Volvemos a hablar de Boticelli en el blog.
Hay pintores a los que regreso una y otra vez y de los que nunca me canso de investigar. En el caso de hoy, vamos a hacer un viaje por uno de los relatos bíblicos que más se ha utilizado en el Renacimiento.
“El Regreso de Judith a Betulia” es un pequeño óleo sobre tabla (mide 31cm x 24cm) fechado hacía 1472, que se encuentra en la Galleria de los Uffizi en Florencia. La obra está documentada a finales del siglo XVI como parte de la colección de los Medici. Parece ser que fue un regalo que recibió Bianca Cappello, la segunda esposa del Gran Duque Francisco I.
Está claro que una obra tan pequeña nunca fue concebida para decorar las grandes salas de los palacios renacentistas, más bien deducimos que fue una pieza realizada para ser disfrutada de cerca y ser mostrada a amigos y familiares en pequeñas reuniones o festejos. Estas obras solían guardarse en pequeñas fundas de cuero para protegerlas.
Pero, ¿quién era Judith?
El relato bíblico de Judith es uno de los más utilizados en el arte renacentista, y el tema está sacado del “Libro de Judit” del Antiguo Testamento. Es un texto considerado apócrifo por el judaísmo, y aceptado como parte del canon de los escritos bíblicos por los cristianos ortodoxos y por la iglesia católica.
La historia narra cómo Judit, una viuda judía, salva a su pueblo del asedio enemigo y se convierte en una heroína.
La ciudad judía de Betulia estaba siendo asediada por las tropas asirias de Nabucodonosor. Al mando del ejército asirio estaba el cruel y sanguinario general Holofernes. La cuidad estaba a punto de rendirse, pero Judit, una joven y rica viuda, se revela y, ante el asombro de todos, promete al rey Ocias salvar a su pueblo.
Entonces Judith planea una estrategia sencilla y valiente a la vez, decide dejar su luto y ponerse su mejor vestido de fiesta. Judith se perfuma, se engalana con sus mejores joyas, esas en las que puse el ojo y que hoy os traigo hasta aquí, y sale junto con su criada Abra. Las dos van cargadas con una gran provisión de vino de la tierra hacía el campamento enemigo.
Una vez allí, Judith consigue que los soldados la lleven ante el general Holofernes con el fin de mostrarle un plan y darle información de cómo penetrar en la ciudad de Betulia con éxito. Judith era tan bella que el general Holofernes quedó prendado de su belleza nada más verla, y juntos planearon una estrategia para invadir Betulia.
El general, aún más enamorado que antes, agasaja a Judit con un magnifico banquete privado en su tienda. Judit manda traer su vino y consigue embriagarle de tal manera que termina la velada profundamente dormido, momento en el que Judit aprovechó para coger la cimitarra de Holofernes y cortar su cabeza. Hecho esto, Judit la envuelve en un pequeño manto y rápidamente sale de la tienda, le entrega a su criada la cabeza y juntas regresan a la ciudad.
El rey Ocias cuelga la cabeza de Holofernes en una de las almenas de la ciudad. Los soldados al día siguiente, al entrar en la tienda y ver el cuerpo decapitado de su general marchan hacia Betulia, pero al ver la cabeza de Holofernes colgada de la almena salen huyendo despavoridos.
Esta imagen del personaje de Judit como mujer virtuosa, valiente, que lucha ante la tiranía, más tarde a lo largo del Renacimiento va cambiando hacia la imagen de una mujer más viril, más fuerte. Poco a poco con el paso del tiempo la imagen de Judit se irá transformando e irá perdiendo su imagen primitiva de mujer virtuosa y religiosa, para adquirir unos valores totalmente laicos y ajenos al personaje bíblico.
Me encantaría poder viajar a Florencia para verlo. Ahora que me he empapado de información sobre esta pequeña maravilla de Boticelli, es cuando de verdad me entran ganas de tele transportarme hasta allí y sentarme a contemplar la belleza de esta obra maestra.
Botticelli nos muestra a Judith junto con Abra, su criada, que regresan a grandes zancadas a Betulia. Abra lleva la cabeza cortada de Holofernes sobre su propia cabeza. Botticelli ha logrado aquí capturar el movimiento y la quietud en un equilibrio único. Judith aparece en movimiento y gira la cabeza hacia el espectador, pero su mirada es de melancolía. Aunque camina con seguridad, sí vislumbramos un gesto de tristeza en su mirada. Quizás la pese el haber tenido que asesinar a un hombre para conseguir la paz de su pueblo. Esta imagen de Judit que nos presenta el maestro es la de una mujer justa, que “se revela ante la tiranía y lucha por la libertad”; mensaje muy apreciado y demandado en el Quattrocento tardío.
Para suavizar el cruel asesinato cometido por Judith, el maestro coloca en su mano una rama de olivo, símbolo de paz. Botticelli ha sabido trasmitirnos la prisa que llevaban las dos mujeres en su huida hacia su pueblo.
La luz del sol sobre el rostro de Judith hace que nuestra mirada se vaya directamente hasta ella. Su ropaje, movido por el viento, nos lleva la vista hacia el horizonte, donde Botticelli nos muestra un precioso paisaje cargado de luz.
Boticelli consigue que Judit trasmita en su rostro la grandeza y las virtudes del personaje, quitándole cualquier vestigio de crueldad.
Y yo os he traído las joyas de una de las mujeres de leyenda más valientes y fascinantes de la historia, espero que lo hayáis disfrutado.
Imágenes:
@Botticelli
@María López-Linares