Florence Carlisle y su aventura europea.

Una curiosa costumbre entre la clase acomodada americana de finales del S.XIX era que al alcanzar la mayoría de edad solían realizar un viaje por Europa, una aventura que era conocida como “El Gran Tour”. Un apasionante viaje en el que los jóvenes aprovechaban no solo para visitar la Roma clásica, sino también para perderse por los lugares de moda de la capital francesa, o para estudiar de cerca la pintura renacentista de los mejores museos italianos. Este “Tour” era una ocasión perfecta para ser presentados en Londres ante la Reina de Inglaterra y, de este modo, entrar a formar parte de lo que ellos llamaban la “buena sociedad”. Ser presentado en la Corte se había convertido en un pasaporte para la formar parte de un restringido circulo y así asegurarse la aprobación en la alta sociedad americana.

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Parece que nuestra protagonista de esta semana se encontraba en el censo londinense en el año 1871, domiciliada en el Hotel St. James en Jermyn Street, viajando junto a su madre y su hermano con un grupo de cuarenta americanos

Florence Carlisle, para ser presentada ante la reina tenía que cumplir con unas estrictas normas de vestimenta. Las señoras debían llevar un vestido de noche con escote bajo y manga no muy corta. Se requería el uso de un tocado de tres plumas de avestruz con un pequeño velo.

El vestido que os traigo hoy, y que se encuentra actualmente en Museo de Arte de Cincinnati, lleva el sello de una modista de Londres, la Sra. James, una de muchas en el West End que se especializó en el traje de corte. Está claro, por las fotografías originales tomadas en Londres, que la señora James realizó para  Carlisle un vestido que seguía las más estrictas reglas de protocolo.

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Como el vestido de una novia, este tipo de trajes de corte estaba hecho especialmente para la ocasión. No es de extrañar que las damas vistieran sus trajes de novia el día que eran presentadas en la corte o que por el contrario usaran los trajes con los que se las presentaban en sociedad para contraer matrimonio. El vestido fue donado al museo como vestido de corte y de novia. Sin embargo, Carlisle no se casó hasta junio de 1884, por lo que parece poco probable que fuera usado para dos fechas tan separadas. El vestido es una joya en su diseño y ejecutado en un tono dorado  y cargado de detalles románticos. Con una preciosa falda llena de pequeños volantitos plisados y una preciosa cola de seda natural. Un diseño que bien podría lucir cualquier novia de este S.XXI.

¿No os parece que los trajes de novia clásicos nunca pasan de moda?

Bibliografía:

Wedded Perfection Two centuries of wedding gowns- Cynthia Amnéus.

El collar de diamantes de la reina Nazli de Van Cleef & Arpels

Hoy se subasta subastaba en la casa Sotheby´s de Nueva York una de las joyas más espectaculares de la antigua monarquía egipcia. La joya sale a subasta con un  precio estimado de venta de 4,6 millones de dólares, y yo estoy expectante por saber el precio del remate final.

La espectacular pieza, junto con una igualmente exquisita tiara, fue hecha a mano en 1939 por Van Cleef & Arpels para la Reina Nazli de Egipto, con ocasión de la boda de su hija la Princesa Fawzia con el futuro Shah de Irán Mohammad Reza Pahlevi.

La novia también llevaba un collar realizado por la casa Van Cleef & Arpels para la ocasión.  Sólo la tiara estaba adornada con 54 diamantes en forma de pera que pesaban 92 quilates y 520 diamantes en corte baguette que pesaban 72 quilates.

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Siguiendo una tradicional costumbre musulmana, la novia no estaba presente en el momento de la ceremonia. Simplemente se producía la firma del contrato matrimonial en el que estaban presentes el novio, el príncipe heredero de 19 años Reza Pahlevi de Irán, y el hermano de la novia, el Rey Farouk.

La novia esperaba en una habitación contigua, y al finalizar el acto descendía las escaleras de palacio flanqueada por su hermano y su ya marido. La princesa Fawzia elegiría para la ceremonia un precioso vestido de satén adquirido en París. Les siguió una suntuosa cena real seguida por una espléndida recepción, donde la corte real egipcia resplandecía en joyas.

La Reina Nazli poseía una de las colecciones de joyas más magníficas y numerosas del mundo, de la que ya estoy preparando un completo artículo.

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La colección terminaría repartida por el mundo para mantener el elevado tren de vida que la Reina llevaría junto a su hija en su exilio americano. Una parte se vendería el año 1975 en Sotheby Parke Bernet, pero no sería suficiente, y en septiembre de 1976 las dos tendrían que comparecer ante el tribunal de cuentas de Los Angeles por una deuda de otros 500.000 dólares.

Su vida al final fue un auténtico drama. Tuvo que enterrar a su hija que fue asesinada a tiros por su ex marido, y fallecería apenas un año después en la miseria más absoluta.

Imágenes y Bibliografía:

Wikipedia

Pinterest

Jewelsdujour.com/

“La dama del collar de coral”

Me quedé prendada de su vestido verde, de los preciosos lazos que lo decoran y de la soberbia puntilla de encaje de Bruselas increíblemente bien pintada, pero sobre todo y ante todo me enamoró del impresionante collar de coral piel de ángel y perlas.

Nada más ver este retrato recordé una de las piezas de nuestra colección victoriana, e inmediatamente decidí que tan ilustre dama quedaría incluida en  nuestra sección de “Grandes Damas de la Antigüedad” en el mes de noviembre.

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Aunque me quedará siempre la duda de conocer algo más sobre ella, sí he conseguido averiguar que el maestro que la pintó no fue otro que François-Hubert Drouais, pintor francés del S.XIX que se caracterizó por sus retratos en la corte de Luis XV.

Drouais nació en París y era hijo del también pintor Hubert Drouais, famoso por sus retratos en miniatura. Drouais fue entrenado por su padre y por otros pintores de renombre. Pronto se convirtió en miembro de la Academia y expuso su obra con regularidad.

No solamente retrató a la mayoría de las principales figuras de su época, entre ellos el rey, sus dos amantes más famosas: Madame de Pompadour y Madame du Barry y sus dos hijos, los futuros Luis XVI y Luis XVII. Drouais fue asiduo en los salones de baile y retrató a importantes artistas y destacados miembros de las clases profesionales.

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Drouais  se hizo así mismo popular por sus retratos de aristócratas vestidos con traje rústico, una moda muy en boga en esos años, y por sus representaciones de niños, a menudo en entornos paisajísticos. Esto, junto con su técnica depurada, su pincelada fluida y los vivos colores de su obra, son sus sellos de identidad.

François-Hubert Drouais ha tenido varias exposiciones en galerías y museos, incluyendo el Museo de Arte de Portland, Oregón, y su obra puede disfrutarse en los mejores museos de pintura del mundo.

Algunas de sus obras se han rematado en subastas por más de  $150.000.

Pero yo hoy me quedo con su “Dama con collar de coral”, y os invito a disfrutar de tan magnifica joya y os invito a pasar por nuestra tienda online a disfrutar de nuestra colección de camafeos y coral. 

Charlotte Stuart por Hugh Douglas Hamilton

Charlotte Stuart en un precioso retrato de Hugh Douglas Hamilton, pintor escocés  es la protagonista esta semana de nuestras ““Grandes Damas de la Antigüedad” La obra se encuentra actualmente en la Galería Nacional Escocesa del Retrato

Luce una preciosa tiara de oro y perlas sobre una bien rizada y rubia melena.

El retrato de medio busto nos deja entrever la delicadeza del encaje que remata el escote de un pesado vestido posiblemente de terciopelo verde oscuro.

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Charlotte Stuart, fue Duquesa de Albany e hija ilegítima del Príncipe Charles Edward Stuart.  Fue abandonada por su padre viviendo con su madre hasta que decidiera hacerse monja.

Parece que fue amante del entre otros del Arzobispo de Burdeos Ferdinand Maximilien Mériadec de Rohan.

Al cabo de los años llegó a reconciliarse por son su padre y marcharía a vivir a Florencia con  él. En esa época es cuando su padre la concedería en título de  Duquesa de Albany con el tratamiento de Alteza Real. Le otorgó así mismo La Orden del Cardo. A pesar de todo esto ella no tenía posibilidad de optar al título de Reina.

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Gracias a la correspondencia descubierta a mediados del siglo XX, se supo que Charlotte tuvo tres hijos (dos niñas y un niño). La madre de Charlotte fue la que les mantuvo en el anonimato. Se supone que los hijos eran fruto de su relación con el Arzobispo por lo que escándalo habría sido descomunal.

Su padre llego a presentarla en sociedad, y la permitiría levar las joyas Sobieski de su madre.

Nosotras estamos seguras que ella habría elegido esta tiara de latón dorado y perlas de agua dulce, una joya que habría resaltado igualmente su preciosa melena.

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Imágenes @María López- Linares Vintage Photograpy

Maria Lucrecía de Medici

Un magnifico collar de perlas y oro a juego con una sencilla tiara y unos pendientes son las joyas que porta Maria Lucrecía de Medici, nuestra protagonista de hoy en este magnífico retrato de Brocino

Cosme de Médici contraería matrimonio con una de las más ricas damas de la nobleza de Nápoles, Leonor de Toledo. Leonor era una de las nietas del segundo duque de Alba.

Este matrimonio supuso para Cosme una alianza política con el reino de Nápoles y una cuantiosa dote que invertiría entre otras cosas en numerosas obras de arte. El matrimonio tendría once hijos aunque solamente les sobreviviría uno de ellos, Fernando I de Medici.

Pero hoy la protagonista es María Lucrecía, una de sus hijas más queridas. María no sería la primera hija de Cosme, ya que unos años antes había nacido Biá de Medici, hija natural de Cosme y una dama desconocida, que llegó a criarse en la corte como si de una princesa se tratara hasta su prematuro fallecimiento.

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María fue en cambio la primera hija legítima de Cosme y nacería en el propio palacio de los Medici recibiendo el nombre de María en honor a sus dos abuelas.

Por sus contemporáneos sabemos que ella no sólo fue de una belleza extraordinaria, era una jovencita amable, refinada, elegante y con unas grandes dotes para las letras y las artes. María hablaba con fluidez el español, enseñado por diferentes profesores y su propia madre.A una tierna edad se había planificado su boda, comprometiéndola con Alfonso II de Este, pero el matrimonio jamás se concretó ya que María fue atacada por la malaria y moriría con apenas  17 años.

Cuentan las crónicas de la época que para Cosme I,  su hija María, fue el gran amor de su vida. La niña de sus ojos y su hija más querida. Quizás por eso y porque fue considerada en la época una de las damitas más bellas de Florencia decidiera inmortalizarla en la mano de uno de los más prestigioso artistas de la época, Brozino. María nos dejaría toda su belleza inmortalizada gracias a este gran artista y Cosme mantendría este retrato en sus dormitorios privados hasta el mismo día de su propia muerte.

Entre los retratos de los hijos de Cosme, el de María es el más solemne de todos y en el yo destacaría tanto el majestuoso ropaje como las preciosas joyas que porta.

Nosotras hemos traído hasta nuestra colección del renacimiento una copia de los pendientes que luce en el cuadro, realizados en plata dorada y cuarzo. Una réplica de la joya estamos seguras serán una de las piezas más admiradas de nuestro escaparate.

¡Esperamos que os guste!

Bibliografia

Kleio.org

Wikipedia

Fotografias:

Galería de los Ufizzi

@ María López-Linares Vintage Photography

 

 “Grandes damas de la antigüedad”- Norah Lindsay

Vamos a dedicarles uno de nuestras secciones a las grandes damas de la antigüedad. Mujeres que por su estilo, su personalidad, su carácter y su valentía llegaron a marcar tendencia en algún momento en el mundo de la moda.

A todas ellas vamos a buscarlas un pieza muy especial, una pieza que estamos convencidas de que ellas mismas habrían elegido para lucir en algún momento de sus  interesantes vidas.

Nuestra primera invitada es Norah Lindsay.  Nora fue una proyectista de jardines de la alta sociedad inglesa entre las dos guerras mundiales, convirtiéndose en una importante diseñadora de jardines, tanto en el Reino Unido como en toda Europa

Nacida en la India, en el seno de una familia militar anglo irlandesa de clase alta, a los 22 años se casaba con Sir Harry Lindsay.

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La pareja recibiría como regalo de bodas una preciosa residencia en Sutton, Courtenay Manor, en el condado de Oxfordshire, un pintoresto e idílico lugar cargado de precisas casitas, graneros y establos que le servirían a Norah para  desarrollar sus aptitudes como jardinera y paisajista.

Influenciada por otra gran dama de la jardinería inglesa, Gertrude Jekyll, en 1924, después de su fracaso matrimonial y enfrentándose a una ruina financiera, Norah se embarcó en una fructífera carrera como diseñadora de jardines.

Pasó toda su vida relacionada con los niveles más altos de la sociedad, encontrándose en su lista de clientes lo más florido de la nobleza británica. Sus diseños pueden verse aun en algunas de las casas de campo más emblemáticas de toda Inglaterra.

En la imagen  que os adjunto, un sencillo retrato del pintor y escultor ingles George Frederic Watts, Nora aparece con un vaporoso vestido de gasa y encaje, adornado por una preciosa lazada en tono turquesa. Como único complemento un precioso broche en la parte izquierda de su cuadrado escote.

Nosotras hemos elegido un precioso broche de inspiración victoriana, realizado con piedras semipreciosas, que nos ha parecido lo más indicado para este precioso vestido.

IMÁGENES Y BIBLIOGRAFIA:

http://en.wikipedia.org/wiki/Norah_Lindsay

@María López-Linares Vintage Photography

Una boda tan solo seis semanas después de la de la Reina Victoria de Inglaterra.

Angelina Russell contraía matrimonio solamente seis semanas después de haberlo hecho la  reina Victoria de Inglaterra.  Esta boda marcó un antes y un después en la estética de las novias de la época. He decidido dedicarle un post completo al traje de la reina, una joya en la que se siguen inspirando nuestros diseñadores y que es un verdadero icono de la moda nupcial. ¡Pero ahora vamos a centrarnos en el diseño del traje de Angelina!

