Si eres de las que alguna vez soñaste con lucir unos pendientes pintados por Tintoretto, las famosas joyas de Desayuno con Diamantes o la tiara de Sissi Emperatriz, este es tu espacio igual que nuestro.
A muy principios del S.XX los hermanos Mazer, Joseph y Louis, inician un negocio de joyería en Philadelphia, concretamente corría el año de 1917. A los pocos años se trasladaron a Nueva York, abriendo allí una joyería que pronto cambiarían de nombre por el de Mazer&Company Inc.
Desde un principio contaron con Marcel Boucher como diseñador de la compañía, pero a mediados de los años 30 Marcel les abandonó para fundar su propia empresa.
Mazer&Company Inc realizó piezas de joyería de alta calidad usando cristales de Swarovski, situándose en el mercado con piezas de precio medio, si bien hoy en día sus piezas son bastante cotizadas por los coleccionistas.
En 1946 los hermanos se separaron: Joseph Mazer fundó Joseph J. Mazer and Company (más conocida como JOMAZ), manteniendo Louis Mazer la compañía original hasta 1951, año en que cerró definitivamente sus actividades.
Joseph Mazer realizó los primeros trabajos de Jomaz sobre una base de metal plateado o rodiado, pero fueron las piezas bañadas en oro su distintivo en los años 60.
El broche que os traigo hoy de muestra es una de esas piezas de los años 60 bañada en oro. Es una de las piezas que se pudo disfrutar en la exposición de bisutería de firma que preparamos el año pasado en nuestro espacio de Claudio Coello, 60.
Las primeras piezas de Mazer&Company Inc. están marcadas «Mazer Bros». Las últimas piezas de Joseph J. Mazer and Company tienen la marca «Mazer», «Joseph Mazer» o «Jomaz».
Jomaz contó con varios diseñadores a lo largo de su corta trayectoria:
Andre Fleurida, Thierry Muglero o Sandra Miller fueron algunos de sus artesanos.
En 1948 un anuncio de la prestigiosa revista «Harper´s Bazaar» rezaba este anuncio sobre la marca:
En la Calle Huertas número 13 se yergue imponente el Señorial Palacio de Santoña. Hoy día alberga a la Fundación de la Cámara de Comercio, pero no siempre desempeñó esta función.
Ya en el siglo XVI existió en este terreno un Palacio, ocupado en 1593 por el “príncipe negro” Muley Xeque, bautizado después como Felipe de África; pero era poco más o menos un caserón cuando lo adquirió en 1731 el Marqués de Goyeneche, banquero de Felipe V e Isabel de Farnesio, y que escogió para su remodelación a Pedro de Ribera, artífice del edificio imponente de ladrillo y piedra blanca de Colmenar de Oreja que admiramos actualmente.
El Palacio de Santoña conoció su esplendor bajo el duque del mismo nombre, que era, a la sazón Don Juan Manuel Manzanedo y González, indiano de familia humilde que amasó una fortuna en Cuba, y para quien Alfonso XII creó el título, debido a su gran habilidad en las finanzas, y a su contribución en las mejoras de Madrid.
El duque residía en Cuba con su hija Josefa, nacida de su relación con Luisa Intentes Serra con quien no llegó a casarse. Una vez se vio sólo allí por el traslado de su hija a París y habiendo conocido a María del Carmen Hernández y Espinosa de los Monteros, con quien contrae matrimonio, vuelve a España, y, tras residir en Cádiz llega a Madrid, donde adquiere como regalo para su esposa el Palacio de los Goyeneche. A partir de ese momento se convierte en el epicentro de la vida social de la aristocracia decimonónica madrileña, lo adaptaron a los gustos de la época, decoración exótica con influencias orientales, Salón de Fiestas, Salón Pompeyano y su famosa rotonda. Esto se debió, entre otras cosas a la dedicación de la duquesa, a la que llamaban familiarmente la “Señá Mariquita Hernández”
La duquesa de Santoña fue mujer piadosa. Hondamente conmovida por la situación de la medicina infantil, impulsó la construcción del Hospital del Niño Jesús; a tal efecto fue la encargada de organizar una rifa con intención de recaudar fondos, denominándola Rifa Nacional del Niño, lo que se sitúa como el primer paso que se dio para el actual sorteo de la Lotería del Niño
Al morir, el duque, su hija, heredera de la mayor parte de la inmensa fortuna de su padre, tasada en más de 2000 millones de reales de la época, entabla una larga batalla judicial en la que consigue despojar a su madrastra de los bienes que había recibido, incluido el palacio, con lo que la duquesa viuda queda en la más absoluta indigencia, acogida a la caridad hasta su muerte, el 14 de octubre de 1894. Una lástima, conociendo su carácter afable y piadoso.
La propiedad pasó entonces a José Canalejas, político del partido Liberal, que lo habitó hasta el día de su muerte, el 12 de noviembre de 1912. Su viuda continuó ocupando el palacio hasta su muerte, momento en que pasó a uno de sus sobrinos, que a su vez vendió la propiedad el 6 de junio de 1933 a la Cámara de Comercio e Industria de Madrid, su actual propietaria.
Artículo escrito por María Romero de Cuenca, historiadora del arte, guía cultural y museóloga. Podéis seguir el trabajo de María en sus dos blogs: Arte al Instante y Artendencias.
Ella es nuestra «Vintage Blogger» de marzo y desde aquí la damos las gracias por su colaboración.
Según la leyenda, fue el griego Dionysus quien inventó la ornamenta para la cabeza llamada hoy diadema. Realmente, la palabra diadema viene de griego ‘diadein’ (unirse en torno a).
Ya antes de la evolución de la metalurgia algunas civilizaciones antiguas, como los etruscos y los escitas, hacían guirnaldas y coronas de flores y hojas para adornar sus cabezas.
