El Museo de Historia Cultural de Oslo acoge una cautivadora exposición, como esas sobre las que tanto nos gusta investigar y compartir con vosotros. Esta vez, la joyería es más personal que nunca.
¿Por qué esa fascinación desde tiempos inmemoriales por adornar nuestro cuerpo con joyas y complementos? Esto es a lo que intenta responder esta muestra, a través de decenas de adornos cuidadosamente seleccionados para representar su propio tiempo. Cada una de las piezas cuenta una historia única y mágica, y consigue transportarnos a la época en la que aquél Obispo luciera ese precioso anillo en concreto, decorado con rubíes, esmeraldas y lapislázulis, allá por el siglo XIII…
Dime qué joyas luces y te diré quién eres…
A lo largo de la historia, los adornos personales han, no ya hablado, sino gritado a voces muchos de los rasgos de la personalidad de quien los lucía y han puesto de relieve tanto las similitudes como las diferencias entre tú y el resto.
Desde estatus económico hasta emociones sentimentales, una joya habla mucho por sí sola. Y esto lo han sabido todas y cada una de las civilizaciones que han utilizado adornos como complementos, desde tiempos Prehistóricos.
Las primeras colonias en lucirlos fueron las civilizaciones de Africa. Algunas conchas de caracolas utilizadas como abalorios datan de hace 75.000 años, y otras realizadas con conchas de ostras podrían tener más de 40.000.
No fue hasta la era de los modernos europeos cuando se comenzaron a utilizar otros materiales como huesos o colmillos, para realizar collares y brazaletes. El primer pendiente sin embargo surgió algo más adelante, en el Alto Paleolítico.
A partir de ahí, Egipto, Mesopotamia y Oriente Medio ya contaban con los primeros artesanos joyeros, y la joyería se convertía en un auténtico arte.
Durante todos estos siglos, las joyas han sido utilizadas para denotar estatus, aunque esto se hizo aún más patente en la Antigua Roma, donde sólo ciertos rangos de ciudadanos podían lucir determinados anillos. Pero la cultura de cada época también ha influido considerablemente en el significado de lucir adornos y complementos. Por ejemplo, a finales del siglo XIX y principios del XX, si un hombre lucía un pendiente era considerado afeminado, algo que a finales del siglo XX y principios del XXI se popularizó entre la población masculina convirtiéndolo en una forma de protesta social.
En esta exposición se muestran colecciones de adornos arqueológicos y etnográficos que algunas personas vistieron varias veces durante sus vidas. “La interacción entre el cuerpo y el adorno crea un poderoso vínculo que algunas culturas consideraron mágico”, menciona la muestra.
La exposición continuará abierta al público en el Museum of Cultural History de Oslo hasta el próximo 2 de octubre. Para conocer más sobre ella, podéis visitar la web del museo.