Aunque la pieza es de un estilo bastante similar al de la soberana, Angelina supo darle ese toque tan personal que solo una novia meticulosa sabe dar al traje más importante de su vida.   Tejido con una seda bastante ligera y con un estampado de damasco floral muy popular en estos años, el vestido de Angelina llevaba un precioso corpiño con un amplio escote, rematado con un volante de encaje bordada a mano.

Toda la parte alta del corpiño va ajustada al pecho con jaretas más bien anchas, y en la parte delantera del ceñido corpiño destaca la sencilla decoración, con cinco preciosos lazos realizados en la misma seda del traje.  Este tipo de detalles  siguen estando totalmente de moda, y seguimos viendo trajes de novia de plena actualidad con lazos decorando alguna parte destacada en su diseño.

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Las mangas del traje de Angelina son plisadas en su conjunto, terminando a la altura del codo con otra tira de encaje fruncida en forma de gracioso volante. La falda de Angelina se une al corpiño por una cinturilla de apenas 55 cm de diámetro. Os invito a coger un metro y daros cuenta de lo que supone tener 55 cm de cintura. Me parece imposible que hubiera mujeres en edad casadera con el tamaño de cintura de una niña en edad de hacer la primera comunión.

Angelina Rusell se casaba con James J. Faran (1808-92) el 26 de marzo de 1840, viviendo en Cincinnati, la ciudad natal de su marido.  Faran se convirtió en un exitoso abogado y editor. Durante 23 años sirvió como jefe de editores en un periódico líder local, The Cincinnati Enquirer. La pareja vivió en una moderna zona del centro de Cincinnati, en el 122 de East Third Street, donde criaron a cinco hijos y disfrutaron de  más de 50 años de matrimonio.

BIBLIOGRAFIA

Wedding Perfection- Two Centuries of wedding Gowns- Cynthia Amnèus.

Mata Hari, diosa de la mentira

La historia de Mata Hari (1876-1917) es la crónica de una mentira. Eso sí, una mentira bien elaborada y magistralmente adornada que consiguió traer de cabeza a media Europa en plena contienda mundial. Esta  gran impostora holandesa, llamada realmente Margaretha Geertruida Zelle, fue en realidad una cuentista desde su juventud. Ni era bailarina, ni de origen hindú y mucho menos poseía formación como espía.

Sus virtudes, eso sí, saltaban a la vista para la mayoría de hombres a los que conquistó en su meteórica carrera. Quizás, como escritora de ficción hubiera llegado a ser una anciana aclamada por sus lectores, pero la realidad es que un pelotón de fusilamiento se la llevó por delante a los 41 años. En ese momento, ella ya era un mito. Obsesionada con los militares, suya es la frase: “Prefiero ser la amante de un oficial pobre que de un banquero rico”.

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Su bautizo como Mata Hari tuvo lugar en París, cómo no. Llegó a la ciudad de la luz –eso sí es cierto–, procedente de las Indias Orientales holandesas, donde había residido un tiempo tras casarse a los dieciocho años con un oficial destinado allí. Un matrimonio que le sirvió de trampolín y supuso la primera piedra de una monumental catedral de falsedades.

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En 1902, abandonó al esposo y a una hija y regresó a Europa con la idea de triunfar en París con su nueva identidad de hindú y el nombre de Mata Hari  –ojo del día–.  Los parisinos pronto quedaron encantados con esa exótica y sensual morena que siempre se contoneaba dejando a la vista un hermoso cuerpo. Tuvo numerosos protectores y contratos en diferentes ciudades europeas, pero la Gran Guerra estalló y sorprendió a la holandesa en Berlín. Allí era la amante del jefe de policía de la ciudad, y poco después se convirtió en la amante del cónsul alemán en Ámsterdam, el mismísimo jefe del espionaje…

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Fue él quien pensó en Mata Hari para que sonsacase información a los militares franceses. Se convertía así en la agente H-21. Era una mujer tan ambiciosa que eno dudó en jugársela haciendo de agente doble. Se dice que en París se ofreció directamente al capitán Ledoux, quien servía al frente del servicio de espionaje galo. Este, consciente de la fama de la mujer, accede pero manteniéndola muy vigilada.

Otras versiones sostienen que ella en realidad fue a verle para solicitar un salvoconducto para viajar a otra ciudad a ver a un amante, y que en esa entrevista, el francés le ofreció que se convirtiera en espía para ellos. Comienzan sus mayores aventuras de alcoba con numerosos oficiales de distintas nacionalidades. La tela de araña que construía Mata Hari con cada militar con el que iniciaba un romance pronto la atrapó. Fue detenida e interrogada. Al parecer, es ahí cuando pronunció su ya famosa –y es de suponer que verdadera – frase: “¿Una ramera? Sí, pero una traidora, ¡jamás!”.