Según los artesanos, fueron desarrollando sus habilidades y técnicas, se cambiaron las temporales ornamentas florales por diademas más trabajadas y duraderas. Manteniendo esas flores en muchos casos su significado ancestral.
Nosotras distinguimos tiara de diadema, aunque sus orígenes son los mismos. Una diadema es un aro abierto que queda más pegado a la cabeza, e incluso se usa para sujetar el pelo hacía detrás. La tiara levanta, según su tamaño, y luce más en la parte delantera de la cabeza.
Aunque hay conocimiento de que en ocasiones especiales algunos hombres llevaban diademas de oro, este tipo de joya es mucho más usual en mujeres.
Actualmente podemos encontrar diademas de pasta, metal, oro o plata. Las diademas de pasta suelen utilizarse como tocado adornadas con plumas, fieltros o encajes de distintos colores. Las diademas joya, realizadas en oro o plata con piedras preciosas o semipreciosas, se utilizan en grandes ocasiones y enlaces.
Las diademas que ilustran esta entrada están realizadas en plata con circonitas, esmalte y perlas de agua dulce, tipo alfojar.
¡Menuda exposición tenemos en Londres hasta el 27 de Abril! Una de esas que daría lo que fuera por poder visitar. Pero me parece que me voy a tener que conformar con ver los vídeos que he encontrado por Internet.
Yo os lo cuento todo por si alguno tiene la oportunidad de acercarse y no había oído hablar de esta apasionante historia.
En 1912 un obrero encontró por pura casualidad en un sótano de una casa londinense una caja repleta de joyas. Vamos, lo que viene siendo que se encontró un tesoro. Casi como si de un sueño se tratara, en total más de 400 piezas, ¿No es increíble? No puedo ni imaginarme la cara que se le debió quedar cuando abriera el cofrecillo y se encontrara con una colección de piezas de la época Isabelina y Jacobina.
Había gemas de todo tipo y lugar: esmeraldas de Colombia, topacios y amazonitas de Brasil, espinelas de Sri Lanka, rubíes de la India, lapislázuli de Afganistán, turquesas persas, peridotos del mar rojo, ópalos, granates, amatistas de Bohemia y Hungría y perlas de Bahrain. ¡¡Madre mía¡¡, un sinfín de piedras impresionantes.
Cuatro piezas sobresalían en particular del resto:
Una esmeralda de Colombia con el tamaño de una manzana, que se había vaciado por dentro para alojar un reloj suizo del año 1600.
Un camafeo Bizantino y otro de la época de Isabel I.
Un impresionante loro de esmeraldas.
Parece ser que la colección perteneció en un principio al primer Vizconde Stafford, que fue enterrado allí entre noviembre de 1640 y el Gran Incendio de Londres en septiembre de 1666, y que la caja pasó a manos de alguna joyería que la escondió en un sótano durante la Guerra Civil.
La colección se puede ver completa en el Museum of London hasta el 27 de abril. Yo, si alguien se anima a verla, por favor, que luego me llame o me escriba y me cuente lo que le ha parecido. De momento me quedo con la información que he encontrado en Youtube sobre la exposición y la comparto con vosotros.
El Forn de la Vila de Forcall. Un horno de panadería desde el siglo XIII
La segunda sorpresa que me deparaba mi matutino paseo por Forcall era el descubrimiento del horno de pan en funcionamiento más antiguo de Europa.
En una estrecha callejuela, muy cerquita de la plaza, vi una fachada sobre la que lucía una placa informativa, que fue lo primero que fotografíe: “Forn de la Vila”. Esta panadería ha venido realizando sus panes y dulces de manera artesanal desde 1246… Me pareció algo admirable y sorprendente.
Sin pensarlo dos veces, a los dos segundos me encontraba dentro charlando con Margarita, que muy sonriente me contó cómo no hace muchos años Sanidad les obligó a separar el horno del despacho de pan, que durante siglos habían compartido espacio, decidiendo en ese momento colocar una gran vidriera que permitiera al visitante seguir disfrutando de la vista de los viejos hornos, de las mesas de elaboración y de las bandejas llenas de dulces y panes listos para hornear.
Al otro lado de la vidriera, el pequeño despacho plagado de exquisitos dulces típicos de la zona, de los que no había oído hablar nunca.
Los “Almendrados”: pequeños pastelitos de color rosado de merengue, azúcar y almendra. Tan solo unos minutos antes había fotografiado a Margarita metiendo en su antiguo horno una de sus bandejas repletas de este dulce. Me recomendó que volviera a la tarde para probarlos ya fríos, pero al final, entre unas cosas y otras, cuando quise volver Margarita ya había cerrado y me quedé con las ganas de probarlos.
En una gran vitrina, justo nada más entrar, Margarita expone sus diferente dulces: las “Coquetas”, ella las hace de confitura de calabaza; los “Rolletes”: pequeñas rosquillas con un poquito de aguardiente, que le dan un sabor muy especial; los “Carquiñols”: pequeñas porciones de panecillo de almendra muy tostadito, es un dulce que me cuenta Margarita se conserva muy bien durante bastante tiempo. Detrás, su variedad de panes tradicionales: candeal, de leña y el típico pan de bollo de la zona realizado con 1 kg. de masa y aceite.
Salí de allí como enloquecida con tanto dulce y contenta por haber descubierto este pequeño paraíso de la repostería de la Comarca del Maestrazgo, que lleva elaborando productos artesanales desde 1246… Ocho siglos, que se dice pronto.
Margarita fue muy amable, no solamente dejándome hacer alguna foto dentro del horno sino que posó complacida para mí con una enorme sonrisa.
