Bianca Capello, de esposa de un joven de clase media a Gran Duquesa de la Toscana

Bianca Capello nació en Venecia en el año de 1548, destacando pronto en la corte veneciana por su belleza y refinamiento.  A los 15 años se enamoró perdidamente de un joven florentino llamado Pietro Bonaventuri. Una relación que no fue aprobada por los padres de la joven, dada la procedencia humilde de Pietro, lo que provocó que los dos enamorados se fugaran a Florencia para casarse a escondidas.

Una vez allí, sin meditarlo ni pensarlo dos veces, contrajeron matrimonio. Desde Venecia, la familia de Bianca intentó a través del gobierno veneciano hacer presión para que Bianca volviera a Venecia, llegando incluso a ofrecer una recompensa de 2000 ducados por la cabeza de Pietro. Pero el Gran Duque Cosme I impidió que esto ocurriera, logrando que dejaran tranquilo al matrimonio. No sospechaba en ese momento Cosme que ella se convertiría en la amante de su hijo y heredero Francisco I.

Bianca pronto se dio cuenta del error cometido, haciendo que su vida fuera insostenible dentro de la familia de Pietro, a lo que se unía el verse obligada a vivir con dificultades económicas a las que ella no estaba acostumbrada, lo que la obligaba a tener que trabajar en lo que ella llamaba “trabajos de baja categoría”. La diferencia social fue un abismo infranqueable para la pareja.

Bianca tuvo ocasión en esas fechas de conocer al hijo mayor del Gran Duque de Toscana, Francisco, quedando éste prendado inmediatamente de ella y, aunque ya estaba casado con Juana de Austria, nada impidió que la cortejara.  De Juana y sus preciosos pendientes de turquesa ya os he hablado en el blog también.

El cortejo no duró mucho porque tanto Bianca como Francisco se encontraban en una situación sentimental parecida, ambos se sentían frustrados en sus respectivos matrimonios. Bianca por su penosa situación económica y social, Francisco por la incomprensión del carácter melancólico de su mujer y la imposibilidad de que ésta le diera un heredero varón (habían nacido seis hijas consecutivas).

Así que Francisco sedujo sin ningún escrúpulo a Bianca ante su mujer y ante toda la corte florentina, dándole todo tipo de regalos, vestidos y joyas que ella exhibía delante de las damas de la corte. Incluso le llegó a ofrecer un suntuoso edificio al lado del palacio Vecchio el cual fue mandado decorar por los más famosos artistas del momento – El hoy conocido como Palacio de Bianca Capello -. A Pietro, el marido de Bianca, lo acalló proporcionándole un buen trabajo dentro del Ducado y rodeándole de bellas mujeres. Esta vida fácil y desordenada le llevó a la muerte, siendo asesinado en plena calle de Florencia a consecuencia de una intriga amorosa. Siempre se sospechó de que su asesinato fue un encargo de Francisco.

En 1574 fallece Cosme I, pasando Francisco a ser el Gran Duque de Toscana, Francisco I. La relación con Bianca se consolida y en 1576 tienen un hijo al cual ponen de nombre Antonio. Bianca está feliz porque al fin ha logrado lo que Juana de Austria llevaba intentando  sin conseguir. Pero entonces un acontecimiento cambia el rumbo de las cosas ya que Juana de Austria da  a luz al ansiado varón. El legítimo heredero es recibido con toda clase de festejos, sobre todo por parte de la familia Medici que no aceptaba la relación extramatrimonial de Francisco con Bianca y aún menos al hijo de ambos.

Los acontecimientos se precipitan en 1578 cuando muere la Gran Duquesa Juana de Austria. Francisco no respeta el tiempo de duelo y a los pocos meses de la muerte de su esposa se casa con Bianca en la más estricta intimidad, reconociendo a Antonio como su hijo.

Al año siguiente se hace público el matrimonio, siendo Bianca nombrada Gran Duquesa de Toscana en el palacio Vecchio de Florencia. La nueva posición no significaba ninguna garantía para Bianca y su hijo, ya que si su marido moría ella y su hijo tendrían serias dificultades, dado que los Medici no les habían aceptado ni reconocido como miembros de la familia.

La vida quiso que en 1582 muriera el heredero legítimo al ducado, Felipe. Es entonces cuando Francisco comienza a preparar a su hijo Antonio como el futuro heredero. Pero de nuevo el destino juega una mala pasada y una noche después de una cena de caza en la villa rústica de Poggio a Caiano, Francisco y Bianca caen enfermos con unas terribles fiebres, y tras unos días de larga agonía mueren uno tras el otro. Aunque en su día se aseguró que murieron de malaria siempre se ha sospechado que fue una muerte causada por un envenenamiento. Y esto se ha confirmado en las últimas investigaciones sobre el cuerpo de Francisco. Todo indica que se utilizó arsenico, un veneno muy utilizado en la época para deshacerse de rivales políticos.

