Hoy os traigo una joya copiada de una de las obras más emblemáticas de Filippo Lippi. Un pequeño broche de perlas que luce la Madonna en la obra «Madona y niño – Nacimiento de la Virgen». Es una pintura que Filippo Lippi hizo con la técnica de temple sobre madera alrededor de 1465, tiene un tamaño de diámetro de 135 cm. y se mantiene en la Galería Palatina de Florencia.
La historia de Filippo Lippi
De orígenes humildes, en 1421 Filippo tomó votos en el convento de Santa María del Carmine, en Florencia, cerca de donde había vivido con su familia.
Así, el joven fraile tuvo la oportunidad de admirar los frescos que, durante la década de 1420, Masolino y Masaccio estaban pintando en la Capilla Brancacci, en la iglesia anexa al convento de las Carmelitas. Fue una experiencia decisiva en la formación de Lippi, hasta el punto de que «muchos decían que el espíritu de Masaccio había entrado en el cuerpo de Filippo» (Vasari 1568).
Filippo abandonó el convento en 1434 para trasladarse a vivir a Padua. A finales de 1430 Lippi abrió su propio taller en Florencia, donde demostró enseguida su talento. En una carta fechada el 1 de abril de 1438 dirigida a Piero de Medici, Domenico Veneziano menciona a Filippo Lippi y a Fra Angelico como los mejores pintores del momento.
Filippo realizó pinturas de temas religiosos con elegante simbolismo: los temas más recurrentes eran la Pietá, la Anunciación y la Adoración del Niño. También pintó retratos. A partir de 1440 Lippi evolucionó hacia un estilo más cortesano, con colores más brillantes, más difuminados, más complejos y de atmósferas más espaciosas, en harmonía con los encargos que le demandaban en este periodo principalmente fomentado por los Medici y sus afiliados. Pintó para Cosimo il Vecchio el altar mayor, retratando la Adoración del Niño en la capilla del Palazzo Medici (antes de 1459).
Entre 1452 y 1466 Lippi se dedicó a su empresa más ambiciosa: los frescos que muestran las «Escenas de las vidas de San Esteban y Juán el Bautista» en el Coro de la Catedral de Prato. Durante su estancia en Prato se enamoró de Lucrezia Buti, que vivía en el convento de Santa Margarita. A través de la intervención de Cosimo de Medici con el Papa Pío II consiguió que Lucrezia abandonara sus votos monásticos y pudiera casarse con ella. La pareja tuvo un hijo, Filippino, que siguió los pasos de su padre y se convirtió en un importante artista.
En 1647 Filippo Lippi se fue a Spoleto con todo su taller, habiéndosele encargado el fresco «Escenas de la vida de la Virgen» en 1647 en el ábside de la Catedral. Trabajó en esto hasta su muerte en octubre de 1469. Más tarde, en el Duomo de Spoleto donde Lippi había sido enterrado, Lorenzo il Magnifico ordenó la construcción del monumento sepulcral al artista, diseñado por Filippino.
Entre sus pupilos y colaboradores estaban Fra Diamante, Filippino Lippi y Sandro Boticelli.
BIBLIOGRAFIA: