Frederick Boucheron

Una firma de joyeros franceses fundada en 1858 por Frederick Boucheron.

Frederic nace en 1830 dentro de una familia de pañeros francesa. Desde muy joven

quiso ser joyero y a la edad de catorce años ya  trabaja como aprendiz con el joyero Jules Chaise y  más tarde con el joyero Tixiar Deschamps.

Era el año 1858 Paris se encuentra en pleno florecimiento tras las desgracias del la primera mitad del siglo XIX; sus avenidas y bulevares se ensanchan, el teatro, la ópera  y los caros restaurantes, se llenan de una alta sociedad  que está deseosa lucirse, y disfrutar del lujo. Boucherón  con un gran sentido comercial,  abre su primera tienda en la galería de Valois del Palacio Real , donde pronto  crea su propio taller y atrae la atención con sus diseños, cosechando un éxito inmediato.

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Frederic  en sus creaciones se inspira en el arte etrusco, romano y egipcio dándoles un estilo muy especial. Sus escaparates son realmente muy diferentes a los de las otras joyerías. Boucherón consigue crear moda y los encargos llueven en su taller.

Su gran amor por la naturaleza le inspiraba en sus obras de tal manera, que flores de cardo, hojas de plátano, ramos de flores se convierten en  fantásticas gargantillas y collares…. Fue el primero que lanza al mercado  maravillosas joyas  realizadas con la técnica de esmaltado “plique-a-jour”, tan utilizada años más tarde en el Art Nouveau.

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En 1867 es galardonado con  la medalla de oro en la Exposición Universal de París,  y de 1878, recibe también entre otros muchos premios, el diploma de Honor en Viena.

En 1880 lanza el reloj de pulsera  para mujer, convirtiéndose  desde entonces en un  icono de la marca.  En 1893  se instala de forma definitiva, en la Place du Vendome. Es el primer joyero de Paris que se establece en esta Paza, la cual desde entonces se convierte en el epicentro del lujo parisino.

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Frederick se convierte en el joyero de moda de todas las bodas fastuosas de la época; novios, novias y asistentes son engalanados con las creaciones de Frederick Boucheron. En estos años finales de siglo, en pleno apogeo del Art Nouveau , Boucheron lanza una fantástica colección de piezas inspiradas en animales: serpientes con ojos de rubíes, tortugas con caparazón de cuarzo rosa, camaleones con la piel repleta de piedras preciosas.  El zar de Rusia, Nicolass II encarga a Boucherón una corona como regalo de compromiso para su futura esposa Alexandra, y es tal el éxito de la corona, que pronto ha de abrir una tienda en Rusia para atender la demanda de pedidos que se producen. En Paris  pasan por su tienda toda clase de altas personalidades , tanto de la realeza, como actores de cine, teatro, políticos  etc..

Frederick Boucheron muere en 1902, y es su hijo Louis Boucheron quien se hace cargo del negocio, que  al año siguiente, abre tiendas en Nueva York y Londres. Louis con buen instinto comercial sabe atender la demanda que en ese momento existe en la alta sociedad por todo lo exótico y oriental, y crea colecciones de joyas evocando esos países, llenando sus creaciones de gran colorido ganándose  por ello el  título de “ el joyero de las mil y una noches”.

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Podemos decir que Boucheron es el creador de la feminidad en la joyería. Con sus creaciones conquista y sigue conquistando a las mujeres de todo el mundo.

Imágenes y Bibliografía:

http://eu.boucheron.com/en_eu/

 

 

 

 

Domenico Ghirlandaio y su Madona in Trono

Un increíble broche de lapislázuli y perlas abre nuestra temporada de joyas históricas este otoño.

La joya fue pintada por Doménico Ghirlandaio entre 1884 y 1486, para decorar  el altar mayor de la Iglesia de San Justo de Florencia. Se trata de una pintura al temple sobre tabla, con un  tamaño de  190 x 200 cm. Esta iglesia, que estaba en extramuros, fue destruida durante el asedio en 1529 de las tropas imperiales españolas a la ciudad. Pero gracias a la intervención de los frailes del convento de San Giovanni Battista della  Calza, la tabla ha podido llegar hasta nuestros días.

