Si eres de las que alguna vez soñaste con lucir unos pendientes pintados por Tintoretto, las famosas joyas de Desayuno con Diamantes o la tiara de Sissi Emperatriz, este es tu espacio igual que nuestro.
Se conoce como roseta en joyería a las sortijas formadas por una piedra central grande que se encuentra rodeada de piedras más pequeñas.
Si tenemos que pensar en una sortija que represente a la perfección lo que es una roseta, no podíamos elegir otra mejor que la que recibiera Lady Diana Spencer como anillo de compromiso de manos del Príncipe Carlos de Inglaterra.
El precioso anillo en forma de roseta está formada por un zafiro de un azul intenso y 14 brillantes. En la actualidad la joya luce en las jóvenes manos de Kate Middelton, esposa del príncipe heredero de la corona inglesa.
El mes de Julio debe su nombre a Julio Cesar, y en él se ha basado mi trabajo de investigación para este proyecto que ya ha pasado su ecuador.
El mes debe su nombre al insigne romano Cayo Julio Cesar, siendo su sucesor Octavio Cesar Augusto el que decidiera cambiar su nombre hasta entonces, Quintilis, por el de Julio, en honor al líder militar y político romano nacido en dicho mes.
Este ha sido el motivo por lo que este mes mi trabajo se haya basado en la vida y obra de Julio Cesar, y por lo que su pieza central sea un corazón apuñalado de una forma bastante sangrienta. Julio Cesar fue apuñalado 23 veces hasta darle muerte en la misma sede del Senado romano.
Todas las piezas que componen este bodegón tienen algo que ver con su infancia, su vida y su muerte. Un merecido tributo a la persona que dio nombre al mes.
Cada fotografía es única y, como veis, lleva un meticuloso proceso de estudio y elaboración. No me gusta dejar nada al azar.
Me encantará poder contaros de dónde salieron cada uno de los elementos que completan mis bodegones, si es que alguna vez alguien tuviera la curiosidad por saberlo.
Espero que os guste mi particular visión del mes de Julio
Lo original de estos pendientes no son sus piedras ni su color, lo que más me llamó la atención de ellos fue el hecho de que su diseño estuviera inspirado en la alfombra que decora el famoso cuadro de Hans Memling “Virgen con niño”. Un diseño geométrico realizado en piedra de la luna y citrino, con unas pequeñísimas perlas de agua dulce sobre una base de plata dorada.
El cuadro sobre el que está inspirado el diseño es la “Madona en Trono con Ángel” de Hans Memling. Una pintura al óleo sobre lienzo de aproximadamente 57cm x 42cm, datada alrededor de 1490, que se encuentra en estos momentos en la Galería de los Uffizi de Florencia.
La Virgen, sentada sobre un trono cubierto por un gran dosel rojo y oro con un respaldo forrado con suntuoso damasco, sostiene en sus brazos al niño Jesús. El Niño intenta coger la manzana que porta uno de los ángeles musicales que enmarcan a la Virgen. La manzana simboliza la aceptación de la redención del mundo del pecado original, y se encuentra presente en muchas otras obras de esta temática.
La capa roja de María crea un centro brillante y colorista en la escena, que hace resaltar aún más si cabe la geometría del dibujo de la alfombra en la que están inspirados los pendientes.
Esta composición de virgen con niño y dos ángeles ha sido replicada en varias ocasiones por el artista.
De la vida de Hans Memling sabemos muy poco, apenas que nació en Alemania hacía mediados del S.XV y que fallecía en Brujas en 1494. Se cree que se formó en algún taller de la zona del Rhin, teniendo documentada su presencia en la ciudad de Bruselas hacia 1465.
Parece ser que fue un pintor muy popular que amasó, gracias a su trabajo, una gran fortuna para la época, llegándole encargos no solamente de Alemania sino de otros países. Su obra viajo a Inglaterra y España, siendo uno de los pintores favoritos de Isabel I de Castilla.
Pintor sobre tabla, fundamentalmente, con un estilo delicado y suave, destacando su tratamiento del color Su obra está básicamente formada por dípticos o trípticos con motivos religiosos, fundamentalmente vírgenes con el niño, con fondos de paisajes campestres y alegres.
La mayoría de ellos ya desmontados y que no han llegado a nuestros días en su formato original.
Este mes traemos hasta nuestro blog esta pieza tan delicada, que creemos puede hacer las delicias de más de una de vosotras. A mí, personalmente, esta joya me parece atemporal, elegante y muy fácil de llevar.
Curiosísima la exposición que os recomendamos este mes para visitar: Inside out: revealing clothing’s hidden secrets. Piezas extraídas de los siglos XVIII, XIX y XX que rebelan los secretos mejor guardados de sus maestros diseñadores. Una muestra que podrás visitar en el Kent State University Museum (UK) hasta el 14 de febrero de 2016.
Lo realmente curioso y digno de admiración es que estas prendas que se muestran, tanto de mujer como de hombre, no han sido remodeladas ni alteradas con el paso del tiempo, sino que han mantenido su originaria y genuina integridad. Como bien dicen en la presentación del museo, y si tenéis la suerte de poder visitar esta muestra, veréis que en muchos casos el interior es casi tan bello como el exterior.
A lo largo de la historia se han registrado un sinfín de estilos que han pasado desde el siglo XVIII al XX, período que muestra esta exposición, y así, los creadores y diseñadores se han visto en la obligación de resolver nuevos problemas a los que se enfrentaban con cada cambio de moda: cómo otorgarle dimension a las prendas (o restársela, según la época), cómo terminar los bordes o cómo debe encajar el material en la forma masculina o femenina del momento… Para cada proceso, grandes maestros idearon grandes y originales soluciones que se revelan en esta original muestra.
Por supuesto, la revolución industrial y la paulatina incorporación de tecnología a los procesos de costura introdujeron nuevas formas de tratar la tela y los acabados, como, por ejemplo, la creación de las cremalleras en comparación con el antiguo uso del broche. Ingeniosas ideas que facilitaban la labor de producción y utilización de las prendas. Uno de estos pasos de gigante hacia la modernidad fue la invención de la máquina de coser.
Como ejemplo del siglo XVIII la exposición muestra algunos trajes masculinos de raso con preciosos botones bordados a mano de 1770 o 1780, entre otras prendas también femeninas, como un vestido acolchado también de 1780, muy típico de la época.
Del siglo XIX destacan siete características y originales piezas, en las que se ve claramente los cambios que sufrió la moda a lo largo de este siglo, que fue especialmente activo.
Por último, del siglo XX destacan dos piezas que representan la fina costura de principios y mediados de siglo, como el traje de Chanel de lana amarilla de 1960.
En la web del Kent State University Museum podéis ver otros detalles de más piezas expuestas en la muestra, así como todo lo necesario para que podáis asistir a visitarla.
Se conoce como piocha a un ramillete realizado con plumas de aves exóticas, pensado en un principio para llevarlo como adorno en la cabeza. Este tipo de piezas, con el paso de los años, inspiraron distintos tipos de broches y tocados.
Se usaron mucho durante los años 20 para decorar las típicas cintas de raso o terciopelo, que llevaban las mujeres en los grandes banquetes y fiestas de la época art-decó.
Elizabeth Kissam (1844-1902), hija de un comerciante del centro de Nueva York, contrajo matrimonio con Henry De Bus natural de Ohio en pleno S.XIX. Su futuro suegro poseía negocios de fabricación de alambiques, cubas y cisternas de los que Henry se haría cargo al poco de volver de la guerra civil y casarse con Elizabeth.
En 1868 la empresa tomó el nombre “Debus Tub and Coopering Co”, con oficinas en la calle Elm en el centro de Cincinnati. Coopering era un negocio lucrativo, ya que en aquella época había más de 35 fábricas de cerveza solamente en el distrito Over- the-Rhine de Cincinnati, y la fábrica de Henry suministraba material prácticamente a todas ellas.
Elizabeth Kissam eligió un vestido para el día de su boda de aire vanguardista para la época.Una falda con un más que generoso vuelo y un dobladillo de más de 50 cm que la hacían caer con una elegancia especial. Con la invención de la crinolina en la década de 1850, las faldas ganaron muchísimo volumen y se hicieron cada vez más impactantes. Con la ventaja de ser muchísimo más ligeras y permitir a las mujeres moverse con muchísima más libertad que las antiguas y pesadas enaguas para dar volumen.
La mayoría de los vestidos de su época se hicieron en dos piezas, el corpiño separado de la falda. En esta ocasión Elizabeth eligió un diseño en el que la falda iba unida a la blusa. Este tipo de diseños comenzaron a verse en las revistas de moda de 1859, pero fueron muy pocos modelos los que se debieron realizar ya que apenas han sobrevivido. Yo creo que debían ser mucho más incómodos y menos prácticos que los vestidos de dos piezas.
El color de este vestido de novia es bastante llamativo. En vez de blanco Kissam eligió un color oro rosado, en una seda de tafetán que cambiaba de color según la luz que recibía. Un color al que algunas revistas de moda de la época hacen referencia como color maíz.
La prenda está escasamente decorada con un estrecho encaje de bolillos hecho a mano y cosido justo dentro de la línea del cuello, y un detalle algo más ancho por debajo del busto y sobre los hombros. Un pequeño decorado realizado con dos hilos, uno en color dorado y el otro de un satén blanco, embellecen el corpiño y las diminutas mangas abullonadas. Los botones están cubiertos con un delicado remate de ganchillo fino.
Un vestido con una impresionante falda para una mujer con apenas 50 cm de cintura, que se conserva en perfectas condiciones.
Bibliografia: Two Centuries of wedding gowns Cynthia Amneús.
Charlotte Stuart en un precioso retrato de Hugh Douglas Hamilton, pintor escocés es la protagonista esta semana de nuestras ““Grandes Damas de la Antigüedad” La obra se encuentra actualmente en la Galería Nacional Escocesa del Retrato
Luce una preciosa tiara de oro y perlas sobre una bien rizada y rubia melena.
El retrato de medio busto nos deja entrever la delicadeza del encaje que remata el escote de un pesado vestido posiblemente de terciopelo verde oscuro.
Charlotte Stuart, fue Duquesa de Albany e hija ilegítima del Príncipe Charles Edward Stuart. Fue abandonada por su padre viviendo con su madre hasta que decidiera hacerse monja.
Parece que fue amante del entre otros del Arzobispo de Burdeos Ferdinand Maximilien Mériadec de Rohan.
Al cabo de los años llegó a reconciliarse por son su padre y marcharía a vivir a Florencia con él. En esa época es cuando su padre la concedería en título de Duquesa de Albany con el tratamiento de Alteza Real. Le otorgó así mismo La Orden del Cardo. A pesar de todo esto ella no tenía posibilidad de optar al título de Reina.
Gracias a la correspondencia descubierta a mediados del siglo XX, se supo que Charlotte tuvo tres hijos (dos niñas y un niño). La madre de Charlotte fue la que les mantuvo en el anonimato. Se supone que los hijos eran fruto de su relación con el Arzobispo por lo que escándalo habría sido descomunal.
Su padre llego a presentarla en sociedad, y la permitiría levar las joyas Sobieski de su madre.
Nosotras estamos seguras que ella habría elegido esta tiara de latón dorado y perlas de agua dulce, una joya que habría resaltado igualmente su preciosa melena.
Durante toda su vida, Mary Pickford había adorado los objetos hermosos y su colección de joyas no era más que una gran representación de su estilo y de la belleza de la que siempre aspiró rodearse.
En junio de 1980 35 lotes de su más íntima colección de joyas salían a subasta en New York. No eran lotes de exagerado valor económico, más bien piezas con inscripciones muy personales, casi todas ellas importantes ejemplos de algunos de los diseñadores más reputados de la era de los años 20 a los 40, y algunos ejemplos de los 60.
La colección de Mary era tan variada como hermosa. Incluía piezas muy delicadas. Podríamos destacar entre todas estas:
Un elegante «sautoir» (collar de más de 80 cms de largo) de alrededor de 1915. Joya diseñada en forma de dos largos hilos de 100 cms de perlas naturales rematados con dos borlas de perlas repletos de diamantes, una joya con la que apareció en numerosos ocasiones y que parece fue una de sus preferidas.
Un delicado broche de cristal tallado y diamantes en forma ovalada, una pieza del estilo de principios de los años 20.
De mediados de los años 20 era una pulsera de cuentas de zafiro, alternados con diamantes engastados.
Durante los años 30 se puso de moda llevar pulseras con amuletos colgados. Símbolos extremadamente personales que evocando algún momento especial. Mary, se unió a esta tendencia y tenía varios de ellos que montó en una pulsera de eslabones de oro blanco y amarillo. Representaban esquiadores y patinadores de hielo, deportes de moda en la época, así como un hombre, un farol y un teléfono. Estaban engastados con zafiros y diamantes y decorados con esmalte, tres de ellos, eran de
A finales de los 20 adquirió en Cartier una de sus polveras de oro decorada con flores y hojas de loto de esmalte negro. De la misma firma son un pequeño reloj colgante de oro que recibió a finales de los años 30, después de su boda con Buddy Rogers, y que portaba el anagrama MR y un par de horquillas de zafiros y diamantes de mediados de los 30, típicos del estilo art-decó.
De la firma Trabert & Hoeffer Inc destaca un juego de pulsera y pendientes engastados con cabujones de esmeraldas y diamantes.
A finales de los 30, Mary compró «The star of Bombay» (La estrella de Bombay), un anillo con un cabujón de zafiro con un peso de 60 quilates que estaba montado entre diamantes tallados en brillante y en baguette.
Pero sin duda una de las piezas más importantes de su colección sea también de la firma Trabert & Hoeffer Inc una pulsera de diamantes con un diseño en forma de rayos de sol y un girasol. Esta joya apareció años más tarde en una subasta, pero con algunos diamantes reemplazados por esmeraldas.
Otra importante joyas era una impresionante pulsera de diamantes y zafiros, un cabujón de zafiro en el centro de unos 73 quilates. Solía llevarla con su anillo «Star of Bombay» o con otro anillo de zafiro de unos 25 quilates.
Mary Fue una de las máximas figuras del cine mudo durante el período 1915-1925 llegando a ser la actriz más poderosa y mejor pagada en esa época. Entre el público estadounidense se la conoció como «pequeña Mary», «la chica del cabello dorado» y la primera «novia de América».
En 1914 ya ganaba más de 100.000 dólares anuales y era propietaria de una productora. Mary fue una mujer tremendamente ambiciosa.
Mary consciente de la caducidad de su carrera decidió retirarse relativamente joven, centrándose en la producción de películas.
Adquirió joyas a lo largo de toda su vida y aunque no son piezas extraordinariamente valiosas si merecen una especial mención en nuestro blog.
Mary permaneció sus últimos años de vida casi enclaustrada en su mansión de Beverly Hills Incluso llegó a pretender que se destruyeran todas sus películas. Sin embargo, tal destrucción no tuvo lugar y La Mary Pickford Foundation invirtió alrededor de 200,000 dólares en recuperar y restaurar negativos y efectuar copias de 29 largometrajes y 28 cortometrajes.
Gracias a ellos aún podemos seguir disfrutando de toda su filmografía.
Os dejo un video que he encontrado en Youtube donde podemos ver a una Mary ya muy anciana recogiendo en su casa un Premio Óscar especial «por su contribución a la industria del cine».
Espero que disfrutéis con su colección de joyas tanto como lo he hecho yo escribiendo sobre ella.
Se llama relicario a una cajita o estuche que antiguamente se llevaba colgada en el cuello. En un principio su uso era meramente religioso, sirviendo para guardar reliquias o recuerdos de santos.
El cristianismo denomina reliquias a los restos de aquellas personas que han sido santificadas. Por extensión, se conoce como reliquia a las cosas que pertenecieron a los santos o que tuvieron algún tipo de contacto con ellos, y relicario al lugar en el que se guardaban.
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Tenemos constancia de su uso ya en el S.IV en el Tesoro de Monza, regalados por San Gregorio a la reina Teodolina.
Entre ellos se encuentran ciertas botellitas, muy comunes en aquella época, que sólo contenían algodón empapado en aceite bendecido, o tomado de las lámparas que ardían junto al sepulcro de algún mártir.
Pero con el paso de los años su uso se fue popularizando y comenzaron a llevarse encima con algún recuerdo de alguien. Al popularizarse su uso para guardar mechones de cabello su nombre evoluciono al de “guardapelo”, pieza de joyería de la que ya hemos hablado antes.
Hace ya algunos meses que vengo colaborando en un interesante proyecto de Google en España. Se trata de unos cursos presenciales que han organizado por todo el territorio nacional, para ayudar a desempleados a actualizar y completar sus conocimientos en marketing online y redes sociales.
El proyecto se llama “Activate” y, dentro de sus jornadas, los alumnos tienen la oportunidad de escuchar no solamente a profesores de muy altísimo nivel sino también casos de empresas que han evolucionado tecnológicamente y trabajan a fondo en el mundo 2.0. Y en este pequeño apartado es en el que he colaborado varias veces transmitiendo mis propias experiencias empresariales, a través de una charla apoyada con testimoniales que he dado en llamar “Vintage del Off al On”.
Debo destacar lo gratificante que me resulta, después de pasar una hora entre gente joven o no tan joven que está buscando cómo orientar su futuro laboral, la cantidad de contactos que recibo a través de mensajes, llamadas o RRSS, para contarme con más detalle sus proyectos e ideas, y cómo algunos de ellos incluso se acercan hasta nuestro espacio para saludarme personalmente, darme las gracias personalmente y contarme en detalle su situación y proyectos.
Este es el caso de Eva Blanco. Eva me llamó a los pocos días de dar yo la charla para proponerme una colaboración, y por supuesto que la dije que sí encantada. A los pocos días se presentaba en la tienda cargada de todo su equipo. Eva es fotógrafa, no os lo había comentado. Realizó una completa y preciosa sesión en la tienda que os mostraré un poco más adelante.
Tras años trabajando en diferentes sectores relacionados con el turismo, Eva decidió dar un giro radical a su carrera para volcarse por completo en lo que de verdad la motivaba y la hacía feliz, ser fotógrafa. En concreto, fotógrafa de emociones. Eva me explicó entusiasmada cómo su gran reto era ser capaz de contar historias en imágenes y plasmar momentos mágicos, para poder volver a recordarlos una y otra vez.
Yo os invito a pasaros por su web y disfrutar de su trabajo. Sus imágenes son frescas, cargadas de emotividad, de alegría y súper entrañables.
Eva es una gran profesional, una apasionada de su trabajo y eso se nota en cada uno de sus disparos.
Cuando haces lo que te gusta, y lo haces con pasión, los resultados son increíbles.
En tan sólo unos meses Eva está trabajando como fotógrafa de bodas, aprendiendo y disfrutando día a día.
Mil gracias por la visita, Eva, y mil gracias también por dejarme formar parte de aquellos que han tenido el privilegio de posar para tu cámara.
Todas las fotografías que ilustran esta entrada han salido de la cámara de @Eva Blanco podéis seguir su trabajo en Facebook o en su propia web Eva Blanco Fotografia.
Un magnifico collar de perlas y oro a juego con una sencilla tiara y unos pendientes son las joyas que porta Maria Lucrecía de Medici, nuestra protagonista de hoy en este magnífico retrato de Brocino
Cosme de Médici contraería matrimonio con una de las más ricas damas de la nobleza de Nápoles, Leonor de Toledo. Leonor era una de las nietas del segundo duque de Alba.
Este matrimonio supuso para Cosme una alianza política con el reino de Nápoles y una cuantiosa dote que invertiría entre otras cosas en numerosas obras de arte. El matrimonio tendría once hijos aunque solamente les sobreviviría uno de ellos, Fernando I de Medici.
Pero hoy la protagonista es María Lucrecía, una de sus hijas más queridas. María no sería la primera hija de Cosme, ya que unos años antes había nacido Biá de Medici, hija natural de Cosme y una dama desconocida, que llegó a criarse en la corte como si de una princesa se tratara hasta su prematuro fallecimiento.
María fue en cambio la primera hija legítima de Cosme y nacería en el propio palacio de los Medici recibiendo el nombre de María en honor a sus dos abuelas.
Por sus contemporáneos sabemos que ella no sólo fue de una belleza extraordinaria, era una jovencita amable, refinada, elegante y con unas grandes dotes para las letras y las artes. María hablaba con fluidez el español, enseñado por diferentes profesores y su propia madre.A una tierna edad se había planificado su boda, comprometiéndola con Alfonso II de Este, pero el matrimonio jamás se concretó ya que María fue atacada por la malaria y moriría con apenas 17 años.
Cuentan las crónicas de la época que para Cosme I, su hija María, fue el gran amor de su vida. La niña de sus ojos y su hija más querida. Quizás por eso y porque fue considerada en la época una de las damitas más bellas de Florencia decidiera inmortalizarla en la mano de uno de los más prestigioso artistas de la época, Brozino. María nos dejaría toda su belleza inmortalizada gracias a este gran artista y Cosme mantendría este retrato en sus dormitorios privados hasta el mismo día de su propia muerte.
Entre los retratos de los hijos de Cosme, el de María es el más solemne de todos y en el yo destacaría tanto el majestuoso ropaje como las preciosas joyas que porta.
