Este mes de diciembre nuestra “no piedra” va a ser el cristal de Swarovski. Aunque no se puede considerar una piedra vamos a tratarla como tal en nuestro diccionario, ya que es un material que revolucionó la historia de la bisutería y uno de los grandes protagonistas de las mejores colecciones de bisutería de todos los tiempos.
La historia de esta marca comienza con el nacimiento de Daniel Swarovski en 1862, en un pueblecito del norte de Bohemia llamado Georgenthal, centro de la producción y de la industria del vidrio.
Su padre era el dueño de una pequeña fábrica-taller de vidrio donde se elaboraba toda clase de adornos y joyas de bisutería. Daniel, al lado de su padre, aprendió todo lo referente a la manipulación del vidrio, que en aquellos años era puramente manual y artesanal. Pasaron los años y, después de comprobar que su gran ilusión de ser un gran violinista era una pura quimera, Daniel Swarovski marcha a Paris para graduarse como ingeniero óptico.
En 1883 asiste a la “Primera Exposición Eléctrica” en Viena. Es allí donde, viendo las innovaciones y las nuevas técnicas de Siemens y Edison, Daniel ve la posibilidad de inventar una máquina que pueda moler, tallar y pulir el cristal de una manera más perfecta y precisa a cómo se estaba haciendo en ese momento en su fábrica.
En ese momento comenzó a realizarse su gran sueño: crear una empresa familiar donde se fabricase el cristal perfecto.
En 1891 logra diseñar su primera máquina eléctrica para la manipulación del cristal, pero lo único que le falta es el dinero para poner en marcha el proyecto. Encuentra dos socios, Frank Weis y Armand Kosmann. Juntos buscan el lugar idóneo para montar la fábrica y lo encuentran en el Tirol. Allí hay agua suficiente para la energía eléctrica que necesitan las máquinas. En 1895 nace la nueva fábrica de vidrio “George Frederic Strass”.
Daniel Swarovski comienza a producir su propio cristal, y al mismo tiempo va perfeccionando sobre la marcha sus máquinas. En la década de 1900 sus hijos se incorporan al negocio.
El resultado de sus esfuerzos por mejorar la calidad del cristal tiene un feliz resultado, de la fábrica sale un cristal casi perfecto, excelente podríamos decir, y los joyeros comienzan a hacer pedidos de estos hermosos cristales para insertarlos en sus joyas.
Con gran visión comercial Daniel Swarovski manda una muestra de sus cristales a Francia y a Moscú. Dos lugares estratégicos para la comercialización de su producto, Francia por ser el centro de la moda y Rusia por ser el centro del lujo y la riqueza en esos momentos.
Son los años 20, la llamada “Belle Époque. Se han puesto de moda los tejidos bordados con perlas y cristales y los adornos de brillantes. Los cristales de Swarovski son perfectos y llegan en el momento apropiado. Con una gran visión comercial, crea una cinta llena de cristales que se puede aplicar a toda clase de tejidos, accesorios e incluso puede adornar zapatos, bolsos y tocados. Cocó Chanel es de las primeras diseñadoras de alta costura en emplear los cristales de Swarovski y lanza toda una colección con ellos. El éxito de la marca está garantizado.
Ante el parón económico de la de la segunda guerra mundial, Swarovski decide dar el salto a los Estados Unidos, logrando allí otro enorme éxito. Sus cristales debutan en el mundo del espectáculo, en Hollywood y en los vestidos de las mujeres de la alta sociedad estadounidense.
Por la década de los cincuenta la casa Swarovski sorprende con una nueva innovación: incorpora en los cristales unas partículas muy delgadas de metal, que produce con la luz unos destellos iridiscentes iguales a los producidos por el diamante. Son los famosos cristales “Aurora Boreal”, inigualables, de un cristal perfecto y calidad superior. Crea tendencia, y la alta joyería demanda estos cristales inigualables. Nadie los ha logrado imitar, ni superar. La fórmula sigue estando guardada bajo llave por la familia.
Daniel muere en 1956, no impidiendo su pérdida en ningún momento el continuo desarrollo de la empresa, que sigue creando, diversificándose y expandiendo su mercado por todo el mundo. Actualmente la empresa está en manos de la quinta generación Swarovski, que produce el 80% de las piedras- cristales que se utilizan en la joyería de alta gama.
También en el mundo de la moda los grandes diseñadores como Dolce & Gabanna, Channel, Vuitton y otros muchos, utilizan en sus creaciones con gran éxito el último producto Swarovski llamado “Malla de cristal”. Es un tejido suave y ligero cubierto de cristales, ideal para los vestidos de alta costura.
En Innsbruck, capital del Tirol, está el museo “Swarovski Crystal Worls” donde, como en un parque temático, puedes introducirte dentro del mundo mágico del cristal de Daniel Swarovski.
Yo os he dejado a lo largo de este post algunas imágenes de piezas que tenemos realizadas con este precioso cristal. Son piezas inspiradas en el Barroco, una época en la que estoy segura que tanto hombres como mujeres se habrían vuelto locos con el brillo de estos cristales.