El encargado de haber cometido el doble crimen no habría sido otro que Fernando, hermano de Francisco. El motivo, lógicamente, conseguir el poder. Parece ser que Fernando recopiló todos los boletines médicos sobre la enfermedad de su hermano, y siempre intentó minimizar la gravedad de la enfermedad en despachos enviados a la Santa Sede. Fernando ordenó las autopsias de la pareja, un procedimiento muy raro en esa época, y que tal vez fue usado no para encontrar las causas de la muerte, sino para encubrir las evidencias.

Fernando, gran enemigo de Bianca, hereda el Ducado y ni siquiera permitió que fuera enterrada en el panteón familiar de los Medici. El hijo de Bianca, Antonio, vivió bajo la protección del Gran Duque Fernando hasta que alcanzó la mayoría de edad. Llegado ese momento le ofreció una pensión de 3000 ducados al año a cambio de renunciar a cualquier titulo o herencia paterna. Antonio de Medici aceptó la oferta y vivió desahogadamente toda su vida.

Pero ahora me gustaría pararme un rato a contemplar con vosotros este magnífico retrato de Bianca y contemplar las joyas que llevaba esta bella dama.

Nos encontramos en Florencia en el año de 1574, donde acaban de morir dos grandes

artistas florentinos: Vasari y Bronzino. Dos grandes pintores que formaban parte del equipo de artistas que rodeaban a la familia Medici. Es en este preciso momento cuando Alessandro Allori aprovecha su oportunidad, tra el vacío que creado, para convertirse en el pintor más popular de Florencia.

El Gran Duque Francisco I de Medici (hijo mayor de Cosme I, que habría tenido durante todo su reinado a Bronzino como pintor de corte) no tarda en llamarle y hacerlo pintor oficial de la familia. Esto, por supuesto, es un enorme honor para Allori, que se dedicará en cuerpo y alma por unos años a satisfacer los encargos artísticos del Gran Duque.

El retrato del que hoy quiero hablaros es uno de esos encargos que realizara el Gran Duque. Uno muy especial ya que se trata del retrato de su amante Bianca Capello.

Estamos en los primeros años del romance, pudiendo apreciar toda la belleza y juventud de la dama. Bianca luce esplendorosa, elegantemente vestida y enjoyada tal como su enamorado la exhibía, sin ningún miramiento para con su esposa Juana de Austria en la corte florentina. El Gran Duque la llenó de regalos, entre ellos un sinfín de lujosos vestidos como el que vemos lucir a Bianca en este retrato.

Lleva un vestido a la moda Italiana del Renacimiento, de terciopelo negro adornado todo él con detalles de pasamanería dorada. En esta época Florencia se había convertido en el centro de la moda europea, siendo donde nace el concepto “moda” tal y como lo conocemos hoy. La moda se convierte en algo muy importante para la alta sociedad, que se preocupa hasta el extremo por cumplir los cánones en cada momento.

Así el vestuario se convierte en una forma de invertir, ya que son prendas muy sofisticadas, confeccionadas con ricas telas importadas, bordadas con hilos de oro y plata, perlas y piedras preciosas que, gracias a la llegada de la aguja de acero traída por los árabes a España, facilitaba la realización de finos y delicados bordados. Así los vestidos, sobre todo los femeninos, se convierten en verdaderas obras de arte. La moda requería renovar con frecuencia el vestuario, con lo cual se llegó a crear un próspero comercio de segunda mano.

Es una pena que no podamos ver el vestido al completo que lleva Bianca en este retrato, pero podemos apreciar que es el clásico vestido italiano de amplias mangas acuchilladas con las costuras abiertas, dejando ver el forro o la camisa de escote en forma de V, desde el cual sobresale la elegante gorguera en forma de abanico bordeada de fino escarolado.

Bianca, joven de la alta sociedad de Florencia, cumple con todas las normas de la estética del momento: piel clara, frente ancha y despejada como mandan los cánones. No sabemos si Bianca se depilaba el pelo para conseguir este efecto, como lo hacían otras mujeres para despejar la frente. Las cejas son finas y su peinado es tal y como se peinaban la mayoría de las damas: raya en medio, pelo tirante hacia atrás por encima de las orejas y recogido en un moño detrás de la cabeza.

Y sobre todas las joyas que lleva en su arreglo. Yo en esta ocasión me quedo con el diseño de los pendientes, siendo la pieza elegida para formar parte de nuestra exclusiva colección de joyas históricas. Unos labrados pendientes de oro con cinco perlas que hemos reproducido en plata dorada y que hoy os presento en primicia. El diseño es típico de la orfebrería florentina de la época.

Luce también un precioso tocado muy florentino realizado con una diadema de perlas, desde la cual cubre la parte de atrás de su cabello un velo-mantilla que las damas de la corte florentina lucían en ocasiones especiales.

Es uno de los retratos más bellos que realizó Allori de Bianca Capello, y seguramente uno de los preferidos del Gran Duque Francisco I de Toscana.

 

La Virgen con el niño de Hans Memling

Lo original de estos pendientes no son sus piedras ni su color, lo que más me llamó la atención de ellos fue el hecho de que su diseño estuviera inspirado en la alfombra que decora el famoso cuadro de Hans Memling  “Virgen con niño”. Un diseño geométrico realizado en piedra de la luna y citrino, con unas pequeñísimas perlas de agua dulce sobre una base de plata dorada.

El cuadro sobre el que está inspirado el diseño es la “Madona en Trono con Ángel” de Hans Memling. Una pintura al óleo sobre lienzo de aproximadamente 57cm x 42cm, datada alrededor de 1490, que se encuentra en estos momentos en la Galería de los Uffizi de Florencia.

La Virgen, sentada sobre un trono cubierto por un gran dosel rojo y oro con un respaldo forrado con suntuoso damasco, sostiene en sus brazos al niño Jesús. El Niño intenta coger la manzana que porta uno de los ángeles musicales que enmarcan a la Virgen. La manzana simboliza la aceptación de la redención del mundo del pecado original, y  se encuentra presente en muchas otras obras de esta temática.

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La capa roja de María crea un centro brillante y colorista en la escena, que hace resaltar aún más si cabe la geometría del dibujo de la alfombra en la que están inspirados los pendientes.

Esta composición de virgen con niño y dos ángeles ha sido replicada en varias ocasiones por el artista.

De la vida de Hans Memling sabemos muy poco, apenas que nació en Alemania hacía mediados del S.XV y que fallecía en Brujas en 1494. Se cree que se formó en algún taller de la zona del Rhin, teniendo documentada su presencia en la ciudad de Bruselas hacia 1465.

Parece ser que fue un  pintor muy popular que amasó, gracias a su trabajo, una gran fortuna para la época, llegándole encargos no solamente de Alemania sino de otros países. Su obra viajo a Inglaterra y España, siendo uno de los pintores favoritos de Isabel I de Castilla.

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Pintor sobre tabla, fundamentalmente, con un estilo delicado y suave, destacando su tratamiento del color Su obra está básicamente formada por dípticos o trípticos con motivos religiosos, fundamentalmente vírgenes con el niño, con fondos de paisajes campestres y alegres.

La mayoría de ellos ya desmontados y que no han llegado a nuestros días en su formato original.

Este mes traemos hasta nuestro blog esta pieza tan delicada, que creemos puede hacer las delicias de más de una de vosotras. A mí, personalmente, esta joya me parece atemporal, elegante y muy fácil de llevar.

¿Qué os parece a vosotras?

Podéis verlos con más detalle : AQUÍ

Imágenes @María López Linares Vintage Photography

Magdalena Strozzi

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Magdalena Strozzi era la esposa de un rico comerciante y mecenas de Florencia, AgnoloDoni, y este singular retrato, realizado por Rafael hacia 1506, parece que fue un encargo del Agnolo Doni con motivo de su unión matrimonial o del nacimiento de su primer hijo, encargo que se realizará en forma de díptico para que los dos quedaran unidos para siempre por un juego de bisagras. Las últimas investigaciones de las tablas indican que fueron tomadas del mismo árbol y pintadas hacia 1506.

La obra se asemeja bastante a la que realizara Leonardo Da Vinci de su “La Mona Lisa”. Dicen que la obra de da Vinci fue la gran inspiración de Rafael a la hora de inmortalizar a Magdalena Strozzi, lo que se evidencia comparando ambos retratos donde las similitudes son más que notables.

La joven aparece vestida con un enorme, escote como era usual en la época, y con unas enormes mangas desmontables en damasco azul. Se encuentra colocada delante de un típico paisaje toscano como la Mona Lisa, y con la misma postura en manos y cuerpo.

Magdalena Strozzi

La gran diferencia con la obra de Da Vinci es que Magdalena aparece ataviada con sus mejores joyas: un precioso colgante con una enorme perla irregular y tres piedras de diferentes tonalidades, cada una indicando algo muy especial. La esmeralda recuerda la castidad de Magdalena, el rubí la intensidad de su persona, el zafiro la pureza y la perla la fidelidad.  Esta es la pieza que se clavó en mi retina y que busqué por varios talleres florentinos, hasta dar con un artesano que la realizara lo más exacta posible. Y, justamente, eso es lo que hoy os traigo hasta aquí: ese sencillo colgante que tiene tanta historia detrás y que tantas cosas nos transmite con su diseño y sus colores.

Magdalena también  porta un sencillo collar, que parece de cuentas de azabache, y que nos recuerda al que luciera «La Dama del Armiño», obra de la que os hablé hace ya meses.

El trabajo quedó en poder de los descendientes de la familia Donia, hasta que en 1826 fueron comprados por el Gran Duque de Toscana, Leopoldo II de Lorena, y así llegaron a formar parte de las colecciones del Palacio Pitti.

La obra original puede verse en el Palazzo Pitti de Florencia.

Yo hoy os traigo esta delicada copia de la joya que luciera Magdalena Strozzi allá por 1506. Espero que os guste.

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