Es una bonita gema azul verdosa procedente del berilo, como también lo es la esmeralda.
Su nombre procede del latín “Aqua Marina” que significa “agua de mar”, debido a su color azul verdoso. Antiguamente la llamaban “la piedra del marinero” porque estos la llevaban como amuleto para que les protegiera en las tempestades.
Las aguamarinas han sido siempre muy apreciadas a lo largo de la historia, a causa de su presentación natural en grandes y transparentes cristales, con un colorido puro y delicado.
En el Antiguo Egipto era costumbre introducir entre las vendas de las momias cuentas de aguamarinas, para proteger a los difuntos en su viaje al más allá. Existe un bello ejemplar de aguamarina tallada del periodo carolingio (siglo IX): es una aguamarina engarzada sobre un chatón de oro perfectamente tallada con la imagen de Flavia Julia, hija del emperador Tito, de una trasparencia perfecta y rodeada de zafiros y perlas. Es una joya que perteneció al emperador Carlomagno.
En la Edad Media y en el Renacimiento, las aguamarinas eran símbolo de pureza y salud, por eso se acostumbraba a regalar un anillo de aguamarinas a las novias el día de su boda. La aguamarina siempre ha sido una piedra semipreciosa muy querida por las mujeres, a causa de su color suave y delicado muy favorecedor a cualquier fisonomía femenina.
Es una gema muy apreciada en joyería por su dureza, ya que no se raya con facilidad, y permite una gran variedad de cortes, como el corte esmeralda o el corte de brillante que le aporta tanta luminosidad.
Su tono azul se debe a la presencia de borato de hierro, y el tono verdoso al óxido de hierro. Se suele encontrar en yacimientos hidrotermales. Hay yacimientos en Italia, Sri Lanka, India, Estados Unidos, en algunos países de África, en los montes Urales (Rusia) y en Brasil. Los yacimientos más cotizados son los procedentes de los Urales, pero las minas más numerosas y el primer productor y exportador de aguamarinas es Brasil.
La más famosa es la llamada “Don Pedro”, la aguamarina tallada más grande del mundo. Fue descubierta en Brasil por tres mineros que la dejaron caer por accidente, partiéndose en tres pedazos. El más largo de ellos fue tallado y pulido por el gemólogo Bernd Munsteiner, quien aseguró que al ver la piedra se enamoró de ella, queriendo sacar de ella toda su belleza. Estuvo estudiando el cristal durante cuatro meses y otros seis más puliéndola y tallándola. Hoy la gema Don Pedro está expuesta en el Museo Nacional de Washington.
En nuestra tienda online podéis ver una pequeña selección de piezas realizadas con esta preciosa piedra, que tengo que reconoceros es una de mis preferidas.
Os dejo algunas de ellas: