Pendientes de oro muy pequeñitos, en forma de aretes, que se ponían a las niñas como primera joya al perforarle las orejas. Los agujeros se hacían con una aguja y posteriormente se colocaba este arete de oro.
Era muy frecuente que estos abridores se heredaran de madres a hijas, y su uso estaba muy extendido ya que simplemente con girar el arito sobre el agujero facilitaba que este no se cerrara.
Luego, cuando el agujero ya estaba bien cicatrizado, solían cambiarse por otros también de oro, con cierre de palito y una pequeñísima bolita de oro o perla.
Este tipo de pendientes-abridores ya no se fabrica ni se utiliza ya que en numerosas ocasiones llegaban a engancharse en la ropita de los bebés y producían desgarros en las orejas.
Actualmente los agujeros se suelen hacer directamente con una especie de pistola de presión, que coloca directamente un pendiente antialérgico.
Imágenes: María López-Linarees Vintage Photography