años, contiene cartas a su fiel sirviente en Kenia; en ellas le expresaba lo mucho que lo hubiera gustado regresar a su casa para hablar con él de los viejos tiempos, esos tiempos en los que tenía una granja en la lejana Kenia.

mujeres-iconicas-karin-blixen-vintage-by-lopez-linares-(5)Artículo escrito por @esther Ginés

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Diccionario Vintage: Con la «N» Nácar

El nácar o madreperla forma la capa interna del caparazón de algunos moluscos.

Las conchas que proporcionan el más hermoso nácar son las haliótidas, las nautilas y las pintadinas. Poseen unos preciosos reflejos irisados que lo convierten en un material precioso para embellecer joyas, complementos y objetos de decoración muy especiales.

En joyería el nácar es un material que ya las civilizaciones más antiguas como los iberos, los visigodos, los romanos y los egipcios usaban para adornar peines, empuñadoras de espadas, botones o piezas de joyería.

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En el S.XIX se popularizó su uso, y podemos encontrarlo en bolsos, polveras, cruces, marcos, gemelos o misales. El nácar es un material que se talla con mucha facilidad, lo que permite realizar con él preciosos camafeos o delicadas tallas en pendientes, cruces o botones.

A finales del S.XIX y principios del S.XX, con la revolución industrial, en Gran Bretaña se produjo un auge en la manufactura de botones de nácar. El mundo del nácar siempre ha estado muy vinculado  al mundo de la moda y los complementos. Se ha utilizado para realizar hebillas, bolsos, botones o las preciosas botonaduras de caballero, tan apreciadas en esta época.

A mediados del siglo XX, con el descubrimiento de los plásticos y el agotamiento de parte de los yacimientos de madreperla, se comenzaron a sustituir los preciosos y únicos botones de nácar por imitaciones en plástico y acetatos.

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Muy apreciado en cosmética, el nácar se utiliza para realizar cremas, jabones y para realizar polvos para blanquear el rostro y eliminar manchas indeseadas en la piel.

Como piezas de joyería podemos destacar, sobre todo, las cruces de nácar talladas a mano, las flores realizadas en nácar que luego se utilizaban para decorar pendientes, pulseras o gemelos y las piezas talladas en diversas formas que se utilizan para realizar broches.

Diccionario Vintage: Con la «M» Miniatura»

Parece que su nombre deriva del término «minium» (oxido de plomo de color rojo), sustancia que se utilizaba como componente en la tinta de las ilustraciones de los antiguos códices.

La historia de las miniaturas se remonta a los principios de la escritura, ya en la edad media se utilizaba este tipo de trabajo para decorar escenas de manuscritos y  libros ilustrados. Es un estilo de decoración que se continuaría utilizando durante el renacimiento y el barroco. Con la llegada de la imprenta este tipo de costosas ilustraciones en miniatura pierden sentido, y es un trabajo que prácticamente se pierde.

Pero nosotros vamos a centrarnos en las miniaturas en joyería. Pequeñas pinturas normalmente realizadas sobre marfil, concha, metal o algún otro material, que solían usarse para decorar pequeñas piezas que colgaban de las pulseras, algún colgante o guardapelo. Pero también podemos encontrar este tipo de recreaciones en abanicos, medallones, relojes, cajas joyero o pendientes. Estas miniaturas podían estar realizadas con óleo sobre cobre, estaño u otro metal. Incluso se pintaba sobre marfil o con acuarelas sobre papel, pergamino o cartulinas.

Es un tipo de miniaturas que imprimen un carácter muy especial a la pieza convirtiéndola en única e irrepetible. Llevar una pulsera con una decoración sobre marfil en miniatura, un reloj de bolsillo con su esfera decorada a mano por algún maestro miniaturista, o quitarse el calor en una noche de verano con un abanico con su país decorado con una romántica escena, dan a la pieza en sí un carácter inigualable que la convierten en una verdadera pieza de colección y exposición.