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Acusada de alta traición por los franceses, fue sentenciada a muerte, a pesar de que nunca hubo pruebas concluyentes de su delito. El 15 de octubre de 1917 era fusilada. No permitió que le vendaran los ojos, así que pudo mirar a los ojos de los oficiales por última vez. Dicen que incluso les lanzó un último y provocador beso. Nadie reclamó su cadáver. Una gran ironía para una mujer cuyo cuerpo había sido tan idolatrado en vida. Greta Garbo la popularizó en el cine durante la década de los treinta.

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Texto @Esther Ginés

Imágenes: @María López-Linares Vintage Photography y @wikipedia

Exposición «El Retrato en las Colecciones Reales

Hasta el 19 de abril os queda solamente para poder disfrutar de una de las más completas e interesantes exposiciones sobre la historia de los retratos reales de España.

La exposición hace un recorrido desde Juan de Flandes a Antonio López y ofrece una visión general del retrato de corte en España, desde el siglo XV al XXI.

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Un itinerario para disfrutar de obras maestras de la pintura, con los mejores ejemplos conservados en las colecciones de Patrimonio Nacional. El recorrido, a lo largo de 12 salas por la planta baja del Palacio Real de Madrid, se complementa con una visita al propio Palacio. En total no invertiréis más de una mañana en visitar las dos cosas y, verdaderamente, merece la pena. Yo saqué la entrada por internet y me resultó de lo más agradable la doble visita.

La exposición en sí esta estructurada en dos grandes secciones: Casa de Austria y Casa de Borbón, y un recorrido en orden cronológico que nos hace entender un poco mejor la historia de España a través de sus familias reales.

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La muestra se abre con la dinastía de los Habsburgo, con diversos retratos entre los que destaca el de la reina Isabel la Católica, de la Casa de los Trastámara, de Juan de Flandes.

Destacable de esta sección son también los retratos de Carlos V de Jakob Seisenegger y de Felipe II de Antonio Moro, y esta sección podréis encontrar una de las joyas de la exposición: una pequeña miniatura del conde-duque de Olivares de Diego Velázquez.

En la segunda sección dedicada a la Casa de Borbón desde el siglo XVIII hasta el presente, se exponen los mejores ejemplos del retrato borbónico del Patrimonio Nacional: Felipe V, Carlos III o la maravillosa obra de Francisco de Goya con María Luisa de Parma como modelo. Obras de Vicente López, Federico de Madrazo o Franz Xaver Winterhalter, Joaquín Sorolla y Ramón casas, entre otros.

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La muestra se cierra con dos obras emblemáticas una de Salvador Dalí y la otra de Antonio López de la familia real de Juan Carlos I.

Una selección de obras que merece la pena visitar y para la que ya os quedan muy poquitos días.

Os dejo el link a la web de Patrimonio por si os decidís a visitarla en estos días.

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Bibliografía e Imágenes:

Patrimonio Nacional

Sarah Bernhardt: la voz de oro de Francia

Sarah Bernhardt: la voz de oro de Francia

Considerada una de las mejores actrices de todos los tiempos, las inquietudes artísticas de Sarah Bernhardt (París, 1844-1923) incluyeron también las artes plásticas y la literatura. Llamada reina de la postura y princesa del ademán, era  hija de una familia judía de origen holandés y su verdadero nombre era Henriette-Rosine Bernard. Alta, muy delgada, de ojos oscuros y gran presencia sobre los escenarios, ‘la Bernhardt’ estudió interpretación en el prestigioso Conservatorio de París, pero pasó casi toda su infancia en un convento. A comienzos de la década de 1870, empezó a cosechar grandes éxitos entre crítica y público.

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Talentosa, experta en interpretar la psicología de los personajes, pronto fue apodada como la voz de oro. El público admiraba de ella su naturalidad sobre las tablas, su cultura y sus excentricidades, entre las que se encuentran viajes en globo y un ataúd forrado de terciopelo que viajaba con ella y en el que, se cuenta, solía acostarse con frecuencia. Además, en sus viajes le acompañaban numerosos animales, desde gatos hasta pájaros y tortugas.  Londres acogió su presencia en 1879 de la mano de la prestigiosa Comédie Française. Al igual que en París, obtuvo un enorme éxito. Un año después, Sarah Bernhardt montó su propia compañía, se convirtió en empresaria y emprendió la primera de sus muchas giras por Estados Unidos. Se convirtió pronto en una estrella internacional.

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Su carrera fue larga y con numerosos papeles muy alejados de su personalidad, tanto en edad como en sexo, e incluyó éxitos como su interpretación de Cordelia en Rey Lear o la desafortunada cortesana de La dama de las Camelias, de Dumas hijo. Se cuenta que cuando interpretó este papel en Viena, en el año 1889, la escena de la muerte fue tan impresionante que varias señoras del público llegaron a desmayarse.

A los 70 años, dio vida a Hamlet. Una de sus muchas virtudes fue modernizar el modo en el que se interpretaba a Shakespeare. En vez de declamar, ella recitaba el “ser o no ser” en medio de susurros, lo que supuso una innovación.

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Entre sus peculiaridades estuvo el reunir fondos para los heridos de la Primera Guerra Mundial. En esa época, Sarah Bernhardt sufrió la amputación de la pierna derecha, que se había quedado malherida tras un accidente durante una obra años atrás. Aun así, insistió en visitar a los soldados en el frente; para ello, fue trasladada en una pequeña silla. A partir de ese momento, solo pudo aceptar papeles en los que no tuviera que estar de pie.

La vida le cundió tanto que escribió hasta sus memorias y publicó una novela. La muerte la sorprendió en 1923, cuando estaba preparando una nueva obra. Su belleza, su talento y su personalidad hicieron que fuera adorada por personalidades como Sigmund Freud y Oscar Wilde, y recordada como una de las mejores actrices que ha tenido Europa.

Texto_ Esther Ginés

Fotografías: María Vintage Photography

Las joyas de Joan Crawford

La mayor parte de la colección de joyas de Joan Crawford fue subastada al poco de su fallecimiento. Aunque ya se había desprendido de gran parte de su colección antes de morir, Joan Crawford guardó hasta su muerte sus piezas más queridas, que no las de más valor. La mayoría de estas joyas eran de entre los años 30 y los 50, cuando el estilo era más atrevido, con grandes piedras y adornos muy exagerados.

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De entre todas sus piezas de su colección yo destacaría las siguientes:

  • Un magnifico aderezo de oro y citrino formado por collar, dos pulseras gemelas, pendientes y anillo. Corrió a cargo de Raymond C. Yard, uno de los joyeros más demandados de Estados Unidos en aquella época.
  • Este juego fue unos de los favoritos de Joan, un conjunto de aguamarina y diamantes firmado por la casa francesa Boucheron (Verger Freres) que la actriz adquiriría en 1935. El juego fue lucido por Joan tanto dentro como fuera de la pantalla durante este periodo en numerosas ocasiones, y es el sueño de cualquier coleccionista de joyas clásicas. Este adorno fue más tarde adquirido por Andy Warhol y se incluyó en la venta de su colección -«Collection of Jewelry and Watches» de 1988-. Hasta hace apenas unas semanas podría admirarse en el Museo Of Fine Arts de Boston, en una exposición llamada “Hollywood Glamour Fashion and Jewerly from Silver Screeen”

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  • Joan recibió numerosas joyas de todos sus maridos, pero quizás el que más piezas le regalaría sería Alfred Steel, Presidente de Pepsi Cola, y una de las piezas más curiosas que recibiera de sus manos fue un pequeño broche de oro con rubíes y diamantes con forma de botella de Pepsi-Cola, que la actriz recibiría como regalo de boda. La pieza alcanzaría años más tarde un precio de 5.000 dólares en la subasta de las joyas de la diva. Otra de las joyas más espectaculares que recibiría de él fue un reloj de pulsera de platino y diamantes. Esta joya fue creada por el joyero Ruser. El reloj tenía una pequeña esfera circular, apoyada de racimos de variadas flores de diamantes en un brazalete de piedras similares. Un diseño atrevido y espectacular del que no he logrado encontrar ninguna fotografía decente. La joya tenía una pequeña inscripción que decía «To my love, Xmas 1958, Alfred».
  • Impresiónate es también el juego de broches que Joan Crawford adquirió al famoso diseñador Fulco di Verdura. Joan Crawford los llevaría sujetos a la solapa de sus vestidos con un deslumbrante efecto. Unos años más tarde adquirió un collar de diamantes en baguette, pero como a veces no se veía lo bastante extravagante, solía colocar estos broches de Flato u otro gran pasador de diamantes para crear un conjunto aún más cegador.

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  • Datado a finales de los 50 había unos espectaculares pendientes de diamantes en la colección Crawford. Estaban diseñados en forma de racimo en baguette, con diamantes en corte de brillante y corte de marquesa, sujetando cada uno una gota o borla desmontable de diamantes en baguette.
  • Joan Crawford estaba tan enamorada de los zafiros que era conocida coloquialmente como «Joan Blue». Una de sus piezas favoritas era un juego de brazaletes, con tres zafiros estrella de entre 70 y 60 quilates. También tenía un anillo de compromiso de un zafiro estrella de 70 quilates, que le regalo su segundo esposo, y un soberbio zafiro corte esmeralda de 72 quilates.

Su carisma, sus felinos ojos y su capacidad para bordar los papeles dramáticos, hicieron de ella una de las más grandes estrellas de Hollywood. Joan Crawford se gana por méritos propios entrar a formar parte de nuestra particular selección de grandes coleccionistas de joyas.

Imágenes y Bibliografía

Legendaryjoancrawford.com

Jewelsdujour.com

Susanjanejewels.com

Mfa.org

Alta-joyeria.blogspot.com.es

Collectingfinejewels.com

Jane Goodall, una vida dedicada a la defensa de los primates

Hacer de una pasión el pilar fundamental de tu vida. Algo que pocos han logrado de manera tan brillante como la británica Jane Goodall (Londres, 1934), una de las científicas vivas más respetadas y figura emblemática por su trabajo en defensa de los chimpancés. Doctora en Etología por la Universidad de Cambridge y doctora honoris causa por más de cuarenta universidades del mundo, ha sido distinguida con más de un centenar de premios internacionales, entre ellos el Príncipe de Asturias de Investigación en el año 2003.

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Su rostro dulce y aniñado a pesar de su edad, enmarcado por el pelo cano recogido en una casi eterna coleta, es casi tan característico como el peluche con el que siempre es fotografiada y que lleva en todas sus conferencias. Y es que su figura está estrechamente ligada a la de estos primates, por los cuales sintió verdadera devoción desde su infancia, desarrollada en Inglaterra. Con poco más de veinte años viajaba a Kenia para estudiar con un prestigioso antropólogo, dando comienzo a una brillante carrera profesional y personal que incluye más de una veintena de libros, exhaustivos artículos, documentales y una pionera investigación de campo sobre la vida de los chimpancés salvajes en Tanzania que abarca casi cincuenta años.

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Gracias a su capacidad de observación y a su empatía con estos animales, hoy en día se sabe mucho más sobre sus fascinantes rutinas de comportamiento y sobre todo lo que compartimos con ellos. Sus estudios desarrollados en África son tan relevantes que supusieron una auténtica revolución en el campo de la biología. Además de defender a estos animales, la naturalista británica siempre ha promovido que llevemos una existencia más sostenible y que se respete a todas las especies, luchando por lograr un cambio en la conciencia de las personas.

Convertida en un referente para los primatólogos, Goodall fundó a finales de los setenta el instituto que lleva su nombre, una organización global sin ánimo de lucro a través de la cual se investiga, se difunde y se protege el universo de los chimpancés, pero también de otros seres vivos. Profundamente crítica siempre que se le pregunta al respecto de su confianza en la humanidad, con la que se muestra bastante desencantada –aunque afirma confiar en el poder de las nuevas generaciones–, Goodall sigue a sus ochenta años muy involucrada en su defensa de las causas naturales.

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Un claro ejemplo de ello es el documental sobre su vida y obra, El viaje de Jane, en el que se comprueba que la energía y la pasión son dos rasgos que no parecen abandonar a esta británica, todo un ejemplo de entrega absoluta a un sueño. De su experiencia de casi sesenta años en defensa de la naturaleza nos queda, como un preciado legado, su acertada reflexión: “Si somos la criatura más inteligente que ha pisado el planeta, ¿cómo es posible que estemos destruyéndolo?”

Fotografías: María Vintage Photography

Texto de @Esther Ginés 

Os dejo un vídeo súper emotivo en el que se ve a Jane Goodall en plena acción.

www.youtube.com

 

Marie Curie: brillar en tiempos de hombres

Nació en Polonia en el seno de una familia muy humilde, pero sería Francia el país que muy pronto se cruzaría en su camino para marcar una vida digna de estudio, no solo por la impresionante parte científica, sino por la valentía y la capacidad de sacrificio, dos cualidades de las que Marie Curie hizo gala durante su compleja vida.

Nacida en 1867, fue pionera en tantos frentes que solamente citar algunos de ellos bastan para que uno se haga a la idea de la grandeza de esta mujer, la primera en recibir no solo un Premio Nobel, sino dos; la primera en licenciarse en Ciencias en La Sorbona, la primera en tener una cátedra y en ser enterrada por sus propios méritos en el Panteón de Hombres Ilustres de París.

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Una persona fascinante, maravillosa, que luchó por tener su propio camino en una época en la que las mujeres no podían hacerlo. Vivió en una sociedad, por más avanzada que fuese la gala en esa época, en la que tanto las funciones intelectuales como las responsabilidades públicas pertenecían únicamente al género masculino, pero eso no fue un impedimento: luchó por demostrar su valía con la paciencia del que sabe que antes o después logrará lo que se proponga.

Marya Skłodowska, Marie Curie, a pesar del aspecto siempre austero y algo frío que reflejan las imágenes que se conservan de ella, fue una mujer apasionada, tanto por su vocación científica como por su esposo, Pierre Curie.

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Lo conoció a los veintisiete años, cuando ya se había licenciado en Física con el número uno de su promoción y ya se hacía llamar Marie. En él encontró lo que cualquiera definiría como su media naranja, un compañero en la ciencia y en el amor con quien tuvo dos hijas y junto al que desarrolló una carrera que, injustamente, se vio truncada a los once años de casados, cuando él murió atropellado por un coche de caballos.

Ambos eran científicos, sí, pero también humanistas, dos personas profundamente concienciadas por la problemática social.  Marie se sumió en una profunda tristeza, pero supo vivir más allá del dolor constante de la pérdida de su esposo, de alguna manera supo reinventarse y sacar adelante a sus hijas. También en esto fue una persona ejemplar: Irène, la mayor del matrimonio, ganó un Nobel de química, aunque falleció a la temprana edad de cincuenta y nueve años, como consecuencia de las radiaciones.

Igualmente, a Marie Curie le pasaría factura toda una vida dedicada al radio. Era un precio que ella estuvo dispuesta a pagar. Durante décadas, vivió acosada por una enorme fatiga, era una mujer débil con solo sesenta años.

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A pesar de ser experta en la materia, ni ella ni su esposo supieron ver el peligro al que se enfrentaban con sus experimentos. Y ese peligro acabó haciéndose tan presente que en 1934, a los sesenta y siete años de edad, fallecía en París.

Dejaba para la posteridad sus descubrimientos, sus galardones y, sobre todo, su espíritu voluntarioso. El de una mujer que supo llegar mucho más lejos de lo que la sociedad de ese momento estaba dispuesta a permitirle. Una mujer para quien nunca existieron los límites, y que merece ser recordada tanto por su contribución a la ciencia como por su valentía.

Artículo escrito por @Esther Ginés

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Karen Blixen: la fuerza de una mujer escondida bajo el seudónimo de un hombre

Más conocida como Isak Dinesen, el seudónimo masculino bajo el cual publicó la mayoría de sus textos, la escritora danesa Karen Blixen (1885-1962) fue una mujer de vida fascinante y de pluma prolífera. Hemingway, que era más bien poco dado a los halagos, dijo que se hubiera sentido feliz si el Nobel de Literatura se lo hubieran dado a ella.

Karen Blixen tuvo una granja en África, al pie de las colinas de Ngong, eso como saben lo popularizó de maravilla la película de Sydney Pollack durante la década de los 80. Fracasó sentimental y personalmente en esas tierras que tanto amó y en las que cultivó café, pero su fuerte voluntad logró que se repusiera y, de vuelta a su país de origen en los difíciles años 30, comenzase a publicar con diversos seudónimos masculinos.

No eran buenos años para que las mujeres brillaran con luz propia, y de alguna manera la aristócrata lo aceptó. Afortunadamente, el tiempo pone a cada uno en su lugar, y a día de hoy es considerada una mujer de gran valía y una notable narradora.

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Sus recuerdos de África son lo que mejor nos ha llegado, acaso demasiado idealizados o barnizados de excesivo romanticismo –el cine, de nuevo, se ha encargado de ello–, pero la baronesa fue además una magnífica cuentista, no sólo plasmando historias en el papel, sino que era de las que narraba a viva voz en los eventos sociales a los que acudía.

Dejaba a todos fascinados por su fragilidad física, sus turbantes y sus ojos maquillados con kohl negro, así como por las leyendas que circulaban sobre ella. Se decía que se alimentaba de ostras y de champagne, aunque ella defendía que solo tomaba aquello que le sentaba bien a su cuerpo. “Soy vieja y como lo que quiero”, sostenía.

Enferma de sífilis desde su matrimonio con el barón Bror Blixen-Finecke, no pudo tener hijos y llevó una vida en la que la imaginación y la literatura tuvieron un gran peso. Gran amante de Shakespeare, confesaba que su libro favorito eran Las mil y una noches, y como buena soñadora, mantuvo la esperanza de regresar a Nairobi, pero la Segunda Guerra Mundial truncó ese anhelo.

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Quizás, la fortaleza de su espíritu radica en su escasa fortuna en el amor: su matrimonio hizo pronto aguas por las infidelidades de él y su intensa relación con el británico Denys Finch Hatton se vio truncada por la muerte de este en un accidente de aviación.

El estilo de Karen Blixen no se asemeja al de otros autores coetáneos, tal vez porque sus orígenes escandinavos fueron moldeados por las experiencias en el continente africano. El peso del pasado, tanto en su vida como en su obra, es una de las claves para entenderla.

Su interesante correspondencia, publicada en español hace unos años, contiene cartas a su fiel sirviente en Kenia; en ellas le expresaba lo mucho que lo hubiera gustado regresar a su casa para hablar con él de los viejos tiempos, esos tiempos en los que tenía una granja en la lejana Kenia.

mujeres-iconicas-karin-blixen-vintage-by-lopez-linares-(5)Artículo escrito por @esther Ginés

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