Las fotos no son de una gran calidad, ya que el horno no disponía de mucha luz y no quise disparar con el flash. Dentro de mis conocimientos y recursos hice lo que pude.
Si alguna vez pasáis por la Comarca del Maestrazgo no dudéis en pasaros por Forcall y hacerle una visita a Margarita y a su despacho de dulces y pan. Merece la pena. Es como un pequeño museo del pan y una joya de horno de panadería, inalterable desde el siglo XIII, que me deparó una de las grandes sorpresas de esta viaje.
A orillas del Sena, frente a Notre Dame. En el número 37 de la rue de la Bucherie. “Shakespeare and Company” es uno de los lugares más emblemáticos de París, y la librería más famosa del mundo. El punto de encuentro para los amantes de la literatura y del ambiente bohemio.
Es una librería pequeña. Dos pisos de techo bajo, una “terracita” con dos bancos y un escaparate que no mide más de un par de metros. Es desordenada, pero es un desorden acogedor. El hecho de andar con cuidado de no tropezarte con un libro a cada paso, la madera desgastada de las estanterías, el olor a libro antiguo, las escaleras corredizas, y su aspecto desaliñado diferencian una librería común de un sitio tan hogareño como imprescindible en una visita a París.
Los libros están por todos los rincones. No hay ni un hueco libre. En los alféizares de las ventanas, en los escalones, apilados en el suelo, en cajas de madera e incluso fuera, en la calle. Los hay de todas las épocas: incunables, nuevos o de segunda mano. Cuentos infantiles, novelas o ensayos. Todo en inglés. Muchos se venden a precios más que asequibles por la falta de espacio.
Todo el tiempo que te apetezca
Una estrecha escalera de madera sube al segundo piso. No sólo es una librería, también es una biblioteca. “A partir de aquí los libros no se venden, están a tu disposición para que los cojas y los leas todo el rato que te apetezca” indica un cartel, justo al lado de un espacio lleno de cojines. En taburetes de madera, en un viejo sofá verde, o contra una estantería.
Es un espacio totalmente libre para disfrutar de un libro mientras escuchas las teclas de la máquina de escribir o el sonido del piano, que completan el ambiente de sosiego. “Es maravilloso, sientes que te has transportado años atrás nada más entrar”, afirma Marta, una turista española encantada con el descubrimiento.
Sólo hay una dependienta, que apenas se mueve de su cajero. No pregunta si necesitas ayuda, si buscas algo en especial o si te acompaña a la zona de lectura. Deja a los clientes a su libre albedrío tras un amable‘Bonjour’, formando parte de esa sensación de estar en casa. Quizás tenga algo que ver otro de los carteles con los que sorprende la librería: “no seas rudo con los visitantes, no vaya a ser que sean ángeles disfrazados”, una frase de su creador.
De la Generación Perdida a la “Beat”
El encanto de ‘Shakespeare & Co.’ es obra de George Whitman, quien tuvo claro desde el principio que tendría una actitud acogedora por encima de lo comercial. Pero sus orígenes pertenecen a los años 20, cuando Sylvya Beach era su propietaria. Durante esta etapa, escritores de la Generación Perdida comoHemingway, Fitzgerald o Jame Joyce frecuentaban la librería.
Debido al estallido de la II Guerra Mundial, y, según se cuenta, a que Sylvya Beach no quiso venderle el último libro de Joyce a un oficial alemán, la librería cerró. En 1951, resurgió como centro de cultura literariade la mano de Whitman. Se alojaron en ella escritores de la “Generación Beat”, los “hippies” de los años 50.
Sus biógrafos aseguran que más de 40.000 jóvenes escritores han dormido entre las paredes de lo que se puede considerar ya un museo literario. Sesenta y dos años después es un gran símbolo de la vida bohemia parisina, y, por supuesto, de literatura.
Artículo escrito para nuestro Blog por Claudia Redondo Pérez, estudiante de 4º de Periodismo en la Universidad Villanueva y nuestra “Vintage Blogger” de este mes.
Me gusta buscar sitios especiales para celebrar las comidas de Navidad. Estos días está haciendo un frío en Madrid impresionante, y cuando surgió la idea de reunirnos todo el grupo de #Emprendeandtweet pensamos que no había mejor opción que la de tomarnos un buen cocido a mediodía.
Si uno quiere tomarse un cocido en Madrid de los de verdad, de los tradicionales, de los que hacían nuestras abuelas en casa, de esos con un caldo caliente, sabroso, sin nada de grasa y en su punto de sal no hay mejor opción que dirigirse a “La Bola Taberna”.
Tradición por los cuatro costados en esta pequeña taberna de decoración decadente, con esa fachada rojo inglés predomínate con la que te recibe. En este emblemático local se viene haciendo cocido desde 1870, en el que cuentan las crónicas ya existía una botillería allá por 1802.
Cuentan también los periódicos de principio de siglo, que en » La Bola Taberna» se podían comer tres tipos de cocido: a las doce del mediodía el de 1.25 pesetas, para obreros y empleados; a la una de la tarde el de 1.50 pesetas que ya llevaba gallina y era el preferido de los estudiantes; y a partir de las dos el de carne y tocino, elegido por periodistas y senadores.
También era sabido, aunque no publicado, la predilección de la Infanta Isabel (conocida como La Chata) por el cocidito de «La Bola Taberna». Para los transeúntes de la época – y para los que comían en las aceras, dado lo lleno que estaba el local – resultaba habitual ver delante de la taberna el carruaje de Palacio, que venía a recoger los pucheros para la Infanta y su hermano Alfonso XII.
Siguiendo la tradición familiar, el cocido madrileño de la “Taberna La Bola” se cocina en su puchero de barro individual, y al fuego lento del carbón de encina.
