No es corriente que un domingo te surja un plan tan apetecible como este. Hace unas semanas me llamó un buen amigo para contarme que se había comprado un MG.
Tengo que reconoceros que me vuelven loca los coches clásicos: con sus ruedas de radios, los volantes de madera, esos faros tan graciosos que parece que te miran con sus ojos saltones … Todos me recuerdan a un coche que adoro y que me trae recuerdos increíbles de mi niñez: el coche de “Chitichitibangbang”, del que espero hablaros en unas semanas.
El coche de mi amigo es un MG, un MG TC de 1949 de color verde inglés. Yo no entiendo nada de coches, pero al oír las explicaciones de cómo y porqué se hizo con esta joya de la ingeniería británica, no pude por menos que emocionarme.
El capricho de este recientemente retirado del trabajo del día a día llegó desde Inglaterra, y me contaba cómo su antiguo propietario depositó en la misma puerta de su casa estilo inglés de Las Rozas, el coche trasportado delicadamente sobre una plataforma remolcada por él mismo desde las verdes campiñas de Lincolnshire.
El antiguo propietario es un coleccionista inglés especialista en MG’s. Los vende, no sin antes arreglarlos con todo lujo de detalle, dejándolos perfectos para ser usados durante muchos, muchos años más en las manos de otro coleccionista, amante como él de los deportivos clásicos ingleses, tal y como los encontró pero con un historial conocido y como se dice, en orden de marcha. Para esto, como los ingleses no hay nadie en el mundo, conservan sus tradiciones de una manera que es muy difícil de igualar. En los últimos 3 años mi amigo ha dedicado horas en su garaje de casa a restaurarlo hasta dejarlo en casi perfectas condiciones.
Mi amigo siempre quiso poseer este coche. Es un capricho que tenía en mente desde que era un niño de apenas 9 años. A esa edad, un día paseando con su padre, vio uno aparcado en una céntrica calle de Santiago de Chile. Se quedó prendado de él, y mientras su padre le explicaba las cualidades técnicas de ese magnífico auto, él no podía dejar de pensar que aquel coche era perfecto paras ser conducido por un niño de su corta edad. Tan accesible y compacto, él podría hacerse con los mandos de aquel vehículo sin ningún problema… Sueños de niño que todos hemos tenido alguna vez, ¿verdad?
La casualidad hizo que años más tarde, ya con 20 años cumplidos, en el garaje de la casa un buen amigo se encontrara de nuevo con un TC, esta vez de color rojo. El coche estaba despiezado y totalmente arruinado, pero él, como buen ingeniero, nada más verlo ya se imaginaba recuperando y montando una a una todas sus valiosas piezas. Hizo una oferta a su amigo, invirtió todos sus ahorros y se hizo con aquel coche que tanto le recordaba a su padre y con el que había soñado desde niño. Dedicó muchas horas a recuperar cada una de las piezas, pulir, limpiar y encajar cada una en su sitio, para que aquel TC volviera a rodar orgulloso y altivo por las carreteras de Chile.
Años más tarde se vería obligado a venderlo para poder cumplir otro sueño: venirse a España con su mujer y formar aquí una familia.
Para los amantes de la técnica os diré, según me ha contado mi amigo, que la marca MG alcanzó una gran reputación en Estados Unidos gracias al MG TC, vendiéndose allí más de 2.000 de los 10.000 TC que se fabricaron en total. Muchos soldados americanos que habían conducido e incluso adquirido un modelo Midgets en Gran Bretaña durante la guerra, se llevaron el grato recuerdo a casa y pronto retomaron su romance con este sugerente deportivo adquiriendo uno en su país. Uno de los propietarios más famosos de este coche fue el Duque de Windsor, tío de la Reina Isabel de Inglaterra.
Su aspecto, el sonido o, lo mejor de todo, el manejo del MG TC resultaban inconfundibles. La conducción es dura y de rebote continuo. El motor se revoluciona mucho y es ruidoso, y la dirección tiene demasiado recorrido.
Como el motor de 1.250 cc no era demasiado potente, el coche tenía que ir en una marcha corta y muy revolucionado para dar lo mejor de sí. Y como su forma no tenía nada de aerodinámica la velocidad máxima estaba limitada a unos 120 km/h.
A mí este coche me parece una joya digna de disfrutarse con tranquilidad. Me imagino las viradas y estrechas carreteras que atravesaban las verdes campiñas inglesas de principios del s.xx, conducir a través de ellas con estos preciosos autos debía ser una experiencia inolvidable.
Me encanta ver como aún quedan personas que se entusiasman hablando y conservando este tipo de automóviles. Piezas hoy de coleccionista que son un autentico ejemplo de buen diseño, fiable mecánica y un estilo de conducción que aún nos sigue entusiasmando después de más de 100 años. Gracias a ellos podemos revivir épocas de nuestra historia que de otra manera ya estarían olvidadas.
Yo me conformé con un paseo vespertino por las estribaciones de la Sierra de Madrid, que os diré me pareció igualmente alucinante y que espero poder repetir de nuevo.
Un automóvil de lo más Vintage que detiene el tráfico por donde pasa…
Que bonito comentario , me ha emocionado,porque puedo sentir la ilusión de tu amigo por ese coche que tantos recuerdos le traía Algunas veces en la vida un sueño se hace realidad. Besos.
Muchas gracias, no sabes lo que me alegra que te guste mi historia.
A mi me emocionó cuando me la contaron;-)
Son increibles las fotos!!me encantan!!
saludos!!
http://www.bernice.es
Increibles las fotos!! y por supuesto increible el coche!!
Saludos!!
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