Ellos la rescataron y la mantuvieron a buen recaudo, hasta que en 1853 pasó a la Galeria de los Uffizi donde hoy podemos disfrutar de ella.

La obra es una “Sacra Conversazione” (Sagrada Conversación)”, nombre que se le da este género pictórico, muy habitual en la pintura religiosa flamenca y en el renacimiento italiano. La Virgen con el Niño está sobre un trono rodeada de santos, con los cuales mantiene una “conversación” o una relación relajada. Es una composición piramidal, llena de armonía y equilibrio, tanto en los volúmenes como en los colores, que Doménico mezcla magistralmente.

Es una obra típica de Ghirlandaio. Una demostración de su detallismo, que podemos apreciar en detalles como los mantos de los dos obispos, la alfombre, el friso de la arquitectura que rodea al trono de la Virgen o las rosetas que adornan la parte interna de la bóveda del trono. Y, por supuesto, en nuestro precioso broche de lapislázuli y perlas.

Cuando miras el cuadro, es inevitable que el primer sitio adonde se vayan los ojos sea a la Virgen con el Niño. Y, en mi caso, por supuesto, al precioso broche que lleva la Virgen.

Mi deformación profesional me lleva a examinar al detalle todas las joyas que encuentro en cada una de las exposiciones que visito, o en las numerosas horas que paso navegando por Internet en busca de alguna pieza que llame realmente mi atención.

La Virgen y el Niño son los personajes principales, no dándonos casi cuenta de que Doménico los pinta en un tamaño un poco mayor. Pero es tanta la armonía con los demás que apenas se aprecia. También nosotras hemos realizado el broche de un tamaño un poco mayor a lo que solemos hacer, para de esta manera continuar un poco con la idea que tenía el artista de darle más importancia al personaje de la Virgen.

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La Virgen Maria también lleva sobre sus hombros un manto donde, a la derecha, se ve una estrella dorada, antiguo símbolo de la Gracia Divina, es la “llena de gracia”. La Virgen, sentada en su trono, lleva sobre sus rodillas al Niño Jesús, que con la mirada trata de entablar relación con los dos obispos.

Los obispos que acompañan a la virgen son San Zenobio, obispo y patrón de la ciudad de Florencia, y San Justo, titular de la iglesia. Hay otras dos figuras destacadas a cada lado de la Virgen, son  dos arcángeles: el que está a la derecha de María es el arcángel San Miguel, vestido de guerrero con una magnifica armadura y espada, es el príncipe de la milicia celestial, el defensor del pueblo de Dios contra el demonio, el que vence a Lucifer y a sus seguidores con su espada de fuego. Ghirlandaio logra dar a la armadura un efecto perfecto, metálico y dorado, en sus adornos.

En el lado derecho se encuentra el arcángel San Gabriel con una rama de lirio en la mano. Es el arcángel mensajero de Dios, que anuncia a María que va a ser la Madre. A este arcángel siempre se le representa con el lirio que simboliza la pereza, la virginidad, la inocencia, el amor y la armonía, cualidades que poseen la Virgen y el arcángel.

Detrás de los arcángeles hay cuatro ángeles y detrás del trono unos árboles simbólicos: el naranjo con sus frutos simbolizando la fertilidad y la pureza; el granado que simboliza la realeza y los cipreses que simbolizan la inmortalidad y la santidad.

Sin lugar a dudas una magnífica obra que me encantaría ver de primera mano de nuevo. De momento, por si no la habéis visto, os dejo unas cuantas fotografías para que aprecies mejor el detalle y, por supuesto, una foto del broche del que os he hablado.

Espero que os guste mi joya histórica de este mes de septiembre.