La calidad es exquisita y el servicio impecable. Primero nos traen un plato con fideos, donde nos vuelcan el caldo del puchero de barro. Después de la sopa llega el segundo vuelco: los garbanzos, el morcillo, un trozo de gallina, patata, un cuadrado de tocino y, si buscamos bajo los garbanzos, veremos que también hay chorizo y hueso de jamón. Aparte, un camarero nos trae el repollo para acompañar y algo más: tomate especiado con comino, guindillas y cebolleta que son el acompañamiento perfecto para tan suculento plato.
¡No os podéis imaginar cómo nos hemos puesto!
Yo, como era menester y para no perder la costumbre, iba cargada de cámara. Se nos hizo casi de noche en la sobremesa y la luz en el interior no era muy buena. Yo no suelo llevar flash, no lo tengo y tampoco sé utilizarlo (todo se andará), con lo que las fotos seguro que recibirían más de una merecida crítica por parte de cualquier profesional de la fotografía. Pero no podría dejar de intentar plasmar el alma de este peculiar local, al que he prometido traer a mi familia para que sepan lo que es comer un cocido de los de verdad, de los de antes. Sobre todo a mis hijos, que no lo conocen.
¡Ah! … y se me olvidaba, de postre me tomé sus tradicionales buñuelos de manzana, con mermelada y helado.
Desde aquí quiero dar las gracias a todo el equipo de “La Bola Taberna” por la paciencia que tuvo al atender a este grupo de mujeres variopintas, que no paraban de charlar y reír, y sobre todo a Mara Verdasco por el cariño que puso en cada uno de los detalles que nos brindó en nuestra velada.
La Euphorbia pulcherrima, conocida comúnmente como flor de pascua o poinsettia, es una planta nativa de Mesoamérica y se ha convertido en un clásico en la decoración navideña. Su color rojo se asocia inequívocamente con estas fiestas. Es muy habitual que al compartir la mesa con nuestros amigos y familiares durante la Navidad, nos encontremos con una pascua en el centro de la mesa. El contraste de su color rojo intenso con el verde de sus hojas es muy decorativo y muy cálido.
En origen, esta planta es de México. Concretamente en un área del sur del país conocida como Taxco de Alarcón. Los aztecas ya la utilizaban para ofrecérsela a sus dioses, como planta medicinal para la fiebre, reservando siempre una parte para ser usada como tinte natural.
En el siglo XVI los franciscanos que evangelizaban por la zona la utilizaban como adorno floral en la época de Navidad, ya que por estas fechas la planta florecía y adquiría un tono rojizo muy llamativo y decorativo.
Pero la planta debe su nombre y fama a un diplomático, político y botánico americano: Joel Roberts Poinsett. Poinsett fue destinado a México a principios del S.XIX como embajador, y descubrió la planta por casualidad en uno de sus viajes a la zona de Taxco. Quedó tan prendado de la vistosa planta que decidió recoger algunos esquejes para intentar cultivarla en sus propios invernaderos en la zona de California. Allí fue donde dedicó mucho tiempo a su estudio y donde, en las navidades posteriores, adquirió la costumbre de regalar la planta, ya que era en estas fechas concretas cuando la planta florecía y se encontraba en su máximo explendor. De esta manera la planta fue adquiriendo popularidad y convirtiéndose, poco a poco, en una planta presente en las fiestas navideñas de muchas casas americanas, consiguiendo Poinsett de esta manera inmortalizar su nombre.
En España no tenemos mucha cultura de flores y plantas, desgraciadamente, pero hay ciertas fechas en las que las plantas buscan su acomodo en nuestras casas, siendo este el caso de las navidades, el día de los difuntos, San Valentín y los días del padre y de la madre.
La flor de Pascua es una planta muy estacional, no siendo habitual encontrarla en otras fechas en viveros o floristerías.
Algunos consejos que os puedo dar para cuidarlas y conservarlas durante más tiempo, y para que os acompañen mucho después de la Navidad son:
Comprar poinsettias que se hayan producido en nuestro país, ya que las condiciones serán similares y podrán resistir más.
Alejarlas de zonas de corrientes, aires acondicionados o calefacción.
La ubicación adecuada es cerca de una ventana, donde le dé la luz.
Cuando se riegue, no hacerlo directamente ni mojar las hojas. Colocar agua debajo de la maceta en un plato y dejarlo durante 10 minutos, para que la planta absorba el agua que necesite. Es una planta que no soporta el encharcamiento.
En verano la frecuencia de riego habrá que aumentarlo.
¿Sabías que la flor de pascua tiene un día especial enteramente suyo? Por una ley del Congreso americano se declaró el 12 de diciembre como el Día Nacional de la Poinsettia. La fecha marca la muerte de Joel Roberts Poinsett.
El objetivo del día es disfrutar de la belleza de esta planta. Por lo tanto, asegúrate de regalarle a alguien que quieras una flor de pascua por estas fechas.
¿Qué os sugieren las flores de pascua?
¿Os lo habíais planteado alguna vez?
Artículo escrito por Pilar Tejela Alonso, paisajista del estudio Espacios Vivos.
Mil gracias por la colaboración este mes en nuestra sección Vintage Blogguer en “Vintage By López-Linares”.
El pasado 18 de noviembre se celebraba el 85º aniversario del nacimiento del más inquieto ratoncito de la historia del cine animado. Mickey Mouse nacía de la mano de Walt Disney y su socio por entonces UbIwerks. Comenzaba su carrera en un corto en blanco y negro titulado “Seamboat Willie” que se estrenaba el 18 de noviembre de 1928 y que le catapultaría a la fama mundial.
Mickey es probablemente el personaje de Disney más ligado al legendario empresario de animación Walt Disney, incluso prestó su voz para este Mickey original. El cortometraje sonoro se estrenó en Nueva York en el “Universal´s Colony Theatre”. El famoso teatro hacía apenas cuatro años que había abierto sus puertas, y recibía por primera vez en la historia el estreno de un corto de animación sonoro. El protagonista: nuestro astuto ratoncito.
El éxito fue tan grande que Mickey se convertiría en muy poco tiempo en el personaje más famoso de Walt Disney, y en un auténtico icono del mundo animado.
La productora Disney ha querido conmemorar este señalado día. Y, ¿qué han hecho para celebrarlo? Primero le han lavado un poquito la cara a Mickey y, tomando como referencia los dibujos de UbIwerksle, le han dado lo que podría llamarse un cierto aire más vintage, haciendo que nos recuerde en cierta medida al personaje de los comienzos. Y con este Mickey renovado y retro-vintage han producido 19 cortos para televisión e internet. Todos ellos dirigidos por Paul Rudish.
Podremos ver “Get Horse”, uno de estos cortos, en el estreno de la película «Frozen: El reino del Hielo» hoy mismo. Un pequeño recuerdo a los primeros cortos del ratoncito, que mezcla las últimas tecnologías en 3D con lo más clásico y retro del personaje, y se estrena hoy. Lo más sorprendente es que la historia está contada por del propio Walt Disney, lo que ha sido posible gracias a unas técnicas especiales de montaje de sonido.
Estoy deseando ver esta remake del personaje, estoy segura de que me va a traer muy buenos recuerdos de mi infancia.
Algunos vídeos que he encontrado por Youtube de las primeras películas:
Una de esas cosa que tenía ganas de hacer cuando supe que iba a pasar unos días en Cadiz era levantarme un día al alba y acudir al puerto de Barbate a ver la llegada de los barcos cargados de pescado fresco.
Por supuesto no podía dejarme la cámara en casa. Pertrechada de todos los aperos, una mañana de este agosto, en la que arreciaba intensamente el tradicional levante de esa zona, me presenté en el puerto sobre las 7.30 para vivir en primera persona ese peculiar momento.
Mi desilusión en un principio fue grande. Justamente esa semana la flota de Barbate se encontraba en los caladeros de sardina de Cádiz, lo que significaba que el de Barbate estaba vacío y sin atisbo de que ningún barco llegara a atracar cargado de pesca. Parece que el día elegido no había sido el mejor pero, como siempre que uno no lo espera, terminas encontrándote con alguna grata sorpresa.
Y así fue, al poco tiempo ya estaba charlando con uno de los responsables del puerto, que me explicaba todo lo que estaba sucediendo en un pequeño rincón del puerto, único con actividad, que había llamado mi atención. Allí, una decena de hombres de mar se encontraban inmersos en las dos únicas actividades que daban vida al puerto en estos días: la carga de una barco con varias toneladas de caballa fresca, para el cebo de los 3000 atunes que mantienen en las piscinas de engorde próximas a la almadraba; y el desmontaje de ésta, en funcionamiento desde el 20 de abril de este año, hasta la temporada 2014.
Todo seguía prácticamente igual que hace 3000 años cuando los fenicios se instalaron en la comarca, dando ya comienzo a la captura de los atunes que atravesaban la zona desde el Atlántico, para desovar en el Mediterráneo. Fueron los fenicios los constructores de las primeras factorías dedicadas al salado del atún, creando una ruta comercial desde esas costas para transportar por barco, a través de todo el Mediterráneo, el atún capturado y tratado en la zona de Gádir, actual Cádiz.
Usaban unas ánforas de barro terminadas en forma de pico de dos asas, que iban divididas por dentro en varios compartimentos. En la base el pescado salado y en las superiores diversas hierbas aromáticas y perfumes, lo que conseguía evitar el desagradable olor despedido durante el largo viaje. Los barcos, cargados con una cama de arena en sus bodegas, viajaban con las ánforas clavadas sobre ellas para evitar se movieran con la mala mar a lo largo de todo su largo recorrido comercial.
Los fenicios fueron los impulsores de una tradición y unas técnicas que siguieron años después los romanos. Estos fueron los fundadores en la actual playa de Bolonia de la ciudad de «Baelo Claudia», encontrándose en ella, aún perfectamente visible, la mayor factoría de tratamiento de atún de todo el mediterráneo. Allí troceaban el atún; lo salaban en grandes depósitos excavados en el terreno y, con los despojos y vísceras de los pescados de la zona, fundamentalmente del atún, macerados a pleno sol durante todo el verano, elaboraban la preciada salsa «Garum», que era una exquisitez para la época. Esta salsa era considerada afrodisíaca, siendo por su elevado coste solamente consumida por las clases más pudientes de la antigua Roma. A la vista de los ingredientes y el tratamiento de estos, estoy segura de que ahora no seríamos capaces ni siquiera de oler la afamada y costosa salsa.
Después llegaron los árabes, a los que debemos la palabra almabraba: “Lugar donde se golpea”.
La tradición sigue hasta nuestros días en los que cada año se siguen colocando los laberintos de redes, tal y como ya se hacía antaño. A través de un conducto formado por redes ancladas al fondo, se consigue ir dirigiendo a los atunes hasta una gran red cerrada y de la que ya no pueden escapar. Allí, tras proceder a la levantada de esta gran bolsa, van elevando los atunes hasta la superficie donde son capturados uno a uno por brazos increíblemente fuertes. No cualquiera es capaz de levantar a pulso piezas, dando violentos coletazos, de entre 300 y 500 kgs. de peso y lanzarlas sobre las cubiertas de los barcos que están alrededor formando un corro, que se va estrechando en la medida que van extrayendo su preciada carga.
En los años 40 la zona disponía de más de 20 saladeros, acudiendo gente de todos los lugares a surtirse de sus famosas salazones. La sal, de las salinas de Chiclana más gruesa de lo normal, es la perfecta para elaborar la mojama. En esos años de penuria en España el producto estrella fue la sardina arenque, pero se salaban cazones, bonitos, atunes o pez volador. Actualmente quedan muy pocas fabricas, aunque siguen trabajando exactamente igual que lo hicieran en su día los fenicios y romanos.
Todo esto me lo contaron en el puerto, pero luego me aconsejaron acercarme hasta “La Chanca”. Una de esas pocas empresas familiares y artesanales que quedan en la zona, en la que han instalado un curioso museo del atún y en el que te explican todo y puedes degustar sus productos. Aquí vimos despiezar un atún y escuchamos el famoso “ronqueo”: ruido que hace el cuchillo cuando las manos expertas del Ronquero lo hacen pasar por la espina dorsal del atún para desprender suss lomos. Un ruido similar al ronquido de un humano, y de ahí su nombre.
Ellos salan, conservan y ahúman una gran variedad de productos de la zona, sobre todo atún, y lo hacen exactamente igual que se hiciera hace casi 3000 años. Un arte que no debiera perderse nunca y que todos deberíamos conocer y valorar por su larga tradición en nuestra historia.
También os dejo un pequeño reportaje fotográfico de esa mañana de agosto, estas son mis dos fotografías preferidas. Espero que os guste.
La semana pasada la casa de subastas de Beverly Hills, Julien’s Auctions sacó a subasta parte de la colección de vestidos y bocetos del diseñador de moda William Travilla, amigo íntimo de Marilyn Monroe. Entre las piezas subastadas destaca, el famosísimo vestido plisado color marfil que volaba sobre la rejilla del metro en “La tentación vive arriba” dejando a la luz las increíbles piernas de Marylin. Una escena y un vestido que se han convertido en icono a lo largo de los años.
William Travilla trabajo con Marylin en «Los caballeros las prefieren rubias», «Cómo casarse con un millonario» y «Luces de candilejas», aparte de la anteriormente mencionada.
Nacido en 1920 en Los Ángeles, fue descubierto por la actriz Ann Sheridan, quien admiraba y coleccionaba sus bocetos. Al poco tiempo fue contratado en el departamento de diseño en la Warner Brothers, con él que ganó un Oscar por «El burlador de Castilla» y trabajo en la Twentieth Century-Fox, donde vistió a estrellas como Ginger Rogers, Lana Turner y Marylin Monroe. Poco antes de su muerte en 1990, trabajo en los lujosos diseños de los seriales «Dallas» y «California”.
El famosísimo vestido salió a subasta con una estimación de venta entre 20.000 y 30.000 dolares, y junto con algunos bocetos firmados por el diseñador, muebles y recuerdos garantizan el éxito seguro de la subasta.
Estoy buscando los precios de remate de las piezas más significativas, si llego a encontrar los datos los añadiré en esta entrada.
Toda la información de este artículo pertenece a la casa de subastas Julien’s Auctions.
Este año he vuelto a participar en el “Amigo Invisible Twittero”.
Todo ha sido gracias a Pilar, de @cuadernodepili, que por cierto fue mi primera seguidora de Twitter, esa que nunca se olvida… Su blog, “El cuaderno de Pili”, es un sitio curioso y divertido donde se unen las vivencias, ilusiones y experiencias de esta madre de 5 niños. Increíble que con esta familia más que numerosa, Pilar sea capaz de mantener un Twitter, un Facebook, un Blog y organizar un amigo invisible virtual. Una mujer envidiable que trasmite energía y alegría a raudales.
Bueno, pues su iniciativa nos llevó a casi 100 twitteras a intercambiarnos regalos. Un amigo invisible virtual de lo más divertido. Nos hemos pasado casi un mes dando pistas con el Hashtag #amigoinvisibletuitero de nuestros gustos y preferencias, para dar alguna pista y hacer las cosas un poco más sencillas a cada participante.
A mí me tocó hacer el regalo a Montse, @moncatasa. Dice su biografía de Twitter que es mamá de dos 2 monstruitos de 8 y 3 años, que la encanta el chocolate, viajar, el cine y las compras. Al final, y después de darle bastantes vueltas, decidí mandarla uno de los broches de nuestra colección Vintage. Una pieza de la reconocida marca “Coro”, de la que ya os he hablado en varias ocasiones anteriormente. Espero haber acertado.
Mi regalo llegó desde Valencia, me lo mando @Tres_Estudio. Detrás de este estudio que realiza proyectos en los ámbitos de la arquitectura, el paisaje y el interiorismo, están Diana, Macarena y Mar. Si estás pensando en construir tu nueva casa, reformar o redecorar la que ya tienes, montar la habitación de tu bebé, organizar una fiesta inolvidable o, simplemente, solucionar tus dudas de estilo, Estudio_Tres te facilitará un completo dossier que, incluso, podrás contratar a través de internet.
El pasado domingo fue la fecha elegida para realizar la foto. Me parecía que necesitaba un día de tranquilidad para hacer una fotografía un poco especial.
He intentado transmitir lo delicado y elegante del regalo que he recibido. Lo que no podéis ver en la imagen es lo bien que huelen las velas, pero eso os lo digo yo y tenéis que creerlo… Huelen de cine.
El año pasado mi regalo también llegó desde Valencia, María @RojoValentino en Twitter, me mandó un libro y un imán para mi colección. Con María mantengo una preciosa amistad virtual desde entonces.
Espero poder participar el año próximo en esta iniciativa tan divertida. ¡No sé hasta dónde vamos a llegar Pilar!, el año pasado éramos 47 y este año ya casi llegamos a los 100.
Si hay una película que me siga emocionando y que me apasiona volver a ver por Navidades, creo que la repiten cada año, esa es “Chiti Chiti Bang Bang”. Me trae infinidad de recuerdos de mi infancia y creo que es de esas películas que marcan un antes y un después, no solo en la historia del cine y de los grandes musicales, sino en la vida de una niña de apenas 7 años.
Es curioso, porque cuando le dije a Ángel que quería escribir sobre esta película y el coche que la protagoniza, me sorprendió el hecho de que mi sobrino Angelito, con apenas la misma edad que yo en su momento, estuviera enamorado no solo de la canción y la película, sino que al enterarse de que el coche iba a ser subastado, había comenzado a meter monedas en su hucha para ahorrar y pujar por él en la subasta.
Se estima que puede venderse en 2 millones de dólares.
¡Mucho vas a tener que ahorrar Angelito! Es demasiado dinero. Pero lo que es más fácil es que algún día con esos ahorros consigas ir a verlo a Estados Unidos, ya que es allí donde ahora se encuentra.
Se fabricaron varios coches “ Chitty” para la película, pero solamente uno llegó a funcionar realmente. Ese mismo es el que ha permanecido en manos de su único propietario: Pierre Picton en Stratford-upon-Avon, hasta hace unos meses que ha decidido subastarlo. El vehículo embarcó desde Inglaterra hasta California en mayo de 2011, pero no he conseguido confirmar cuándo se va a celebrar la subasta. Voy a seguir investigando porque me encantaría seguirla en directo.
La estrella de la película, que se estrenó tal día como hoy pero en 1968, es un vehículo diseñado por Ken Adam y construido enteramente a mano en el departamento de carreras de Ford. Su capó de aluminio pulido, su interior de madera de cedro, los adornos de latón y su salpicadero: un resto de un avión de caza británico de la primera guerra mundial, hacen de él una mezcla de lo más original y entrañable. El Chitty terminó de fabricarse en 1967 y fue matriculado con las siglas «GEN 11». Que vienen a significar «genii» (genio), dándole al coche una personalidad mágica y un poco humana.
Creo que ninguno de los que vimos la película en esos años olvidaremos al protagonista, Dick Van Dyke, dando vida a un excéntrico inventor que lleva a sus hijos a la gran aventura de su vida.
La película, basada en una novela que Ian Flemming que habría dedicado a su hijo, fue filmada en Inglaterra, Francia y Alemania entre 1967 y 1968, y se estrenó el 16 de diciembre de 1968. Fue una de las películas más caras y difíciles de rodar de su época.
«Chitty Chitty Bang Bang» tuvo un éxito enorme, y aunque sus beneficios no la convirtieron en un taquillazo -debido a su desorbitado coste más que a la falta de audiencia-, para mí siempre permanecerá en mis recuerdos como una de las películas más entrañables de todos los tiempos, siendo el tipo de películas del que me gustaría pudieran seguir disfrutando mis nietos.
¿Alguno participa conmigo de estos mismos sentimientos?
Desde que tenemos a Ángel involucrado en la realización de los artículos técnicos del blog, me estoy enterando de cantidad de cosas súper curiosas que nunca habría imaginado.
Creo que todos sabréis lo que es un reloj antesala o reloj de abuelo como le llaman los ingleses. El típico reloj alto que solíamos ver en las consultas de los médicos, abogados o notarios y que sonaban con un machacante «gong» a la hora en punto.
Pues estas joyas que Ángel se dedica a restaurar nacieron en el S.XVII, gracias a las investigaciones de Galileo Galilei y su desarrollo de la ley del péndulo.
Galileo desarrolló la ley pero no fue capaz de desarrollar un sistema que lograra que un péndulo funcionara de una forma constante. Tuvieron que pasar más de 14 años para que, gracias a ese descubrimiento, Ahasuerus Fromanteel lograra crear el primer reloj de caja alta de la historia, convirtiéndose así en un personaje que ha llenado muchas líneas de libros de relojería y maquinaria antigua.
Fromanteel nació en Flandes el 25 de febrero de 1607. Primero de cinco hijos de un ebanista. Llegó con su familia a Inglaterra huyendo de la conquista española, estableciéndose en Colchester, Norwich y más tarde en Londres.
Ahasuerus Fromanteel aprendió herrería durante siete años, pero enseguida se hizo artesano de relojes de torre, con escape de volante y relojes de mesa con carga por muelle real (algún día os hablaremos de ellos). Se unió al gremio de relojeros en 1632 y se hizo miembro de la Worshipful Company of Blacksmiths en 1631. Más tarde se dedicó a la construcción de microscopios y lentes.
Antes de la invención del reloj de péndulo, los relojes tenían un error diario de entre diez y quince minutos. El uso del péndulo aseguraba una precisión con errores de sólo unos pocos segundos al día; esto, en navegación por ejemplo, era súper importante. Con esta simple mejora se multiplicaba por sesenta la precisión de la marcha.
En general, los relojes de péndulo tenían una cuerda de ocho días de duración, lo que quiere decir que había que darles cuerda menos frecuentemente. Para ello las pesas de los relojes debían ser mayores (unos 12 kilos), y esto supuso que la construcción de la caja debía ser más robusta para soportar el peso extra del reloj, además de para proteger el mecanismo y el dial de manos inexpertas.
Así nacieron los relojes de caja alta o de abuelo. Este estilo permaneció vigente durante más de doscientos años. Se le llamó «una revolución en la relojería».
Fromanteel fue el primer fabricante de relojes de péndulo en Inglaterra, utilizándose después este diseño para fabricar relojes de torre, de mesa, de pesas, así como relojes de bolsillo con cuerda para un año y una gran variedad de motores domésticos e industriales.
También realizó la autobomba para un carro de bomberos, que vendió a la ciudad de Norwich.
Como escribe Mark Denny en su libro «Las cinco máquinas que cambiaron el mundo», la patente de Fromanteel «preparó el terreno para la edad de los relojes ingleses, que dominaron el mundo durante un siglo».
¿Alguna vez habéis visto como funciona un reloj de péndulo?
Os invito a que paséis por la tienda para que Ángel os enseñe unos de los que tenemos en marcha desde hace más de 30 años y que pertenece a su colección particular.
No es corriente que un domingo te surja un plan tan apetecible como este. Hace unas semanas me llamó un buen amigo para contarme que se había comprado un MG.
Tengo que reconoceros que me vuelven loca los coches clásicos: con sus ruedas de radios, los volantes de madera, esos faros tan graciosos que parece que te miran con sus ojos saltones … Todos me recuerdan a un coche que adoro y que me trae recuerdos increíbles de mi niñez: el coche de “Chitichitibangbang”, del que espero hablaros en unas semanas.
El coche de mi amigo es un MG, un MG TC de 1949 de color verde inglés. Yo no entiendo nada de coches, pero al oír las explicaciones de cómo y porqué se hizo con esta joya de la ingeniería británica, no pude por menos que emocionarme.
El capricho de este recientemente retirado del trabajo del día a día llegó desde Inglaterra, y me contaba cómo su antiguo propietario depositó en la misma puerta de su casa estilo inglés de Las Rozas, el coche trasportado delicadamente sobre una plataforma remolcada por él mismo desde las verdes campiñas de Lincolnshire.
El antiguo propietario es un coleccionista inglés especialista en MG’s. Los vende, no sin antes arreglarlos con todo lujo de detalle, dejándolos perfectos para ser usados durante muchos, muchos años más en las manos de otro coleccionista, amante como él de los deportivos clásicos ingleses, tal y como los encontró pero con un historial conocido y como se dice, en orden de marcha. Para esto, como los ingleses no hay nadie en el mundo, conservan sus tradiciones de una manera que es muy difícil de igualar. En los últimos 3 años mi amigo ha dedicado horas en su garaje de casa a restaurarlo hasta dejarlo en casi perfectas condiciones.
Mi amigo siempre quiso poseer este coche. Es un capricho que tenía en mente desde que era un niño de apenas 9 años. A esa edad, un día paseando con su padre, vio uno aparcado en una céntrica calle de Santiago de Chile. Se quedó prendado de él, y mientras su padre le explicaba las cualidades técnicas de ese magnífico auto, él no podía dejar de pensar que aquel coche era perfecto paras ser conducido por un niño de su corta edad. Tan accesible y compacto, él podría hacerse con los mandos de aquel vehículo sin ningún problema… Sueños de niño que todos hemos tenido alguna vez, ¿verdad?
La casualidad hizo que años más tarde, ya con 20 años cumplidos, en el garaje de la casa un buen amigo se encontrara de nuevo con un TC, esta vez de color rojo. El coche estaba despiezado y totalmente arruinado, pero él, como buen ingeniero, nada más verlo ya se imaginaba recuperando y montando una a una todas sus valiosas piezas. Hizo una oferta a su amigo, invirtió todos sus ahorros y se hizo con aquel coche que tanto le recordaba a su padre y con el que había soñado desde niño. Dedicó muchas horas a recuperar cada una de las piezas, pulir, limpiar y encajar cada una en su sitio, para que aquel TC volviera a rodar orgulloso y altivo por las carreteras de Chile.
Años más tarde se vería obligado a venderlo para poder cumplir otro sueño: venirse a España con su mujer y formar aquí una familia.
Para los amantes de la técnica os diré, según me ha contado mi amigo, que la marca MG alcanzó una gran reputación en Estados Unidos gracias al MG TC, vendiéndose allí más de 2.000 de los 10.000 TC que se fabricaron en total. Muchos soldados americanos que habían conducido e incluso adquirido un modelo Midgets en Gran Bretaña durante la guerra, se llevaron el grato recuerdo a casa y pronto retomaron su romance con este sugerente deportivo adquiriendo uno en su país. Uno de los propietarios más famosos de este coche fue el Duque de Windsor, tío de la Reina Isabel de Inglaterra.
Su aspecto, el sonido o, lo mejor de todo, el manejo del MG TC resultaban inconfundibles. La conducción es dura y de rebote continuo. El motor se revoluciona mucho y es ruidoso, y la dirección tiene demasiado recorrido.
Como el motor de 1.250 cc no era demasiado potente, el coche tenía que ir en una marcha corta y muy revolucionado para dar lo mejor de sí. Y como su forma no tenía nada de aerodinámica la velocidad máxima estaba limitada a unos 120 km/h.
A mí este coche me parece una joya digna de disfrutarse con tranquilidad. Me imagino las viradas y estrechas carreteras que atravesaban las verdes campiñas inglesas de principios del s.xx, conducir a través de ellas con estos preciosos autos debía ser una experiencia inolvidable.
Me encanta ver como aún quedan personas que se entusiasman hablando y conservando este tipo de automóviles. Piezas hoy de coleccionista que son un autentico ejemplo de buen diseño, fiable mecánica y un estilo de conducción que aún nos sigue entusiasmando después de más de 100 años. Gracias a ellos podemos revivir épocas de nuestra historia que de otra manera ya estarían olvidadas.
Yo me conformé con un paseo vespertino por las estribaciones de la Sierra de Madrid, que os diré me pareció igualmente alucinante y que espero poder repetir de nuevo.
Un automóvil de lo más Vintage que detiene el tráfico por donde pasa…