Nosotras hemos traído hasta nuestra colección del renacimiento una copia de los pendientes que luce en el cuadro, realizados en plata dorada y cuarzo. Una réplica de la joya estamos seguras serán una de las piezas más admiradas de nuestro escaparate.
La palabra collar deriva de “collum”, cuello en latín.
Como su propio nombre indica es un adorno para embellecer el cuello, de tamaño y largo muy variable.
Se distinguen principalmente tres tipos de collares:
Gargantillas o ahogador: es un collar que queda totalmente ceñido al cuello, del que hemos visto muchas variantes en perlas o piedras semipreciosas de pequeño tamaño. También es muy corriente realizarlos con terciopelo o encaje y decorarlos con piezas de alta joyería.
Collar princesa: término usado frecuentemente para designar los collares de perlas de medio largo, entre 45 y 50 cm de longitud.
Collar ópera: término usado frecuentemente para designar los collares de perlas de mayor longitud, entre 70 y 85 cm.
El diseño de los collares ha ido cambiando a lo largo de los años, adaptándose a los usos y modas de cada momento.
Estoy segura de que los que seguís con frecuencia nuestro blog vintage sabréis que Audrey Hepburn es una de nuestras musas más queridas. Entre nuestras joyas más admiradas por quienes os animáis a visitar nuestro espacio vintage en Madrid se encuentra la reproducción del collar de perlas que luciera esta actriz durante el rodaje de “Desayuno con diamantes”. Y no sólo es de nuestras piezas favoritas, sino que también parece ser la vuestra.
Es por esta razón que hoy nos hemos animado a escribir sobre esta preciosa exposición en Londres que mantendrá sus puertas abiertas hasta el 18 de octubre… ¡Aún estás a tiempo de organizar un viajecito de fin de semana a la isla de Shakespeare!
La National Portrait Gallery alberga en esta muestra más de 70 fotografías sobre la vida completa de Audrey, comenzando desde sus primeros años en un coro del teatro West End de Londres, hasta sus últimos días dedicados a la beneficiencia, inclyendo sus viajes a Sudán.
Portadas de las revistas más glamurosas de los 50 y material cinematográfico que nunca llegó a salir a a luz son algunas de las sorpresas que nos depara esta exhibición, además de las imágenes que son inéditas, como por ejemplo las fotografías tomadas por algunos de los fotógrafos más aclamados del siglo XX, como Richard Avedon, Cecil Beaton, Terry O’Neill, Norman Parkinson o Irving Penn.
Especialmente curiosa nos ha parecido la iniciativa de The Gallery, que pone a disposición de los visitantes a su especialista Helen Trompeter, con quien puedes realizar un tour muy especial recorriendo toda la historia de Hepburn, a través de las imágenes y las explicaciones ofrecidas por esta experta en Twitter (visita desde aquí su perfil).
En agosto, la exposición ya consiguió el premio a la Exhibición del mes, un galardón otorgado por la prensa londinense.
La National Portrait Gallery fue fundada en 1856 con el objetivo de recoger y mostrar las colecciones más famosas de retratos de Británicos de reconocimiento mundial. La exhibición de Audrey Hepburn corresponde a su muestra privada y que estará expuesta sólo hasta el 18 de octubre, pero si te decides a visitar la isla y esta exposición, no dudes en ver también la colección permanente con más de 200.000 retratos desde el siglo XVI hasta nuestros días.
Vamos a dedicarles uno de nuestras secciones a las grandes damas de la antigüedad. Mujeres que por su estilo, su personalidad, su carácter y su valentía llegaron a marcar tendencia en algún momento en el mundo de la moda.
A todas ellas vamos a buscarlas un pieza muy especial, una pieza que estamos convencidas de que ellas mismas habrían elegido para lucir en algún momento de sus interesantes vidas.
Nuestra primera invitada es Norah Lindsay. Nora fue una proyectista de jardines de la alta sociedad inglesa entre las dos guerras mundiales, convirtiéndose en una importante diseñadora de jardines, tanto en el Reino Unido como en toda Europa
Nacida en la India, en el seno de una familia militar anglo irlandesa de clase alta, a los 22 años se casaba con Sir Harry Lindsay.
La pareja recibiría como regalo de bodas una preciosa residencia en Sutton, Courtenay Manor, en el condado de Oxfordshire, un pintoresto e idílico lugar cargado de precisas casitas, graneros y establos que le servirían a Norah para desarrollar sus aptitudes como jardinera y paisajista.
Influenciada por otra gran dama de la jardinería inglesa, Gertrude Jekyll, en 1924, después de su fracaso matrimonial y enfrentándose a una ruina financiera, Norah se embarcó en una fructífera carrera como diseñadora de jardines.
Pasó toda su vida relacionada con los niveles más altos de la sociedad, encontrándose en su lista de clientes lo más florido de la nobleza británica. Sus diseños pueden verse aun en algunas de las casas de campo más emblemáticas de toda Inglaterra.
En la imagen que os adjunto, un sencillo retrato del pintor y escultor ingles George Frederic Watts, Nora aparece con un vaporoso vestido de gasa y encaje, adornado por una preciosa lazada en tono turquesa. Como único complemento un precioso broche en la parte izquierda de su cuadrado escote.
Nosotras hemos elegido un precioso broche de inspiración victoriana, realizado con piedras semipreciosas, que nos ha parecido lo más indicado para este precioso vestido.
En pleno periodo de entreguerras, Gabrielle Bonheur, más conocida por el nombre con el que pasaría a la historia –Coco Chanel–, revolucionó la moda y el mundo de la alta costura parisina, y además liberó a la mujer de los encorsetados trajes vigentes hasta ese momento. Su manera de concebir el cuerpo femenino, su corte de pelo, sus ideas y, por supuesto, sus diseños, siguen representando hoy en día un sello de prestigio.
Nacida en 1883 en un hogar muy humilde, desde los felices años veinte se convirtió en la gran dama de la moda gala. Reivindicó la figura de una nueva mujer: más liberada y moderna, con un peso mayor en la sociedad. Delgada, de pelo corto y vestida siempre con ropa cómoda y de corte ancho, su estilo garçonne sigue siendo imitado.
Coco Chanel aprendió a coser a los doce años en un hospicio regido por monjas donde su padre la dejó tras enviudar. Allí pasaría los siguientes años de su vida. Siendo una adolescente con ganas de ver mundo, no es de extrañar que dejara el orfanato y se buscara la vida lo antes posible. Compaginó su trabajo en una mercería con actuaciones en La rotonde, un lugar de espectáculos donde lograría el mote de “la petite Coco”, por un tema popular que cantaba y que hablaba de una muchacha que pierde a su perrito Coco.
Años después, en París, su idea era abrir una tienda de moda, pero su origen humilde dificultaba el proyecto. En 1914 adquirió en las reconocidas Galerías Lafayette varias docenas de sombreros que ella misma reformó y puso a la venta. Su rotundo éxito demostró a Coco Chanel que podía cumplir su sueño: lanzar la añorada línea de modas. La primera tienda la abrió en el número 21 de la rue Cambon y al poco se atrevió con la elegante villa de Deauville, conocida por ser lugar de veraneo de la gente más glamurosa de ese momento. El éxito profesional se había instalado en su vida, aunque en lo personal el amor no le sonreía.
Pasada la gran guerra, las revistas de moda se hacían eco de sus diseños. No dibujaba ni hacía bocetos, por lo que creaba los diseños directamente sobre sus modelos. Eso jamás fue un impedimento para ella. Pionera en utilizar el punto y el vestido camisero, fue también de las primeras en lucir bronceado –hasta ese momento, símbolo de la clase baja – y en cortarse el pelo. Y quién puede olvidar los trajes de tweed, el zapato de tacón bajo y las faldas plisadas de estilo marinero, otros de sus símbolos de identidad.
Instalada en el Ritz, siguió prosperando hasta la llegada del crack del 29, que le obligó a reducir la plantilla y a bajar el precio de sus modelos. A pesar de estas medidas, la situación no mejoraba y la modista decidió hacer las maletas y poner rumbo a Estados Unidos, donde ya se habían fijado en su talento. En esa época pasaron por su vida numerosos hombres, pero sus relaciones no eran exitosas.
La II Guerra Mundial obligó a que de nuevo cerrase sus salones y volviera a París. Coco Chanel tuvo tiempo hasta para alejarse del mundo de la moda durante años, mientras residía en una suerte de exilio en Suiza. En los cincuenta, con más de setenta años, decidió reabrir sus puertas porque la energía le sobraba. Murió en 1971, tras una vida entre alfileres. Su estilo de concebir a la mujer sigue más vivo que nunca, no sólo en su ropa, sino en ese mítico Chanel nº 5, que tanto amaba Marilyn Monroe.