 

Marie Grafin zu Munster

Marie Grafin, condesa de Munster, fue la hija del diplomático George zu Munster, embajador del reino de Hannover en San Petersburgo entre 1857 y 1865, y años más tarde embajador del reino Alemán en Londres e Inglaterra.

Maríe vivió siempre al lado de su padre y lo acompañó durante toda su carrera política. Mujer por lo tanto de culta refinada y muy acostumbrada a las relaciones sociales. Henry Buon Hente así la representa en este oleo pintado en 1890. Marie lleva un vestido negro brocado de tarde-noche, abrazando a su  mascota Dandy, quedando de este modo reflejado el lado cálido y tierno de la condesa.

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Es un vestido muy de la época de finales del siglo XIX. El cuerpo ceñido lleva escote en V, adornado por  un grupo de insectos dorados que cruzan en diagonal el pecho. El escote queda realzado por unas bandas delgadas de tela transparente que pueden  ser de tul o de  gasa  negra, las cuales dan un toque muy glamuroso al vestido. Las mangas casquillo reposan sobre la parte alta de sus largos brazos desnudos, y el cinturón  con el broche dorado posiblemente a juego con los peinecillos de la cabeza hace resaltar la figura esbelta y delgada de Marie. En su escote luce una pequeña colección de brochecitos en forma de insectos.

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Como mujer joven que era no lleva demasiadas joyas y sus cabellos rizados los recoge en un moño alto, al cual rodea con una cinta negra adornada con unos sencillos detalles dorados.

Es una bella imagen de una gran dama de finales del siglo XIX, que ocupa nuestro espacio Vintage en este mes de julio.

El vestido de novia usado por Katherine Phillips

El vestido de novia usado por Katherine Phillips (1848-1911) cuando se casó con Robert Fulton Leaman (1841-1887) el 22 de abril de 1875, fue creado por Charles Frederick Worth (1826-1895).

Worth está considerado el primer gran modisto de la historia, y elevó el trabajo de las moditas y costureras a la categoría de obra de arte. Desembarcó en París después de siete años de formación en Londres, siendo un auténtico pionero para su época. La primera persona que firmaría sus prendas como verdaderas obras de arte y el primer modisto en crear una colección anual de ropa, algo que le permitió vestir a las grandes damas de la época, con diferentes modelos cada año.

Un innovador que consiguió que sus clientas vistieran de acuerdo con sus gustos y diseños, cambiando la costumbre de que fueran las mujeres las que decidieran cómo serían sus trajes, y a cambio las ofreció una colección completa de trajes desde la mañana hasta la noche.

Worth se convirtió en muy poco tiempo en el más codiciado modisto de París. Su reputación se vio izada al estrellato cuando comenzó a vestir a la elegante esposa de Napoleón III, la emperatriz Eugenia, este hecho hizo que muchas mujeres de todo el mundo quisieran también vestir sus creaciones.

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Así fue como la rica estadounidense, que ocupa nuestro blog hoy, viajara a París a hacer las compras para su vestido de novia y su ajuar.

No había en esa época en París otro modisto de la categoría de Worth, para realizar un exclusivo y elegante traje de novia para una rica joven americana.

El vestido de Katherine Phillips se realizó en faya de seda – una tela finamente acanalada con menos brillo que el satén.

Worth no era muy amante de llenar los trajes de novia de encajes y puntillas, a cambio de esto embelleció la falda con una capa de seda pura en forma de guirnaldas, recogida en pequeñas rosetas de la misma tela transparente. La falda encaja suavemente sobre las caderas y está llena de pliegues elegantemente colocados, estos caen en forma de abanico sobre su figura.

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Katherine Phillips era nativa de Cincinnati, hija de Thomas Phillips, un acaudalado comerciante de hierro. Por el contrario su esposo Robert Fulton Leaman, había nacido en Bucks Country, Pennsylvania, pero se trasladó a Ohio, al norte de Cincinnati, cuando era un niño. Robert interrumpió sus estudios de derecho para servir en la Guerra Civil con el 131 Regimiento, división de infantería voluntaria de Ohio.

Después de la guerra, hizo su fortuna en la edición de libros, pero murió a la temprana edad de 46 años dejando a su esposa al cuidado de sus cuatro hijos.

Este mes hemos tenido en el blog un precioso traje de un creador inglés afincado en París. Un artista que consiguió llevar sus diseños hasta tierras bien lejanas, y que sigue siendo motivo de estudio en las mejores escuelas de moda del Mundo.

Imágenes:

@ The MET 

@ Wedding Perfection- Two Centuries of wedding Gowns- Cynthia Amnèus.

@House of Worth

 

María Antonietta de Napoles y Sicilia

Era la hija menor del rey Fernando IV de Nápoles y  de Carolina de Austria, hermana de María Antonieta de Francia.  Nacida en Nápoles en el año 1784, fue la primera esposa del rey Fernando VII de España.

Este retrato de Nicolás Françoise Dun nos muestra a una mujer joven, delicada, pero segura de sí misma. Lleva un bonito y sencillo vestido de seda azul pálido con escote en V.  El vestido tiene un clásico corte imperio de la época. Las mangas de tres cuartos son, asimismo, de seda natural, pero con un tono mucho más pálido, lo que le confiere al conjunto un aire ligeramente desenfadado y juvenil.

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La reina apenas lleva joyas, un sencillo adorno en forma de pequeña tiara formada por perlas, muy de moda en esa época, adorna su rubio y rizado pelo.

María Antonietta se casó en Barcelona en el año 1802 con el Príncipe de Asturias, Fernando.  Fue una mujer fuerte que supo estar al lado de su marido en los momentos difíciles que atravesó España durante la invasión Napoleónica. Parece que llegó a influir en su esposo, animándole para hacer frente a Manuel Godoy y a la reina María Luisa de Parma (madre de Fernando VII), con la cual tenía muy mala relación.

María Antonietta trabajó incansablemente para conseguir apoyos en la corte a favor de su esposo.  Murió a la edad de 22 años de tuberculosis en el Palacio de Aranjuez, sin llegar a dar a luz ningún hijo y tras sufrir dos abortos prematuros.

Fotografias @María López-Linares

 

Gemas y joyas de los Medici

Florencia y la familia Medici se encuentran unidos desde el Renacimiento de tal forma que no se puede hablar de la una sin mencionar a la otra.  Para los que leéis este blog vintage con asiduidad, sabréis que me apasiona hablar de esta familia, contar la apasionante historia de cada uno de sus miembros, y descubrir la extensa colección de joyas que poseían.

En los talleres de nuestro espacio vintage de Madrid nos hemos inspirado ya más de una vez en las joyas que vestían los Medici para realizar nuestras piezas de estilo renacentista, siempre observando con minuciosidad los retratos que el maestro pintor renacentista Bronzino realizaba para la familia. Los pendientes inspirados en los que luciera la pequeña Bia di Medici o con los que años más tarde fuera retratada su hermana María Lucrecia di Medici son un ejemplo de estas piezas que hemos traído hasta nuestra colección de joyas históricas.

Es por esta razón que me complace especialmente presentaros la exposición “Gemas y joyas de los Medici”, que tiene lugar en el Museo Metropolitano de Arte Teien en Tokio desde el 22 de abril y que permanecerá abierta al público hasta el 5 de julio. Pero como muy probablemente asistir en persona se torna complicado, voy a intentar acercaros la muestra todo lo posible.

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El tesoro de los Medici

Durante décadas, y desde el primer Gran Duque de la Tuscany, Cosme di Medici, la familia fue reuniendo una inmensa colección de riquezas de todo tipo, en su mayoría hoy celosamente guardada en el Museo de Plata del Palazzo Pitti.

Por primera vez en la historia reciente de Japón, las piezas más destacadas de esta colección son expuestas para el gran público en el Museo Metropolitano de Tokio. Entre ellas, retratos de algunos de los más venerados pintores de la época, como el mencionado Bronzino, y las piezas de joyería más destacadas que muy elegantemente vestirían los miembros de la familia para mostrar su poder y riqueza.

De entre las piezas expuestas no podemos dejar de mencionar la colección de cameos medievales que cautivaron a Lorenzo el Magnífico durante toda su vida. Fue el precursor de la “edad de oro” de la familia di Medici. Sobre él se decía que tenía “el carácter de un artista y el alma de un monarca”. Cabe mencionar la influencia griega y romana en las piezas renacentistas, como bien se observa en la muestra.

En total, la exposición reúne 60 piezas de joyería y 20 retratos, todos ellos clave para entender la trágica y a la vez, romántica, historia de esta familia.

Pero no sólo esta colección es merecedora de nuestra atención. El Museo, construido en 1933 como residencia del Príncipe Asaka, es en sí una obra de arte de estilo Art-Decó.

Algo que me ha llamado la atención es una oferta que hacen a la entrada del Museo. A los visitantes que luzcan perlas se les realiza un descuento de 100 yenes. ¡A tenerlo en cuenta si decidimos ir a verla!

Podéis encontrar más información en la página web del museo.

Imágenes: Pinterest

Ideas vintage para novias

MANGUITOS  O MITONES

Si vas escotada, o con los brazos descubiertos  una bonita opción es cubrirlos con unos encantadores  manguitos o mitones  de encaje , que combinando con raso de seda queda muy elegante a la vez que romántico y muy vintage.

Además no serán  ningún obstáculo en el momento de la entrega y puesta de los anillos.

Detalle foto : @Charles Joseph Frédéric Soulacroix

Gladys Deacon IX Duquesa de Marlborough

Cuando durante la primavera de 1.928 Cartier llevó a cabo dos encargos para Gladys Marie, hacía apenas 7 años que la bella norteamericana había contraído matrimonio con el IX Duque de Marlborough y ya era poseedora de una de la colección de joyas más impresionantes que conozco.

Cartier recibió el encargo de realizar dos broches en forma de ramo de hojas para los que ella aportó casi la mitad de los diamantes. El centro del más grande estaba diseñado para engastar en el centro una esmeralda.

Estas dos piezas serían rediseñadas por su propietaria más adelante, ya que en la subasta de sus joyas que se realizará en 1978 aparecen con un diseño bastante diferente. Las piedras centrales se reemplazaron por una especie de pasta verde ya que se habían vendido por separado anteriormente.

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En esa misma época Gladys encargó a Holmes & Co que comprara en su nombre una pulsera de diamantes en una subasta. La joya que constaba de un diamante central de 48 quilates rodeado por un borde de diamantes tenía un diseño muy típico de finales del S.XIX y se adquirió por 1950 libras de la época.

En su colección de joyas también destacaban dos anillos muy estilosos ambos montados en oro. Uno era una esmeralda de cabujón montada entre zafiros y el otro un zafiro, de más 12 quilates y engastados entre esmeraldas.  El zafiro era descrito como de mejor calidad y se cree que era de origen Kashmir.

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Otra importante joya de su colección era un collar de diamantes formado por 14 diamantes que sumaban un total de 130 quilates; con una piedra central más grande tenía aproximadamente 21, 66 quilates. Parece probable que esta joya fue adquirida en Chaumet’s a mediados de los años 20.

La vida amorosa de esta bellísima mujer comienza cuando apenas es una adolescente y tras el fallecimiento en 1901, de su padre. Gradys decide pasar seis meses en Blenheim, donde coincide con El Príncipe Heredero Guillermo de Prusia que quedó totalmente prendado de ella, fue tal la locura que sintió en esos días que la hizo entrega de un anillo que era propiedad de su madre. Gladys le correspondió dándole una pulsera. El Príncipe heredero volvió a Alemania enfermo de amor y sin anillo. El Kaiser pronto se dio cuenta e insistió en que devolviera el anillo inmediatamente, Gladys se lo devolvió de mala gana recuperando su pulsera.

