Encontrar la inspiración… siempre es una incógnita dónde y cuándo aparecerá. Nosotras somos observadoras por naturaleza y siempre tenemos la mente abierta a cualquier detalle que nos pueda inspirar para crear una nueva joya. Hoy queremos hablaros del Tesoro de Guarrazar.
Esta vez hemos viajado bastante lejos en el tiempo. Nos tenemos que remontar al año 711. Fue en esas fechas cuando las tropas musulmanas y bereberes de Tariq Ibn Ziyad atravesaron la península ibérica aplastando en su camino a las tropas de Don Rodrigo. Se encontraron con un camino casi libre para conquistar sin problema Toledo, capital del reino Visigodo en aquel momento. Este es el viaje en el que queremos que nos acompañéis.
Fue a consecuencia de esta conquista que los visigodos decidieron esconder uno de los más increíbles y preciosos tesoros de la época.
¿Quién y cómo se descubrió el Tesoro de Guarrazar?
Tenemos que situarnos a mediados del S. XIX. Por más de 1.100 años permanecieron estas maravillosas joyas ocultas. Pero la casualidad quiso que vieran la luz de la manera más insospechada.
Cuenta el anecdotario popular que una joven llamada Escolástica. – Aquí me he parado a pensar si la joven habría nacido el mismo día que yo, ya que yo llevo este nombre también por haber nacido el 10 de febrero. Eso sí, algunos años más tarde -.
Se dice que Escolástica regresaba de un agradable paseo veraniego con su madre, María Perez, y su padrastro, Francisco Morales. Corría el año 1848 y ese 24 de agosto el calor seguro que sería sofocante, como suele ocurrir en esta época en esa zona de España. El paseo los llevó hasta las afueras de un pequeño pueblo cercano a Toledo, llamado Guadamur. No os olvidéis de este nombre porque merece la pena viajar hasta sus tierras para conocer de cerca todos los parajes que acompañan esta peculiar historia.
Parece que una necesidad fisiológica asaltó a la joven y decidió ocultarse tras unas piedras. Ya era tarde y estaba oscuro, pero a Escolástica le sorprendió el destello dorado de un objeto. Justo a su lado y debajo de una gran losa de piedra, Escolástica se encontraba sin saberlo, sobre una de las tumbas de un antiguo cementerio. Parece ser que los días anteriores había caído una terrible tormenta de verano que había movido toda la tierra. Y por suerte, como consecuencia, había dejado al descubierto parte de las lápidas.
Cegada por la curiosidad, avisó a sus padres, los tres corrieron ansiosos a desenterrar aquel objeto. Ese día, por casualidad, acababan de descubrir una auténtica joya arqueológica visigoda: el Tesoro conocido con el nombre de Guarrazar. Se le dio este nombre por la finca sobre la que se sitúa. ¿Os imagináis la cara que se les quedaría a los tres?
¿Qué hicieron al encontrar el Tesoro de Guarrazar?
Decidieron lavarlo todo en un riachuelo cercano, cargarlo en su mula y llevárselo a casa. Pero lo que no sabían es que en ese momento otro vecino estaba dando buena cuenta de sus actos. Un hortelano de nombre Domingo de la Cruz, quien se acercó al sitio cuando la familia se marchó. Así es como se topó con otra tumba que también contenía parte del preciado tesoro. Domingo desenterró la otra parte y se la llevó a su casa.
Entre las dos familias, y en apenas unas horas, habían desenterrado uno de los tesoros más importante de la historia antigua de la península ibérica.
¿Qué pasó después?
La parte del tesoro que encontró la familia Morales-Pérez terminó siendo vendida a través de un intermediario experto en diamantes al Estado francés. Concretamente al Museo de Cluny. Aún hoy puede verse parte de él en este museo. Y casi fue una suerte que esto pasara, porque gracias a ello, esta parte del tesoro se conserva íntegramente.
El Gobierno español, en medio de un fortísimo escándalo que llegó a las Cortes, intentó recuperarlo sin éxito. En ese momento, Napoleón III esgrimía las más peregrinas excusas para no devolverlo.
Finalmente, en 1941, con una Francia ocupada, el lugarteniente de Adolf Hitler y el nazi Heinrich Himmler, devolvieron al Gobierno español buena parte del hallazgo. Además de piezas arqueológicas de la importancia de la Dama de Elche.
No corrió tanta suerte la parte del tesoro que encontró el hortelano Domingo. El lo que hizo fue mantener las piezas ocultas durante unos años. Solo sacándolas a la luz para vender una parte a varios joyeros toledanos. Estos lo que hicieron fue desmontarlas y fundirlas para hacerlas desaparecer de las autoridades y de la policía. Y con el oro y las piedras realizaron otras joyas. Consiguiendo así que se perdiera por completo su rastro. Me duele el alma solo de pensar la escabechina que cometieron estos artesanos con esta parte del tesoro.
En 1861, agobiado por la presión, Domingo entregaría a Isabel II lo poco que le quedaba del tesoro. Entre otras cosas la valiosa corona del rey Suintila que, lamentablemente desaparecería del Palacio Real en 1921, sin que hayamos vuelto a saber nada mas de ella.
