Diccionario Vintage”: Con la «A» Aderezo

Aderezo: conjunto armonioso  compuesto de varias piezas, normalmente collar, pulseras, sortija  y pendientes.

En Francia se distinguen dos tipos de aderezos: “Grande Parure”, compuesto por diadema, broche o joya para el pecho, pendientes, collar y dos pulseras idénticas; y el “Petit Parure”, compuesto por un collar, pendientes y broche.

Nosotras llamamos aderezo a cualquier conjunto de joyas que hagan juego entre sí, que normalmente se compone de tres o cuatro piezas entre collar, pendientes, pulsera y sortija.

Son juegos en los que se invierte más trabajo del normal, ya que hay que buscar gemas que coordinen en color y textura.

Es más corriente hablar de aderezos femeninos, pero también encontramos aderezos masculinos compuestos por gemelos, alfiler de corbata, llavero o  colgante.

La última reproducción que hemos realizado de un aderezo de estilo Barroco, está compuesto por colgante, pulsera y pendientes. Este aderezo está realizado en latón y piedras semipreciosas, y producida enteramente a mano por nuestros maestros orfebres.

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Imágenes: @Maria Vintage Photography

 

El Legado Casa de Alba

El viernes por la tarde acudí a visitar la  exposición “El Legado Casa de Alba”. Tuvimos la suerte de disfrutar de una visita privada de la mano de María de Cuenca. Todo un lujo contar con sus explicaciones en exclusiva, y una delicia pasar por las salas de la exposición de su mano.

La muestra ha reunido alrededor de 150 obras procedentes del Palacio de Liria. Muchas de ellas se exhiben al público por primera vez en la historia, en lo que podríamos denominar la exposición cultural más importante del año.

La Fundación Casa de Alba ha querido con esta exposición dar a conocer la importantísima labor que realiza para mantener y conservar una de las colecciones privadas más importantes de nuestro país.

Si tengo que quedarme solo con una pieza de esta exposición sería “La duquesa de blanco”, de Francisco de Goya. Me fascina ese cuadro, estaba deseando poder verlo al natural.

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Ya hace meses que solicité realizar una visita al Palacio de Liria, aún sigo esperando respuesta. Entre mis mayores deseos estaba poder disfrutar de esta obra en su emplazamiento original. Levantarte por la mañana, entrar en uno de los salones de tu casa y admirar esta obra de Goya, debe ser algo difícil de describir.

El cuadro es soberbio. Doña María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, XIII Duquesa de Alba, era una de las mujeres más atrayentes del Madrid de la Ilustración. Su belleza ha sido cantada por poetas y músicos; de ella decían que era tan bella que cuando paseaba por la calle todo el mundo la miraba desde las ventanas, y hasta los niños dejaban sus juegos para contemplarla.

Doña Cayetana tenía un fuerte temperamento y era conocida en los suburbios de Madrid por disfrazarse de maja y participar en las fiestas populares. Protectora de actrices, poetas, pintores y toreros, llegaba a disputarse los favores de los bellos jóvenes con otras cortesanas, incluso con la propia reina. Todo un personaje de aquella época, una mujer lanzada e inquieta que enamoró a Goya desde el momento de conocerla.

Goya supo retratar su personalidad lanzada, inquieta y muy osada para la época. Elige un elegante vestido de gasa blanca adornado con una cinta roja en la cintura, un collar de coral y varios lazos del mismo color en la pechera y en el pelo, que me recuerdan a las flores que ahora suele lucir la Duquesa de Alba en casi todas sus salidas públicas. Creo que es un guiño a su antepasada. El pelo suelto y rizado, algo impensable en una dama de la alta burguesía como era ella, y más propio de las cortesanas de la época. A su derecha su perrillo faldero, con un coqueto lacito rojo en su patita símbolo de fidelidad. Posiblemente la que le profesaba el mismo pintor.

Otras obras dignas de mención son «La Virgen de la granada», único cuadro en manos privadas de Fra Angelico, nunca antes expuesto en público. O documentos tan señalados como la colección de cartas autógrafas de Cristóbal Colón, la más extensa que se conoce, así como una primera edición de El Quijote.

Otras de las piezas que llamaron poderosamente mi atención son las relacionadas con Mª Eugenia de Montijo. Sobre todo, un busto en mármol del que os adjunto una foto en bronce (no he encontrado ninguna del que tienen en la Casa Alba). De esta pieza, sobre todo, llamó mi atención el broche que lleva en su escote, ya que en la tienda tengo dos modelos muy parecidos a este.

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Y como resumen de la exposición os dejo con las  palabras de D. Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, duque de Huéscar: «Nuestra intención es compartir las obras y piezas que componen la colección de la Fundación Casa de Alba, con un público cada vez más entendido y más interesado por la cultura y la historia. Esta muestra nos permite dar a conocer diferentes obras y documentos que han sobrevivido a los avatares de la historia, y que conforman el mayor tesoro del legado de nuestra familia»

La exposición es un auténtico viaje por la Historia de España, de la mano de una de las familias más nobles y con más títulos del mundo, que os recomiendo no perderos.

Permanece abierta hasta el próximo 31 de marzo.

Exposición Casa de Alba

Vídeo presentación exposición.

El Blog de María de Cuenca

Hopper: mi inspiración

Edward Hopper estará en Madrid hasta el 16 de septiembre. El Museo Thyssen  Bornemisza acoge una magnífica selección de 73 obras del artista norteamericano, constituyéndose en  la más amplia y ambiciosa exposición que se haya mostrado hasta ahora en Europa de su obra.

Antes de marcharme de vacaciones decidí dedicar una tarde a su exposición. Quería conocer más de cerca la obra de este pintor del realismo americano del S.XX,  del que había leído mucho pero del que había visto muy poco.

Os recomiendo ir a visitar la exposición con tiempo, es muy extensa y sorprendente. No se puede ver con prisas.

Cuando comencé a recorrer las salas del Thyssen, mi primera sensación fue sentirme como una turista con su cámara de fotos en mano, robando momentos de la vida cotidiana de sus distintos personajes. Es como pasearse por una calle de Nueva York y  al doblar cualquier  esquina toparte con un escaparate o una ventana sin cortinas. Te sientes partícipe de la vida cotidiana de los protagonistas de cada cuadro. Hasta tal punto, que te hace sentir un tanto indiscreto y culpable de inmiscuirte en vidas ajenas, tratando de descubrir qué estarían haciendo en ese momento y, sobre todo, que estarían pensando cada unos de ellos. Es como si sacaras fotos. Fotos robadas de escenas cotidianas y robo de momentos de las vidas de personajes anónimos, solitarios y melancólicos sin que ellos lo perciban.

Es como si posaran para ti, pero sin darse cuenta… sin ser conscientes de tu presencia.Sus cuadros son tan sencillos en su composición, tan limpios y claros en su diseño, de colores planos e iluminación tan contrastada, que solo dejan lugar a centrar tu atención en los auténticos protagonistas: esos momentos de introspección de sus personajes…

Hay tres cuadros que me llamaron la atención sobre los demás, y es curioso porque los tres me los imagino convertíos en fotografías. Mi mente iba trasformando a los personajes en piezas de bisutería de alegres colores: broches, pendientes, collares … Todos se transformaban en personajes solitarios, concentrados en sí mismos, pero con una luz sorprendente como toda  la obra de Hopper.

El primero de todos es “Soir Blue”

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Es una obra monumental por su tamaño y por su fuerza colorista. Hopper la pintó cuatro años después de regresar de París, y en ella creo que intenta hacer un guiño a la sociedad parisina que conoció allí. Parece que los personajes estuvieran sentados en una terraza, disfrazados y esperando para actuar en alguna función teatral.

Un payaso, un militar vestido de gala, lo que parece un intelectual representado por un personaje con boina y barba, una pareja de la burguesía parisina.De pié, apoyada en la balaustrada, una bella mujer, altiva,  excesivamente maquillada con una piel tan blanca que resalta aun más el verde de su vestido.

Me entusiasmó esta obra por su colorido, su fuerza y su teatralidad.

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«Habitación en Nueva York» (1932). La pintura congela un momento en el que el hombre lee un periódico, ignorando la presencia de la mujer. Ella teclea a una mano unas sencillas notas en su piano, ausente y pensativa. La escena de esta obra resulta de lo más cinematográfico, como tantas otras.

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Ella representada por unos llamativos pendientes rojos, de un rojo intenso, y él como una mancha negra… ausente.

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Cuando llegué a “Dos cómicos”  imaginé a Hopper y a Jo, su mujer, representados por dos pendientes en forma de lágrima. Esta obra quiere representar la despedida del autor de su público, ya que fue su última obra. Los dos pierrots inclinan su cabeza en un acto de reverencia, tristes como mis dos lagrimas blancas.

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Quería también hacer una mención especial a sus acuarelas de casas americanas, pintadas durante las estancias veraniegas del matrimonio en Cape Cod, por su detalle y luminosidad. Siempre me han gustado este tipo de casas unifamiliares americanas e inglesas… y me resulta curioso que Hopper se fijara en las casitas de los pescadores, o en las mansiones victorianas de la costa este norteamericana y las pintara con tal lujo de detalle. Son entrañables.

Si estáis interesados en experimentar las sensaciones que produce Hopper cuando paseas por su obra, no dudéis en acercaros al Thyssen Bornemisza antes del día 16 de septiembre. Os aseguro que os merecerá la pena la experiencia.

En mi opinión es una exposición que no te deja  indiferente… Te hace formar parte de ella como un personaje más de sus cuadros.

Museo Thyssen

Visita Virtual a la exposición

Verrocchio

Andrea del Verrocchio, nacido Andrea di Michele di Francesco de’ Cioni, conocido simplemente como Verrocchio, nacía en Florencia en 1435 y fallecería en Venecia en 1488. Su padre fue fabricante de azulejos y tejas, para luego convertirse en recaudador de impuestos.

Andrea comenzó a trabajar como orfebre en el taller de Giulio Verrocchi, de quien parece haber tomado su sobrenombre, convirtiéndose en poco tiempo en  el mayor escultor de su tiempo.

Tuvo en Florencia un activo y famoso taller del que salieron tanto esculturas como pinturas y obras de orfebrería; sin embargo, en la actualidad la única faceta de la obra de Verrocchio que está bien documentada es la escultura.

Modelista y tallista se conservan obras suyas en mármol, terracota, plata y bronce. Entre sus alumnos estuvieron Leonardo da Vinci, Perugino, Ghirlandaio, Sandro Botticelli y Miguel Ángel.

Entre 1474-1475 ejecuta el Bautismo de Cristo, actualmente conservado en los Uffizi. En esta obra fue ayudado por Leonardo Da Vinci, que por entonces era muy joven. Leonardo había sido alumno suyo desde 1467. Leonardo  acabó el paisaje y pintó el ángel de la izquierda, superando en calidad el resto de la pintura, según Vasari

Verrocchio no superó esta crítica y no quiso volver a tocar los pinceles, indignado porque un muchacho supiera más que él.

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El Bautismo de Cristo en Google Art Proyect

En 1478 Verrocchio comenzó la que sería su obra más famosa, una estatua ecuestre de Bartolomeo Colleoni, quien había muerto tres años antes. La obra fue un encargo de la República de Venecia. Fue el primer intento de producir un grupo en el que el caballo apareciera con una de sus patas en el aire. La estatua destaca por la expresión en el rostro de Colleoni y la magnífica representación del movimiento.

Verrocchio creó un modelo en cera en 1480, y en 1488 finalmente se trasladó a Venecia para asistir a la fundición del grupo. Sin embargo murió ese mismo año, antes de que la obra estuviera acabada, la cual fue terminada por su discípulo Alessandro Leopardi.

Pero yo de todas sus obras me quedo con una que realizó hacia 1478, un querubín alado con delfín, actualmente en el Palazzo Vecchio, y que originariamente se pretendía para una fuente en Villa Médicis en Careggi. Parece que fue un encargo de Lorenzo de Medici.

El movimiento del niño es gracioso, alegre y juguetón, mide 68 cm de altura.

Entre 1550 y 1568 la estatua fue utilizada como centro en el patio primero del palacio Vecchio, donde coronó una fuente diseñada por Vasari.

Nosotras nos hemos permitido reproducirlo como colgante y pendientes, Una forma original de preservar el encanto perenne de este pequeño angelito y poder disfrutarlo de cerca.

Os dejo el link a la web pos si queréis verlos con más detalle:

Pendientes y Collar

 

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Ciner un joyero con más de 100 años de historia

La compañía Ciner fue fundada en 1892 por Emanuel Ciner, emigrante australiano que inicialmente se dedicó a la fabricación de piezas de joyería de alta calidad. En 1918 el Chicago Times recogía la noticia de que la Compañía Ciner de Nueva York había sufrido un robo de 9.000 dólares en gemas, las cuales fueron recuperadas debido al arresto de uno de los cómplices.

Durante la guerra, como muchas otras empresas de joyería, se enfrentaron a tiempos difíciles. Irving Ciner, hijo de Emanuel, unió las fuerzas de 50 empresas manufactureras para formar la Asociación de Fabricantes de Plata de Nueva York (New York Silver Manufacturers Association). La misión de la asociación era producir plata Sterling para sus miembros durante las restricciones en tiempo de guerra. El grupo luchó para mantener la estabilidad de la industria local de joyería.

En 1930 Ciner comienza a fabricar bisutería de muy alta calidad. La idea era crear piezas de bisutería que parecieran autenticas joyas. Esto lo consigue gracias a la alta calidad de sus esmaltes y a las perlas que utilizaban. Perlas hechas especialmente por artesanos japoneses, pequeños abalorios con una base cristalina que van cubiertos sucesivamente con un acabado luminiscente, el cual da a las perlas un aspecto de perlas cultivadas.

Las piezas de Ciner producidas antes de la 2ª guerra mundial no solían estar marcadas.

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En 1946, la Compañía Ciner inició sus primeros esfuerzos para publicitarse a nivel nacional, dándose la compañía categoría a través de populares revistas de moda como el Vogue.

El 8 de febrero de 1958, fallece Emanuel Ciner. Su hijo Irving dirigió la compañía a través de las turbulentas décadas de los 60s y 70s. Irving fue incapaz de adaptarse a los tiempos modernos, debido a su estilo tan estridente y sus métodos de comercialización más agresivos, siendo por ello que en 1978 decidiera vender la firma a su hijo David, esposo de Pat Hill Ciner.

David ya tenía experiencia como diseñador de joyas, apareciendo ya su nombre en algunas de las piezas posteriores a 1978. Después de su fallecimiento en 2008, la compañía pasó a manos de Pat y su hijo, que siguen participando activamente en ella.

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La fabricación todavía se hace en los Estados Unidos, manteniendo la tradición del chapado en oro de 18 quilates y, por supuesto, reproduciendo algunas de las piezas más emblemáticas de las primeras colecciones.

Ciner a conseguido mantenerse en pie durante más de100 años en manos de la misma familia, lo cual resulta digno de elogio, siendo sus piezas más antiguas altamente apreciadas por los coleccionistas americanos.

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Imágenes de Pinterest: Ciner en Pinterest

La libélula de Lidia

Llegar hasta Vintage By López-Linares a través de Internet y conseguir entrar directa en nuestro corazón, ha sido todo en uno en la historia de Lydia.

Me sorprendió su alegría, buen humor y desparpajo desde sus primeros correos.

Confió en nosotras desde un principio para buscar ese complemente especial para el día de su boda. Lo tenia claro, quería una libélula y se enamoró de una pieza de nuestra colección nada más verla.

Hay una frase suya que me llegó al alma: “Esta pieza va a ser la primera de una colección que dejaré a mi hija”

¿No es entrañable?

Es emocionante pensar que una joya elegida por nosotras con tanta ilusión para formar parte de nuestro espacio, ahora se encuentre en manos de Lidia, con más ilusión si cabe que cuando estuvo entre nosotras.

Ella ha tenido la sensibilidad y el detalle de mandarnos estas instantáneas de su boda, y nosotras queremos hoy compartirlas con vosotras.

Resulta conmovedor imaginar la ilusión con la que sus amigas colocaron ese día el broche en su espalda. Pero mucho más si cabe el detallazo de Lidia de, a pesar de sus imaginables nervios del momento, acordarse de nosotras para inmortalizar tan entrañables imágenes

Puedo aseguraros que Lidia trasmite alegría por donde pasa, al menos a nosotras nos dejó un alo de felicidad cuando pasó por nuestro espacio virtual .

Te deseamos todo lo mejor y esperamos poder conocerte pronto.

Un besazo de todo el equipo de Vintage By López-Linares

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Coro, el maestro de los «Duettes»

Coro & Corocraft  nació de la mano de Emanuel Cohn y Carl Rosenberger, estableciéndose en Broadway , New York ,como Boutique en 1901, con el nombre de Coro & Rosenberger.

Al poco tiempo, y gracias al éxito obtenido por su línea exclusiva de bisutería, tuvieron tal notoriedad que decidieron abrir su propia fábrica. En ella, comenzó la expansión de su marca y, en su época de mayor esplendor, llegaron a emplear a 3.500 personas.

Con la llegada de Adolf Katz como director de diseño en 1924, comenzó la época dorada de Coro. Su estilo caprichoso y su excepcional talento fueron decisivos a la hora de lanzar la marca a nivel internacional. Durante los más de cuarenta años que permaneció ocupando este cargo en la empresa, Kart fue un icono de diseño e innovación.

Broche doble clip de Coro, años 30s

La línea de alta gama, Vendôme, creada por él en 1944 fue su marca más exclusiva  y se distribuyó en tiendas de  lujo de todas las grandes capitales mundiales. Su éxito fue tan rotundo que se convirtió en marca subsidiaria en 1953, y sus piezas fueron lucidas por la mayoría de las grandes estrellas de Hollywood de la época. Las piezas de esta primera época de Vendôme son altamente demandadas por los coleccionistas.

En cuanto a diseño e innovación, Adolf Katz fue un genio. De su mano salieron delicados broches de flores con movimiento, una gran innovación para la época, así como sus famosos esmaltes y sus legendarios “duettes” ─parejas de broches que se pueden lucir  juntos o desmontarse para lucirlos separados─. A causa de este tipo de broches y debido al modelo de cierre utilizado, Coro tuvo un pleito legal con Trifari. Karl había registrado la patente de su cierre en 1931, pero la similitud con los clipsmate de Trifari hizo que esta compañía emprendiera una campaña legal  contra Coro, intentando establecer para el diseño de joyería un copyright de trabajo de arte. Trifari ganó el caso en 1954.

Entre 1930 y 1950 causaron furor  los llamados “Jelly Bellies”. Se trataba de unos broches de animalitos con la barriguita realizada con una piedra de color, un cristal en forma de cabujón, o un nuevo material plástico llamado Lucite (descubierto por  Dupont en 1937 y que supuso una gran revolución en el mundo de la joyería, ya que sustituía fácilmente a piedras como la calcedonia o la piedra luna).

Otro de los diseñadores que más contribuyó a la fama de Coro fue Gene Verecchio, que entró a trabajar en 1930 y permaneció durante treinta y tres años en la compañía. Cabe destacar sus personalísimos “duettes” de camelias y búhos. Estas piezas de entre  los años 30 y 40 son las más cotizadas por los coleccionistas.

Broche en forma de pez, años 40s

Tras la muerte de los dos fundadores, heredó la compañía el hijo de Rosenberger, Gerald, que  a su vez,  falleció en 1967. Sus descendientes vendieron a Richton International Corp. el 51% de la compañía. En 1979 la compañía cayó en la quiebra y sólo se mantuvo la producción en Canadá hasta 1992, año en que se cerró definitivamente esta última factoría.

El nombre de Coro & Craft significó durante todos estos años un hito de calidad y diseño, reflejando las últimas tendencias de moda durante casi seis décadas.

¿No creéis que puede resultaros excitante lucir una pieza de Coro?

A mí me resultan  increíbles, combinadas con un sastre en negro rotundo o con un vestido azul noche, para una ocasión especial.

Os aseguro que merece la pena pasar por la tienda aunque sólo sea para coger en vuestras manos una de estas deliciosas piezas de nuestra colección. Cuando tienes uno de estos Duettes en las manos, os lo aseguro, te das cuenta de por qué las mujeres de los años 40 se volvían locas por sus piezas. Son de una belleza magistral.

¡ Os esperamos !

Una tiara de 1930 diseñada por Miriam Haskell

Cuando escogemos para nuestra tienda alguna pieza de bisutería, es porque algo especial y mágico nos trasmite a alguna de las tres. Parece increíble, pero normalmente coincidimos en la elección. Es curioso que siendo tan distintas entre nosotras, a la hora de elegir las piezas que van a entrar en nuestro espacio coincidamos siempre.

Aunque hay piezas que nos enamoran a unas más que a otras, cada una tiene sus piezas fetiche, esas que nunca vendería y de las que te quedas prendada a primera vista.

Hoy os quiero hablar de una de mis piezas favoritas. Es una tiara de novia firmada por Miriam Haskell. Me entusiasmó nada más verla, me pareció de una delicadeza y exquisitez sublimes. Cuando la cogí por primera vez, lo primero que pensé es, ¿por qué alguien querría desprenderse de una pieza tan soberbia y delicada? Seguramente sería un encargo especial para alguna joven de los años 30. Estoy segura de que quedaría prendada de la joya al verla por primera vez, al igual que quedé yo.

Para los que no conozcáis a Miriam Haskell, os diré que esta visionaria del diseño y los negocios nació en 1899 en el seno de una familia de inmigrantes judíos venidos de Rusia. Su familia consiguió alcanzar una posición bastante acomodada para la época. Miriam estudio en la universidad de Chicago durante 3 años y se trasladó a Nueva York con 500 dólares en el bolsillo, probablemente prestados por su familia.

Al poco consiguió establecerse en el Hotel Mc Alplin, que en esos momentos era el hotel más grande del mundo, con capacidad para 2.500 personas. El hotel estaba situado en pleno corazón de la ciudad de Nueva York. Allí abrió una pequeña tienda  donde vendía bisutería de afamados diseñadores de la época.

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Miriam enseguida decidió lanzar su propia marca y para ello contrato los servicios de Frank Hess, un joven escaparatista con un gusto y un sentido de la estética inusual para le época. Frank se convertiría rápidamente en la cabeza creativa de la marca. Tenía una personalidad bastante compleja, y su timidez le hacia sentirse más cómodo trabajando en el taller entre bocetos y piedras, que atendiendo a las incontables clientes que se acercaban a su tienda deseosas de ser atendidas por él personalmente. Era un personaje muy peculiar, conocido por sus altos sombreros de copa y su bastón con mango de plata. Era muy exigente con sus empleados.

Por el contrario, Miriam era una mujer muy atractiva, elegante e inteligente y se sentía en su salsa en el papel de relaciones publicas de la marca. De esta manera se complementaban perfectamente.

Consiguieron alcanzar un éxito asombroso en poquísimo tiempo. En 1930 ya se codeaban con lo mas selectos e influyentes personajes de los círculos artísticos y sociales, tanto de Hollywood y Nueva York como de Europa. Mujeres de la influencia y talla de Joan Crawford, Lucille Ball o la Duquesa de Windsor lucían en las grandes fiestas diseños de Miriam Haskell.

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En los años 50 Miriam cayó en una profunda depresión  y su estado hizo que la compañía cayera en manos de su hermano. Nunca volvió a trabajar, se retiró al poco de terminar la guerra, dicen que influenciada por los horrores de la misma y sin conseguir superar todos los desastres vividos. Frank continuó trabajando en la compañía hasta retirarse en 1960.

Actualmente, es bastante difícil encontrar piezas de la primera época de la marca y su precios suelen ser bastante elevados.

Aunque la compañía sigue fabricando maravillosas piezas de bisutería, muchas de ellas inspiradas en las grandes colecciones de Miriam y Frank, para mí no llegan a alcanzar la delicadeza y sensibilidad de las piezas que realizaron ellos en sus años dorados. Hicieron un “tándem” magnifico y supieron trasmitir su entusiasmo e ilusión a todas las mujeres de su época.

Os dejo un link a la página actual de la marca, para que podáis juzgar por vosotras mismas: www.miriamhaskell.com

Las fotos que os adjunto a continuación son grabados coloreados a mano y realizados por el artista Larry Austin. Son ilustraciones realizadas entre 1930-1940 y que utilizaron  para promocionar la marca en tiendas y joyerías de todo el Mundo. En ellas podemos apreciar la belleza de algunas de sus piezas más sofisticadas.

¿Habíais oído hablar antes de Miriam Haskell?

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Elizabeth Taylor y Avon, una colaboración casi desconocida en España

Hace unas semanas fallecía la mítica estrella de Hollywood Elizabeth Taylor. La vida de la estrella es más que conocida por todos: sus películas, sus Oscars, sus escándalos y sus ocho matrimonios han ocupado miles de hojas de la prensa del corazón en todo el mundo.

Su pasión por las joyas es lo que a mí  más me llama la atención de su vida. Ha sido propietaria de una de las colecciones de joyas más impresionante de todos los tiempos, y de algunas de las piezas más emblemáticas de la historia de la joyería mundial.

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Probablemente, de toda su colección, la joya sobre la que más se haya escrito sea “La Peregrina”. Esa preciosa perla fue encontrada en el S.XVI en el Golfo de Panamá por un esclavo negro, al que concedieron la libertad como premio por tan increíble hallazgo. La perla fue entregada a Felipe II por Don Pedro Témez, administrador de la colonia española. El rey regaló la perla a su prometida, la Reina Maria I de Inglaterra, que lució la magnífica perla en numerosísimas ocasiones. La Peregrina no regresó a España hasta la muerte de Maria Tudor.

Posteriormente la joya fue lucida  tanto en grandes acontecimientos políticos como en numerosos retratos, por todas las reinas españolas durante los SXVII y XVIII. Podemos disfrutar de su belleza en los famosos retratos realizados por Velázquez de Isabel de Borbón y Mariana de Austria, ambas esposas de Felipe IV.

La Peregrina permaneció como parte del Tesoro Real Español hasta el S.XIX. Fue entonces cuando José Bonaparte, tras finalizar su reinado en España, se llevó la perla a Francia.

La perla permaneció en Francia hasta que el Emperador Napoleón III viajó con ella a Inglaterra en su exilio, donde consiguió vendérsela al Duque de Abercon. Años más tarde, el Rey Alfonso XIII intentó sin éxito hacerse con ella. La Peregrina permaneció en poder de la familia Abercon hasta que en 1969 fue subastada en Londres por la casa Sotheby’s, donde Richard Burton la adquirió por 37.000$ para entregársela como presente a Elizabeth por el día de San Valentín.

Pero por lo que realmente es desconocida en España la actriz, es por su faceta como diseñadora de joyas. La actriz diseñó en los años 90s varias colecciones para la casa Avon.

La casa Avon fue fundada por un joven vendedor de libros puerta a puerta en 1886, llamado McConnell. Comenzó vendiendo libros y regalando muestras de perfumes a sus clientes, pero enseguida se dio cuenta de que tenían más éxito los perfumes que los libros, decidiendo cambiar su negocio y comenzar a vender perfumes. La casa Avon siempre mantuvo la estrategia de venta directa con representantes por todo el mundo.

En 1920 la compañía saca unos polvos de talco y así, poco a poco, comienza su expansión en el mundo de la venta directa de productos cosméticos. Estoy segura de que todas las españolas, excepto las más jóvenes, recordaremos el famoso eslogan de: “Avon llama a su puerta”.

La casa Avon quiso ir aun más lejos, y en 1970 saca a la luz su primera colección de bisutería. Consistía en tres piezas: un broche, una sortija y un collar. Avon nunca fabricó directamente, tenía varias fábricas subcontratadas. Sus productos siempre seguían unos estrictos controles de calidad y esto, unido a las colaboraciones que realizo con los más afamados diseñadores de la época, hicieron de esta firma el mayor distribuidor de bisutera del mundo.

Fue en la década de los 90 cuando Elizabeth Taylor entra a formar parte del equipo de Avon. Entre los años 1993-1997 diseñó varias colecciones, pero fueron las basadas en la película «Cleopatra», «La senda de los elefantes» y «La mujer indomable» las que tuvieron más éxito.

Elizabeth tenía fama de meticulosa y exigente, y sabemos que supervisaba todos los detalles del diseño y fabricación de las piezas que llevaban su nombre. Todas las piezas de Avon diseñadas por la artista llevan una “E”.

En el año 2005 Elizabeth funda su propia compañía de bisutería: “The House of Taylor”, abriendo tienda en Beverly Hills y llegando a cotizar en el mercado Nasdaq.

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Todas las piezas de Avon diseñadas por Elizabeth ahora mismo son consideradas piezas de colección, y después la muerte de la actriz su valor se ha duplicado en las subastas americanas especializadas en este tipo de bisutería.

¿Conocíais esta faceta de Liz como diseñadora de bisutería para la casa Avon?

Podéis disfrutar de toda su colección de joyas en un precioso libro, con fotografías de John Bigelow: “My Love Affair with Jewelry”.

El camafeo de Mrs. del Alisal

Siempre me llamaron la atención esas caritas asomando su relieve sobre una concha de carey marrón clarito. Pero no fue hasta que me casé y mi suegra me regaló un increíble juego de pendientes y broche, perteneciente a su familia desde 1860, cuando pude realmente apreciar en mi mano la belleza de estas piezas. Este juego había pasado por más de cinco generaciones de mujeres, y ahora llegaba a mis manos ante mi sorpresa y emoción.

¡Me resultaba tan curioso que las caritas de los pendientes se miraran la una a la otra! Me preguntaba cuál sería su origen o cómo era posible que una técnica tan antigua siguiera llamando la atención de tantas mujeres a lo largo de la historia. (A mí personalmente me entusiasman).

¿Os habéis preguntado en alguna ocasión dónde aparecieron los camafeos por  primera vez o cómo están realizados? Estas son algunas de las preguntas que yo me hice cuando tuve esos pendientes en mi mano.

Un camafeo, según el diccionario, es, sencillamente, “un relieve obtenido de una piedra preciosa”. Pero para mí es mucho más que eso. Es increíble pensar que el procedimiento con que se fabrican ya era utilizado por los antiguos griegos que, a su vez, lo habían tomado de los persas durante las incursiones realizadas por sus ejércitos comandados por Alejandro Magno.

La técnica, posteriormente, llegó hasta los romanos, los cuales la utilizaron para decoración y joyería. Claro que, encontrar una pieza de esta época es muy raro, pues sólo aparecen en subastas muy especializadas. Sabemos que  por entonces, era frecuente que los nobles llevaran anillos con camafeos, realizados en esmeraldas y rubíes de un tamaño no muy grande. Y también tenemos constancia de que los emperadores romanos los usaban frecuentemente como insignias en su ropaje. ¿Os imagináis a Octavio Augusto, con su toga imperial, luciendo un camafeo de ágata…?¡Increíble!, ¿verdad?

A finales del S. II d. C., esta moda desapareció y pasaron muchos años hasta que esta técnica volvió a relucir en el Renacimiento italiano de la mano de los grandes coleccionistas de la época, como Lorenzo De Medici. Su influencia llegó hasta la corte francesa, donde Francisco I lució en numerosas ocasiones piezas de este tipo. Y por supuesto, a Inglaterra, donde Enrique VIII, en su pasión por este tipo de joyas, creó su propio taller para su realización. Durante este período fue frecuente que se buscaran piezas antiguas de época romana y se trasformaran para convertirlas en joyas más a la moda del momento. Al estar las piezas romanas montadas sobre bases de oro muy sencillas, se solían desmontar para volver a utilizarlas en broches más grandes, montados sobre bases de oro con piedras preciosas y, con ellas, decorar capas de terciopelo, sombreros, o lucir en el escote de alguna gran dama de la corte.

A raíz del descubrimiento de América, entraron en Europa gran cantidad de materiales más exóticos para la realización de dichas piezas, como colmillos, jade, ámbar o caparazones gigantes. Pero el descubrimiento más importante para esta industria, fue el de la concha Cassis tuberosa. Estas  conchas eran muy adecuadas para este trabajo, ya que se componían de capas de distintas tonalidades de color, lo que permitía dar a los relieves una profundidad y trasparencia desconocidas hasta el momento. La técnica se desarrolló en Italia, concretamente en Sicilia, pero de ahí pasó rápidamente a la zona de Nápoles, extendiéndose pronto al resto del país. En pocos años, muchos artistas italianos comenzaron a trabajar en Francia e Inglaterra, difundiéndose rápidamente esta práctica por toda Europa, durante los siglos XVI y XVII.

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En la época napoleónica, los camafeos, principalmente, se decoraban con  elementos neoclásicos, siendo muy frecuente que mostraran temas mitológicos, o representaran a filósofos, a emperadores, o a nobles y personajes del clero de la época romana. Los marcos de alrededor, normalmente de oro, eran de una finura de ejecución y detalle excepcionales, conocidos como roman seal setting. Estos camafeos eran frecuentemente montados como pulseras, con 3 ó 4 colgantitos, y eran conocidos como esclavas.

La fama de los camafeos se extendió hasta las clases sociales más populares, gracias a que la “concha” era un material mucho más barato que los utilizados hasta ese momento, lo que popularizó su uso y producción, limitando el privilegio de llevar los camafeos de piedras preciosas a la alta sociedad.

De esta época es una de las tiaras para mí más bellas de la realeza europea: “La tiara de Josefina Bonaparte”, la cual, hace muy poco, hemos podido ver lucir a la princesa Victoria de Suecia el día de su boda. Una pieza espectacular, con pendientes a juego, y que ella lució con una sencillez y elegancia asombrosas.

Y así llegamos hasta el S. XIX, época a la que pertenece el juego que me regalaron a mí. De esta época es de la que más constancia y herencia nos han quedado, ya que proliferaron numerosos talleres, tanto en Italia, como en Francia e Inglaterra, para la realización de camafeos en “concha”. Aunque también se utilizaron materiales como el ónix, lapislázuli, coral, ágata o marfil. Estos en menor medida ya que eran más caros.

Durante el primer victoriano y la época romántica, se hicieron muy famosos los camafeos de Minerva, Medusa y Bacchante.

Entre 1860 y 1880, los artesanos italianos montaron bold hardstone (camafeos al oro amarillo con marcos decorados ), en los que los motivos volvieron a ser extremadamente clásicos, rayando en lo erótico.

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Durante el S. XX, proliferaron los camafeos de pasta y cristal. También fue muy corriente en esta época la realización de camafeos en oro bajo, de 9 kilates, o en plata con marquesitas.

Nosotras, en la tienda, nos hemos centrado en las reproducciones de plata dorada. Así os resultará más sencillo encontrar unos pendientes o un anillo inspirados en los montajes romanos. O quizás un broche de plata dorada a juego con sus pendientes, en el más puro estilo Renacimiento.

Me encantan los collares de encaje con camafeos y perlas de estilo Victoriano. Siendo ésta otra de las líneas en las que nos hemos especializado.

En las fotos que ilustran este artículo, podéis apreciar con más detalle algunas de las piezas que tenemos en este momento en la tienda.

Yo tengo la suerte de poder lucir, en momentos especiales, esos pendientes con broche que me regalara mi querida suegra, y que también podéis ver en una de las fotos que os adjunto.

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¿Y qué opináis vosotras? ¿Os gustan los camafeos?

¿Os imagináis como Ana Bolena, luciendo unos pendientes en ese estilo?

¿O tal vez os inclináis más por el terciopelo y los encajes de la época de la Reina Victoria de Inglaterra?