El próximo 14 de mayo se celebra en la casa Sotheby´s de Ginebra una grandiosa subasta de joyas. Ya os he hablado de esta subasta, ya que en ella se ponen a la venta un lote de joyas de la conocida actriz italiana Gina Lollobrigida. La artista vende parte de su magnífica colección de joyas para recaudar fondos con fines benéficos, concretamente para la investigación sobre células madre.
Pero no solamente se subasta este precioso lote de joyas. Entre los lotes he encontrado una colección de piezas soberbias de la diseñadora francesa madame Suzanne Belperron (1900-1983). Ella ha sido una de las más influyentes e importantes diseñadoras de joyas del siglo XX.
Las treinta y cuatro piezas que salen a subasta pertenecieron a una buena amiga de Belperron, Cécyle Simon. Cada una de estas piezas fue personalmente creada y diseñada para ella.
Ya el año pasado se subastaron con un éxito apabullante 60 piezas de la citada diseñadora, llegando a rematarse todos los lotes en cerca de 3 millones y medio de dólares.
Para aquellos que no estén familiarizados con Suzanne Belperron, se puede decir que ella es una de las más importantes diseñadoras de joyería femenina del siglo XX. Está considerada por muchos tan influyente como Coco Chanel o Elsa Shiaparelli, y otra de las pioneras en la evolución de la moda femenina y el diseño de joyas.
Sus marcas de fábrica fueron la naturaleza y las raíces étnicas. Encontró inspiración en la flora y la fauna: los peces, las estrellas de mar, los insectos, los pétalos de flores, las hojas… Todo ello trabajado con una originalidad y una calidad inconfundibles.
Sus diseños fueron distinguidos y audaces, con piedras inusualmente grandes. Mezcló piedras semi-preciosas con las más preciosas gemas. Las creaciones de Belperron estaban tan de moda entonces como pueden estarlo ahora.
Con todo ello logró que sus joyas se convirtieran en piezas inconfundibles, y por ello se negaba a firmarlas. Decía: «Mon style est ma signature» (mi estilo es mi firma).
Belperron comenzó su carrera en 1919, a los 19 años. Al poco tiempo la conocida firma de joyería René Boivin contrató a la joven para unirse a la empresa, en la que se mantuvo como codirectora hasta 1932 cuando pasó a formar parte de la “Casa Herz”, donde la dieron rienda suelta para diseñar y crear sus propios modelos bajo el nombre de Herz.
Su clientela incluía a la realeza de casi toda Europa, así como a múltiples aristócratas y a las dinastías del Aga Khan, Rothschild, Wildenstein y el Duque de Windsor, entre otros.
Suzanne Belperron también atraía clientes del mundo de las artes y el entretenimiento: Gary Cooper, María Félix, Josephine Baker y un larguísimo etc…
Joyas que dejan huella.