¿Dónde está la corona de Suintila, el rey visigodo que expulsó a los bizantinos de la Península?
Ese es otro de los misterios aún sin resolver. Pero la historia de este tesoro es mucho más apasionante de lo que en un principio podría parecer. Y esto fue gracias al empeño de Juan Manuel Rojas, un apasionado arqueólogo que se ha dejado la piel en este yacimiento. Y también gracias al ayuntamiento de Guadamur hoy sabemos que la zona no era una simple huerta donde los visigodos enterraron sus tesoros más preciados.
Guarrazar esconde el yacimiento de uno de los lugares de culto más importante de la era visigoda. Un complejo religioso semejante al Santuario de Lourdes en Francia.
En los últimos años han aflorado los muros de un edificio de más de 30 metros de longitud, una iglesia basilical, los restos de un posible palacio, un cementerio visigodo y hasta una edificación que servía de residencia a los peregrinos. También sabemos ahora que había una fuente de aguas curativas. El mismo lugar donde la familia Morales limpio las joyas era el lugar donde los cristianos iban a pedir a Dios su sanación.
Es por esto, y dada su importancia, por lo que el tesoro real se guardaba allí. En los edificios religiosos y reales, de cuyos techos colgaban las coronas votivas de los monarcas y lo que realmente sucedió fue que, ante el avance imparable de los musulmanes, aterrados, los responsables del tesoro buscaron un lugar donde enterrar las joyas. Se les ocurrió que lo mejor era meterlas en el cementerio. Allí nadie miraría. Levantaron dos lápidas, escondieron los preciados objetos, los taparon con piezas de tela y arena y volvieron a poner los cadáveres encima.
El tesoro de Guarrazar.
El tesoro está compuesto por diez coronas votivas —entre las que sobresale la del rey Recesvinto (649-672)— cruces de oro, piedras preciosas, perlas, esmaltes, nácares y cristal tallado. Todo fabricado en el siglo VII.
Hoy, el tesoro se distribuye entre los fondos del Museo Arqueológico Nacional, Museo de Cluny de París y el Museo de la Armería del Palacio Real de Madrid. También hay una copia de las coronas en el Museo de Toledo. Este conjunto constituye el tesoro de orfebrería visigoda más importante de todos los conservados. Y el mejor ejemplo de la actividad de los talleres oficiales de la corte toledana.
Otra anécdota super curiosa es que desde el año 2014 gracias a la alcaldesa de Guadamur, Sagrario Gutiérrez, el lugar es un yacimiento arqueológico visitable, casi único en España. Pues resulta que ella encontraría en una de sus innumerables visitas al yacimiento, un magnífico zafiro semi enterrado en el barro. Este podría ser uno de los zafiros que se desprendió de una corona cuando la familia Morales lavó el tesoro en el riachuelo. Y que quedó allí enterrado hasta que otra casualidad quiso que saliera a la luz de manos de la Alcaldesa.
Vintage by Lopez-Linares.
Nosotras nos quedamos enamoradas de algunas de las piezas que decoran estas coronas. En nuestro afán por ofreceros piezas diferentes, exclusivas y únicas, decidimos lanzar una serie de pendientes y sortijas con el cierre inspirado en estas piezas. El diseño es muy sencillo y está basado en la joyería visigoda de esos años.
Cada pendiente es único. No habrá dos iguales. Para darle así más exclusividad a la colección. Hemos preparado una serie combinando distintas piedras semipreciosas, coral, perlas, madreperla y elementos que podrían haber sido usados por los visigodos. Y los hemos montado con las mismas técnicas que ellos usaron.
Nuestra colección de pendientes del Tesoro de Guarrazar
Os voy a explicar un poquito el proceso creativo para que veáis de donde han salido cada uno de los elementos.
La idea surgió después de una visita guiada al yacimiento Guadamur. Como os decía antes es un pequeño pueblo a escasos 10 minutos en coche de Toledo. Un pueblo curioso que esconde varias sorpresas aparte de este magnífico lugar.
Nosotras tuvimos la suerte de realizar la visita de la mano de Juan Manuel Rojas, el arqueólogo padre de todo este enorme descubrimiento. Realizan visitas guiadas que son una forma de ayudarles a continuar con esta apasionante investigación.
Bueno, la cuestión es que nos enamoramos de la historia y del tesoro. Y de vuelta a Madrid nos pusimos manos a la obra para buscar material gráfico de las coronas. Después de algún que otro diseño y modificación nos quedamos con estas tres piezas.
Y os cuento que la que tiene forma de tulipán está inspirada en una piedra tallada perteneciente a la Iglesia donde estaba el tesoro. Y las otras dos son concretamente de la corona de rey Suintila: la que desapareció en 1912 y no se ha vuelto a saber nada de ella. Nos pareció que era un bonita forma de hacer honor a esa magnífica pieza desaparecida tan misteriosamente. Y así, conservar parte de su belleza en la actualidad.
Esperamos que os hayan gustado las joyas y la historia tan curiosa de este Tesoro de Guarrazar.
Bibliografía