Elizabeth Taylor y Avon, una colaboración casi desconocida en España

Hace unas semanas fallecía la mítica estrella de Hollywood Elizabeth Taylor. La vida de la estrella es más que conocida por todos: sus películas, sus Oscars, sus escándalos y sus ocho matrimonios han ocupado miles de hojas de la prensa del corazón en todo el mundo.

Su pasión por las joyas es lo que a mí  más me llama la atención de su vida. Ha sido propietaria de una de las colecciones de joyas más impresionante de todos los tiempos, y de algunas de las piezas más emblemáticas de la historia de la joyería mundial.

collarperegrina

Probablemente, de toda su colección, la joya sobre la que más se haya escrito sea “La Peregrina”. Esa preciosa perla fue encontrada en el S.XVI en el Golfo de Panamá por un esclavo negro, al que concedieron la libertad como premio por tan increíble hallazgo. La perla fue entregada a Felipe II por Don Pedro Témez, administrador de la colonia española. El rey regaló la perla a su prometida, la Reina Maria I de Inglaterra, que lució la magnífica perla en numerosísimas ocasiones. La Peregrina no regresó a España hasta la muerte de Maria Tudor.

Posteriormente la joya fue lucida  tanto en grandes acontecimientos políticos como en numerosos retratos, por todas las reinas españolas durante los SXVII y XVIII. Podemos disfrutar de su belleza en los famosos retratos realizados por Velázquez de Isabel de Borbón y Mariana de Austria, ambas esposas de Felipe IV.

La Peregrina permaneció como parte del Tesoro Real Español hasta el S.XIX. Fue entonces cuando José Bonaparte, tras finalizar su reinado en España, se llevó la perla a Francia.

La perla permaneció en Francia hasta que el Emperador Napoleón III viajó con ella a Inglaterra en su exilio, donde consiguió vendérsela al Duque de Abercon. Años más tarde, el Rey Alfonso XIII intentó sin éxito hacerse con ella. La Peregrina permaneció en poder de la familia Abercon hasta que en 1969 fue subastada en Londres por la casa Sotheby’s, donde Richard Burton la adquirió por 37.000$ para entregársela como presente a Elizabeth por el día de San Valentín.

Pero por lo que realmente es desconocida en España la actriz, es por su faceta como diseñadora de joyas. La actriz diseñó en los años 90s varias colecciones para la casa Avon.

La casa Avon fue fundada por un joven vendedor de libros puerta a puerta en 1886, llamado McConnell. Comenzó vendiendo libros y regalando muestras de perfumes a sus clientes, pero enseguida se dio cuenta de que tenían más éxito los perfumes que los libros, decidiendo cambiar su negocio y comenzar a vender perfumes. La casa Avon siempre mantuvo la estrategia de venta directa con representantes por todo el mundo.

En 1920 la compañía saca unos polvos de talco y así, poco a poco, comienza su expansión en el mundo de la venta directa de productos cosméticos. Estoy segura de que todas las españolas, excepto las más jóvenes, recordaremos el famoso eslogan de: “Avon llama a su puerta”.

La casa Avon quiso ir aun más lejos, y en 1970 saca a la luz su primera colección de bisutería. Consistía en tres piezas: un broche, una sortija y un collar. Avon nunca fabricó directamente, tenía varias fábricas subcontratadas. Sus productos siempre seguían unos estrictos controles de calidad y esto, unido a las colaboraciones que realizo con los más afamados diseñadores de la época, hicieron de esta firma el mayor distribuidor de bisutera del mundo.

Fue en la década de los 90 cuando Elizabeth Taylor entra a formar parte del equipo de Avon. Entre los años 1993-1997 diseñó varias colecciones, pero fueron las basadas en la película «Cleopatra», «La senda de los elefantes» y «La mujer indomable» las que tuvieron más éxito.

Elizabeth tenía fama de meticulosa y exigente, y sabemos que supervisaba todos los detalles del diseño y fabricación de las piezas que llevaban su nombre. Todas las piezas de Avon diseñadas por la artista llevan una “E”.

En el año 2005 Elizabeth funda su propia compañía de bisutería: “The House of Taylor”, abriendo tienda en Beverly Hills y llegando a cotizar en el mercado Nasdaq.

DSC_5389

Todas las piezas de Avon diseñadas por Elizabeth ahora mismo son consideradas piezas de colección, y después la muerte de la actriz su valor se ha duplicado en las subastas americanas especializadas en este tipo de bisutería.

¿Conocíais esta faceta de Liz como diseñadora de bisutería para la casa Avon?

Podéis disfrutar de toda su colección de joyas en un precioso libro, con fotografías de John Bigelow: “My Love Affair with Jewelry”.