Después de esta aventura amorosa Gladys pasó un tiempo en Roma con su madre en la hermosa Villa Farnese en Caprarola. Fue probablemente durante este periodo cuando recibió una pulsera de oro de Castellani, de estilo clásico, con la inscripción «fides probitas forma pudicita». Las itinerantes joyas de la familia Castellani estaban muy de moda a principios de siglo XX.

En 1916 encargó a Boldini un retrato que capturó su extraordinario encanto. En el retrato lleva un elegante colgante de perla y diamante, típico del estilo «Garland» tan popular a principios del siglo XX. Es impactante el contraste entre esta sencilla joya y las opulentas piezas que llevó como Duquesa de Marlborough.

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El 24 de junio de 1921 se casó por fin con el Duque después de éste divorciarse. La ceremonia religiosa se llevó a cabo en casa de su primo Eugene Higgins. Gladys llevaba un maravilloso vestido de oro y plata, y en su mano izquierda llevaba un soberbio anillo con un diamante de 12 quilates. Era el anillo de compromiso del Duque y la primera gran joya que recibía como Duquesa de Marloborough.

Durante los años 20 y principios de los 30 fue cuando adquirió sus joyas más sensacionales. El Duque de Marlborough compró por 3,500 libras una «tiara de 25 grandes perlas en forma de gotas cuajada de  brillantes” que supuestamente perteneció a la Familia Imperial Rusa. Uno de los días más recordados en los que luciría la tiara fue durante la celebración del 60 cumpleaños de su marido, Gladys apareció resplandeciente con un vestido clásico empedrado con turquesas azules y su regia tiara.

Un año después de su muerte a los 97 años, se subastaba un cofre con algunas de las últimas joyas que habían permanecido en su poder.

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Gladys fue una mujer increíble de la que el escritor Marcel Proust, diría: «nunca vi a una chica con tal belleza, magnífica inteligencia, bondad y encanto». Aquellos que la conocieron en su juventud coincidían con Proust en que era extraordinariamente atractiva, y durante años perseguida por muchos de los solteros más codiciados de Europa.

En el momento de su muerte, parece ser que la Duquesa cansada de una vida frívola estaba pensando ingresar en una orden religiosa católica de Italia, ella se había convertido a esta religión al final de su vida.

He encontrado un curioso vídeo hecho el día de su boda:

http://www.britishpathe.com/video/duke-of-marlborough/query/Marlborough

Imágenes:

Pinterest 

Amedo Bagués una trayectoria de casi dos siglos y medio.

El joyero Amadeo Bagués nacía en Barcelona en el seno de una antigua familia catalana de joyeros.

Trabajó en el taller de la joyería Segura, pero muy pronto, en 1926, Amadeo, junto con su hermano Narciso, crearon su propio taller de joyería ubicado en el casco antiguo de Barcelona. En este establecimiento se ofrecía un amplio abanico de productos (como era costumbre en esa época): joyas, relojes, objetos de plata, máquinas de fotografiar…, que poco a poco esta oferta fue desapareciendo para especializarse únicamente en joyas, llegando en 1930 a exponer solamente piezas creadas por ellos mismos en su taller.

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Durante los años difíciles de la guerra y la postguerra española, los hermanos Bagués pudieron mantener su negocio gracias a que muy hábilmente estos escondieron el oro del taller detrás de los azulejos de la trastienda. Gracias a lo cual, en 1948, tras terminar la guerra, pudieron dar el salto y abrir un establecimiento en el edificio El Regulador, situado en plena Rambla de Barcelona.

El carácter inquieto y cultural de Amadeo, incansable colaborador en toda clase de eventos culturales y sociales de la ciudad Condal, le llevó a ser uno de los más prestigiosos joyeros de Barcelona, llegando a ser nombrado presidente del círculo de joyeros y del gremio provincial.  Dos años después de abrir el segundo  comercio, se instalaron  en la casa Amatllé ubicada en el elegante y señorial Paseo de Gracia, donde actualmente se encuentra.

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En 1950 Los hermanos Bagués se asocian con el joyero catalán Masriera, que a su vez estaba anteriormente asociado con el joyero Carreras. De esta manera, tres grandes y prestigiosos joyeros dan paso a lo que unos años después se convertirá en la actual firma conocida internacionalmente como Bagués Masriera; ya que los hermanos Bagués absorbieron  en su totalidad la asociación de las tres firmas.

La joyería Bagúes Masriera se caracteriza por su colorido y aires mediterráneos, manteniendo dos grandes líneas de productos: la tradicional modernista y la del esmalte al fuego que, junto con el oro y los brillantes, proporcionan carácter típico de esta firma.

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Bagués Masriera comercia actualmente en los principales paises de la Unión Europea, así como en Estados Unidos, Rusia, Ucranía, Qatar, China y Japón, y estando abriéndose camino en los mercados de Malasia y Singapur.

Podemos decir que es la única firma del mundo de la joyeria y de la orfebrería española, que puede presumir de haber mantenido su trayectoria durante casi dos siglos y medio.

http://www.bagues-masriera.com/

Bibliografía e imágenes:

Bagues Masriera

La Reina que puso de moda el traje de novia de color blanco.

El 10 de febrero de 1840, en la Capilla Real , St. James contraían matrimonio la reina Victoria de Inglaterra y el príncipe Alberto, el día amaneció lluvioso, pero esto no impidió que la ceremonia fuera seguida en directo por miles de súbditos ingleses.

La reina  rompía por primera vez una costumbre bastante arraigado entre las mujeres de la casa real británica al contraer  matrimonio con un traje de color blanco en lugar de usar una rica tela bordada en oro o en plata. Pero Victoria, que ya era Reina, cuando contrajo matrimonio, pudo decidir sin presiones como sería su vestido de novia. Un vestido relativamente sencillo, para lo que estaban acostumbradas a lucir las mujeres de sangre real y que la reina decidió realizar con una seda natural de la prestigiosa zona de Spitafields, y con encaje de Honinton.

La historia de la seda de la zona de Spitalfields en Londres es tremendamente curiosa. A finales de 1687 se registraba la existencia de unos 13.000 protestantes franceses instalados como refugiados en una pequeña zona al norte de la ciudad. Allí comenzarían lo que sería una de las actividades más lujosas y lucrativas de la época. Los protestantes franceses instalaron sus telares de seda y comenzaron a fabricar lo que en pocos años se convertiría en el objeto de deseo de la mayoría de las mujeres de la nobleza de Europa y las clases pudientes de estados Unidos. Las famosas sedas de Spitalfields.

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Durante los siglos XVII y XVIII la zona vivió un crecimiento enorme con la construcción de casas adosadas muy bien equipadas para dar cabida a todos los maestros tejedores y la zona creció rápidamente. A  principios del S.XVIII comenzaron a llegar los tejedores irlandeses movidos por el declive de la industria del lino irlandés, con las expectativas de encontrar trabajo en la industria de la seda.

El comercio con Francia se encontraba en una época de bastante apogeo y la competencia, aunque feroz, mantenía la producción boyante. A mediados de siglo comenzaron los disturbios entre los tejedores y las protestas por los ínfimos salarios y las pésimas condiciones de vida. Entrado el S.XIX y en la época en que la soberana contraía matrimonio,  la industria de la seda había entrado en una larga decadencia. Es probable que la Reina eligiera esta seda con la esperanza de fomentar el interés por los productos realizados en Inglaterra y con la intención de reflotar  los pequeños talleres que estaban tendiendo a desaparecer.

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Por el mismo motivo seguramente elegiría los encajes de la zona de Honiton.  Esta zona de Inglaterra se popularizo por la realización de un tipo de encaje del tipo de los bolillos, un encaje con motivos florales y naturales que van unidos con una finísima red. El Encaje Honiton es uno de los mejores y más delicado y aunque es especialmente frágil, también es particularmente hermoso y adecuado para velos de novia y delicados juegos de té.

Es posible que esta técnica fuera introducida en Inglaterra por inmigrantes flamencos durante la época isabelina, que llegaron en busca de libertad religiosa. Pero fuera como fuese, si sabemos que a principios del S.XVII la mayoría de las casas de esta zona contaban con un miembro capaz de realizar este tipo de encaje y que a finales de este siglo más de la mitad  de los residentes en la zona se ganaba la vida como encajera.  Este oficio siempre fue realizado mayoritariamente por mujeres.

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La reina encargo una gran pieza de encaje en el que se emplearon más de doscientas personas y en el que se trabajó desde, marzo hasta noviembre sin parar. La pieza media más de 3 metro y medio de largo y 70 cm de ancho. Como resultado de esta elección la reina popularizo, Honiton y Spitalfields  convirtiendo a las dos en objetos de  deseo para las novias de clase alta de mediados del S.XIX. Al menos en cuanto al encaje de Honinton cada novia inglesa esperaba tener al menos un pañuelos o un pequeño mantel decorado con adornos de encaje de esta zona.

Aunque ya mucho antes de la boda de la reina victoria el blanco era popular para realizar vestidos de novia entre la alta nobleza hay que reconocer que fue a partir de este momento  cuando verdaderamente se popularizo su uso, o más que popularizarse se puso de moda entre la alta burguesía y la nobleza.  Las bodas entre las clases más poderosas eran alianzas políticas más que verdaderas historias de amor, y así el vestido de boda no era más que otra  excusa para mostrar la riqueza de las familias de los novios.

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Se demostraba la riqueza con joyería (algunas novias del Renacimiento Italiano, por ejemplo, llevaban la dote cosida en el vestido), aunque las telas eran también una forma importante de mostrar riqueza, y cuanto más elaborado era el tejido y más raro el color, más se demostraba el poder de la familia.  Hay que recordar que antes de la invención de técnicas efectivas para banquear las telas, el blanco era un color valorado: era difícil de conseguir y difícil de mantener. Las novias ricas, por tanto, llevaban a menudo el blanco para demostrar su dinero, no su pureza como se suele pensar ahora.

La Reina en lugar de elegir una de las soberbias tiaras con que cuenta la corona británica entre su impresionante colección de joyas, prefirió  lucir  una discreta corona de flores (símbolo de pureza) con una pequeña cantidad de mirto (símbolo de amor y felicidad), y éstas también se convirtieron en las flores más populares entre las novias de toda Europa y aun hoy podemos encontrar muchas novias que eligen su tocado inspirándose en estas piezas de mediados del S.XIX. No obstante la reina eligió para un día tan especial un broche de zafiro y diamante regalo de su prometido y su magnífico collar de diamantes y aretes de Turquía.

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La boda de Victoria fue ampliamente publicitada, y ampliamente copiada, incitando a un enorme número de novias a vestir de blanco. Aunque el factor más importante en la popularidad del color blanco en las novias fue el nacimiento de una gran clase media con posibilidad de gastar por primera vez en la historia moderna. Esta clase media se esforzó para emular las costumbres de la clase alta.

La Reina  le tenía tanto cariño a su vestido, que posó para numerosas pinturas con él y aunque fue criticado por algunos en su momento por ser demasiado simple a ella le encantó y apreció tanto su belleza durante toda su vida que reutilizó el volante para lucirlo en varias ocasiones importantes, y permitió a su hija Beatriz utilizarlo  el día de su boda.

El vestido de la boda de la reina Victoria es aún hoy, una verdadera joya a pesar de que ya no está unido a ese maravilloso volante de encaje.

La Reina lo amó tanto que pidió ser enterrada con su velo de novia.

Bibliográfica

Tedreamstress.com

Queenvictoria.victoriana.com

Orderofsplendor.blogspot.com.es