No es sencillo encontrar ahora artesanos que recreen este tipo de piezas, habiéndonos costado mucho trabajo dar con alguna pieza de reproducción que mereciera la pena ser incluida en nuestra colección. Solamente hemos dado con un pequeño taller italiano que realiza algunas piezas en latón dorado, que os muestro en estas fotografías, y con un artesano valenciano que recrea escenas románticas en el país de los abanicos que fabrica.

Seguimos buscando cada día piezas con decoraciones en miniatura, joyas muy especiales que merezcan formar parte de nuestra colección de reproducciones de piezas históricas…

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Diccionario Vintage: Con la «L» Lapislázuli

El “Oro Azul”

Piedra sagrada para los egipcios muy utilizada en sus templos, en sus aderezos y en sus ornamentos fúnebres, ya que pensaban que era una piedra del cielo, su color azul nocturno y sus motas blancas recuerdan a un cielo estrellado.

Después en la Edad Media, su polvo, la azurita, proporcionó un pigmento azul muy apreciado tanto por los pintores de la época como por los talleres de tintura de telas.

Pero fue en el Renacimiento cuando alcanzo la condición de “Oro Azul” superando en  más de cuatro veces el precio del oro, cuando los grandes maestros de la pintura usaron su polvo para crear el característico pigmento azul ultramar tan apreciado en sus pinturas Leonardo da Vinci o Alberto Durero  fueron algunos de los ilustres pintores que inmortalizaron el precioso color. Su uso se extendió igualmente en los telares de la época donde se usó para teñir telas por su increíble calidad y belleza y en los más afamados talleres de ebanistería donde su usó principal fue en la decoración y engrandecimiento del mobiliario de la época.

Su nombre se deriva de «Lapis», la palabra latina para  piedra y  «azul», la palabra árabe para azul y su color azul se consideraba símbolo de pureza, salud, suerte y nobleza.

Para que no os den gato por liebre, un consejo a la hora de saber si lo que os venden es lapislázuli original o un plástico, el lapislázuli no arde fácilmente por lo que si colocáis un mechero en su borde nos sufrirá ningún desperfecto.

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Diccionario Vintage: Con la «J» Joya o Joyería

Personalmente, para mí, una joya es aquella pieza que por su valor sentimental merece ser considerada como tal, independientemente del valor económico que por los materiales con los que está realizada posea. Sin embargo, la joyería para mí seria el arte de realizar adornos de oro, plata o platino con perlas o piedras preciosas o sin ellas.

Tradicionalmente usada por hombres y mujeres como signo de poder y estatus social, las joyas se asocian más en la actualidad al sexo femenino. Aunque también existen joyas para el uso y disfrute de los hombres, como gemelos, sortijas, brazaletes,…

El valor de una joya se define por la pureza del metal con el que está realizada, así como por el peso, la talla, la pureza y el color de las piezas que forman parte de ella.

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Dentro de la joyería me gusta distinguir dos categorías. No es lo mismo hablar de una joya antigua, realizada por entero a mano por un maestro orfebre, que hablar de piezas posteriores y que ya incluyen en su realización algún proceso mecánico.

En 1805 Napoleón Bonaparte encargó a Etienne Nitot el diseño y realización de las joyas para su coronación. Este hecho abrió el camino a la introducción del diseño de joyas en el S.XIX, marcando un antes y un después en la historia de la joyería  moderna. Marcas como  Cartier, Tiffany, Bulgari y Fabergé abrirían sus primeros establecimientos en París, Nueva York, Londres y Moscú. Sería el inicio de lo que podemos llamar la era más productiva del diseño y fabricación de joyas.

Durante todo el siglo XIX se trabajó el oro de 9, 12 y 15 quilates. A partir de 1850 se introdujeron la mecánica en la producción de joyería y se pudieron abaratar algo los costes. Posteriormente, con la revolución industrial, la técnica y materiales cambiaron introduciéndose en la joyería materiales como el acero inoxidable, el titanio, los plásticos, el vidrio, la cerámica o la  madera.

Más adelante hablaremos de la Bisutería, e intentaremos explicar las diferencias fundamentales entre estos dos conceptos.

 

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