El camafeo de Mrs. del Alisal

Siempre me llamaron la atención esas caritas asomando su relieve sobre una concha de carey marrón clarito. Pero no fue hasta que me casé y mi suegra me regaló un increíble juego de pendientes y broche, perteneciente a su familia desde 1860, cuando pude realmente apreciar en mi mano la belleza de estas piezas. Este juego había pasado por más de cinco generaciones de mujeres, y ahora llegaba a mis manos ante mi sorpresa y emoción.

¡Me resultaba tan curioso que las caritas de los pendientes se miraran la una a la otra! Me preguntaba cuál sería su origen o cómo era posible que una técnica tan antigua siguiera llamando la atención de tantas mujeres a lo largo de la historia. (A mí personalmente me entusiasman).

¿Os habéis preguntado en alguna ocasión dónde aparecieron los camafeos por  primera vez o cómo están realizados? Estas son algunas de las preguntas que yo me hice cuando tuve esos pendientes en mi mano.

Un camafeo, según el diccionario, es, sencillamente, “un relieve obtenido de una piedra preciosa”. Pero para mí es mucho más que eso. Es increíble pensar que el procedimiento con que se fabrican ya era utilizado por los antiguos griegos que, a su vez, lo habían tomado de los persas durante las incursiones realizadas por sus ejércitos comandados por Alejandro Magno.

La técnica, posteriormente, llegó hasta los romanos, los cuales la utilizaron para decoración y joyería. Claro que, encontrar una pieza de esta época es muy raro, pues sólo aparecen en subastas muy especializadas. Sabemos que  por entonces, era frecuente que los nobles llevaran anillos con camafeos, realizados en esmeraldas y rubíes de un tamaño no muy grande. Y también tenemos constancia de que los emperadores romanos los usaban frecuentemente como insignias en su ropaje. ¿Os imagináis a Octavio Augusto, con su toga imperial, luciendo un camafeo de ágata…?¡Increíble!, ¿verdad?

A finales del S. II d. C., esta moda desapareció y pasaron muchos años hasta que esta técnica volvió a relucir en el Renacimiento italiano de la mano de los grandes coleccionistas de la época, como Lorenzo De Medici. Su influencia llegó hasta la corte francesa, donde Francisco I lució en numerosas ocasiones piezas de este tipo. Y por supuesto, a Inglaterra, donde Enrique VIII, en su pasión por este tipo de joyas, creó su propio taller para su realización. Durante este período fue frecuente que se buscaran piezas antiguas de época romana y se trasformaran para convertirlas en joyas más a la moda del momento. Al estar las piezas romanas montadas sobre bases de oro muy sencillas, se solían desmontar para volver a utilizarlas en broches más grandes, montados sobre bases de oro con piedras preciosas y, con ellas, decorar capas de terciopelo, sombreros, o lucir en el escote de alguna gran dama de la corte.

A raíz del descubrimiento de América, entraron en Europa gran cantidad de materiales más exóticos para la realización de dichas piezas, como colmillos, jade, ámbar o caparazones gigantes. Pero el descubrimiento más importante para esta industria, fue el de la concha Cassis tuberosa. Estas  conchas eran muy adecuadas para este trabajo, ya que se componían de capas de distintas tonalidades de color, lo que permitía dar a los relieves una profundidad y trasparencia desconocidas hasta el momento. La técnica se desarrolló en Italia, concretamente en Sicilia, pero de ahí pasó rápidamente a la zona de Nápoles, extendiéndose pronto al resto del país. En pocos años, muchos artistas italianos comenzaron a trabajar en Francia e Inglaterra, difundiéndose rápidamente esta práctica por toda Europa, durante los siglos XVI y XVII.

DSC_0928

En la época napoleónica, los camafeos, principalmente, se decoraban con  elementos neoclásicos, siendo muy frecuente que mostraran temas mitológicos, o representaran a filósofos, a emperadores, o a nobles y personajes del clero de la época romana. Los marcos de alrededor, normalmente de oro, eran de una finura de ejecución y detalle excepcionales, conocidos como roman seal setting. Estos camafeos eran frecuentemente montados como pulseras, con 3 ó 4 colgantitos, y eran conocidos como esclavas.

La fama de los camafeos se extendió hasta las clases sociales más populares, gracias a que la “concha” era un material mucho más barato que los utilizados hasta ese momento, lo que popularizó su uso y producción, limitando el privilegio de llevar los camafeos de piedras preciosas a la alta sociedad.

De esta época es una de las tiaras para mí más bellas de la realeza europea: “La tiara de Josefina Bonaparte”, la cual, hace muy poco, hemos podido ver lucir a la princesa Victoria de Suecia el día de su boda. Una pieza espectacular, con pendientes a juego, y que ella lució con una sencillez y elegancia asombrosas.

Y así llegamos hasta el S. XIX, época a la que pertenece el juego que me regalaron a mí. De esta época es de la que más constancia y herencia nos han quedado, ya que proliferaron numerosos talleres, tanto en Italia, como en Francia e Inglaterra, para la realización de camafeos en “concha”. Aunque también se utilizaron materiales como el ónix, lapislázuli, coral, ágata o marfil. Estos en menor medida ya que eran más caros.

Durante el primer victoriano y la época romántica, se hicieron muy famosos los camafeos de Minerva, Medusa y Bacchante.

Entre 1860 y 1880, los artesanos italianos montaron bold hardstone (camafeos al oro amarillo con marcos decorados ), en los que los motivos volvieron a ser extremadamente clásicos, rayando en lo erótico.

DSC_0936

Durante el S. XX, proliferaron los camafeos de pasta y cristal. También fue muy corriente en esta época la realización de camafeos en oro bajo, de 9 kilates, o en plata con marquesitas.

Nosotras, en la tienda, nos hemos centrado en las reproducciones de plata dorada. Así os resultará más sencillo encontrar unos pendientes o un anillo inspirados en los montajes romanos. O quizás un broche de plata dorada a juego con sus pendientes, en el más puro estilo Renacimiento.

Me encantan los collares de encaje con camafeos y perlas de estilo Victoriano. Siendo ésta otra de las líneas en las que nos hemos especializado.

En las fotos que ilustran este artículo, podéis apreciar con más detalle algunas de las piezas que tenemos en este momento en la tienda.

Yo tengo la suerte de poder lucir, en momentos especiales, esos pendientes con broche que me regalara mi querida suegra, y que también podéis ver en una de las fotos que os adjunto.

DSC_0067-1

¿Y qué opináis vosotras? ¿Os gustan los camafeos?

¿Os imagináis como Ana Bolena, luciendo unos pendientes en ese estilo?

¿O tal vez os inclináis más por el terciopelo y los encajes de la época de la Reina Victoria de Inglaterra?

El Look Garçon (1920-1930)

La década de los años 20 supuso el principio de nuestra emancipación. El hecho de que en esta década, después de una gran lucha, consiguiéramos votar libremente por primera vez, hizo que nos liberáramos de numerosas ataduras a las que habíamos estado sometidas desde siempre.

La libertad de voto vino unida a una libertad en muchos otros terrenos. Conseguimos abandonar los encorsetados vestidos, los enrevesados peinados, las tupidas medias negras y las faldas por los tobillos del S. XIX, y dar rienda suelta a una nueva mujer. Pasamos de ser sumisas amas de casa a protagonistas indiscutibles de importantes acontecimientos sociales. Comenzamos a llenar las universidades y nos convertimos en reinas de la noche. Las grandes fiestas, los conciertos de jazz, los teatros y los casinos fueron los lugares donde dimos rienda suelta a este nuevo estilo de vida.

Los grandes diseñadores de la época pronto entendieron los cambios que demandábamos, y adecuaron sus diseños a nuestro nuevo gusto: mangas cortas, grandes escotes, faldas por la rodilla, vestidos sueltos… Un estilo mucho más libre, deportivo y desenfadado de lo que nunca habríamos soñado llevar.

son2

Todos estos cambios dieron lugar a un look totalmente nuevo: “El Look Garçon”.

Este look, mucho más masculino de lo jamás imaginado, necesitó servirse de largos pendientes, medias de seda, infinitos collares de perlas y sofisticados complementos, para dar un toque más femenino a un look que quizás resultaba demasiado masculino para la época.

¿Y cuáles eran los imprescindibles del look garçon?: el pelo corto, la seda natural, el leopardo, los sofisticados turbantes, los flecos, las plumas, las largas boquillas, las pitilleras, los labios rojo carmín y, por supuesto, las ostentosas piezas de bisutería. Estos serian los signos que diferenciarían a la auténtica “mujer garçon” de sus antecesoras.

Fumar, conducir rápidos coches, practicar deportes como el golf o el tenis, bailar un charlestón o un tango, eran actividades que nunca antes habíamos soñado realizar, y que a partir de ese momento se convirtieron en algo imprescindible, en cualquier mujer que se preciara de estar a la última.

La exposición de Artes Decorativas de 1925 en París, y las revistas de moda como el Vogue (New York , 1892) y Gazette du Bon Ton (París 1912), fueron el auténtico trampolín para que el estilo garçon saltara a los salones de toda Europa y Estados Unidos rápidamente.

son

Pero la gran revolucionaria en el mundo de la moda y la bisutería fue Coco Chanel. Chanel fue una visionaria, un genio de la alta costura y del diseño. Ella fue la auténtica mujer garçon.

Fue gracias a Chanel y a diseñadores como Trifari, Napier, Marcel Borcher y Eisenberg (de todos ellos iré hablando en posteriores entradas), que las grandes piezas de bisutería pudieron llegar a todas las mujeres del mundo. Mujeres que demandaban piezas con estilo y glamour, pero a un precio más accesible que las piezas de los grandes joyeros de la época. Chanel nunca consideró la bisutería la hermana menor de la joyería. Muy al contrario, siempre pensó en ella como una auténtica joya.

El estilo garçon se apagó con el crash de la Bolsa de New York en 1929 y la segunda guerra mundial en Europa. La industria del lujo desapareció, y  los grandes diseñadores de joyería y bisutería tuvieron que abaratar sus costes, recurriendo a materiales como la baquelita, el plástico, o la plata. De esta forma consiguieron seguir creando piezas de gran calidad  y diseño, pero a unos costes mucho menores.

Y tú, ¿te sientes identificada con el look garçon?

¿Qué opinas de los infinitos collares de perlas y las grandes piezas de bisutería?

Ilustración por gentileza de Pippisstrella

¿Lucirías el día de tu boda la Tiara Spencer, si fueras Kate Middleton?

Mucho se está especulando en estas semanas, sobre la posibilidad de que Kate Middelton luzca la tiara Spencer el día de su boda con el Príncipe Guillermo de Inglaterra. Incluso la revista “Hola” dedicó, hace pocos días,  un interesante reportaje a esta famosa tiara.

Desde el fallecimiento de la Princesa Diana no se ha vuelto a ver la joya en público, permaneciendo en manos de su actual propietario, el Conde Spencer, en  “Althorp House”, donde puede admirarse en todo su esplendor.

Esta magnífica joya luce como tiara desde hace relativamente poco tiempo. Por ello, no puede considerarse realmente una reliquia familiar, ya que su historia es bastante reciente. El devenir de esta pieza comienza en 1919, cuando Lady Sarah Spencer -hermana soltera del 6º Conde de Spencer-, regaló a su sobrina política, Cynthia, una bellísima pieza de joyería con motivo de su boda con Albert Edward. Cynthia y Albert se convertirían más tarde en los séptimos Condes de Spencer, y en abuelos de Lady Diana por línea paterna.

Esta  joya, que recibiera la abuela de Diana como regalo de boda, era una pieza de brillantes con forma de tulipán, y sería la que años más tarde se convertiría en pieza central de la famosa tiara.

 

Pero no fue hasta 1937 cuando realmente la tiara se convirtió en la joya que conocemos ahora, y que años más tarde luciría Lady Diana. En ese año fueron añadidos cuatro elementos más por la prestigiosa joyería Inglesa Garrard. Sabemos que el coste de este arreglo fue de 125 libras esterlinas de la época.

Casualmente, ese mismo año y en esa misma joyería, la Reina Isabel II sometía a algunos arreglos la Corona Imperial que usaría en el día de su coronación. ¿Coincidirían las dos tiaras en las manos del mismo orfebre por aquellos días?

Solamente los dos pequeños elementos que decoran el final de la tiara son realmente antiguos. Se cree que pertenecieron a una tiara propiedad de Frances, Vizcondesa de Montagu, y que fueron legados a Lady Sarah Spencer en 1875.

No parece lógico que en un día tan señalado para la historia de la monarquía inglesa, como lo es la boda de su futuro rey, la reina de Inglaterra vea con buenos ojos que la novia luzca una joya no perteneciente a la corona británica. Cabría esperar, por el contrario, que ella regalara a la futura esposa de su querido nieto alguna de sus magníficas tiaras, de tal forma que la llamada a sucederla como reina de Inglaterra algún día, luciera en tan señalada ocasión una de las piezas de la colección de la Casa Real.

En el supuesto caso de que Guillermo deseara rendir un póstumo homenaje a la figura de su madre, éste se vería obligado a pedirle prestada la famosa tiara a su tío, ya que como actual Conde de Spencer es su legítimo propietario.

anilloladydi2 copia

Guillermo ha querido tener presente la figura de su madre, al regalar a Kate el mismo anillo de compromiso que recibiera Lady Di de manos de su padre el día que estos se comprometieron en febrero de 1981. La joya es una magnífica sortija, con un zafiro ovalado de Ceilán de 14 quilates y un halo de 14 brillantes alrededor, montada sobre oro blanco por la famosa joyería Garrards. Esta joya fue elegida por la reina Isabel y su hijo Carlos para tan significada fecha. Su precio fue de 28.000 libras esterlinas.

Verdaderamente la tiara Spencer es una joya digna de una reina, pero también es cierto que la controvertida figura de Lady Di tal vez le restase protagonismo a Kate en tan señalada ocasión, si al final se decidiera a lucir la misma tiara que aquella lució  el día de su boda.

¿Tú qué harías?

Actualizo este post para incluir el vídeo que grabe sobre esta joya: