Joven de buen carácter, vivaz y coqueta, era considerada la segunda más bella de las hijas del zar. Decían que su hermana Tatiana era aún más bella.
Poseía unos expresivos ojos azules, tan grandes que en la familia eran conocidos como «los platillos de María». Vivía en una de las 100 habitaciones del palacio de Alejandro, a 20 km al sur de San Petersburgo, con su hermana la Gran Duquesa Anastasia, formando lo que en palacio se conocía como «la pequeña pareja».
Su tutor francés Pierre Gilliard dijo de ella que era “alta y bien estructurada, con mejillas sonrosadas”. Tatiana Botkina decía que la expresión de los ojos de Maria era «suave y gentil». Durante su infancia su apariencia física era comparada con la de los ángeles de Botticelli. El Gran Duque Vladimir Alexandrovich de Rusia la llamaba «El bebé amigable», por su naturaleza buena.
Al estallar la revolución rusa, fue confinada junto a su familia en el Palacio Alejandro de Tsárskoye Seló. En agosto de 1917 fue trasladada con ellos a Tobolsk (Siberia) y posteriormente, en la primavera de 1918, a Ekaterimburgo. En la madrugada del 17 de julio de ese mismo año murió asesinada por los bolcheviques, junto a su familia y varios sirvientes.
Retrato de la retratista Christina Robertson (1796-1854), en la que podemos apreciar su sutil y melancólica belleza.
Fotografías: @María López-Linares
Flor Charo Agruña