Nace en Barcelona el 28 de diciembre de 1910, hijo y nieto de orfebres.  Su padre, Joaquín Capdevila y Meya, tiene un taller donde a los 16 años de edad Manuel empieza a trabajar en el oficio, combinándolo con los estudios en el Ateneo Politécnico de Barcelona de su otra vocación, la pintura.

A los 19 años pasa una temporada en Paris trabajando en el taller de un joyero parisino. Este periodo de tiempo para Manuel fue muy importante, quedando impactado con el vanguardismo y entusiasmado por la libertad de expresión y la indiscriminada manera de plasmar el color, sobre todo en la pintura. Vuelve a Barcelona con nuevas energías, y lleno de ilusión reanuda su trabajo en el taller familiar.

Entre los años 1935 y 1936 ya tiene obra suficiente para exponer en “A Mesa Puesta” y en la VI Trienal de Milán. En esta época recibe el encargo del Tribunal de Casación de Cataluña para diseñar y realizar la medalla pectoral de oro, símbolo del Tribunal.  Pero la carrera de Manuel se ve truncada por la guerra civil española. Se va de España y vuelve de nuevo a  París, donde permanecerá tres fructíferos años en los que realizó una bonita colección de broches de plata y laca japonesa de estilo muy surrealista, exponiendo en el importante Salón de Otoño de París.

Acabada la guerra en 1939, vuelve a Barcelona y se pone al mando del taller familiar dañado durante la contienda. Al mismo tiempo se dedica a la enseñanza dando clases en la Escuela Massana, centro municipal de las artes y el diseño de Barcelona.

En 1947, con motivo de la entronización de la Virgen de Montserrat, se encarga al taller de Capdevila la Lámpara del Sardanísimo, así como las puertas del Camarín de la Virgen. Ya no pararían los encargos para el Monasterio: cooperando en el altar mayor, construyendo la Corona Baldaquino que cuelga sobre el altar mayor de la nave central, el sagrario de la capilla del Santísimo…

Capdevila quiere innovar en la joyería, necesita cambiar el estilo de sus obras, y en 1950 incorpora a sus diseños elementos de la naturaleza: guijarros, maderas, conchas, fósiles, … Tomando estos elementos como base sobre los que construye sus broches y joyas y creando unas piezas originales y vanguardistas que fascinan a todo el mundo.

Sus diseños son conocidos internacionalmente y expone en todo el mundo. Su fama sigue hoy siendo internacional, siendo elegido por la Santa Sede como joyero para realizar el anillo pastoral del Papa Francisco: un anillo de plata que luce en todas sus audiencias públicas. Es un anillo austero y sencillo, cuyo diseño cumple con todos los requisitos que el Vaticano demandó al encargarlo.

En 1970 Capdevila cede la dirección del taller de joyería a su hijo Joaquim Capdevila i Gaya, para dedicarse de una manera más constante a la pintura. Aun así continúa trabajando con las joyas.

Las obras de Capdevile se exponen en el Museo de las Artes Decorativas de Barcelona, parte en el Museo de la Joyería de Pforzheim (Alemania),  en los monasterios de Monserrat y Poblet y en el Palacio de la Generalidad de Barcelona.